sábado, 27 de mayo de 2023

Sobre la cazuela chilena (Parte II)

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V En los recetarios argentinos (continuación)

Recetarios del 1° tercio del siglo XX. Empecemos con El arte culinario, Francisco Figueredo Esta obra había sido publicada por primera vez en 1888 ó 1889, es decir, es contemporánea con La perfecta cocinera argentina. Poseo la edición de El arte… de 1914 por lo cual, como en tantos otros casos, es harto difícil establecer qué diferencias y similitudes hay entre ésta y la primera edición contando con este único elemento. Sin embargo, es prudente establecer como hecho cierto que, en 1914, el autor no expone ninguna fórmula con la denominación que nos ocupa. (14)

Las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca

Dónde sí di con una receta es en el libro de Marta dedicado a la cocinera criolla. (15) La primera edición de la obra vio la estampa, en sucesivas impresiones de dos tomos, en los años 1914 y 1915. Para saber quién fue Marta y cómo evolucionó su libro, sugiero leer el artículo “Sobre la primera edición de La cocinera criolla de Marta”, donde ensayo una interpretación posible a partir de la información de que dispuse y que fuera expuesta por los grandes investigadores que consideraron el tema. (16)

En mis escritos, Tomo como base la edición de Distal que, presumo, reproduce la última que fue publicada en 1957. Pero, como relato en el artículo citado, tendré en cuenta también la edición de 1915 que tuve oportunidad de leer. De este modo puedo establecer qué es lo hay en el libro de Distal que se corresponde con el contenido de este segundo tomo de la primera edición. En las dos publicaciones está la receta de “Cazuela chilena”, pero con la particularidad de que las fórmulas expuestas en ellas son diferentes.


La receta de 1915 contiene los ingredientes propios de la “Cazuela chilena” (carne, papa, zapallo, arroz y otras verduras), culminando, como que ya entonces era habitual, en el modo argentino, es decir, el agregado de huevo batido en el momento del servicio. Sin embargo, posee una curiosa particularidad, la carne no se sella en el comienzo, se sancocha partiendo de agua tibia. (17)


En la edición de 1957, se encuentran varias recetas de cazuelas, confirmando la idea de que “cazuelas” hay muchas en el orbe hispano. Entre la “Cazuela argentina” y la “Cazuela mexicana”, hay dos que ya estaban en 1915, la “Cazuela chilena” y la “Cazuela de gallina” (ambas están modificadas en relación con la primera versión). Ignoro cuándo fueron incorporadas las otras recetas de la lista porque no he tenido acceso al volumen de 1914.

En cuanto a la receta que nos ocupa, diré que la de 1957 tiene los mismos ingredientes (excepto el zapallo), pero invierte el proceso. Primero se sella la carne, luego se echan las verduras, se agrega el caldo y finalmente, luego de un tiempo de cocción, las papas y el arroz… ya obviamente, el huevo se agrega en el momento del servicio. (18)

Todavía aquí no se ha estabilizado la receta argentina con la preferencia de la carne de gallina. Ello explica que haya dos recetas diferentes.

Recetarios del siglo XX (entre 1930 y 1990). Forman parte de este período las ya citadas recetas de José Eyzaguirre (acápite IV, ver nota (10)) y de la edición de 1957 de Marta (ut supra en este acápite, ver nota (18)). En relación con esta última pieza, carezco de información suficiente acerca de cuándo se introdujeron las modificaciones. La incluyo en este período por la sencilla razón de que la edición que poseo pertenece a él.

Ahora les propongo recorrer algunos otros textos, haciendo una salvedad, aún no he encontrado referencias a los recipientes de cocción o de servicio que justifiquen que estamos frente a una cazuela.


Empecemos por doña Petrona. Consulté las ediciones de 1935, 1942, 1958 y 2011 de su libro. (19) Todas contienen varias recetas de cazuela en los capítulos de pescados y aves que se van incrementando en cantidad a través de los años. Todas contienen también una receta sin variantes de “Cazuela chilena”. La misma sigue la estructura tradicional de este plato: carne de gallina sellada, sofrito de cebolla, incorporación de verduras y, en el servicio, el infaltable huevo batido de nuestras recetas. Sin embargo, hay algunas alteraciones respecto de otras fórmulas que ya hemos visto, pone batatas en lugar de papas y omite el arroz. Condimenta con perejil, tomillo, laurel y orégano. Condimenta con perejil, laurel, tomillo, orégano y pimentón.

Por primera vez aparece la cazuela de barro como recipiente; pero no de cocción, sino de servicio.


En 1940 se publica la última edición de La perfecta cocinera argentina de Teófila Benavento (pseudónimo de Susana Torres de Castex). Vimos arriba que en la 11° edición (1895) carecía de una receta de plato que nos ocupa (Ver Parte I, nota (12)). En 1940 encontramos la pieza que lleva por título “Cazuela María Chilena”. Sigue la fórmula clásica (gallina, verduras aromáticas, papa y arroz, no lleva zapallo). Se cocina, sí, en olla de barro. Condimenta con perejil y sal. Los huevos se agregan enteros a la olla poco antes del servicio. (20)

En la edición de 1944, del recetario de doña Lola (Dolores Pietranera) hay tres recetas de “Cazuela chilena”. Dos llevan ese título, la tercera el de “Cazuela chilena Esther”. Se encuentran en el capítulo “Caldos – sopas – cremas”. Marginalmente, diré que el hecho de que estén junto con el locro nos da una idea de cómo la concebía la autora.


La primera receta siguen el canon de este plato, a saber: carne de gallina, verduras, papas, arroz y, por supuesto, los huevos batidos en el momento del servicio (no lleva zapallo, pero agrega tomate). La preparación inicia con un sofrito, sigue con el sellado de las presas de gallina y continúa con el agregado de caldo. Se condimenta con laurel, orégano y ají picante. La segunda es similar, aunque excluye el arroz y el tomate. En ella, aparece, por primera vez, la palabra cazuela para designar el recipiente en que el plato se cocina. La tercera contiene ligeras variantes, v. g., el sofrito se cebolla se agrega a la gallina cuando está ya está cociendo en caldo. Esta vez lleva zapallo y excluye el tomate. (21)

En El arte de cocinar, editado por la Universidad Nacional de Tucumán en 1974, (22) encontramos una receta de “Cazuela chilena” en el capítulo dedicado a caldos, pucheros y sopas. Sigue la fórmula clásica: se sella la gallina en grasa y luego se la cocina en caldo; se hace un sofrito de ajo, cebolla y pimiento que luego se agrega a la gallina en cocción; se agregan las papas y el arroz (no lleva zapallo) y los huevos antes de servir (no van batidos y se deja que cuajen).

Recetarios actuales (desde el último cuarto del siglo XX). A partir de los años setenta, el plato desaparece de los recetarios argentinos, junto con la decadencia del concepto de cazuela, a excepción, claro está, de la afamada cazuela de mariscos aún vigente en la restauración porteña.

Empecemos por un libro temprano en el período, la Cocina fácil… de Choly Berreteaga. El texto vio la luz en 1976, pero yo he consultado la edición de 2010 (dedicada a celebrar su trigésimo quinto aniversario) que posee algunas correcciones que, según sugiere la autora, no alteran la naturaleza de la obra, sino que la actualizan en materia tecnológica (en 1976, por ejemplo, aún no se había generalizado el uso del microondas y el freazer). (23)


En el texto no encontré ni la “Cazuela chilena”, ni otros clásicos como la cazuela de mariscos. Aparecen, sí, otras versiones de cazuelas (bilbaína) y “cazuelitas” (v. g., napolitana, de choclo, etc.). Estas fórmulas designan preparaciones que no son guisados caldosos, sino diferentes platos que se sirven en pequeñas cazuelas.

Ya entrado el siglo XXI, voy a considerar el contenido de dos libros de Pietro Sorba: Nueva cocina argentina (2012) y Recetas de bodegones (2015). En el primero, la cazuela no aparece ni como palabra, en las denominaciones de las recetas, ni como objeto, en la profusa cantidad de fotos que lo ilustran. (24) En el otro, sólo se encuentran la infaltable “Cazuela de mariscos” que la unidad temática de la obra exige, y otra con la denominación “Cazuela de mejillones gratinados”. (25) Adicionalmente hay imágenes de platos que suelen servirse en cazuelas de barro (por ejemplo, guiso de lentejas y chupín de pescado) sin que se lo exprese explícitamente. (26)


Veamos ahora dos grandes libros de Francis Mallmann: Siete fuegos (2010) y Tierra de fuegos (2012). En el primero, la palabra cazuela no da nombre a ninguna receta y el artefacto ni aparece en las bellas fotografías que lo ilustran. (27) En el segundo, aparece en la denominación de una receta (un postre de frutos rojos) por la importante razón de que se lo hornea en una cazuela. También aparecen cazuelas de barro como parte la vajilla de servicio en la profusa ilustración fotográfica. (28) Es llamativo porque, unos años después, el gran cocinero argentino realizó una serie televisiva por la señal El Gourmet. En ella cocinaba en las calles de París, haciendo alarde con la exhibición de ollas de barro que había adquirido en Cachi, provincia de Salta.


Algo parecido ocurre con un par de bellos libros de la señora Irigoyen. En Dolli Irigoyen en su cocina (2009), no hay referencias, ni verbales ni fotográficas, a la cazuela ni como modo de guisar, ni como cacharro de cocina ni como plato de servicio. (29) En Producto Argentino (1914), ocurre casi lo mismo, con la diferencia de que en las fotografías aparecen imágenes de ollas y platos de barro cocido e incluso de alguna que otra cazuela tradicional para el servicio. (30)

Sin la expectativa de encontrar algo diferente, hojeé Comer y pasarla bien (2010) de Narda Lepes. Sin embargo, encontré algo curioso en la receta de carbonada. Narda sostiene que hay que guisarla preferentemente en olla de barro. La foto que acompaña la receta muestra esa olla que parece más una cazuela (más ancha que alta) que específicamente a una olla. (31)

Recetarios de cocina regional y criolla. Con mayores expectativas recorro esto recetarios que, justo es decirlo, han sido publicados en los últimos treinta años.

Empecemos por La comida criolla (2008) de Margarita Elichondo. La obra tiene una edición anterior (1990), ignoro si son iguales. No hay ninguna receta cuya denominación esté asociada en modo directo a una cazuela como recipiente de cocción o como idea gastronómica. Sin embargo, hay dos recetas que merecen una mención: “Patitos en cazuela”, llamada así porque se sirven en cazuelas, y “Caldillo de congrio” que, según la autora, debe cocinarse en una cacerola grande de barro. (32)


Vuelvo, ahora, como quien vuelve al terruño, a un libro que siempre me resultó interesante a pesar de ciertas críticas que suelo hacerle y que ya expuse en otra parte. (33) Se trata de El libro de la cocina criolla (2009) de Martelli y Spinosa. (34) Como en el caso anterior tiene una primera edición de 1991. Ignoro cuales son las diferencias que posee esa edición que tengo en mis manos, en relación con la primera; pero juzgo que, para el objeto que persigo hoy, carece de importancia establecerlo.

En relación con las cazuelas, hay varias recetas. En el capítulo dedicado a la Patagonia, hay una “Cazuela de centolla y frutos de mar”. (35) En el que corresponde al Noroeste, hay tres recetas más. Una de ellas, es interesante por demás, la de “Cazuela de gallina” que sigue el canon argentino de la “Cazuela chilena”, incluido el huevo que se agrega sobre el final. (36)


En el bellísimo libro de Choly Berreteaga sobre La cocina de nuestra tierra (2005), encontramos dos recetas de interés. En la Región del Nordeste, “Dorado en cazuela” y, en la Región Patagónica, “Liebre patagónica con nueces y ciruelas”. Aunque estas recetas no se denominan “cazuelas” de modo sustantivo, ambas fórmulas se cocinan en un recipiente que lleva ese nombre. Adicionalmente, en algunas fotografías que completan el libro, se ve el servicio del plato en cazuelas de barro cocido (v. g., “Locro”, en la Región del Noroeste). (37)

En 2010, el supermercado Disco auspició la publicación Platos con Historia, 200 de cocina argentina, en adhesión a la celebración del bicentenario de la Revolución de Mayo. Su autora, Agustina Arias, seleccionó una serie de recetas para la ocasión, entre las que encontramos alguna que son de nuestro interés. En primer lugar, aparece una “Cazuela criolla” en capítulo de entradas. A su vez, en el capítulo de platos principales, aparece la receta de “Locro del Bicentenario”. La autora afirma que el “locro se sirve en cazuelas de barro”. Otro tanto ocurre con el servicio del “Guiso de lentejas”, en el mismo capítulo. (38)


Hacia el año 2010, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación publicó una serie de seis recetarios que abarcaron la amplia geografía de nuestro país. La particularidad de estas colecciones es que no contienen piezas de un autor único, sino que expresan la cocina popular concreta de cada provincia argentina a partir de recetas recopiladas por organismos públicos que, a su vez, fueron suministradas por los propios cocineros hogareños que las practican.

Es muy poco lo que nos dice en materia de cazuelas. En los volúmenes dedicados al Nordeste Argentino, a Cuyo y a la Buenos Aires (ciudad y provincia) no hay recetas de este estilo ni que utilicen el artefacto cazuela para la cocción o el servicio. (39)


A su vez, en el recetario dedicado al Noroeste Argentino, hay dos recetas de interés, a saber: “Estofado de pelones”, la cazuela de usa en el servicio, y “Cazuela de cabrito con pelones”. Corresponden a las provincias de Catamarca y Salta, respectivamente. Lo curioso es que ambas recetas coinciden en el uso de pelones, es decir, se trata de unos guisos muy cercanos, conceptualmente, a la carbonada. (40) En el recetario dedicado al centro del país, hay una “Cazuela de mondongo” que corresponde a la Provincia de Entre Ríos. (41) Finalmente, en el recetario correspondiente a la Patagonia, volvemos a encontrar dos recetas: “Cazuela de campo” (Provincia de Chubut) y “Cazuela de pavo” (Provincia de Neuquén). (42)

En ninguno de estos recetarios aparecen recetas en las que el elemento cárnico sea la gallina. Tampoco aparece el artefacto en aquellos platos que habitualmente pueden servirse en cazuelas (v. g., locro o guiso de lentejas). Pareciera que la cazuela ha entrado en decadencia en las casas particulares, si es que alguna vez existieron con alguna profusión fuera de los recetarios o de las cartas de los restaurantes.

Ir a Parte III, conclusiones

Notas y referencias:

(14) 1914, Figueredo, Francisco, El arte culinario, Barcelona, Antonio Chiqués y C. Editores, primera edición de 1988.

(15) 1957(c), Cocina tradicional argentina por Marta, Buenos Aires, Distal, nueva edición de La cocinera criolla, facsímil de una edición más moderna (no indica fecha), 2010 (1° edición en dos tomos de 1914 y 1915).

(16) 2023, Aiscurri, Mario, “Sobre la primera edición de La cocinera criolla de Marta”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2023/01/sobre-la-primera-edicion-de-la-cocinera.html el 3 de abril de 2023.

(17) No tengo la referencia específica de la publicación porque, al volumen que me prestó Manuel Corral Vide, le faltaban hojas sobre el comienzo y sobre el final, entre ellas, no di con la página de información legal ni con la que contiene el pie de imprenta. Sabemos de qué edición se trata porque el Prólogo está fechado en Santa Fe en el año de 1915. La receta de marras se expone en la página 18.

(18) 1957(c), Marta, Op. Cit., pp. 15-16.

(19) 1935, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, Segunda edición corregida y aumentada (1° edición de 1934), pp. 150-151.
1942, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, edición 11° (1° edición de 1934), pag. 166.
1958, Gandulfo, Petrona C. de,
El libro de doña Petrona, Buenos Aires, edición 52° (1° edición de 1934), pag. 226.
2011, Gandulfo, Petrona C. de,
El gran libro de doña Petrona, Buenos Aires, Distal, edición 102°, s/año de edición original (1° edición de 1934), pag. 324.

(20) 1940, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, Escuela Taller Divino Rostro, 1° edición de 1888, pag. 81.

(21) 1944, L. P. de P., El arte de la mesa. Recetario de doña Lola, Buenos Aires, Guillermo Kraft LTDA, pp. 49-50.

(22) 1974, Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de cocinar, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 6ª edición (impresión) de 2011, pp. 66-67. En realidad, corresponde a la 4° edición de 1974. La primera es de mediados de los años veinte del siglo pasado. No he podido saber cuándo se incluyó esta receta en el libro; sólo puedo afirmar que estaba allí en 1974.

(23) 2010, Berreteaga, Choly, Cocina fácil para la mujer moderna -edición aniversario 35°-, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1° edición 1976.

(24) 2012, Sorba, Pietro, Nueva cocina argentina, 31 cocineros, 224 recetas, Buenos Aires, Planeta.

(25) 2015, Sorba, Pietro, Recetas de bodegones, Buenos Aires, Planeta, pp. 125-126.

(26) Ídem, passim

(27) 2010, Mallmann, Francis, Siete fuegos, mi cocina argentina, Buenos Aires, V&R, 2010.

(28) 2012, Mallmann, Francis, Tierra de fuegos, mi cocina irreverente, Buenos Aires, V&R, pp. 252 253.

(29) 2009, Irigoyen, Dolli, En su cocina, Buenos Aires, Sony Music Entertainment Argentina.

(30) 2014, Irigoyen, Dolli, Producto argentino, Buenos Aires, Planeta.

(31) 2010, Lepes, Narda, Comer y pasarla bien, Buenos Aires, Planeta, pp. 106-107.

(32) 1990, Elichondo, Margarita, La cocina criolla. Memoria y recetas, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 2008, pp. 96-97, 246-247.

(33) Por ejemplo en la reseña crítica que publiqué hace ya algunos años. 2014, Aiscurri, Mario, “Martelli y Spinosa. El libro de la cocina criolla”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 12 de abril de 2023 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2014/08/martelli-y-spinosa-el-libro-de-la.html

(34) 2009, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, El libro de la cocina criolla, Buenos Aires, Edicol, primera edición de 1991.

(35) Ídem, pp. 49-50.

(36) Ídem, pp. 85-86, 89-90.

(37) 2005, Berreteaga, Choly, La cocina de nuestra tierra, Buenos Aires, Editorial Atlántida, pp. 10-11, 46-47 y 82-83.

(38) 2010, Arias, Agustina, Platos con historia (200 años de cocina argentina) Jumbo Retail Argentina S. A., pp. 20-21, 66-69, 73-75.

(39) 2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores con sapucay, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales.
2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social,
Sabores Cuyanos, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales.
2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación,
Sabores de Buenos Aires, de las sierras al puerto, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales.

(40) 2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Saberes y sabores norteños, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales, pp. 12, 46.

(41) 2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Desde el centro del país, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales, pag. 27.

(42) 2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores del sur, de la cordillera al mar, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales, pp. 15, 40.


sábado, 20 de mayo de 2023

Sobre la cazuela chilena (Parte I)

Todo comenzó cuando decidí ojear el recetario que la condesa de Pardo Bazán dedicó a la antigua cocina española, publicado en 1913 y concluyó con la relectura de las memorias de Lucio V. Mansilla (1904).

Las imágenes pertenecen al autor a su biblioteca,
salvo indicación en contrario.
Imagen referencia (a) 

En el medio hubo otras cosas… y después, también.

Pero, antes de relatar mis indagaciones y hallazgos, recordemos qué es una cazuela. El Diccionario de la lengua española nos dice que la palabra designa un recipiente de cocina que es redondo y más ancho que alto (puede ser de barro o de metal) y también a los guisados de carne y verduras que se hacen en ellas. (1) Esta relación entre el recipiente y la comida que en él se prepara no es única ni original. Les recuerdo dos casos obvios: el puchero y la paella.

I Recetas americanas en el recetario de cocina española antigua de Pardo Bazán (1913)

Los invito a ir entonces por el descubrimiento de la originalidad de la “Cazuela chilena”. En un principio he visto esta receta en varias colecciones argentinas, pero sólo me llamó la atención cuando, como referí arriba, la encontré en el libro de una famosa escritora gallega, la condesa Emilia Pardo Bazán. (2)


Cuando tuve en mi poder una versión digital de este libro, hice una ojeada rápida para ver la estructura, sin pasar revista con detenimiento sobre las recetas. Sin embargo, la “Cazuela chilena” aparece casi de inmediato, a simple vista, lleva el número 10 de las 583 fórmulas que cuenta la colección. La atribución de una identidad chilena en un recetario de cocina antigua española me llamó la atención, pero dejé pendiente el asunto por algunos meses. Cuando volví a la obra, traté de verificar, en el Prólogo, si había indicaciones a esa procedencia. Efectivamente, allí se lee:

“La cocina española propiamente dicha tiene su sello, lo demuestra, entre otras cosas, su extensión y evolución en América. En Cuba, en México y en Chile abundan los platos hoy nacionales. Que revelan a las claras lo hispánico de su origen y la aplicación de los elementos ibéricos a nuevo ambiente. Algunos he incluido en este tomo.” (3)

Luego de leer esta introducción, recorrí el recetario con mayor detenimiento y me encontré con denominaciones que tienen por atributo gentilicios iberoamericanos (a la mexicana, a la cubana y a la chilena o a la americana y a la criolla). Estas recetas ascienden a más del 5% del total de las que están expuestas en la obra. De modo que esta cazuela no es una excepción.

Si bien, en este libro, la erudición no está del todo ausente, su aporte es acotado. Se limita, como lo dice en el prólogo, a señalar las piezas con autoría reconocida. De modo que no podemos saber cómo obtuvo esas recetas “americanas”. ¿Acaso las recoge porque se practicaban en España ya con esas denominaciones o por que las recibió de corresponsales americanos o porque le fueron transmitidas por connacionales que viajaron a Nuestra América? Nada dice al respecto, pero el fragmento del Prólogo transcripto arriba, nos inclina a pensar en lo primero, es decir, que estas recetas ya habían adquirido identidad nacional española cuando doña Emilia decidió incluirlas en la colección.


En este punto, es pertinente una primera comparación con Cocina Ecléctica de Juan Manuela Gorriti. Este libro, publicado en Buenos Aires en 1890, contiene recetas que le fueron enviadas a la autora desde distintos lugares de Nuestra América, e incluso desde España. Gorriti que se lamenta de no haber aprendido a cocinar, se limitó a uniformar el estilo literario de unas fórmulas recibidas por correspondencia para ser incluidas en el proyecto. La escritora argentina no deja de señalar, sobre el final de cada pieza, el nombre de la autora (o del autor, en un único caso) y el lugar de procedencia de la misiva en la que le fue enviada.

Volviendo a Pardo Bazán, digo que, de todas formas, y sólo en términos genéricos, debemos dar fe de la doble condición americana y española de las recetas que incluye en su obra con esa especificación. Presumo que, en el proceso de nacionalización de cada fórmula y, tal vez, también en la escritura, deben haber sido incorporadas algunos detalles que adaptan las recetas a las posibilidades de su ejecución en España (v. g., aunque nada tiene que ver con Nuestra América, en la receta de “Merluza a la calabresa”, sostiene que debe preparase con aceite andaluz). (4)

II Gorriti y Pardo Bazán, sana competencia culinaria de dos grandes escritoras y el registro de la cazuela chilena

La historia que relaciona los libros remonta a fines de la década de los ochenta del siglo XIX. La autora salteña se entera a través de su amigo Santiago de Estrada que la condesa gallega está escribiendo un libro de cocina. Entonces decide apurar el paso para la publicación de Cocina ecléctica. No quería que el texto de Pardo Bazán llegara antes que el de ella a las páginas de crítica literaria de La Nación, provocándole un sentimiento de frustración personal. (5)

Efectivamente, Cocina ecléctica llega a la estampa en 1890, en tanto que La cocina antigua española verá la luz recién en 1913, diez años después del fallecimiento de Juana Manuela. En fin, veamos cómo se presenta la receta que nos ocupa en ambas obras.


Doña Emilia define esta preparación como una sopa que lleva cordero (cortado en pedazos pequeños y rehogados con cebolla) a los que se agrega agua hirviendo, papas y arroz y sazona con sal, hierbabuena y orégano. En el momento de servirse, se le agregan huevos batidos. (6)

La receta que publica Gorriti es harto más compleja en ingredientes, pero no en técnica de cocción. Lleva una gallina gorda cortada en presas que se introducen directamente en una olla con verduras (papas, nabos, zanahorias y chauchas) y sus menudos, arroz y caldo. Dice la autora que lleva un “buen” caldo, de modo que no nos revela los contenidos de la sazón. Finalmente, no se agregan huevos batidos en el momento del servicio.

Esta receta la envió la señora Amelia López de Soruco desde Santiago de Chile y lleva por título un lacónico “Cazuela”. Doña Amelia afirma “Desde aquí envío al libro de mi amiga, este plato de mi cocina nacional, anhelando para él un lugarcito en ese conjunto de cosas buenas”. (7) Como yo mismo había previsto, la atribución de localía trasandina desaparece de la denominación del plato debido a que no debió parecerle necesario agregar el gentilicio, por ser una receta de práctica habitual en Chile.

Frente a las apariencias de diferencias notables entre ambas recetas, me pregunté si era posible sostener que el plato de marras es una originalidad chilena o una fórmula que el orbe hispano reconoce como tal.

III Un comentario de Lucio V. Mansilla

En medio de esta cavilación, y mientras ordenara mi búsqueda por los recetarios, encontré un comentario más que sugerente en las memorias de Lucio V. Mansilla. La obra fue publicada en 1904, pero su referencia a las comidas de su infancia nos sitúa en 1840 aproximadamente. (8)


El autor de Una excursión a los indios ranqueles realiza una pormenorizada relación de las comidas de su infancia. En un párrafo dice:

Empanadas rara vez. Eran muy pesadas. Por otra parte, para tenerlas buenas había que ir al interior. No era comida del litoral, excepto Santa Fe. Las famosas eran las cordobesas, las sanjuaninas, las tucumanas, lo mismo que la rica cazuela, por la proximidad de Chile, era mendocina.” (9)

Parece indicarnos la existencia de un guisado específico de Chile al que denomina “cazuela” a secas, es decir, del mismo modo que lo hace la señora López de Soruco.

Lamentablemente Mansilla no nos dice nada acerca de cómo era ese plato. Pero sí nos está diciendo, si es que la memoria no lo ha traicionado, que los guisados denominados cazuelas y asociados a Chile, ya eran conocidos en Buenos Aires antes de que el siglo XIX promediara.

IV Hecho en Chile (José Eyzaguirre y Juan Pablo Mellado)

Algo más arriba, les hablaba de las grandes diferencias entre las recetas que publicaron Pardo Bazán y Gorriti. Pero me gustaría ensayar una visión contraria, y pensar en qué tiene esas recetas de parecido. Estamos frente a un guisado ligeramente caldoso o a una sopa espesa que lleva algún tipo de carne (cordero y gallina, en esas recetas), verduras y arroz… y, en un caso, yema de huevo batido en el momento del servicio.


Antes de sumergirme en los recetarios argentinos quiero leer a los autores chilenos para tratar de identificar la conciencia propia que hay poseído y poseen sobre esta preparación. Tomaré dos casos, muy poco para pensar en una muestra representativa; pero lo suficientemente significativos como para que nos permitan hacernos una idea que, sumando a la receta de Amelia López de Soruco (incluida en Cocina Ecléctica) y al comentario de Mansilla, nos permiten formular una afirmación razonable sobre el particular.

El primer caso es el de José Eyzaguirre, diplomático chileno que publicó El libro del buen comer en Buenos Aires en 1946. La obra es un tratado de cocina internacional, soportada sobre una clara matriz académica de inspiración francesa. Sin embargo, y tal vez por la misma razón, contiene un sinnúmero de recetas de orígenes diversos que están clasificadas por país en un índice de platos regionales. Obviamente, la sección dedicada a los platos chilenos es profusa. Allí han sido incluidas dos recetas que reclamaron mi interés, la de “Cazuela de ave” y la de “Cazuela de vaca o cordero”. (10)

Ambas recetas responden a la descripción simplificada que hice arriba (algún tipo de carne, verduras y arroz). Ambas recetas, según el tipo de carne utilizada, conservan cierto paralelismo con las versiones de Gorriti y Pardo Bazán respectivamente. Ambas son mucho más complejas que éstas, tanto desde el punto de vista de los ingredientes como de las técnicas y procedimientos.

Referencia de la imagen (b)

Con todo, hay una cuestión que me intriga. Si bien, ninguna de las dos recibe el atributo de “chilena” en su denominación en el índice, y las dos están incluidas en el listado de recetas de Chile, ¿por qué razón la primera lleva la aclaración de esa condición de “(chilena)”, así entre paréntesis en la exposición del texto, y la segunda no? ¿Es que una es más chilena que la otra? No puedo saberlo.

Casi setenta años después, en 2014, el cocinero chileno Juan Pablo Mellado publicó Hecho en Chile, una nueva mirada sobre la cocina chilena. El libro es tan interesante como muchas opiniones que le he escuchado al autor por otros medios. El texto que fue dado a la estampa en Santiago de Chile, expone una receta de “Cazuela de ave”. Con todo, lo que me parece más interesante es un comentario que la anticipa y pone claridad acerca de las denominaciones y la composición de este plato en la larga geografía de nuestro hermano país. Dice lo siguiente:

“Cazuelas hay muchas en Chile y, al igual que el pebre, cruzan el país y cambian dependiendo del lugar y estación del año. La mezcla de una proteína (carne de vacuno, pavo, chancho o ave) con papas, zapallo y un poco de arroz se mantiene como base fundamental, y a esto se le agregan porotos verdes y choclo si es verano, o chuchoca en el invierno. Espolvorear al final cilantro recién picado es uno de los rasgos más característicos, ya que es una hierba que en otros países no se usa o se utiliza solo con preparaciones crudas.” (11)

Según el autor, lo que hace chilena a esta preparación no es su condición de cazuela, es decir, de guisado caldoso que se elabora y prepara sobre un recipiente específico; sino la condición particular de combinar ciertos ingredientes y sazones que le son propios en su país (por ejemplo, la utilización del cilantro). El texto confirma la idea que ensayé acerca de que las rectas de Pardo Bazán y Gorriti no son tan diferentes, a la vez que parece sugerirnos que el atributo local en la denominación es más una exigencia de reconocimiento extranjero que propio.

¡Ah! Un detalle, las recetas de Eyzaguirre llevan el huevo batido en el momento del servicio, pero la de Mellado no.

V En los recetarios argentinos

Luego de todo lo andado, creo que llegó el momento de formular alguna precisión, para no irnos por las ramas, de cuál es ahora el objeto de estas reflexiones. Ya no indago acerca de la chilenidad de una receta de cazuela que podamos considerar canónica tal y como se cocina en Chile, para ello es más que suficiente el texto que transcribí de Mellado. Lo que busco es ver si podemos dar con un canon similar en las fórmulas que, en nuestro país, se han dado en llamar “Cazuela chilena”. En este contexto, veamos entonces qué encontramos en los recetarios publicados en La Argentina a lo largo de más de un siglo y medio. Allí veremos que tan chilena es nuestra receta.

Recetarios del siglo XIX. Ya desde estas obras vemos la bifurcación nominal entre cazuelas y cazuelas chilenas. Por ejemplo, en la ya mencionada Cocina ecléctica se encuentra la receta que hemos analizado arriba, y que los argentinos no dudaríamos en especificar como chilena, y otra fórmula titulada “Cazuela mejicana”. (ver Parte I, nota (7)).


También leemos, en la 11° edición de La perfecta cocinera argentina (1895), una receta de “Cazuela”. Se prepara con gallina, pero la autora no le atribuye un origen trasandino. Sin embargo, aunque no lleva arroz, bien podría, o casi, pasar por tal, como veremos en otros textos. (12)

La primera receta argentina denominada “Casuela chilena” que encontré está incluida en el recetario personal de María Varela de Beccar (años ochenta del siglo XIX). (13)

La fórmula se parece más a un puchero que a una cazuela. Por un lado, en las carnes, no sólo combina vaca y gallina, sino que agrega morcilla, tocino y chorizo. En los vegetales, agrega repollo y quita el arroz de entre los ingredientes. Por el otro, menciona tres veces la palabra puchero (una en una referencia a la receta de este cocido rioplatense y dos en relación con la denominación del recipiente en que se cocina).


Diría que estamos frente a una receta de puchero mixto que la autora denomina "Casuela chilena”… ¡Ah, eso sí, agrega yemas de huevo batido en la sopera en el momento del servicio!

Es evidente que no estamos frente a la receta que buscamos, pero es notable como una dama de la alta sociedad sanisidrenese preste atención a un plato que por cierto no parece dominar.

Nota: A esta altura de sus lecturas, estimado lector, Ud. puede seguir dos caminos. Completar el recorrido por los recetarios argentinos en la Parte II o bien saltar este recorrido y dejarlo para una consulta posterior, yendo directamente a las conclusiones expuestas en la Parte III. Agrego los enlaces correspondientes.

Ir a Parte II

Ir a parte III, conclusiones

Notas y referencias:

(1) Diccionario de la lengua española, leído en https://dle.rae.es/cazuela el 1° de abril de 2023.

(2) 1913, Pardo Bazán, Condesa de, La cocina antigua española, Madrid, Compañía Ibero-Americana de publicaciones S. A. Renacimiento.

(3) Ídem, pp. V-VI.

(4) Ídem, pag. 99.

(5) 2019, Aiscurri, Mario, “Intimidades de Cocina Ecléctica (1893)”, en El Recopilador de sabores entrañables, leída el 20 de marzo de 2023 en El recopilador de sabores entrañables: Intimidades de Cocina Ecléctica (1893).    
2020, Aiscurri, Mario, “Íntimas, Juana Manuela Gorriti y su Cocina Ecléctica”, en El Recopilador de sabores entrañables, leída el 20 de marzo de 2023 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2020/02/intimas-juana-manuela-gorriti-y-su.html.

(6) 1913, Pardo Bazán, Condesa de, Op. Cit., pp. 10-11.

(7) 1890, Gorriti, Juana Manuela, Cocina ecléctica, Buenos Aires, Félix Lajouane Editor (Librairie Générale), 1890.

(8) Los fragmentos referidos a las comidas de su infancia los tomé de 1904, Mansilla, Lucio V., Mis memorias, sin referencias específicas en 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, res, Hyspamérica, 1986.
Publiqué estos fragmentos en 2019, Aiscurri, Mario, “Lucio V. Mansilla: las comidas de la infancia en Buenos Aires de 1840”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 29 de marzo de 2023 en El recopilador de sabores entrañables: Lucio V. Mansilla: las comidas de la infancia en Buenos Aires de 1840

(9) 1904, Mansilla, Lucio V., Op. Cit., Tomo II, pp. 111-114.

(10) 1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos Aires, Editorial Saber Vivir, 1946, 2° edición, pag. 146.

(11) 2014, Mellado, Juan Pablo, Hecho en Chile, una nueva mirada sobre la cocina chilena, Santiago, Editorial Planeta Chilena S. A, pag. 44.

(12) 1895, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, duodécima edición reproducida en 2020, 1895, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina. Reedición histórica: el primer libro de cocina argentina publicado en 1888, Buenos Aires, Tusquets Editores, pag. 66.

(13) 2018, Fugardo, Marcela, Un recetario familiar rioplatense. Cuaderno de recetas de María Varela. Patrimonio inmaterial de San Isidro, Buenos Aires, Maizal ediciones (el cuaderno es un manuscrito escrito alrededor de 1880), pag. 124.

(a) Leído el 20 de mayo de 2023 en https://www.waldhuter.com.ar/Papel/9788490012031/La+Cocina+Espa%C3%B1ola+Antig%C3%BCa

(b) Leído el 20 de mayo de 2023 en https://www.cucinare.tv/2021/04/29/feminista-noble-y-cocinera-breve-perfil-de-emilia-pardo-bazan-la-condesa-que-fue-vanguardia-de-la-gastronomia-espanola/