sábado, 13 de julio de 2024

Vamos a los recuerdos de los aromas de la infancia

 Por Raquel Incaminato

Vivía dentro de una familia de muchos hermanos, pero mis recuerdos comienzan cuando ya éramos tres mujeres, yo la mayor de las tres, obviamente por ser la mayor y, por ende, supuestamente más responsable, a veces cargaba con la responsabilidad del cuidado de las nenas. Sí, las nenas eran ellas a pesar de que yo tuviera 5 años y ellas, 4 y 3…

Las imágenes pertenecen a Raquel Incaminato

Yo jugaba a la mamá, no sé por qué, pero era así. De las tres hermanas, era la que no tenía demasiados problemas a la hora de comer, era “normal”. Mis hermanas eran extremadamente delgadas y mi mamá las veía frágiles. Así yo, a los ojos de los de afuera, era, además de más fuerte, la más dispuesta a los quehaceres domésticos, en especial en la cocina. Siempre me ofrecía a colaborar. Cuando mi mamá no estaba, porque iba en la escuela a dar clases, lo hacía con la chica que trabajaba en mi casa… y la cocina era el lugar en que más cómoda me sentía.

Recuerdo que, en la cocina, había un armario empotrado donde se guardaban diferentes alimentos. Éramos varios y mi madre almacenaba muchas cosas (creo que se relaciona con las peripecias que pasaron los abuelos en tiempos de guerra). Detrás de la puerta de ese armario había un papel blanco grande donde mi mamá escribía el menú semanal con minucioso detalle para el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena. Muchos de los insumos que consumíamos provenían de la chacra de mi abuela y, el resto, de chacras vecinas. Productos que eran repartidos por el pueblo por los mismos productores. La leche se la comprábamos a doña Manuela que además de volcar de 8 a 10 litros de leche en una olla inmensa nos daba la yapa. Es como si la viera, una mujer fuerte con un tarro de leche tan grande como ella. Era una mujer seria, pero muy bondadosa, siempre con un pañuelo en la cabeza.

La carne se compraba en la carnicería y mamá solicitaba cortes que el carnicero no entendía de qué se trataban. Mi mamá había vivido en Capital Federal y luego de recibirse de maestra se instaló en una colonia cercana a un pueblo que se llama Juan A Pradere, en el Partido de Carmen de Patagones en el sur de la Provincia de Buenos Aires.


En la carnicería del pueblo se pedía pulpa, puchero, milanesas o carne para guiso, pero de los nombres de los cortes ni hablar. De a poco se fueron incorporándolos, porque si algo tenía mi vieja es que era obstinada y las pocas veces que iba a la carnicería ponía énfasis en que el carnicero llamara a cada corte por su nombre. La recuerdo a mi madre hablando al carnicero y diferenciando lo que era la nalga del cuadril y de la bola de lomo… Así pasaba que nosotras íbamos a la carnicería con indicaciones precisas y si veníamos con algo diferente, Teníamos que ir a devolverlo. Moríamos de vergüenza, pero hoy, a la distancia, imagino que el carnicero no se atrevía a contradecir a la Sra. Maricel (así se llamaba mi mamá), así que volvíamos a casa con el corte correspondientes.

Para mi mamá las milanesas eran de nalga o bola de lomo, en ocasiones y si no había otra, de cuadrada y luego, con el tiempo, de peceto, pero éste se usaba generalmente para comer mechado en el tuco o al horno.

Muchas tardes la merienda consistía en una taza de té con leche o mate cocido con leche, en pocas ocasiones café con leche. Se acompañaba con sándwiches de carne, bifes a la plancha, obviamente de cuadril. Se abría un pan, se untaba con manteca y el bifecito dentro. Creo que una de las delicias de mi infancia fueros esos bifecitos a la plancha. Cuando no había bifes, se acompañaba con pan con manteca, casi siempre de elaboración propia (imagínate la cantidad de crema que se juntaba comprando tantos litros de leche por día). Además de que la leche era como venía de la vaca “doña Manuela no la bautizaba”. Pero no bastaba con la manteca sobre el pan sino que, sobre esa manteca, caía una lluvia de azúcar o miel. Siempre había dulces o mermeladas que se compraban en latas o cajas de 5 Kg, pero nos gustaba más el pan con manteca y azúcar o miel. Generalmente, mi mamá estaba en la escuela, así que, por más que diga el menú que ese día había pan con mermelada, nosotras lo hacíamos a nuestra manera ya que la chica que estaba a nuestro cuidado nunca nos cuestionaba nada. ¡Uhhh, me olvidaba! A veces íbamos a buscar a la panadería el pan recién horneado, lo mojábamos en leche y lo cubríamos con azúcar… ese era otro manjar…

Hay aromas que aún me invaden. El aroma a la leche recién hervida y esos bifes sobre la cocina a leña que, además de servir para cocinar, calefaccionada en invierno la casa. También había una cocina a gas, pero, en invierno, se priorizaba la leña.

La abuela Ercilia vivía en una chacra muy cercana al pueblo. Cuando era chica, me parecía que estaba lejos. Eran alrededor de 8 km que muchas veces lo recorríamos en sulky, porque tuvimos auto cuando yo tenía 8 años más o menos.


La chacra tenía 27 hectáreas. Era hermosa. Toda llena de diferentes cultivos. Había una hectárea de frutales (duraznos ciruelas, manzanas de diferentes tipos viñas, etc., de todo) que se consumía en la época y, algunas, se secaban al sol que era una forma de conservarlo. Los frutos que estaban en el piso, eran para los chanchos y/o las gallinas. Recuerdo que, con mis hermanas y mi abuela, juntábamos lo que estaba en el piso y lo llevábamos al chiquero, lugar donde estaban encerrados por un lado los lechones y por otro los chanchos más grandes.

Mi abuela había tenido un solo hijo, mi papá y había quedado viuda a los 42 años Era una mujer fuerte, o la vida la hizo así. Tenía peones a su mando. Ordeñaba las vacas muy temprano a la mañana y, con esa leche, hacía queso, crema, ricota que vendía en el pueblo y obviamente abastecía a nuestra familia. Era un espectáculo ver esas hileras de quesos con distintos grados de maduración sobre tablas colgantes en una piecita que tenía pegada a la casa. Además allí tenía chorizos, pancetas, tocino en salazón, jamones y cajones y cajones de huevos.

Recuerdo despertarme a la mañana con ese aroma a leche recién hervida en la cocina calentita, porque hacía varias horas que la cocina a leña estaba prendida. A la abuela no le gustaba que abriéramos la puerta de la cocina, por donde ingresaba la leña porque temía que nos pudiéramos quemar, pero me fascinaba ver esos leños encendidos. En la cocina, se calentaba el agua en un depósito específico de la misma cocina a leña. Había siempre agua hirviendo, disponible para pelar un pollo o lo que hiciera falta.

Tomábamos café con leche, o lo que hubiera, con galleta de campo, siempre había una bolsa con galletas colgada atrás de la puerta. Comíamos de todo porque había de todo. Por ejemplo, nos hacíamos cocteles con yema de huevo y azúcar y le poníamos café o sin nada.

A mi abuela le gustaba mucho cocinar y lo hacía muy bien, tenía sus preciados libros. El de Doña Petrona y otro que usaba mucho y aun no lo he encontrado, se llamaba El gorro blanco, o algo parecido. Recuerdo que en la tapa del libro tenía una imagen de un gorro de chef. A mí me encantaba mirarlos, bucear en esos libros… así me encontraban muchas veces curioseando en esas páginas.


Llegaba el mediodía y tenía que cocinar para nosotros y para las personas que trabajaban con ella. La comida era sagrada. Había que alimentarse bien.

La recuerdo yendo al gallinero a buscar un pollo o dos, (siempre había pavos y pollos engordando) e inmediatamente carnearlos para ese momento. Los pelaba con el agua hirviendo siempre lista que estaba en el tanque de la cocina a leña. Era un ritual fascinante y, en poco tiempo, el pollo o lo que fuera ya estaba listo para poner al horno con papas o para hacer un tuco.

En tiempo record, estábamos todos alrededor de la mesa, donde se servían el pollo al horno las papas o con papas fritas. Antes de la comida principal siempre había algo para picar: morcilla, chorizo seco, panceta, algún queso elaborado por ella misma y la infaltable galleta de campo.

Mi abuela comía bien, allí había abundancia de todo y había que comer y alimentarse bien, frase que también la escuchaba decir a mi mamá. Pino uno de los peones del campo era el que pelaba las papas y otras verduras ayudándole a la abuela. Era un hombre chileno, flaquito y muy joven. En esa época, la abuela no lo dejaba levantarse de la mesa hasta que no se terminara todo lo que le había servido.

Mi abuela no era italiana, era hija de españoles, pero su marido si lo era y ella adoptó la comida italiana como propia. Hacía la minestra, los malfatti, los tallarines y unos tucos que, al recordarlos, se me hace agua la boca. Horas de hervir la carne o una gallina que ya no ponía huevos o que no se ponía clueca, con salsa que ella misma había hecho y estaba guardada en conserva. Ese era el acompañamiento a los tallarines que estiraba con palo de amasar y cortaba a cuchillo a la perfección. Recuerdo la mesa llena de tallarines oreándose y ese aroma del tuco borboteando sobre la cocina a leña. Los gallos malos o viejos su usaban para hacer en escabeche.

La recuerdo haciendo muchas masas con levadura. Yo veía a la abuela sacar de la bolsa de harina un envoltorio con una masa pegajosa. Con eso hacia las masas, a mí me parecía asqueroso hasta que supe que es lo que era, lo que hoy llamamos masa madre. Utilizaba, para las masas, grasa de cerdo, a la que le decía manteca de cerdo. La guardaba cuidadosamente en tarros tapados de 20 kg según la abuela era la grasa más refinada para hacer facturas y pasteles. Para éstos últimos, pasaba horas estirando y doblando esa masa. El resultado era increíble, algo que nunca logré hacer.

Con respecto a los quesos, creo que no llegue a conocer sus secretos. a pesar de que yo ya era grande cuando ella falleció. Pero estaba en una etapa de mi vida profesional que me impedía profundizar en estos temas de la cocina. Sin embargo, recuerdo, cuando era chica, caminando con mi abuela por el campo y viendo cómo ella juntaba algo de la flor de los cardos que le servía para “cortar la leche” y, desde allí, comenzar con el proceso de elaborar los quesos. También lo hacía con “cuajo” que extraía de los animales que debían ser rumiantes, vaca u oveja, que aún no debían estar destetados.


Además de las especialidades de pastas y carnes al horno antes descriptas, la abuela cocinaba unos guisos increíbles; pero eran básicamente arroz con pollo, guiso de carne y choclo y diferentes verduras. En la época de choclos, ver esas ruedas de choclo impregnadas en el tuco me encantaban, además del puchero.

Volviendo a mi casa materna. Había, en ella, mucha influencia de la cocina española, como los potajes y pucheros donde se incorporaban garbanzos, panceta, chorizo, etc.

Mi mamá hacía las mejores tortillas de papas. La única pasta que hacía era ñoquis que le salían buenísimos. De las cosas dulces en las que mamá se destacaba eran la pastafrola y una torta que la llamaba “torta blanca” que, creo, que hacía sólo con las claras de huevo. Una de las características era que mi mamá hacia el puchero diferente al resto de las cocinas que visitaba. Ella decía que el puchero no lleva sólo “papa y tumba” (carne y papa). Ella le agregaba verduras, como zapallo, choclo (si era la época) y también repollo, panceta, morcilla, chorizo y garbanzos. ¡Era una bomba! El día que se hacía puchero a mí me tocaba hacer la mayonesa, una parte con ajo y perejil para el que le gustara de esa manera, y otra parte sólo condimentada con sal limón o vinagre. Batía las yemas con un tenedor y, de a poco, le iba agregando aceite. Un montón de veces se me cortaba y había que volver a empezar… Condimentaba con limón, si había, y si no había limón, se utilizaba vinagre. Generalmente se usaba vinagre de vino porque el vinagre de alcohol se utilizaba para escabeches o para lavar las verduras.

Charlando con mi hermana Edith, ella recordaba muchas de las comidas que hacía mi mamá. Imposible olvidar la crema catalana, las natillas que adornaba con copos de merengue, la avena con leche (esa no me gustaba nada). Para el arroz con leche que creo que era mi favorito, ella perfumaba la leche con cáscaras de naranja o limón (siempre había cintas colgadas de naranja o limón que se secaban para estas ocasiones) y, por supuesto, el arroz con leche era coronado con mucha canela. Hoy la veo a mi tía haciendo el arroz con leche, cuya receta es imposible imitar, y me emociona mucho. De vez en cuando se hacía torrejas, generalmente dulces, panqueques con dulce de leche y masas con levadura. A mí me costó mucho aprender a cocer los panqueques había que obtener una masa muy lisa sin nada de grumos que se deslice perfectamente sobre una sartén caliente y que no se pegue.

Mi papá que también era un experto en la cocina dedicaba muchos fines de semana a la elaboración de pastas, tallarines con tuco, ravioles, malfatti y lo que sea. Cocinaba muy muy rico, se levantaba temprano para que la comida estuviera a las 12 en punto en la mesa. La mayoría de los días amasaba tallarines y los cortaba a cuchillo hasta que compraron una Pastalinda. A las 8 de la mañana estaban los tallarines hechos pero el tuco llevaba su tiempo… El tuco se hacía con una carne con hueso y un trozo de carne mechada, a veces también le agregaba chorizos. Se sellaba la carne y se retiraba. Freía cebolla ajo, morrón zanahoria y al final se agregaba tomate al natural y un tarrito de extracto de tomate. Se condimentaba bien se agregaba agua y de vuelta la carne a la olla… y así hervía durante tres horas a fuego lento, quedaba un tuco rojo y espeso, una delicia. Se servía por un lado los tallarines con la salsa y se acompañaba con la carne.

Cuando tuve 5 años nos fuimos a vivir al pueblo, era un poco más grande que la colonia, pero no tanto. Nosotras deambulábamos por la casa de los vecinos. La mayoría de ellos habían migrado de diferentes partes del mundo. Había rusos (alemanes del Volga), turcos (sirios libaneses) y obviamente españoles e italianos. No todas las cocinas olían igual. Nos encantaba degustar los platos en cada casa que visitáramos. Muchas veces, cuando mi mamá viajaba a veces a Buenos Aires a tener su próximo hijo/a o para realizar algún curso de capacitación, nos quedábamos en casa de algunos de ellos y así fui descubriendo diferentes aromas y sabores. Doña Aída una señora chilena, hacía los mejores panes y doña María los mejores Kepis (cocidos o crudos). En casa de los Vita, descendientes de húngaros, las mejores masas de levaduras rellenas de cacao, azúcar y semillas de amapola. Lo que era común en todas las casas, eran los chorizos secos, en invierno se carneaba y se almacenaba para consumo del resto del año.

 

sábado, 29 de junio de 2024

“Tanta” es el nombre del pan en Perú, ¿con qué se hace? (1590)

José Acosta s.j. nació en Medina del Campo (Valladolid) en 1540 y falleció en Salamanca en 1600. Ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1561, ordenándose sacerdote en 1567. Pasó 17 años en Perú y México. En 1590 se publicó en Sevilla su obra más importante, Historia Natural y Moral de las Indias. Se trata de una síntesis natural y antropológica de los territorios ocupados por los españoles en el siglo XVI. “Sus ideas se adelantan en 250 años a algunas de las hipótesis de Darwin. La vida de Acosta fue muy discutida dentro del contexto social y político de la España de Felipe II, de la Iglesia de Roma y de la Compañía de Jesús” (1)


Los fragmentos que se transcriben a continuación están tomados del Libro Cuarto, capítulo XVI de la obra mencionada. La misma se compone de siete libros. Los cuatro primeros están dedicados a la historia natural, los tres siguientes poseen un carácter “antropológico”. El texto se refiere al pan en las Indias. Dice, que el Perú, lo llaman “tanta”. No lo describe sólo desde la forma de un bollo horneado, sino también desde la función de acompañamiento que en otras culturas cumple el arroz, y, en América, por ejemplo, las arepas y el mote. La exposición del padre José no aclara si el término “tanta” cubre todas las variantes de preparaciones con maíz y con mandioca (yuca) que cubren la función del pan. (2)

“Tanta” es el pan de los indios en el Perú siglo XVI

““/…/, será bien decir qué pan hay en Indias y qué cosa usan en lugar de pan.

”El nombre de pan es allá también usado con propiedad de su lengua, que en el Perú llaman tanta, y en otras partes de otras maneras. Mas la cualidad y sustancia del pan que los indios tenían y usaban, es cosa muy diversa del nuestro, porque ningún género de trigo se halla que tuviesen, ni cebada, ni mijo, ni panizo, ni esotros granos usados para pan en Europa. En lugar de esto usaban de otros géneros de granos y de raíces; entre todos, tiene el principal lugar, y con razón, el grano de maíz, que en Castilla llaman trigo de las Indias y en Italia grano de Turquía. Así como en las partes del orbe antiguo, que son Europa, Asia y África, el grano más común a los hombres es el trigo, así en las partes del nuevo orbe ha sido y es el grano de maíz, y cuasi se ha hallado en todos los reinos de Indias occidentales, en Perú, en Nueva España, en Nuevo Reino, en Guatimala, en Chile, en toda Tierra Firme. De las islas de Barlovento, que son Cuba, la Española, Jamaica, San Juan, no sé que se usase antiguamente el maíz; hoy día usan más la yuca y cazavi, de que luego diré.

”/…/.

”El pan de los indios es el maíz; cómenlo comúnmente cocido así en grano y caliente, que llaman ellos mote; como comen los chinos y japoneses el arroz, también cocido con su agua caliente. Algunas veces lo comen tostado; hay maíz redondo y grueso, como lo de los Lucanas, que lo comen españoles por golosina tostado, y tiene mejor sabor que garbanzos tostados. Otro modo de comerlo más regalado es moliendo el maíz y haciendo de su harina masa, y de ella unas tortillas que se ponen al fuego, y así calientes se ponen a la mesa y se comen; en algunas partes las llaman arepas. Hacen también de la propia masa unos bollos redondos, y sazónanlos de cierto modo, que duran, y se comen por regalo. Y porque no falte la curiosidad también en comidas de Indias, han inventado hacer cierto modo de pasteles de esta masa, y de la flor de su harina con azúcar, bicochuelos y melindres que llaman.” (3)

Notas y Bibliografía: 

(1) Leído en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=140428#, el 3 de julio de 2023.

(2) 1590, Acosta, José de s.j., Historia natural y moral de Las Indias, Sevilla, San Juan de León. Leído el 3 de julio de 2023 en https://www.google.com.ar/books/edition/Historia_natural_y_moral_de_las_Indias/JA4rAQAAIAAJ?hl=es-419&gbpv=1&pg=PA2&printsec=frontcover

(3) Ídem, Tomo I, pp. 354-355, 356. 


Casabe, un pan hecho de yuca (1590)

José Acosta s.j. nació en Medina del Campo (Valladolid) en 1640 y falleció en Salamanca en 1600. Ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1561, ordenándose sacerdote en 1567. Pasó 17 años en Perú y México. En 1590 se publicó en Sevilla su obra más importante, Historia Natural y Moral de las Indias. Se trata de una síntesis natural y antropológica de los territorios ocupados por los españoles en el siglo XVI. “Sus ideas se adelantan en 250 años a algunas de las hipótesis de Darwin. La vida de Acosta fue muy discutida dentro del contexto social y político de la España de Felipe II, de la Iglesia de Roma y de la Compañía de Jesús” (1)


Los fragmentos que se transcriben a continuación están tomados del “Libro Cuarto” de la obra citada. La misma se compone de siete libros. Los cuatro primeros están dedicados a la historia natural, los tres siguientes poseen un carácter “antropológico”. En los primeros libros, las referencias sobre la vida de los indios americanos son escasas y escuetas. En el libro cuarto, comienzan las referencias a los alimentos de los indios. En los capítulos XVI y XVII hace una recorrida por los alimentos que los indios usan como pan. En este caso, refiere al casabe, una especie de pan que se hace a partir de la yuca y es propio del Caribe. También refiere las dificultades para sembrar trigo en la región. (2)

Casabe, un pan caribeño hecho con yuca (siglo XVI)

En algunas partes de Indias usan un género de pan que llaman casabe, el cual se hace de cierta raíz que se llama yuca. Es la yuca raíz grande y gruesa, la cual cortan en partes menudas y la rallan, y como en prensa la exprimen; y lo que queda es una como torta delgada, muy grande y ancha casi como una adarga. Esta así es el pan que comen; es cosa sin gusto y desabrida, pero sana y de sustento; por eso decíamos, estando en la Española, que era propia comida para contra la gula porque se podía comer sin escrúpulo de que el apetito causase exceso.

Es necesario humedecer el casabe para comello, porque es áspero y raspa; humedécese con agua o caldo fácilmente, y para sopas es bueno, porque empapa mucho, y así hacen capirotadas de ello. En leche y en miel de cañas, ni aun en vino apenas se humedece ni pasa, como hace el pan de trigo. De este casabe hay uno más delicado, que es hecho de la flor que ellos llaman jaujau, que en aquellas parte se precia, y yo preciaría más un pedazo de pan, por duro y moreno que fuese. Es cosa de maravilla que el zumo o agua que exprimen de aquella raíz de que hacen el Casabe es mortal veneno y, si se bebe, mata, y la sustancia que queda es pan sano, como está dicho.

Hay género de yuca que llaman dulce, que no tiene en su zumo ese veneno, y esta yuca se come así en raíz cocida o asada, y es buena comida. Dura el casabe mucho tiempo, y así lo llevan en lugar de bizcocho para navegantes. Donde más se usa esta comida es en las islas que llaman de Barlovento, que son, como arriba está dicho, Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico, Jamaica y algunas otras de aquel paraje; la causa es no darse trigo, ni aun maíz, sino mal. El trigo en sembrándolo luego nace con grande frescura, pero tan desigualmente, que no se puede coger, porque de una misma sementera al mismo tiempo uno está en berza, otro en espiga, otro brota; uno está alto, otro bajo; uno es todo hierba, otro grana. Y aunque han llevado labradores para ver si podrían hacer agricultura de trigo, no tiene remedio la cualidad de la tierra. Tráese harina de la Nueva España, o llévase de España, o de las Canarias, y está tan húmeda, que el pan apenas es de gusto ni provecho. Las hostias, cuando decíamos Misa, se nos doblaban como si fuera papel mojado, esto causa el extremo de humedad y calor juntamente que hay en aquella tierra.” (3)

Notas y Bibliografía: 

(1) Leído en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=140428#, el 3 de julio de 2023.

(2) 1590, Acosta, José de s.j., Historia natural y moral de Las Indias, Sevilla, San Juan de León. Leído el 3 de julio de 2023 en https://www.google.com.ar/books/edition/Historia_natural_y_moral_de_las_Indias/JA4rAQAAIAAJ?hl=es-419&gbpv=1&pg=PA2&printsec=frontcover

(3) Ídem, Tomo I pp. 359-361

José Acosta s.j. nació en Medina del Campo (Valladolid) en 1640 y falleció en Salamanca en 1600. Ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1561, ordenándose sacerdote en 1567. Pasó 17 años en Perú y México. En 1590 se publicó en Sevilla su obra más importante, Historia Natural y Moral de las Indias. Se trata de una síntesis natural y antropológica de los territorios ocupados por los españoles en el siglo XVI. “Sus ideas se adelantan en 250 años a algunas de las hipótesis de Darwin. La vida de Acosta fue muy discutida dentro del contexto social y político de la España de Felipe II, de la Iglesia de Roma y de la Compañía de Jesús” (1)

Los fragmentos que se transcriben a continuación están tomados del “Libro Cuarto” de la obra citada. La misma se compone de siete libros. Los cuatro primeros están dedicados a la historia natural, los tres siguientes poseen un carácter “antropológico”. En los primeros libros, las referencias sobre la vida de los indios americanos son escasas y escuetas. En el libro cuarto, comienzan las referencias a los alimentos de los indios. En los capítulos XVI y XVII hace una recorrida por los alimentos que los indios usan como pan. En este caso, refiere al casabe, una especie de pan que se hace a partir de la yuca y es propio del Caribe. También refiere las dificultades para sembrar trigo en la región. (2)

Casabe, un pan caribeño hecho con yuca (siglo XVI)

En algunas partes de Indias usan un género de pan que llaman casabe, el cual se hace de cierta raíz que se llama yuca. Es la yuca raíz grande y gruesa, la cual cortan en partes menudas y la rallan, y como en prensa la exprimen; y lo que queda es una como torta delgada, muy grande y ancha casi como una adarga. Esta así es el pan que comen; es cosa sin gusto y desabrida, pero sana y de sustento; por eso decíamos, estando en la Española, que era propia comida para contra la gula porque se podía comer sin escrúpulo de que el apetito causase exceso.

Es necesario humedecer el casabe para comello, porque es áspero y raspa; humedécese con agua o caldo fácilmente, y para sopas es bueno, porque empapa mucho, y así hacen capirotadas de ello. En leche y en miel de cañas, ni aun en vino apenas se humedece ni pasa, como hace el pan de trigo. De este casabe hay uno más delicado, que es hecho de la flor que ellos llaman jaujau, que en aquellas parte se precia, y yo preciaría más un pedazo de pan, por duro y moreno que fuese. Es cosa de maravilla que el zumo o agua que exprimen de aquella raíz de que hacen el Casabe es mortal veneno y, si se bebe, mata, y la sustancia que queda es pan sano, como está dicho.

Hay género de yuca que llaman dulce, que no tiene en su zumo ese veneno, y esta yuca se come así en raíz cocida o asada, y es buena comida. Dura el casabe mucho tiempo, y así lo llevan en lugar de bizcocho para navegantes. Donde más se usa esta comida es en las islas que llaman de Barlovento, que son, como arriba está dicho, Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico, Jamaica y algunas otras de aquel paraje; la causa es no darse trigo, ni aun maíz, sino mal. El trigo en sembrándolo luego nace con grande frescura, pero tan desigualmente, que no se puede coger, porque de una misma sementera al mismo tiempo uno está en berza, otro en espiga, otro brota; uno está alto, otro bajo; uno es todo hierba, otro grana. Y aunque han llevado labradores para ver si podrían hacer agricultura de trigo, no tiene remedio la cualidad de la tierra. Tráese harina de la Nueva España, o llévase de España, o de las Canarias, y está tan húmeda, que el pan apenas es de gusto ni provecho. Las hostias, cuando decíamos Misa, se nos doblaban como si fuera papel mojado, esto causa el extremo de humedad y calor juntamente que hay en aquella tierra.” (3)

Notas y Bibliografía: 

(1) Leído en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=140428#, el 3 de julio de 2023.

(2) 1590, Acosta, José de s.j., Historia natural y moral de Las Indias, Sevilla, San Juan de León. Leído el 3 de julio de 2023 en https://www.google.com.ar/books/edition/Historia_natural_y_moral_de_las_Indias/JA4rAQAAIAAJ?hl=es-419&gbpv=1&pg=PA2&printsec=frontcover

(3) Ídem, Tomo I pp. 359-361


viernes, 14 de junio de 2024

Las empanadas en los recetarios argentinos Parte IV Recetarios 1941-1990 (cont.)

Ir a Parte IV: Recetarios 1941-1990

Estos artículos que estoy publicando sobre las empanadas criollas en los recetarios argentinos están acompañados por cierta inestable precariedad. Empecé a escribirlos con la mayor seriedad suponiendo que la coherencia y la estabilidad de las fórmulas expuestas se iban a desplegar naturalmente; pero cada página parece querer abrirse con una inesperada sorpresa.

Las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca

Elegí el método casero de investigación que un antropólogo estructuralista famoso denominó bricolaje. En realidad, siempre lo uso. El asunto es que voy indagando y exponiendo los resultados parciales, suponiendo que, en algún momento, la estructura comprensiva se va a componer frente a mis ojos. El método me obliga a formular una serie de revisiones que corrigen los desvíos. Es por ello que esa sección de El Recopilador de sabores entrañables es la más importante para mí.

En la materia que tratan estas notas, estoy entreviendo varias revisiones… pero ya llegará el momento para atenderlas. Por ahora, sigo adelante con mi tarea, esperando que el lector crítico sepa apreciar lo que aporto a cada paso y considerar, en los momentos adecuados, las conclusiones emergentes de mi sistema de revisiones.

Los tiempos y los lugares de la grasa, la margarina, la manteca y el aceite constituyen un tronco principal de esa tarea, pero hay otros. Por ejemplo, ¿cómo distinguir las recetas auténticas de las otras, cuando veo, por ejemplo, que hay recetas que los autores publican porque se las pasaron, pero parecen no haber probado nunca?... ¡Ah! y, por supuesto, el tema de las sazones que llevan principalmente los rellenos, y también las masas. Este último tema suele ser tratado con descuido, incluso en algunas de las recetas publicadas, pero que yo juzgo de la mayor importancia para cifrar la identidad de cada fórmula. No toda las recetas tienen la pulcritud, estabilidad y prolijidad de las “empanadas santiagueñas” de doña Petrona, incluyendo otras recetas de la gran cocinera nacional.

Bien, dicho esto, retomemos el hilo…

II Las empanadas criollas en los recetarios argentinos (cont.)

La cocinera criolla de Marta (1957): No voy a repetir en detalle que Marta fue el pseudónimo de Mercedes Cullen de Aldao y que su libro fue editado por primera vez en dos volúmenes en 1914 y 1915. (7) Ya he tratado el tema sobre las recetas de empanadas en aquellas viejas ediciones, ahora me concentraré en las fórmulas contenidas en la edición de 1957. (8)


En la Parte II, expuse unas notas sobre tres recetas que se conservaron sin modificaciones entre 1915 y 1957. Esta son “Empanadas de pescado a la criolla”, “Empanadas sanjuaninas” y “Empanadas fritas”. (9)

Por otro lado, las fórmulas expuestas en el Tomo I (1914) han llegado con modificaciones a 1957. Éstas son las “Empanadas santafesinas” y las “Empanadas con baño” (en 1957, reduce la grasa que lleva la masa a la mitad). Por otra parte, los “Pasteles fritos” llegaron si modificaciones a 1957, como ya analicé en la revisión que hice de esa segunda parte. (10) No me detendré en el asunto, el lector podrá hacerlo fácilmente leyendo mis artículos anteriores, pero debo decir que esta última respeta la nomenclatura local del Norte Argentino que señala que las empanadas se hornean y los pasteles se fritan.

A su vez, encuentro, en 1957, dos recetas que no se hallaban en la primera edición. Estas son: “Empanaditas de ayuno” y “Empanaditas de cebolla”. Ignoro cuando fueron incluidas en la colección, pero ya expuse que la misma autora reconoce que había diferencias entre la cocina criolla y la que ella denominó cosmopolita. La principal nota que las distingue reside en que la primera usa mucha grasa en las distintas preparaciones, en tanto que la segunda, prefiere su reemplazo por manteca (ver artículo de Sebastián Volterri en Infobae, citado en el artículo de mi autoría al que se accede en la nota (7)).

Ambas recetas están incluidas en la primera parte del recetario, dedicado a la cocina criolla. Sin embargo, en la primera, se utiliza grasa en la elaboración de la masa, en tanto en las “Empanaditas de cebolla” se prefiere la manteca. En el caso de los rellenos, se indica la fritura de la cebolla en aceite, combinado con manteca en esta última. En cuanto a la cocción, amas se hornean, aunque las de cebolla también pueden ir fritas. 

Para la descripción de las empanadas provinciales (sanjuaninas y santafesinas) ver las notas (9) y (10) según ya he indicado arriba.

Con los pasteles y pastelitos ocurre algo parecido. Los “Pasteles fritos” (dos tapas cuadradas que encierran un picadillo de carne y se fríen) ya se encuentran en la edición de 1914. Los “Pastelitos de bocado” (rellenos de dulce de membrillo como los conocemos hoy, opcionalmente, se los puede rellenar con dulce de leche), también, pero con algunas modificaciones. Estas modificaciones están relacionadas con su ubicación en la obra (en 1914 estaban una a continuación de la otra) y con la composición de la masa (en 1914 se hacían con la misma fórmula ahora, la segunda la reemplaza con un hojaldre simplificado).


En mi lectura de la edición de 1957 aparecen dos recetas nuevas de pastelitos y pasteles asociables a las empanadas. Es innecesario que repita que ignoro cuando fueron incluidos. Los “Pastelitos de queso” se hacen con una masa de hojaldre que se corta en cuadrados y se rellenan con una pasta hecha con cubitos de queso fresco, condimentados con ralladura de limón, sal, canela y azúcar. Son cocidos en fritura pero llama la atención el detalle de la forma, pueden ser cuadrados como el resto de los pastelitos o tener forma de empanaditas.

Finalmente, un párrafo para los “Pasteles de choclo”. La masa es parecida al hojaldre. El relleno lleva salsa blanca y choclo dulce de lata. En cuanto a la forma, no hay indicación precisa, sólo dice “se estira para hacer los pasteles del tamaño que se quiera”. No me parece que sea caprichoso de mi parte interpretar que la palabra pasteles, para la autora, supone el uso de dos tapas cuadradas entre las que se intercala el relleno. Estos pasteles se parecen, en cierto sentido, a las empanadas industriales de humita de nuestros días. Pero sólo por el uso de la salsa blanca para darle consistencia al relleno… el uso de choclo de lata, en lugar de rallar las mazorcas y la condimentación (sal, pimienta, nuez moscada y azúcar) los alejan de las humitas.

El arte de cocinar (1974): esta obra fue editada en San Miguel de Tucumán a mediados de los años veinte del siglo pasado. Tuvo varias ediciones hasta que la Universidad Nacional de Tucumán lo reeditó e imprimió en reiteradas ocasiones. Poseo un ejemplar de la cuarta edición de 1974 que es cuando la Universidad se hizo cargo de la misma. No lo incluyo entre los libros de cocina local o tradicional porque no lo es, nunca pretendió ser. Aunque algunos detalles locales suelen aparecer con cierta naturalidad, como, por ejemplo en uso profuso del azúcar en la recetas que expone y en las fórmulas de empanadas tucumanas que les mostraré a continuación. (11)

Las recetas de empanadas están en el capítulo de pastelería, utilizando la idea ya ensayada en el primer recetario publicado en La Argentina (Almanaque de la cocinera argentina…, 1880). (12) A su vez los pasteles y pastelitos, en sus distintas versiones, están dispersos por distintos capítulo, sólo incluyendo algunas fórmulas en éste.


La obra contiene diez recetas de empanadas, seis de la cuales tienen en atributo de identidad provincial. Entre las otras, se encuentran las siguientes:

·        “Empanaditas de huevo”: La masa lleva materia grasa (en este caso, manteca) en una proporción del 40% del peso de la harina. El relleno lleva huevos duros, cebolla, pimiento y queso, “todo bien mezclado y sazonado”; se horneas y se sirven frías espolvoreadas con azúcar (296).

·        “Empanadas de manteca”: En la masa, la proporción de manteca llega a un 50%. El relleno consiste en un picadillo de empanadas criollas, pero usando manteca en lugar de grasa. La receta específica de ese picadillo lleva cebolla, pimiento y ajo rehogados en grasa, a los que se agrega, cuando todo está frito, carne picada, pasas y aceitunas, se sazona con pimentón, laurel, tomillo, perejil, azúcar, canela y nuez moscada, se completa agregando huevos duros picado cuando ya está frío). No indica cómo se cocinan las empanadas, ni cómo se sirven (296, 306-307).

·        “Empanadas de sesos”: Para la masa, se usa “un cucharón” de aceite para medio kilo de harina a los que se agrega huevo, un poco de manteca y salmuera. Para el relleno, se rehogan cebolla y ajos, a los que se agregan los sesos, previamente cocido y cortados en tiritas. Finalmente, también se agrega una lechuga cortada en tirita y salteada en manteca y un poco de salsa blanca. Se arman las empanadas, se les agrega una rodaja de huevo duro a cada una y se cocinan en fritura; se sirven calientes (301-302).

·        “Empanaditas Emilia”: La masa lleva 1 tacita de grasa tibia, otra de salmuera también tibia, harina y dos huevos. El recado lleva pollo sancochado y picado, cebolla picada y dorada, pasas de uva sin semilla, aceitunas sin carozo, huevo duro picado y leche, todo condimentado con sal, pimienta y nuez moscada. Las empanadas se repulgan y se cuecen en un horno bien caliente (también se pueden cocinar en fritura con grasa de vaca) (302).

Las recetas de empanadas provinciales son seis. Como podrá verse, hay dos fórmulas para empanadas tucumanas debido a que registra las recetas de dos personas diferentes. También hay dos recetas de empanadas salteñas que se diferencian por sus métodos de cocción. Veámoslas:

·        “Empanadas tucumanas (receta de Carmen Soria)”: La masa lleva harina, salmuera y grasa (en una proporción de 50% de la harina que se usa) ambas se agregan tibias a la preparación. El recado parte de una fritura en grasa de dos cebollas verdes picadas y pimentón. A esta fritura se agrega un kilo de carne picada, que ha sido pasada por agua hirviendo y escurrida, huevos duros picados, pasa de uva y papas cocidas y picadas. Todo se condimenta con sal pimienta y comino. La masa se hace bollos que se estira en redondelas que, luego, se rellenan, se repulgan y se hornean (297).

·        “Empanadas tucumanas (receta de Lola Cano)”: La masa lleva harina, agua tibia, sal, una yema de huevo y grasa tibia (una taza y media por kilo de harina). Para el recado, se pasa la carne picada por agua hirviendo y, cuando ya está fría y escurrida, se le agregan huevos duros picados y pasas. Se condimenta con sal pimienta y, si se desea, con ají molido picante. Por otra parte, se hace una fritura con cebolla verde y blanca y pimentón. Cuando ambas preparaciones están frías, se mezclan. Se hacen bollos con la masa y se estiran, se rellenan, se repulgan y se hornean. (297-298).

·        “Empanadas de Famaillá”: La masa lleva 1 kilo de harina, salmuera tibia, medio kilo de grasa y un huevo. El recado lleva una gallina sancochada en caldo. En una taza de aceite se hace una fritura de cebolla a que condimenta con pimentón, se retira del fuego y se le agrega la carne de la gallina cortada en trozos, papas cocidas y picadas, aceitunas, pasas de uva, huevos duros picados, se condimenta con sal, pimienta y orégano. Se forman bollitos con la masa, se los estira dándoles forma redonda, se rellenan las tapas con el recado, se cierra y repulgan y se cocinan al horno (298).

·        “Empanadas cordobesas”: La masa lleva 1 kilo de harina, salmuera, 750 g de grasa. Para el recado, se sancocha 1 kilo de carne que luego se la pica bien. Se ponen dos diente de ajo en grasa bien caliente y se los quita, se pone en la grasa una cebolla picada y pimentón, se agrega la carne y la verdura (papas y zanahorias, cocidas y picadas y tomates picados sin semilla), aceituna, pasas, huevos duros picados y una taza de caldo, se condimenta (comino y un poco más de pimentón) y se cocina por 10 minutos. Se agrega 1 cucharada de harina disuelta en caldo, se cocina 5 minutos más y se retira del fuego. Se forman bollos con la masa, se los estira dándoles forma redonda, se rellenan las tapas con el recado, se cierra y repulgan y se cocinan al horno (299).

·        “Empanadas salteñas horneadas”: La masa lleva una parte de harina por media de salmuera y media de grasa. El recado se hace sumergiendo en agua hirviendo 1 kilo de carne picada y dos cabezas de cebolla verde con sus hojas (ambas también picadas). Se los deja por 10 minutos. Se cuelan y se enfría con agua. Una vez escurridos, se les agrega sal y pimienta y se añaden papas cocidas cortadas en pedacitos. Finalmente, se le echa grasa frita con pimentón (la grasa y las carne se calculan en partes iguales). En el armado, la masa estirada se corta en redondelas que se rellenan con recado y huevo duro picado, se cierran y repulgan y se cocinan en horno no muy fuerte. (299-300).

·        “Empanadas salteñas fritas”: la fórmula es similar a la anterior con las únicas diferencias que se agregan dos yemas de huevo a la masa y se cocinan en fritura de grasa caliente, pero no en exceso. (301).

Llama la atención que, en las “Empanadas cordobesas” se cocinan en el recado las pasa de uva, las aceitunas y el huevo duro. Hasta ahora, nunca vi una receta que contuviera este procedimiento. También es la primera receta que lleva zanahoria picada.


Las empanadas salteñas, a diferencia de las tucumanas, se parecen bastante a las que conocemos en nuestros días. En ambos casos, las especificaciones técnicas en el procedimiento son minuciosas.

Un detalle importante es el uso de la grasa colorada, también llamada fritura, en casi todas las fórmulas de empanadas provinciales. Consiste en grasa frita con pimentón que, a veces, lleva también cebolla verde, blanca, o ambas.

En todas las recetas de este libro, sean provincianas o no, se usa la palabra “recado” para denominar al relleno de las empanadas. Alguna vez, el recado es un “picadillo” (en el caso, se incluye la receta aparte). Usan la forma verbal “rellenar” para indicar la acción en el procedimiento, pero no su forma sustantiva. Dicho de otro modo, las empanadas se rellenan siempre con un recado.

En relación con los pasteles de fuente, como en todos los casos que hemos visto hasta ahora, se expresan en las tres formas que he reconocido hasta aquí, a saber: un relleno o picadillo cubierto con una o dos capas algún tipo de puré, el relleno cubierto por una o dos capas de masa (idea muy próxima a una tarta) y una suerte de masa, algo más compleja que un puré, o producto cárnico salseado que se hornean sin más.

En el caso de los pastelitos de mano, destaca, por su similitud con los actuales, la receta denominada simplemente “Pastelitos” (415). Sin embargo, es necesario apuntar que tiene algunas particularidades. La masa que no es hojaldrada, no lleva grasa. Se corta en forma de rectángulo y se usa una sola tapa que se pliega sobre el relleno como un libro. Se cocinan fritos en aceite o grasa. Se los sirve bañados en almíbar y espolvoreados con grageas.

Cocina fácil para la mujer moderna (2010): Choly Berreteaga publicó este libro en 1976. Yo poseo la edición de 2010. Adicionalmente, tuve acceso a un ejemplar de la edición de 1977 que me entregó, en préstamo perentorio, mi primo Ernesto Espada. De modo que consideraré aquí esta última y, en el próximo artículo (Parte V), realizaré un análisis de las modificaciones que la autora introdujo algo más de treinta años después. (13)

Debo aclarar que el ejemplar que me prestó Ernesto está bastante maltrecho, para decirlo con precisión, descuajeringado, pero completo. Esto indica que ha sido muy usado… detesto los libros de cocina que no tienen ni una mancha de aceite o de mate.


La obra contiene pasteles de los tres tipos que venimos reconociendo en los recetarios argentinos. Esto es un relleno cubierto por un puré (“Pastel de carne y papas”); un relleno horneado sin coberturas (“Pastel de jamón sin masa”) y un relleno cubierto por una o dos tapas de masa (“Pastel de zanahorias”). Todas las recetas refieren a pasteles de fuente. No hay pasteles de mano, de modo que la anhelada receta que asociamos a las empanadas, los pastelitos de dulce fritos, no se encuentra.

Hay seis recetas de empanadas, una de ellas recibe especificativo de identidad provincial, “Empanadas santiagueñas”.

Pasemos revista a las empanadas:

·        “Empanadas armenias”: Para la masa usa tapas comerciales. El relleno lleva un rehogado de cebolla y pimiento al que se le agrega carne de cordero picada y, cuando se termina la cocción, pasas de uva. Se condimenta con especias, sal y pimienta. Las empanadas de cierran de manera tradicional, aunque no indica si se hace un repulgo, (usa un lacónico: “formar empanadas”) y se cocinan en el horno (91).

·        “Empanadas de banana y queso”: Para la masa se usan tapas comerciales para horno. El relleno consiste en una pasta de queso cuartirolo, dos yemas y una cucharada de harina, condimentado con sal y nuez moscada. A la pasta se agregan bananas cortadas en rodajita y jamón cortado en cubitos. Las empanadas se rellena y cierran con repulgue, se llevan a horno fuerte y, poco antes de terminar la cocción, se espolvorean con azúcar impalpable (138).

·        “Empanadas de cebolla”: Para la masa usa tapas comerciales. El relleno lleva cebollas rehogadas en manteca o margarina, a la que se agrega queso rallado, crema de leche, perejil, huevo crudo y huevo duro picado. Va condimentado con mostaza sal y pimienta. Se arman las empanadas, se cierran presionando con un tenedor y se llevan a horno caliente por 12 minutos (84).

·        “Empanadas de pesto”: Para la masa usa un bollo de pizza estirado muy fino (1/2 cm) y cortado en discos. En cada disco, se pone queso fresco, tomate, aceitunas verdes descarozadas, una cucharada de pesto y queso rallado. Se cierran, repulgan y fritan en aceite (65).

·        “Empanadas de queso y tomates”: Para la masa usa tapas comerciales para freír. El relleno consiste en huevo batido con sal y pimienta al que se agrega queso rallado, queso fresco en cubitos y tomates, también cortados en cubitos; Las empanadas se cierran, se repulgan y se fríen en aceite (75).

Las “Empanadas armenias”, se parecen mucho a las empanadas criollas, de las que sólo se diferencia por el uso de la carne de cordero. ¿Alcanza para cifrar la identidad que les atribuye? Puede ser. Sin embargo, la ausencia de una discriminación detallada de las “especias”, las aleja de cualquier representación identitaria. Tal vez son “armenias” porque fue una mujer armenia, o descendiente de armenios, quién le pasó la receta.

Muy interesante la fórmula de “Empanadas de pesto”, el uso de la masa de pizza la aproxima más a la tradición de las empanadas (empanadas mallorquines, calzones y empanadas gallegas) que a las empanadillas del sur de España, tradición de la que provienen las empanadas criollas en todas sus variantes. Para ver esas diferencias sugiero releer la Parte II de esta serie. (14)


Consideremos ahora la receta de “Empanadas Santiagueñas” (223). La masa lleva harina, grasa de vaca (una taza en un kg de harina) y salmuera. El relleno comienza con el rehogado de 1 kg de cebollas en dos tazas de grasa y medio pocillo de aceite; se agrega 1 kg de carne cortada a cuchillo, previamente mojada en agua hirviendo y escurrida. Se condimenta con ají molido, comino, pimentón, sal y pimienta, se conserva en la heladera. La masa se corta en discos, se coloca sobre cada uno el relleno y se agregan huevo duro picado y pasas de uva. Se cierran con repulgo y se hornean con fuego fuerte y se sirven calientes.

Como puede apreciarse, esta receta es la única que expone el modo de hacer las tapas en casa. También llama la atención el hecho que sea la única que promueve el uso de la grasa como ingrediente en la elaboración de las tapas y el relleno. ¿Debiera sorprenderme? Sí, pero no tanto.

Como el lector que ha seguido mis recorridos por los recetarios argentinos, se percibe un desplazamiento en el uso de la materia grasa, desde la pella hacia el aceite, la manteca e, incluso, la margarina. Sin embargo, e casi todos los casos, la grasa vuelve a aparecer en las recetas de empanadas criollas provinciales. Es como si fuera necesario mantener este rasgo para otorgarles la identidad local asociada a fórmulas tradicionales. Los casos de doña Lola y doña Petrona son bastante claros al respecto, aunque no son los únicos. (15)

Lo que es bastante original en esta obra es la recomendación del uso de tapas comerciales. Creo que es probable que la grasa persista en ellas, pero ignoro la composición, de modo que no puedo pasar de la suposición a la certeza. Por otro lado, percibo que, en materia de rellenos, la grasa ha sido desplazada en la mayoría de los hogares por el uso del aceite y la proporción de esta materia se ha reducido considerablemente.

Lo que si me sorprende es que esta receta haya sido incluida en la colección. Es un caso casi único de recetas antiguas en casi toda la obra y no logro entender el porqué de esta elección. ¿Por qué no eligió, por ejemplo, las empanadas salteñas, muy prestigiosas en el momento en que doña Choly escribió el libro?

La palabra recado no aparece por ningún lado entre todas las recetas expuestas. También usa la expresión “repulgue” en lugar de “repulgo”. Detalles menores que, sin embargo, no quiero soslayar.

III Sobre la identidad de las empanadas tucumanas y las recetas canónicas

Si bien El arte de cocinar, como dije arriba, no tiene la pretensión de rescatar la cocina regional del Noroeste Argentino, sino de exponer una cocina nacional internacionalizada en materia técnica; no debe descuidarse el hecho de que ha sido escrito y publicado en San Miguel de Tucumán. En ese sentido, se puede hacer un paralelo El libro de Doña Petrona escrito por una santiagueña. Entonces, del mismo modo que busqué una receta santiagueña canónica en este último, intentaré hacerlo con las recetas de empanada tucumanas que contiene El arte…

Las dos recetas publicadas en la obra tienen leves diferencias entre sí y muchos detalles en común. Ambas llevan muy poca cebolla, sólo la necesaria para hacer una fritura de pimentón. Para esta fritura, ambas llevan verdeo, la de Lola Cano agrega cebolla blanca. En ambos casos, la carne debe estar picada “menudita”, pero no indica el modo de hacerlo (máquina o cuchillo). También, en ambas receta, la carne debe ser mojada en agua hirviendo y luego escurrida. Ambas receta llevan mucha grasa en la masa y la necesaria para la fritura en el recado. Me llaman la atención dos detalles: por un lado, la ausencia de las aceitunas; por el otro, estamos acostumbrados pensar las empanadas tucumanas hechas con matambre pre cocido. Un último detalle, quizás la mayor diferencia entre ambas fórmulas, sólo la receta de Carmen Soria lleva papas.


Para evaluar la autenticidad de estas recetas es necesario considerar que es aquí donde no debe descuidarse que el recetario fue publicado en San Miguel de Tucumán y que ambas fórmulas están atribuidas a sendas autoras, dicho de otro modo, son empanadas que cocinaban dos mujeres tucumanas con nombre y apellido en Tucumán.

Hay una tercera receta tucumana, “Empanadas de Famaillá”, pero es incomparable con estas porque la base cárnica consiste en una gallina sancochada. A pesar de ello, las autoras reconocen que “Famaillá es una localidad de la provincia de Tucumán, famosa por la elaboración de buenas empanadas.”

Tal vez debiera pensar que la práctica de una receta en un determinado sitio y por persona que participan del colectivo social que allí reside, permite asignarles el atributo de la autenticidad local; aunque no necesariamente conduzca a la exposición de una fórmula canónica. Dicho de otro modo, habría que reconocer aspectos comunes, propios y reconocibles a partir de la comparación de infinidad de recetas locales auténticas como las que estoy considerando, para establecer unos cánones algo más difusos que una fórmula única y estricta.

Mientras digo esto, no sólo pienso en la receta de doña Petrona, sino también en la de “Empanadas santafesinas” de Marta.

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Notas y referencias:

(7) 2023, Aiscurri, Mario, “Sobre la primera edición de La Cocinera criolla de Marta”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 9 de junio de 2023 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2023/01/sobre-la-primera-edicion-de-la-cocinera.html.

(8) 1957(c), Cocina tradicional argentina por Marta, Buenos Aires, Distal, nueva edición de La cocinera criolla, facsímil de una edición más moderna (no indica fecha), 2010 (1° edición en dos tomos de 1914 y 1915), pp. 19-20.

(9) 2023, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios argentinos. Parte II: recetarios 1900-1940”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído en El recopilador de sabores entrañables: Las empanadas en los recetarios argentinos Parte II Recetarios 1900-1940 el 20 de marzo de 2024.

(10) 2023, Aiscurri, Mario, “Sobre las empanadas en la primera edición de La cocinera criolla de Marta (1914) – Revisión”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído en El recopilador de sabores entrañables: Sobre las empanadas en la primera edición de La cocinera criolla de Marta (1914) - Revisión el 20 de marzo de 2024.

(11) 1974, Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de cocinar, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 6ª edición (impresión) de 2011.

(12) 1880, V. P. de P., Almanaque de la Cocinera Argentina para 1881, Buenos Aires, Imprenta y Librería de Mayo, transcrito íntegramente en 2020, Fugardo, Marcela y Caldo, Paula, La cocinera Argentina. Un recetario del siglo XIX de enigmática autoría, Buenos Aires, Maizal Ediciones.  
2023, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios argentinos. Parte I: Siglo XIX”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 30 de marzo de 2024 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2023/06/las-empanadas-en-los-recetarios.html

(13) 2010, Berreteaga, Choly, Cocina fácil para la mujer moderna, Buenos Aires, Para Ti (Editorial Atlántida), 4° edición, 1977, pag. 9 (1° edición 1976).

(14) 2023, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios argentinos. Parte II: recetarios 1900-1940”, cit. en nota. (9)

(15) 2024, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios argentinos. Parte III (Cont.) Recetarios de doña Petrona 1935-2011”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 15 de abril de 2024 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2024/03/las-empanadas-en-los-recetarios.html.    
2024, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios argentinos. Parte IV Recetarios 1941-1990”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2024/06/las-empanadas-en-los-recetarios.html.