sábado, 26 de febrero de 2022

Mazamorra… y muchos ya no saben su sabor argentino

Todos los argentinos conocemos el nombre de este postre, pero muy pocos lo han probado. Dije postre, pero ¿lo es?... ¿o es “la leche de las madres con los senos vacíos”? De hecho el primer recetario publicado en Buenos Aires (1880) incluye la receta en el capítulo “Guisos y otras preparaciones” junto con la humita en chala, la carbonada, el gigote y el locro. (1)

Referencia de la imagen (a) 

Es una comida antigua que se hace con maíz blanco pisado y nixtamalizado, es decir, cocido con cenizas. Esta técnica nos remite a los tiempos pre hispanos, a pesar de que la palabra mazamorra nos remita a la España Andalusí musulmana. Imagino que este sería el nombre que le dieron los españoles en comparación con otras preparaciones peninsulares de aspecto similar, pero sólo imagino.

I La receta puntana de Antonio Esteban Agüero

He encontrado recetas de mazamorra en todo el país, excepto en el sur de la Patagonia. De modo, que las hay en los recetarios de cuyanos que estoy recorriendo, comenzando por el que escribieron las González y Videla cuyas recetas pueden ser datada alrededor de 1870. (ver nota (6))

Hasta aquí, en el rescate de la cocina de Cuyo, he buscado y publicado fórmulas obtenidas de distintos recetarios. Pero mi inclinación hacia la poesía y a su capacidad de exponer verdades complejas de manera intuitiva, me hizo cambiar de idea para este caso.

Referencia de la imagen (b)

Ocurre que hay un poema notable que contiene la receta, el bello poema que el escritor puntano Antonio Esteban Agüero compuso a mediados del siglo XX (muy probablemente en los años sesenta). La pieza se llama “Digo la mazamorra”. (2) Peteco Carabajal compuso un huayno sobre la base del texto, a principios de los años ochenta del siglo pasado… Recomiendo al lector escucharlo mientras lee la receta. (3)

Después de su lectura, expongo comentarios sobre las recetas publicadas en nuestro país.

“La Mazamorra, ¿sabes?, es el pan de los pobres,

la leche de las madres con los senos vacíos,

- yo le beso las manos al Inca Viracocha

porque inventó el Maíz y enseñó su cultivo -.

Sobre una artesa viene para unir la familia,

saludada por viejos, festejada por niños,

allá donde las cabras remontan el silencio

y el hambre es una nube con las alas de trigo.

Todo es hermoso en ella: la mazorca madura,

que desgranan en noches de viento campesino,

el mortero y la moza con trenzas sobre el hombro

que entre los granos mezcla rubores y suspiros.

Si la prefieres perfecta busca un cuenco de barro,

y espésala con leves ademanes prolijos

del mecedor cortado de ramas de la higuera

que en el patio da sombra, benteveos, e higos.

Y agrégale una pizca de Ceniza de jume,

la planta que resume los desiertos salinos,

y deja que la llama le transmita su fuerza

hasta que asuma un tinte levemente ambarino.

Cuando la comes sientes que el Pueblo te acompaña

a lo largo de valles, por recodos de ríos,

entre las grandes rocas, debajo de cardones

que arañan con espinas el cristal del estío.

El Pueblo te acompaña cada vez que la comes,

llega a tu lado, ¿sabes?, se te pone al oído

y te murmura voces que suben a tu sangre

para romper la niebla del mortal egoísmo.

Porque eres uno y todos, comiendo el alimento

de todos, en la fiesta del almuerzo tranquilo;

la Mazamorra dulce que es el pan de los pobres,

y leche de las madres con los senos vacíos.

Cuando la comes sientes que la tierra es tu madre,

más que la anciana triste que espera en el camino

tu regreso del campo, la madre de tu madre,

- su cara es una piedra trabajada por siglos -.

Las ciudades ignoran su gusto americano,

y muchos ya no saben su sabor argentino,

pero ella será siempre lo que fue por el Inca:

nodriza de los pueblos en el páramo andino.

La noche en que fusilen canciones y poetas

por haber traicionado, por haber corrompido

la música y el polen, los pájaros y el fuego,

quizás a mí me salven estos versos que digo...”

II Las ciudades ignoran su gusto americano

En el acápite siguiente haré una recorrida por los recetarios argentinos, generales y regionales que contienen recetas de mazamorra.

Pero antes, algunas consideraciones sobre la ocurrencia en España. Decía arriba que el nombre remite a la España Musulmana. Efectivamente, el Diccionario de la Lengua Española, establece, en sus comentarios etimológicos, que, quizás, el origen de la palabra proviene del árabe.

El resto de las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca 

La definición supone 10 acepciones, algunas de ellas, vinculadas con alimentos. La que nos interesa es la primera que reza: “Comida semejante a las gachas, hecha a base de maíz, y preparadas de diversas formas según los lugares de América”. Otras acepciones refieren a galletas o bizcochos estropeados o fragmentados, incluso la mayoría de ellas no tienen relación con la cocina. Es decir que, como una especie de gacha, estamos ante una preparación americana que no tiene parangón en España. (4)

Sin embargo, encontré algo de interés. El lector que sigue mis textos sabe que llevo una sistematización razonable de los recetarios argentinos; pero que mi búsqueda en recetarios españoles es, aún, rudimentaria. De modo, que inesperadamente encontré, en un recetario de cocina de la Córdoba Española, una receta de “Mazamorra”. En realidad, se trata de una preparación que lleva pan viejo, almendras, ajo, aceite de oliva, sal y vinagre y una guarnición de huevo duro y aceitunas negras. No se parece en nada a nuestra mazamorra, salvo por el detalle de que es bastante “semejante a una gacha”. (5)


Los autores del recetario, recopilaron la fórmula en Almodóvar del Río (municipio español sito a 25 km de la ciudad de Córdoba). Desconozco la antigüedad de la receta y su territorio de difusión, los autores nada nos dicen sobre el asunto; pero la idea da que pensar. ¿Habrá habido en el siglo XVI, en alguna región de España, alguna preparación similar con esa denominación? Si así fuera, el paso a designar a nuestra gacha de maíz nixtamal con ese nombre es posible. Pero habría que encontrar esa receta, para verificar una idea tan sugerente.

III Reflexiones y comentarios

El poema de Agüero es una receta con todas las de la ley. No sólo nos da noticias de ingredientes (maíz pisado y agua), de ideas gastronómicas (maíz nixtamal) y contexto social en que se prepara y consume (pan o postre).

Efectivamente, para hacerla perfecta es necesario contar con un cuenco de barro y un mecedor hecho de un palo de higuera. Hay que remover constantemente y agregar un poco de ceniza de jume que le da un color levemente ambarino.

La mazamorra representa las angustias (“pan de los pobres”, “leche de las madres con los senos vacíos”) y los gozos (“viene para unir la familia, saludada por viejos, festejada por niños”) del pueblo humilde.


En síntesis, la mazamorra no es otra cosa que la primitiva técnica del maíz nixtamal, lisa y llana, que se come sin ningún tipo de sazón.

Ahora sí, a nuestros recetarios tradicionales y de cocina regional. (6)

Varios de los recetarios consultados, los menos por cierto, no exponen ninguna fórmula de mazamorra. Esta es la lista: el cuaderno de recetas de María Varela (1880 c), Teófila Benavento (1895 y 1940), Martelli (1991), Arias (2010), Berreteaga (2010), Sabores del Sur (2010 c), Saberes y sabores norteños (2010 c), Sabores con sapucay (2010 c), Sabores de Buenos Aires (2010 c), doña Petrona (2010) y Julia Zuccardi (2020). En algunos casos, la ausencia es obvia, en otros, no.


Ahora bien, ¿estamos frente a un postre? No en sentido estricto, sí en uno más general. Si bien, la ubicación en el recetario suele ser diversa (“Repostería”, “Sopas secas”, etc.), hay una coincidencia en casi todos ellos, para comerla como postre hay que agregarle, por lo menos, leche y azúcar (v. g., José Eyzaguirre (1946), entre varios casos más). El primer recetario publicado en Buenos Aires (Almanaque (1880)) expone dos recetas, a saber: “Mazamorra”, en el capítulo “Guisos y otras preparaciones”, y “Mazamorra en leche”, en el de “Postres diversos”.

Voy a trascribir estas dos recetas porque tienen tela para cortar:

Mazamorra.

”Maíz pisado una libra, cuatro cuartas de agua de pozo, se pone ceniza de un marlo en un trapito limpio y claro, se pone dentro del maíz se hace fuego revolviendo con un palo de higuera pelado; se le agrega agua si espesa demasiado. Para servirla se le saca el trapito con la legía.” (7)

Mazamorra en leche.

”La mazamorra hecha en agua después de fría se coce (SIC) en leche y se le pone azúcar.” (8)

La obra parece establecer una taxonomía que va en línea de lo que vengo diciendo. La mazamorra es una preparación inclasificable desde el punto de vista de su inclusión en las comidas, pero si se le agrega leche y azúcar, se transforma claramente en un postre. Si no, es un buen acompañamiento para otras preparaciones, como si fuera el pan o el arroz para otras culturas.

La primera receta del Almanaque es casi literalmente la de Antonio Agüero, el uso de ceniza y de un mecedor de palo de higuera; pero con un detalle de refinamiento: la ceniza es de marlo y se coloca envuelta en un trapo limpio y el palo de higuera debe estar pelado.


Esta es, en mi modesto entender, la fórmula primitiva de la mazamorra argentina que algunos pocos recetarios siguen, como por ejemplo, en el de la Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán (1974). Otras receta reemplazan las cenizas con bicarbonato de sodio (v. g., Doña Lola (1944)). Curiosamente, doña Petrona (1942, 2011) no propone el uso de lejía ni de bicarbonato, pero sí el del palo de higuera como mecedor.

Es sabido que el uso de cenizas (lejías) permite nixtamalizar el maíz y que el bicarbonato es usado en muchas oportunidades como reemplazo (por ejemplo, en el dulce de leche). Mis conocimientos químicos me impiden establecer con claridad qué es el maíz nixtamal; pero si reconozco los efectos que ese proceso ha producido sobre la salud alimentaria de las poblaciones que han consumido maíz por milenios. Mi desconocimiento en la materia me impide comprender el alcance del reemplazo de la cenizas por el bicarbonato de sodio… y mucho más, la utilidad de la rama de higuera.

Como toda receta popular, la mazamorra puede ser objeto de refinamiento. Podemos ver el resultado de esta búsqueda en un par de recetas que publicó Juana Manuela Gorriti en 1890 y otra que publicó Choly Berreteaga en 2005. Las recetas de Gorriti le fueron enviadas desde Lima. La escritora salteña las ubica en el capítulo “Repostería”. (9)


La primera de ellas, denominada “Mazamorra de leche”, fue enviada por María Celia Gayangos. Consiste en una especie de gacha, pero no está hecha con maíz pisado, sino con harina (como la receta no especifica el tipo de harina, doy por supuesto que se trata de harina de trigo).

La segunda, enviada por Mercedes Canseco de Irigoyen, recibe el nombre de “Mazamorra morada”. Como su nombre lo indica, se prepara con maíz morado. El detalle es que en su cocción, no sólo se incluyen los granos de maíz, sino también el marlo desgranado, ananá sin pelar y guindas secas. No propone usar lejías y el proceso de preparación es bastante complejo. Cuando se termina la cocción, tiene que quedar con la consistencia del manjar blanco o el dulce de leche.


Por su parte, doña Choly agrega pasas de uva y frutas abrillantadas a la cocción del maíz. Lo interesante es que, después de exponer su receta, agrega una nota explicando cómo es la preparación tradicional. Transcribo el texto porque me parece que al lector también le resultará interesante.

“Remojar el maíz (blanco) en agua la noche anterior. Al día siguiente, darle un hervor en la misma agua de remojo. Colar el maíz y cocinarlo en la leche. Cuando comience a tiernizarse agregarle las pasas, las frutas (abrillantadas) y la miel de caña. Proseguir la cocción revolviendo de vez en cuando con cuchara de madera. Si fuera necesario, añadir más leche caliente durante la cocción.

”La mazamorra se preparaba antiguamente con maíz blanco pisado en mortero. La noche anterior se ponía a remojar y luego se dejaba hervir 3 ó 4 horas, mientras era espesado con la ayuda de un palo de higuera o mistol llamado “mecedor”. También se le agregaba chorritos de ceniza, que le daba un ligero color amarillento. Se solía comer sola, fría o caliente, con arrope o miel” (10)

Claramente, la nota cierra el círculo.

Los recetarios modernos se han olvidado de este sabor argentino. (11) a excepción de una receta de Sergio Latorre, “Mazamorra y licor de muña muña” (Nueva cocina argentina, 2012). Se trata de una fórmula intervenida, como las que publicaron Gorriti y Berreteaga; pero, al igual que en éstas, la mazamorra es perfectamente reconocible en la base del postre. (12)

Notas y bibliografía:

(1) 1880, V. P. de P,, Almanaque de la Cocinera Argentina para 1881, Buenos Aires, Imprenta y Librería de Mayo, transcripto íntegramente en 2020, Fugardo, Marcela y Caldo, Paula, La cocinera Argentina. Un recetario del siglo XIX de enigmática autoría, Buenos Aires, Maizal Ediciones, pp. 99.

(2) s/d, Agüero, Antonio Esteban, “Digo la mazamorra”, leído en http://biblioteca.unsl.edu.ar/website/bibls/escritores/locales/aguero/aea-digo-mazamorra.html el 10 de noviembre de 2021. El poema publicado en el libro póstumo del autor Un hombre dice su pequeño país editado en 1972.

(3) 1980 c, Agüero, Antonio Esteban (versos) y Carabajal, Peteco (música), huayno, Músicos Populares Argentinos (intérpretes), leído el 10 de noviembre de 2021 en https://www.youtube.com/watch?v=rWWxEmB5Iro.

(4) Leído el 11 de noviembre de 2021 en https://dle.rae.es/mazamorra.

(5) S/D, Arenas Rodríguez, Francisco Manuel y Arenas Rodríguez, Daniel, Cocinando en Córdoba. La cocina tradicional de los hogares cordobeses, Córdoba, CórdobaLibros, adquirido en la ciudad de Córdoba en el 2015, pag. 29.

(6) Recetarios históricos y de cocina regional consultados:     
1880, V. P. de P,, Almanaque de la Cocinera Argentina para 1881, Buenos Aires, Imprenta y Librería de Mayo, transcripto íntegramente en 2020, Fugardo, Marcela y Caldo, Paula, La cocinera Argentina. Un recetario del siglo XIX de enigmática autoría, Buenos Aires, Maizal Ediciones.  
1880 (c), Fugardo, Marcela, Un recetario familiar rioplatense. Cuaderno de recetas de María Varela. Patrimonio inmaterial de San Isidro, Buenos Aires, Maizal ediciones.   
1895, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, duodécima edición reproducida en 2020, 1895, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina. Reedición histórica: el primer libro de cocina argentina publicado en 1888, Buenos Aires, Tusquets Editores.    
1890, Gorriti, Juana Manuela, Cocina ecléctica, Buenos Aires, Félix Lajouane Editor (Librairie Générale), 1890.  
1940, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, Escuela Taller Divino Rostro, 1° edición de 1888.   
1942, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, edición 11° (1° edición de 1934).   
1944, L. P. de P., El arte de la mesa. Recetario de doña Lola, Buenos Aires, Guillermo Kraft LTDA.       
1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos Aires, Editorial Saber Vivir, 1946, 2° edición.      
1957 (c), Cocina tradicional argentina por Marta, Buenos Aires, Distal, nueva edición de La cocinera criolla, facsímil de una edición más moderna (no indica fecha), 2010 (1° edición 1914).        
1974, Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de cocinar, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 6ª edición (impresión) de 2011.    
1988, González Videla de Segura, M.A. y González Videla de Cavanagh, F. C., Sabores de la antigua Cocina Cuyana. Recetario de las González y Videla, Mendoza, INCA Editorial.     
1990, Elichondo, Margarita, La cocina criolla. Memoria y recetas, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 2008.  
1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, El libro de la cocina criolla, Buenos Aires, Edicol.       
2005, Berreteaga, Choly, La cocina de nuestra tierra, Buenos Aires, Editorial Atlántida.      
2009, Pozzi de Hinojosa, Luisa Angélica, Las mejores recetas de la cocina regional salteña, Salta, Editorial Hanne.  
2010, Arias, Agustina, Platos con historia (200 años de cocina argentina) Jumbo Retail Argentina S. A.   
2010, Berreteaga, Choly, Cocina fácil para la mujer moderna -edición aniversario 35°-, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1° edición 1976.        
2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores Cuyanos, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales.
2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores del sur, de la cordillera al mar, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales.       
2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores con sapucay, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales.       
2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Saberes y sabores norteños, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales.      
2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Desde el centro del país, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales.      
2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Sabores de Buenos Aires, de las sierras al puerto, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales. 
2011, Gandulfo, Petrona C. de, El gran libro de doña Petrona, Buenos Aires, Distal, 2011, edición 102°, s/año de edición original  (1° edición de 1934).        
2020, Zuccardi, Julia, La cocina de Emma, recetas de una familia mendocina, Buenos Aires, Catapulta.

(7) 1880, V. P. de P, Almanaque de la Cocinera Argentina para 1881, Cit. Pag. 99

(8) Ídem, Pag. 127

(9) No tengo la referencia del libro de Juana Manuela Gorriti porque uso un documento editado en MS Word. Lo he creado por comodidad, debido a que consultaba la versión publicada por la biblioteca virtual del diario Clarín. Esta biblioteca estaba compuesta por una gran cantidad de textos de autores fallecidos setenta años antes de la edición lo que suponía la caducidad de los derechos de autor en manos de los herederos. Cada vez que utilizaba el texto, mi referencia consistía en el enlace a ese repositorio. Lamentablemente, biblioteca desapareció de la Web y los enlaces se encuentran inaccesibles.

(10) 2005, Berreteaga, Choly, Op. Cit., Pag. 24.

(11) Recetarios modernos consultados:      
2008, Bajo, Cristina, Elogio de la cocina, recetas con historia, Buenos Aires, Sudamericana.        
2009, Irigoyen, Dolli, En su cocina, Buenos Aires, Sony Music Entertainment Argentina.    
2010, Lepes, Narda, Comer y pasarla bien, Buenos Aires, Planeta. 
2010, Mallmann, Francis, Siete fuegos, mi cocina argentina, Buenos Aires, V&R, 2010.     
2012, Pomar, Ana, Sabores de la memoria. Historias con recetas, Buenos Aires, Periplo, 1° edición de 1994. 
2012, Sorba, Pietro, Nueva cocina argentina, 31 cocineros, 224 recetas, Buenos Aires, Planeta.        
2012, Mallmann, Francis, Tierra de fuegos, mi cocina irreverente, Buenos Aires, V&R.       
2014, Irigoyen, Dolli, Producto argentino, Buenos Aires, Planeta.  
2015, Bianchi, Diego Ezequiel, Contacto con lo divino. Recetas de cocina paso a paso y algo más…, Buenos Aires, edición del autor.    
2019, Courtois, Patricia, Viaje al sabor, Buenos Aires, Planeta.      
2020, Zuccardi, Julia, La cocina de Emma, recetas de una familia mendocina, Buenos Aires, Catapulta.

(12) 2012, Sorba, Pietro, Op. Cit., Pag. 159.


(a) https://soundcloud.com/pedro-etchevers-larraburu-1/peteco-carabajal-digo-la-mazamorra?in=nico-andrada/sets/folclore (imagen y música)

(b) http://launi.com.ar/index.php/2021/02/07/a-104-anos-del-nacimiento-de-antonio-esteban-aguero-los-caminos-del-capitan-de-pajaros-y-la-unlc-se-cruzan/


Chanfaina

Muchos lectores, sobre todo en Buenos Aires, se preguntarán de qué estoy hablando.

Se trata de un guisado español muy antiguo basado en achuras de cordero. En España, la denominación dista de ser precisa y alude a una preparación poco difundida, o tal vez poco visible, que, sin embargo, se puede reconocer en varios sitios de esa geografía y en algunos recetarios del pasado. En nuestro país, y tal vez en buena parte de Nuestra América, se cocina prefiriéndose las asaduras de cordero, cabrito o chivo. Agrego que, a diferencia de España, en los recetarios argentinos la idea gastronómica está claramente definida.

Las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca

En Buenos Aires, es un plato casi desconocido en nuestros días, aunque tuvo presencia en las mesas hace muchos años y se conserva en recetarios de la talla de El libro de doña Petrona. (1)

Víctor Ego Ducrot, en su libro sobre Los sabores de la Patria, cuenta que era el plato preferido de Mariano Moreno, cuando comía en la Posada de Clara la Inglesa. Ducrot nos la atrae con su prosa limpia y cordial, pero nos decepciona con su pobreza erudita que nos impide dar por auténtico el relato… (2)


Este plato se encuentra entre las comidas típicas de Cuyo, claro está, y aún se cocina en nuestros días.

I Chanfaina y pepitoria

He hurgado, como tantas veces, en el Diccionario de la Lengua Española y me he encontrado con algunas definiciones que juzgo interesantes.

La Real Academia acepta asignar esta denominación a un guiso hecho con bofes en primera acepción. Esta definición nos acerca, pero nos da una visión restringida del plato, si tomamos como referencia las fórmulas argentinas. Lo que sí resulta interesante es la información sobre la etimología de la palabra. Se trata de una deformación de “sanfonia”, antigua palabra castellana, que, a su vez, provenía de “sinphonía” en latín. La etimología da a entender, sigo al Diccionario…, que estamos frente a un plato que se valora como un concierto. (3)


En cuanto a la extensión del uso del término, esta acepción nada dice, salvo por las consideraciones de detalle que se consigna a continuación. Si recurrimos, por ejemplo, a la segunda acepción, nos informa que, en Málaga, consiste en un guiso de carne, morcilla y asaduras de cerdo cocidos en una salsa espesa. También a la tercera acepción que afirma que, en Colombia, consiste en un guiso de carne oveja o cordero. Por lo visto, la información sobre este término, resulta magra también en este aspecto.

Consulté, entonces, la obra laboriosa y erudita de Francisco Abad Alegría quien explora los orígenes de muchas comidas españolas que se caracterizan por el atributo de la autenticidad. Allí encontré el artículo “Chanfaina lebaniega”. Me llamó un poco la atención el hecho de que vuelve a aparecer un uso geográficamente restringido; pero, mucho más que el artículo se limitaba a un lacónico “Véase pepitoria”. (4)

Allí nos dice el gastrónomo navarro sobre la pepitoria:

“Al revisar la bibliografía culinaria española, llegamos a la conclusión de que las referencias a la pepitoria tienen un tronco común, las menudencias, generalmente de ave, pero que las fórmulas se acaban separando en dos grupos: recetas de menudencias más o menos elaboradas y la mítica gallina en pepitoria. /…/”

Luego, las notas siguen la definición del mataburros de la Real Academia que nos dice que se trata de un guiso “que se hace con las partes comestibles del ave, o sólo con despojos, y cuya salsa tiene yema de huevo”. También da cuenta de etimología del término que proviene de una alteración de la palabra petitoria del castellano antiguo que, a su vez, proviene de “pettite-oie” del francés antiguo que significa guiso de menudos de ganso. (5)

En este punto, la definición del libro de la que fija, pule y da esplendor es más clara que para el caso de “chanfaina”. Alude a una receta concreta ampliamente expandida en España y claramente definida (gallina, menudos y salsa ligada con huevos).


Abad Alegría retoma el hilo y nos dice.

“En nuestro país (España) tenemos elaboraciones datadas ya en el siglo XIII, en la obra de Ibn Razin, que presenta “pepitorias” de menudos del cordero y la oveja, cocinados con cebollas, especias y algo de vinagre (qalya), /…/. Ni que decir tiene que los populares menudillos y frichines rurales que aún perviven en algunos lugares proceden de elaboraciones semejantes, como por ejemplo la chanfaina lebaniega, que en tierras cántabras se elabora con menudos de cordero, /…/.” (ver nota (4))  

En síntesis, en España, la gallina en pepitoria es un plato muy difundido y claramente definido, en tanto que la chanfaina parece ser una hermana menor desprotegida, escasamente reconocida y denominada sin claridad.

En viejos recetarios españoles que he ido recorriendo, encontré recetas de pepitoria en Martínez Montiño (1611) y en el Practicón de Ángel de Muro (1894) y una receta de chanfaina sólo en éste último. (6) Debo decir que la receta de don Ángel es más amplia que la definición de diccionario y se aproxima algo más a nuestras recetas.

II Las recetas argentinas

En los recetarios generales de la cocina argentina, pepitoria y chanfaina aparecen claramente se diferenciadas. Veamos algunos casos:

Teófila Benavento: No hay recetas en la edición de 1895, pero sí las hay en la de 1940. La “Chanfaina cordobesa” que se hace con menudos y sangre de corderito y la “Gallina en pepitoria” cuya redacción es algo confusa y no permite establecer si lleva los menudos, aunque pareciera que no. (7)

Marta: Sendas recetas de “Chanfaina” (“Este plato se hace con sangre y menudos de cordero”) y “Pollo en pepitoria” que no lleva menudos. (8)


El arte de cocinar (San Miguel de Tucumán): La receta de “Gallina en pepitoria” sigue las fórmulas argentinas, pero agrega hígado. A su vez, la obra contiene dos recetas de chanfaina (“Chanfaina criolla” y “Chanfaina de cordero”). Ambas siguen la manera argentina de usar todas las achuras. Ambas llevan azúcar como ingrediente. Esto último no debiera llamar demasiado la atención porque este es un recetario tucumano que celebra la industria del azúcar provincial a cada paso y porque hay otras recetas que también la llevan. (9)

Doña Petrona: No tiene una receta de pepitoria. Sí, una de chanfaina que sigue la fórmula tradicional argentina. (ver nota (1))

Doña Lola: Contiene una receta de “Gallina a la pepitoria” que agrega el hígado a la preparación, además de los huevos, claro está. No expone ninguna receta de chanfaina. (10)

José Eyzaguirre: Tiene una receta “Chanfaina” que sólo es un poco más extensa que la definición del Diccionario de la Lengua Española, lleva bofes e hígados de cordero (se parece a la fórmula de Ángel de Muro ya reseñada, pero sin la utilización de la sangre del cordero). A su vez, la receta de “Gallina en Pepitoria” no lleva menudos, a pesar de que la incluye entre los platos de origen español. (11)


Margarita Elichondo: No incluye recetas de pepitoria, pero sí una de “Chanfaina”. La atribuye al “Ámbito Noroeste” y sigue la fórmula clásica de las recetas argentinas. (12)

Como puede apreciarse, en nuestro país, la chanfaina es una receta claramente definida frente a la aparición borrosa y desdibujada de la pepitoria que, en nuestro país refiere a una fórmula en la que se cocina un pollo cuya salsa se liga con huevos, pero que no lleva menudos, a excepción de los hígados de gallina o pollo, y sólo en algunos casos.

Debo aclarar que aunque limité mi búsqueda a la chanfaina en La Argentina, es necesario reconocer que estamos frente a una idea gastronómica que podría tener una expansión mayor en Nuestra América, sin contar, claro está, con la fórmula colombiana arriba mencionada que aplica el nombre a otra idea.


Es difícil establecer la razón por la que esta receta se ha ido perdiendo en los grandes centros urbanos. Pero la dificultad, en algunos casos, para conseguir menudencias y la gran dificultad para proveerse de la sangre del cordero al pie de la faena parecen explicar, en parte importante, la decadencia de ésta fórmula.

Ahora les propongo ver cómo se trata este plato tradicional argentino en los recetarios cuyanos.

III Chanfaina cuyana

Expongo ahora dos recetas cuyanas de chanfaina separadas entre sí por un siglo y medio. La primera es una receta mendocina de mediados del siglo XIX. La segunda es puntana y fue recopilada a principios del XXI. Ambas usan el chivito como ingrediente principal.


Los invito a volver al recetario de antiguos sabores cuyanos que las Palacios y Videla dieron a conocer en 1988. Sabemos que esta colección ecléctica de recetas es poco confiable a la hora de establecer la datación de las mismas. Las autoras aseguran que han transcripto literalmente fórmulas de 1850. Sin embargo, la colección contiene recetas de pleno siglo XX en las que se propone usar cocina a gas o heladeras modernas. Pero cuando la datación no es significativa y contamos con casos de la misma receta datados en el siglo XIX, podemos pensar que estamos frente a un plato tradicional. (13)

Chanfaina

Fuente (fecha)

Las González Videla, Sabores de la antigua Cocina Cuyana. (1870c)

Ingredientes

Menudos de chivito (hígados y corazón).

Cebolla 1.

Condimentos a gusto.

Agua.

Harina.

Arvejas (opcional).

Preparación

1.- Hervir los menudos de chivito.

2.- Freír una cebollita.

3.- Agregar los menudos cortados muy chiquitos.

4.- Aliñar a gusto.

5.- Agregar un poco de agua en la que se ha disuelto un poco de harina, revolviendo para que no se agrume.

6.- Una vez todo cocido, servir.

7.- Si gusta, se pueden agregar arvejas cocidas.

Comentarios

No queda claro si la definición del ingrediente principal es laxa o estricta, es decir, si se pueden usar menudos, prefiriendo los hígados y el corazón, o si sólo lleva hígado y corazón.

La siguiente receta pertenece a Norma Celi que vive en San Luis de la Punta de los Venados. Va acompañada de los siguientes comentarios:

“Cuando la familia festejaba un cumpleaños o algún acontecimiento, se carneaba un chivo y se aprovechaba al máximo todo lo que éste proveía. La familia de Norma es originaria de El Charrarón (SIC), una zona rural desde donde nos llega en forma verbal ya que su familia vivía en el campo donde en aquella época no concurrían a la escuela porque les quedaba lejos y los niños ayudaban en el sostenimiento de los quehaceres de la familia por tanto, no sabían leer ni escribir.

“Esta receta es transmitida de boca en boca por tradición familiar ya que data de muchos años, de sectores rurales donde se consumían alimentos regionales y se supervivía con productos de granja y huerta.” (14)

Muchas cosas nos dice este texto, que la receta es muy antigua y que llegó transmitida de boca en boca. También nos habla de una ética de campesinos que, cuando sacrificaban un animal para el alimento familiar, lo aprovechaban en su integridad.


Doña Norma no nos dice si su familia sigue preparando chanfaina cuando se carnea un chivito. Como se verá, el entusiasmo que pone en la descripción de la receta y a circunstancia en la que la transmite parecen indicar que sí, o que por lo menos impulsa la idea de volver a ella.

Chanfaina

Fuente (fecha)

Norma Celi en Sabores Cuyanos (2010c)

Ingredientes

Todos los menudos del chivo: hígado, tripas, corazón, ubre, pancita, bofe (los pulmones), cogote y sangre que se recoge en el carneo.

Cebolla mediana 1.

Harina 1 taza.

Agua donde se hirvieron los menudos3 tazas.

Pimienta a gusto.

Pimentón a gusto.

Ají molido a gusto.

Orégano a gusto.

Sal a gusto.

Preparación

1.- Hay que poner a cocinar con agua y sal todas las achuras bien limpias y la sangre.

2.- Aparte, se rehoga la cebolla.

3.- Se agregan los condimentos  y se colocan todos los menudos hervidos y la sangre cortados en trozos chicos.

4.-Cuando estén bien salteados, se agrega 3 tazas del agua donde se hirvieron los menudos y la harina.

5.- Se sigue cocinando hasta que espese.

6.- Se prueba para repasar si el sabor es bueno y si no, se le agrega sal o más condimentos.

7.- ¡A disfrutar esta delicia con toda la familia y el chivo asado a las brasas!

Comentarios

Deseo creer que esta receta se sigue practicando entre los puesteros cuyanos… A juzgar por el entusiasmo de doña Norma, no me parece una creencia descabellada.

Notas y bibliografía:

(1) 1942, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1942, edición 11° (1° edición de 1934), pag. 215 y 2011, Gandulfo, Petrona C. de, El gran libro de doña Petrona, Buenos Aires, Distal, 2011, edición 102°, s/año de edición original  (1° edición de 1934), pag. 391.

(2) 1998, Ducrot, Víctor Ego, Los sabores de la patria, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma. 2008, 2° edición corregida y aumentada, pp. 66-70.

(3) 2020, “Chanfaina”, Diccionario de la Lengua Española, leído el 22 de octubre de 2021 en https://dle.rae.es/chanfaina.

(4) 2017, Abad Alegría, Francisco, “Chanfaina lebaniéga” y “Pepitoria”, En busca de lo auténtico (Raíces de nuestra cocina tradicional), Gijón, Trea S. L., pp. 188 y 280-282, respectivamente.

(5) 2020, “Pepitoria”, Diccionario de la Lengua Española, leído el 22 de octubre de 2021 en  https://dle.rae.es/pepitoria

(6) 1611, “Pepitoria”, en Martínez Montiño, F., Arte de la Cozina, Pasteleria, Vizcocheria y Conservería, Madrid, Luis Sánchez. 1822, décimo sexta impresión, Madrid, Viuda de Barco López, pp. 51-52.
1894, “Chanfaina”, Muro, Ángel de, El practicón. Tratado completo de cocina, Madrid, Librería de Miguel Guijarro, Editor, pag. 374.        
1894, “Pepitoria”, en ídem, pag. 436

(7) 1940, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, Escuela Taller Divino Rostro, 1° edición de 1888, pp. 68-67 y 117 respetivamente.

(8) 1957(c), Cocina tradicional argentina por Marta, Buenos Aires, Distal, nueva edición de La cocinera criolla, facsímil de una edición más moderna (no indica fecha), 2010 (1° edición 1914), pp 17.

(9) 1974, Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de cocinar, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 6ª edición (impresión) de 2011, pp. 119 y 169 respectivamente.

(10) 1944, L. P. de P., El arte de la mesa. Recetario de doña Lola, Buenos Aires, Guillermo Kraft LTDA, pag. 144.

(11) 1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos Aires, Editorial Saber Vivir, 1946, 2° edición, pp. 231 y 252 respectivamente.

(12) 1990, Elichondo, Margarita, La cocina criolla. Memoria y recetas, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 2008, pag. 43.

(13) 1988, González Videla de Segura, M.A. y González Videla de Cavanagh, F. C., Sabores de la antigua Cocina Cuyana. Recetario de las González y Videla, Mendoza, INCA Editorial, pag. 28.

(14) 2010(c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores Cuyanos. Rescatando lo autóctono desde la historia familiar, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales, pag. 41.