sábado, 31 de julio de 2021

Recetas familiares de cocina árabe de Mora y Mario Sorsaburu

Los lectores conocen de mi obsesión por encontrar aquellas recetas, técnicas culinarias o combinaciones de ingredientes y aliños que las distintas colectividades han volcado en el caldero común de la cocina neo criolla argentina. Esa tradición culinaria que se desarrolló en nuestro país y tuvo su consolidación y esplendor entre aproximadamente 1870 y 1980.

Las imágenes pertenecen a Mario Sorsaburu

Esta obsesión redobla sus esfuerzos de búsqueda cuando se trata de alguna de las colectividades que han sido parcas en aporte y que los han hecho muy tardíamente. Tal es el caso de la colectividad árabe, mayoritariamente sirio libanesa, de la que me ocuparé en esta nueva recopilación.

Para ello recurrí a mi amigo Mario Sorsaburu. Su apellido vasco no debe desorientarnos. Por sus venas corre sangre auténticamente argentina, en la que se combinan sus antepasados vascos con calabreses y árabes.

¿Por qué Mario? En primer lugar porque es hombre de mundo, como todo porteño que se precie. También porque es amante de la buena mesa, del cultivo de la amistad y de la familia.


Fue viajante de comercio, fue agente de propaganda médica. Llevaba su trabajo con esa característica personal tan típica de los buenos comerciantes, la charla afable y calurosa que arma vínculos confiables con los clientes. Vínculos de esos que, no es raro, terminen en una amable amistad duradera.

En sus andanzas por la Ciudad de Buenos Aires y La Argentina cultivó la buena mesa con los amigos. Un hábito que lo llevo luego a probar manjares inesperados en sus recorridos por el mundo. Pero esa cultura gastronómica no se formó exclusivamente en la calle, se fue gestando ya en el hogar paterno y se consolidó en la familia que formó. Su buena mesa está asociada al recorrido de ilustres mujeres cocineras. Sus abuelas, su madre y Mora, su mujer.

Lo conocí en las redes sociales, compartiendo ámbitos de amantes de la comida bien hecha y disfrutada. Allí, su pluma expresa su verborrágica manera de contar sus experiencias, porque Mario escribe como habla.


En el hogar, Mora lleva lo voz cantante en la cocina; pero mi amigo no se queda atrás y suele enfrentarse a los fuegos con un ambiciosa presencia en donde la parrilla no es el único lugar de expresión.

En la calle, ha frecuentado las más diversas cocinas en los más diversos países del mundo. Pero siempre vuelve a la cocina tradicional porteña que cultiva con pasión.

Un capítulo especial de esa cocina tradicional está dedicado a la cocina árabe, lleva sangre libanesa en las venas. En mi búsqueda de recetas propias de esa colectividad, le pedí que me pasara algunas recetas familiares y que me contara como llegaron al seno familiar.


Hay un patrón que suele repetirse. Ya he publicado las recetas de mi amiga Male Ortiña que se casó con un joven de familia árabe. La tentación de incorporar la cocina árabe en el hogar que constituyó se tornó irresistible. Male lo hace en las ocasiones que se presentan. (1)

Doña Manuela, la abuela materna de Mario, nació en La Argentina, descendía de calabreses. Se casó con un libanés llamado Hasme Mersheim, aunque su documento de identidad decía que su nombre era “Jorge Morán” (linda apelación para cantor de tangos, digo yo). La abuela aprendió todo lo referente a la cocina árabe de él que, además, era pandero.

Manuela enviudó y se volvió a casar, esta vez con un primo de su difunto marido, Abdala Ahmede que Mario siente como su verdadero abuelo. También era panadero de oficio y trabajó muchos años en una panadería de Flores que todavía existe y sigue vendiendo Fatay. (2)


Esta mujer de familia calabresa, no sólo accedió a la cocina del Medio Oriente, sino que también encendió la maquinaria didáctica familiar. Sus recetas árabes pasaron a Elma Morán, su hija, y, de ella, a Mora quien las prepara hoy con reconocida solvencia.

Estas recetas no son estrictamente árabes por dos razones. Porque han sido oficiadas por mujeres argentinas que, salvo la madre de Mario, adoptaron el recetario sin pertenecer directamente a la tradición cultural libanesa; pero, también, porque la cocina libanesa, como toda su cultura en general, ha estado occidentalizada desde hace siglos. No debemos olvidar que El Líbano es el único país árabe en el que el cristianismo es la religión mayoritaria.

Los invito a leer las siguientes recetas de la tradición árabe de la familia Sorsaburu: fatay, cuse meshe, cafta, tabule, hummus, babaganoush y enyárata.


Notas y referencias:

(1) 2012, Aiscurri, Mario, “Las noches sensuales de Oriente (Male Ortiña)”, El Recopilador de sabores entrañables, leído el 17 de julio de 2020 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2012/08/las-noches-sensuales-de-oriente-male.html.

(2) 2020, Mario Sorsaburu a Mario Aiscurri, correos-e del 12 y 17 de julio.


Fatay, asahfija y lejmayin

Voy a comenzar la recopilación de recetas libanesas de la familia de Mario Sorsaburu por las empanadas fatay que están asociadas a mi descubrimiento de la tradición culinaria árabe en La Argentina. (1)

Las imágenes pertenecen a Mario Sorsaburu

Ya he analizado, en varias oportunidades, la parquedad de la populosa colectividad Árabe en volcar las especialidades de su cocina tradicional al caldo común de la cocina argentina. Esta parquedad comparable con la de la colectividad judía.

No atribuyo ese gesto a un sentimiento mezquino y excluyente de parte de esa colectividad, sino a todo lo contrario. Los árabes que al llegar a nuestro país amaron tanto a la Patria que los cobijó que adoptaron su comida en la vida cotidiana, reservando las especialidades propias para las celebraciones familiares.

En los años ochenta del siglo pasado, por ejemplo, pude disfrutar de muchas de estas espacialidades en el cumpleaños de mi compadre Juan Carlos Abud. Su tía había preparado para la ocasión: ensalada tabuleh, sarma (arrollados en hojas de parra), pan de pita, keppe crudo y, por supuesto, fatay… ¡Ah! El postre, una irresistible fuente con cuadraditos de baklava.


Lo único que conocía de todos esos manjares eran las fatay y el pan de pita. Mis recuerdos se pierden sobre fines de mi adolescencia cuando vi estos productos por primera vez en una rotisería en el barrio de Almagro. Las denominaciones eran simples: pan árabe y empanada árabe. La colectividad comenzaba a volcar por fin, en la segunda mitad del siglo XX, sus comidas en el crisol común de la cocina neo criolla argentina.

Ya publique una receta de fatay que me mandó mi amiga Male Ortiña. Ella pertenece a una familia de origen español. Cuando se casó con un descendiente de árabes, aprendió a cocinar delicias de la tradición culinaria sirio libanesa. Sin embargo, cuenta que su madre preparaba sfijas cuando ella era una niña. (2) Male es mucho menor que yo de manera que la adopción de la receta por parte de su madre coincidió, más o menos, con mi descubrimiento de estas empanadas árabes. Luego vinieron numerosos restaurantes árabes y armenios que introdujeron otras recetas en el gusto porteño.


Ahora bien, ¿cuál es la verdadera denominación de estas empanadas? He visto varias, fatay, fatayer, sfijas, asahfijas. Male las denomina sfijas y Mario, Fatay.

Esta confusión de denominaciones suele pasar con muchos platos a los largo y a lo ancho de la historia de la cocina en el mundo. Pero decidí adoptar la nomenclatura propuesta por Mario. Así lo explica: Fatay es el nombre árabe de la empanada cerrada con tres pliegues, como, a su vez, lo indica la de la receta que publico abajo. Asahfija, continúa Mario, es el nombre de la empanada abierta, es decir, con el relleno colocado encima del disco de masa que no se pliega. Lejmayin es el nombre que le dan los armenios y algunos judíos a las asahfijas. (3)

Bien, ahora, a la receta de Mora. ¿Por qué de Mora? Porque la abuela materna de Mario le enseñó la receta a su hija, y ésta a su nuera que es quien las prepara en nuestros días.

Fatay

Fuente (fecha)

Mora Sorsaburu (2020). Mario oficia de redactor.

Ingredientes

Masa:

Harina 000 900 gr.

Levadura de cerveza 45 gr.

Sal 1 cucharada.

Agua natural cantidad necesaria (aproximadamente 600 cc).

Relleno:

Carne de novillo 375 gr.

Carne de cordero 375 gr.

Cebollas 3.

Perejil 1 ramo grande.

Tomates en conserva 1 lata.

Jugo de 2 limones.

Hojas de menta 10.

Sal.

Pimienta.

Ají molido.

Comino.

Preparación

Masa:

1.- Mezclar los sólidos.

2.- Agregar agua hasta lograr una masa firme.

3.- Dejar descansar el bollo tapado por una hora.

4.- Hacer bollitos como pelotas de golf y dejarlos en una placa con algo de harina hasta doblar su medida. Pueden ser tapados con un lienzo, pero no es imprescindible.

Relleno:

5.- Pelar y picar las cebollas en brunoise.

6.- Picar el perejil.

7.- Pisar el tomate en conserva.

8.- Picar las hojas de menta.

9.- Exprimir los dos limones

10.- Mezclar bien todo con la carne.

Armado y cocción:

11.- Estirar cada bollo con un uslero o con los dedos a toques, hasta darle forma de disco con un tamaño más grande del que se usa para hacer empanada.

12.- Poner en el centro del disco una cucharada grande del relleno, doblar las dos alas y terminar con el doblez de abajo, formando un triángulo. Este triángulo debe quedar abierto en el centro. Dejar descansar unos minutos sobre una placa.

13.- Precalentar el horno. Luego hornear las empanadas hasta que la masa esté cocida.

14.- Siempre se comen agregando un chorrito de limón.

Comentarios

De Mario:

1.- En la elección de la carne de vaca, es preferible usar roast beef porque tiene un 25 % de grasa y eso le agrega sabor.

2.- La carne picada debe ser pasada dos veces por la máquina.

3.- Lo mejor es preparar el relleno el día anterior.

4.- Si se desea hacer asahfijas, el procedimiento es similar, sólo que no deben practicarse los dobleces indicados en el paso 12.-

Míos:

1.- El relleno va crudo a la empanada. En realidad, va macerado con el jugo de limón. 


Como suele decir Mario, cada vez que publica una receta en las redes sociales, Salute!

Notas y bibliografía:

(1) 2020, Mario Sorsaburu a Mario Aiscurri, correo-e (vía Messenger) del 4 de julio.

(2) 2012, Aiscurri, Mario, “Sfijas”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 9 de julio de 2020 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2012/09/sfijas.html.

(3) 2020, Mario Sorsaburu a Mario Aiscurri, correo-e (vía Messenger) del 5 de julio


sábado, 17 de julio de 2021

Escasez de ganado en las pampas (1855)

José Luis Busaniche fue un notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de la Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado. (1) Este libro ha servido de inspiración para la sección “Rescoldos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos de la colección, reproduciendo las prolijas referencias de Busaniche.

Benjamín Vicuña Makenna. Historiador y político chileno (1831-1886).

El fragmento que se expone a continuación, describe las características de las Pampas Argentinas observadas por el autor en la travesía que realiza desde su Chile natal hasta el Litoral Argentino. Llaman a su atención el despoblamiento de la tierra y la ausencia de hacienda baguala de cuya abundancia había dado cuenta Félix de Azara algo más de medio siglo antes de su viaje.

Escasez de ganado en las pampas

“Las pampas no son tampoco, como se han pintado, una inmensa soledad comparable sólo a los desiertos africanos. En los últimos treinta años deben haber variado mucho porque en estos tiempos de infinito adelanto hasta las pampas progresan.

”Su sociedad es escasa y singular, es verdad, pero en sí misma muy activa. Hay en las 200 leguas que separan Rosario de San Luis, hasta una media docena de aldeas de 200 a 500 habitantes, entre las cuales Cruz alta, Fraile Muerto, Villa del Río IV y San José del Morro son las principales. En realidad se componen de grupos de gente y de ranchos que el temor de los indios ha hacinado alrededor de esos fuertes cuadrangulares formados de pencas o quioscos, que abundan en las pampas y que tienen que contar tanta historia triste de triunfo o derrota para el salvaje del desierto. No hay una sola posta, en toda la superficie de la Pampa, que no haya sido alguna vez asaltada, ni un solo hombre que yo haya encontrado en mi camino que no cuente sus peligros o el de sus mayores, algunos de los cuales pereció si era hombre o murió en cautividad si era mujer. Y sin embargo ellos están allí sin alarmas, sin porvenir, ni pan, ni vestido, pero viviendo como viven las vacas, gordos y sanos como criaturas del Paraíso.

”/…/.

”De la ponderada abundancia de animales, que según Azara llegaba a principios del siglo en todo el país a doce millones de cabezas, no tuvimos muestra alguna que justificara las antiguas exageraciones. Días enteros hemos andado en la Pampa sin encontrar un solo animal. De cuando en cuando alcanzábamos algunas arrias de vacas y mulas en dirección a Mendoza y Chile, pero rara vez vimos ganados criollos paciendo en abundancia, y sólo las tropillas de mulas cordobesas animaban de tarde en tarde la desierta perspectiva y nos hacían reír con su extraña curiosidad, pues, apenas avistaban el carruaje, galopaban en grupos de 40 y 50 y se acercaban al camino, olfateando, echadas adelante las orejas y mirándonos con gran asombro.” (2)

Notas y Bibliografía: 

(1) 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Tomo II, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.

(2) Busaniche, José Luis, Op. Cit., Tomo II pp. 285-287.


Lo que es necesario llevar en un viaje de Rosario a Córdoba, (1863)

José Luis Busaniche fue un notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de la Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado. (1) Este libro ha servido de inspiración para la sección “Rescoldos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos de la colección, reproduciendo las prolijas referencias de Busaniche.

Pablo Mantegazza (Monza, 1831 – Florencia, 1910). Escritor, médico, higienista y antropólogo italiano. Realizó varios viajes por La Argentina entre 1858 y 1863, firmando un tratado de colonización con el gobierno de la provincia de Salta. En 1867, publicó el libro Rio de la Plata e Tenerife. En 1916, la Universidad Nacional de Tucumán editó algunos capítulos de esa obra, traducidos por Juan Heller, en un volumen cuyo título fue Viajes por el Río de la Plata y el interior de la Confederación Argentina.

El autor describe las postas y la diligencia en el recorrido entre ambas ciudades argentinas. Aconseja al futuro viajante acerca de qué es necesario llevar. Destaca algunos alimentos inhallables en la campaña y otros que es bueno tener encima como el mate que los postillones sabrán cebar muy bien. También recomienda llevar, entre otras cosas, una cama portátil. Estos alimentos y estos enseres serán necesarios en función de la pobre comida (puchero y asado) y escaso alojamiento (insuficiente cantidad de catres) que las postas ofrecen.

Qué es necesario llevar en un viaje de Rosario a Córdoba

“Si acaso os asusta la idea de atravesar a caballo el trecho de pampa que separa a Rosario de Córdoba, tomad un asiento en la mensajería /…/. Pero antes de encerraros en esa gran caponera que se mece sobre lo alto de cuatro altísimas ruedas, recordad que os conviene llevar también un lecho, porque la hospitalidad de las casas de posta no ofrece, a los numerosos viajeros, más que dos o tres catres, o sea una especie de marco que, sobre cuatro patas raquíticas y desiguales, sostiene el colchón a medio metro sobre el suelo. Sin embargo, esos pobres catres, tal como son, serán disputados por vuestros compañeros de viaje que, más ágiles que vos, saltarán apresuradamente de la carroza para conquistarlos, dejándoos en libertad para que tendáis vuestro lecho a los pies del suyo o bajo el pórtico de la casa de posta. Habéis entonces comprado un lecho y puesto en un canasto vino, café y azúcar; agregad también un poco de pan, porque podría suceder que este alimento de primera necesidad para vosotros, pero de lujo para el gaucho, os faltese cuando cansado y hambriento lleguéis por la tarde al malhadado hospicio que se llama casa de posta. Si no vais muy cómodos, os consuele la rapidez con que los seis caballos montados por otros tantos gauchos harán volar la diligencia por sobre las tiernas hierbas de la pampa. /…/.

”/…/.

”El acontecimiento más importante de la jornada es el arribo a la última posta, en que las dos urgentísimas necesidades del alimento y del sueño, vuelven sabrosa la pobre cena y la pobrísima cueva que os esperan. Puchero y asado, y éstos a veces de carne seca, y algunos años también son de cabra viejísima, como los que comí en una posta de Santiago, donde encontré aquella carne tan dura que debí tragarla en muchos bocaditos, a manera de píldoras, sin sentir su sabor y confiándome a la buena voluntad del ventrículo para que se dignase a digerirla a falta de otra menos dura.

”Si los insectos americanos han respetado vuestro sueño, muy de mañana y a menudo también muy de noche, os despertará el capataz o rey de los postillones, invitándoos a proseguir el camino, tocando en una trompeta acribillada de golpes y cribada de grietas, y con un estentóreo: ¡Arriba, arriba, señores! Sabéis por la experiencia de ayer lo que hoy os espera y lo que os sucederá mañana, pero si entre los libros de vuestro baúl habéis dado cortés hospitalidad al mío, quiero agradeceros con algunos consejos prácticos que os daré de buena gana como fruto de mi experiencia, habiendo atravesado América cuatro veces, del oeste al este, y del este al oeste.

”Llevad una hamaca y agregad dos gruesos clavos con dos argollas. De este modo vuestro lecho aéreo os defenderá de los insectos terrestres. En cuanto a los aéreos y especialmente las terribles vinchucas, que chupan tanta sangre y que adquieren el tamaño de una avellana, huid de las casas, buscad albergue bajo las plantas y recomendaos por el resto a la Providencia.

”Cargad también buena provisión de bizcocho americano, de vino y otros alimentos, escogiendo especialmente el mate, porque el postillón que elegiréis para vuestro servicio lo preparará excelentemente y podréis ser cortés con vuestros compañeros de desventuras invitándoles a sorber con vuestra cañita la infusión paraguaya.” (2)

Notas y Bibliografía: 

(1) 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Tomo II, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.

(2) Busaniche, José Luis, Op. Cit., Tomo II pp. 288-291.


sábado, 10 de julio de 2021

La Quebrada de Humahuaca y el Continente del Maíz - Índice

I La puerta de entrada

Debo la inspiración de estos artículos a la receta de tamales de doña Tomasa Corimayo y a su difusora, mi amiga Silvia Castillo. En realidad, es necesario reconocer que quien me advirtió sobre el tesoro que encerraba esta receta fue Perro Borgia, un inquieto cultor de las profundidades técnicas de la cocina, tanto académica como popular. (1)

Las imágenes pertenecen a Silvia Castillo

El texto de Silvia fue publicado originalmente en 2018 en Buena Morfa Social Club, grupo cerrado de Facebook. Lo leí casi dos años después de su edición gracias a la mencionada incitación. Así fue como me abrió la mente en relación con cuestiones que tenía poco claras sobre la cocina del Área Andina Meridional.

Doña Emiliana, mi proveedora de frutas y verduras por años, me había pasado sus recetas de la cocina boliviana. (2) Entre otras cosas, me explicó el modo de pelar el maíz para mote. Casi no pude entender de qué me estaba hablando. Había comprado mote en el mercado boliviano de Liniers, ¿cómo era eso comprarlo entero y cocinarlo en agua con cal para pelarlo? Pero, entonces, la receta de doña Tomasa la que me hizo comprender que ese procedimiento no es otro que el que los mexicanos denominan preparación del maíz nixtamal.

Pedirle a Silvia que me autorizara a publicar la receta en El Recopilador de sabores entrañables y que me abriera la puerta, o por lo menos la ventana, al conocimiento de la cocina de su amada Quebrada de Humahuaca fue casi el mismo acto. Este índice contiene enlaces a los artículos en los que pude exponer los hallazgos de mis indagaciones sobre el tema sostenidas en mi inquietud y en el intercambio con las palabras de Silvia, sus conocimientos, sus saberes.

II Los textos

Artículos de Silvia Castillo en “La Columna de los amigos”

·        Receta de tamales de doña Tomasa al estilo de la Quebrada de Humahuaca 

·        Contemplación del tamal

Recopilación con Silvia Castillo

·      Silvia Castillo, conversaciones sobre la cocina de la Quebrada de Humahuaca

Algunas recetas significativas

·        Tijtinchas, un convite a la Pacha

·        Tamales, receta original de una familia mexicana

·        Tamales de la Quebrada de Humahuaca, tamales de Nuestra América 

·        Humitas argentinas 

·        Humitas de Doña Petrona 

Identidad de la cocina de la Quebrada y otras notas del crítico

·       Riquezas ocultas en la cocina de la Quebrada de Humahuaca -        
Parte I: Quebrada de Humahuaca; Continente del maíz

·       Riquezas ocultas en la cocina de la Quebrada de Humahuaca -        
Parte II: Molinos hidráulicos en La Quebrada
 

·       Riquezas ocultas en la cocina de la Quebrada de Humahuaca-         
Parte III: Pelar el maíz, Chuchoca; Preservación del patrimonio culinario en torno del maíz 

·       Riquezas ocultas en la cocina de la Quebrada de Humahuaca-         
Parte IV: La cocina neo criolla en La Quebrada
 

·        El capítulo “Tamales” de Cocina Ecléctica de Juana Manuela Gorriti 

·        Ka’i Ku’a, envuelto de choclo en el Área Guaraní 

El locro de la Quebrada y el locro porteño

·        Locro porteño y el locro de La Quebrada de Humahuaca (revisión) – Parte I 

·        Mi locro porteño y el locro de La Quebrada de Humahuaca (revisión) – Parte II 

Notas y Bibliografía: 

(1) El lector que quiera acceder a los suculentos artículos de Perro Borgia no tiene más que ingresar en el sitio Web “El glotón” (leído el 9 de julio de 2021 en https://elgloton.com/). Encontrará allí textos de otros escritores notables como Pancho Ramos, Christian Sala, Patricia Courtois, Juan Barcos y Sebastián Laffaye.

(2) 2015, Aiscurri, Mario, “Florcitas del cocina del Altiplano: doña Emiliana”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 9 de julio de 2021 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2015/06/florcitas-de-la-cocina-del-altiplano.html. Tan desorientado estaba que ni registré el procedimiento para pelar el maíz entre las recetas cuyos enlaces se encuentran en el artículo.


sábado, 3 de julio de 2021

Ka’i Ku’a, envuelto de choclo en el Área Guaraní

América Hispana ha sido el continente del maíz antes de ser tal, es decir, antes del arribo de los españoles a nuestro territorio. Pareciera que en casi todos los lugares en donde se cultivó maíz, hubo envueltos (tamales, humitas, hayacas, pamonhas, etc.). He publicado varios artículos sobre los envueltos de choclo y maíz y su dispersión territorial a lo largo de Nuestro Continente que dan cuenta de ese fenómeno. (1)


Los españoles llegaron al Río de La Plata en el primer tercio del siglo XVI, exploraron su embocadura y recorrieron el Paraná río arriba. Sebastián Gaboto llega, en 1527, hasta las cercanías de dónde hoy está ubicada la localidad que lleva su nombre en la Provincia de Santa Fe, a pocos kilómetros de la desembocadura del Río Carcarañá. Allí instaló un pequeño real fortificado que se configuró el primer asentamiento español en el actual territorio de la República Argentina. Su nombre, Sancti Spiritus.

Luis Ramírez era miembro de la tripulación y, de regreso a España escribió misiva al Rey de España. Allí relataba las maravillosas posibilidades que la tierra de lo que hoy es el Litoral Argentino daba a la agricultura. Enumera los frutos que cosechaban los indios, entre ellos, porotos, calabazas y avati, que es el nombre guaraní del maíz. (2)

Este dato no es menor porque nos permite considerar la antigüedad de algunos de los platos más conocidos de la tradición culinaria del Área Guaraní en el presente (por ejemplo, el locro).

Empeñado en buscar la extensión alcanzada por los envueltos en Nuestra América y, siguiendo las sugerencias de algunos autores, (3) encaré la consulta del libro de Margarita Miró Ibars. (4) En él, encontré esta receta de ka’i ku’a (expresión guaraní que se traduce al castellano como “cintura e mono”). (5)

¿Qué es la ka’i ku’a? Se trata de un envuelto de choclo muy parecido a las humitas del Noroeste Argentino. Tiene una diferencia que juzgo menor, en la atadura del paquete. Es esta atadura la que da la apariencia de una cintura que se configura, muy probablemente, en el origen de la denominación.

Ka’i ku’a (cintura de mono)

Fuente (fecha)

Margarita Miró Ibars (2020)

Ingredientes

Choclo pisado o rallado.

Grasa un poco.

Sal.

Agua (si se necesita)

Preparación

1.- Mezclar los ingredientes y amasarlos.

2.- Colocar una porción sobre una hoja de maíz y forrarla con ella.

3- Atar el envuelto en forma alargada.

4.- Cocinar bajo cenizas o hervir con agua o caldo.

Comentarios

De Margarita Miró Ibars:

1.- Si el choclo está muy seco, se agrega un poco de agua en la mezcla.

2.- Se puede conservar por mucho tiempo una vez cocido. Por eso, se lo usaba como avío para largos viajes.

Míos:

1.- Muy interesante considerar la ubicación de la receta en el libro. La encontramos en el capítulo “Týra” que tiene tres secciones, a saber; “Chipa”, “Mbeju” y “Sopa paraguaya”. Forma parte de las preparaciones de la sección “Chipa”. La expresión týra significa acompañamiento, puede tratarse de una panificación o de una guarnición o contorno.

2.- Como todas las recetas que la Dra. Miró Ibars publica, ésta carece de precisión en cantidades de ingredientes. Seguramente la recibió del relato oral de alguna mujer que la preparaba sin necesidad de contar los ingredientes.

3.- Esta es una receta muy sencilla, de pocos elementos. He visto otras que adicionalmente llevan queso. (6)

Muchos interrogantes, que aún no estoy en condiciones de responder, se abren a partir de esta receta. Sólo plantearé uno.

Siempre me ha parecido, con bastante fundamento, que, la influencia quechua se ha dejado sentir aún por afuera de los arrabales del Tawantinsuyu (Las Cuatro Provincias del Sol que eran gobernadas desde Cuzco a la llegada de los españoles al Perú). Son muchas, por ejemplo, las palabras de ese origen en el mapudungun, el idioma de los mapuches. No pareciera que estas palabras hayan llegado hasta allí desde la acción de unificación idiomática promovida por los misioneros evangelizadores, como sí ocurrió en el Noroeste Argentino.

Tampoco parece que el uso de la palabra locro, por ejemplo, en el Área Guaraní haya venido de la mano de los jesuitas que, precisamente usaron el idioma local mayoritario para uniformar el habla de los pueblos indígenas del Nordeste Argentino. Adicionalmente, los guaraníes tenían su propia palabra para llamar al maíz, avatí.

Por otro lado, el pueblo guaraní siempre poseyó una vocación de aprendizaje notable. Sabemos que su extensión por el continente abarcaba una gran franja de terreno que iba desde el Orinoco a las riberas del Plata. Si es que no las crearon los propios guaraníes, ¿por dónde les habrá llegado esta variante de las humitas andinas? ¿Por su cercanía al caribe o por la que tienen con el Área Andina Meridional cuya influencia se deja ver en el uso de la palabra locro? De ser por esta última, sería la prueba contundente de que allí es el sitio de origen de las humitas en general.

Notas y bibliografía:

(1) 2021, Aiscurri, Mario, “Riquezas ocultas en la cocina de La Quebrada de Humahuaca – Parte I: Quebrada de Humahuaca; Continente del maíz”, en El recopilador de sabores entrañables, leído el 22 de junio de 2021 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2021/03/riquezas-ocultas-en-la-cocina-de-la.html y 2021, Aiscurri, Mario, “Tamales de La Quebrada de Humahuaca, tamales de Nuestra América”, en El recopilador de sabores entrañables, leído el 22 de junio de 2021 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2021/01/tamales-de-la-quebrada-de-humahuaca.html.

(2) La carta de Luis Ramírez fue publicada en Madero, Eduardo, Historia del Puerto de Buenos Aires. Yo la tomé de 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Buenos Aires, Hyspamérica, pp. 23-24. La publique en 2012, “Descripción de los indios del litoral del Paraná (1527)”, El Recopilador de sabores entrañables, leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com.ar/2012/07/descripcion-de-los-indios-en-el-litoral.html, el 13 de agosto de 2017.

(3) 2013, Lagos, Andrea: “La humita. Envoltura milenaria“, en PAT, una revista dibam sobre patrimonio cultural y natural, N° 54, febrero de 2013, Santiago, Ministerio de Educación de Chile, pp. 20-25.

(4) 2004, Miró Ibars, Margarita, Karu reko, antropología culinaria paraguaya, Asunción, edición al cuidado de la autora.

(5) Ídem, Pag. 132

(6) 2010 c, Instituto Social del Mercosur, Proyecto revalorizando nuestros alimentos tradicionales,  Buenos Aires, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.