sábado, 27 de enero de 2024

Dulce de membrillo

Estamos frente a un dulce bien conocido por los argentinos que tiene un importante arraigo en la Región Cuyana, en especial en la Provincia de San Juan… y un poco más al norte, también.

Se trata de uno de los dulces que, en sus versiones industriales, se nos hace muy popular, desde que hace muchos años, se vendía, y aún se sigue vendiendo, a granel en los almacenes y fiambrerías de barrio.

Las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca

No he indagado in extenso en el tema, el objeto de estas notas es dar cuenta, simplemente, de una receta cuyana que nos permita valorarlo; sin embargo, no he podido sustraerme a formular algunos apuntes que permitan establecer un contexto en el que se produce y consume este dulce. Para ello, recurriré casi enteramente a experiencias y percepciones personales.

En ese sentido, empezaré por recordar a don Manuel, el almacenero de la esquina de casa en el barrio de Mataderos de la Ciudad de Buenos Aires. Aún lo veo en mi memoria. Ante el pedido de los clientes, sacaba de la heladera mostrador una gran lata como de 30 cm de diámetro. Cortaba una porción y la pesaba sobre una hoja de papel de estraza a la que agregaba un separador para que ésta no se humedeciera. Finamente lo envolvía prolijamente y lo acomodaba junto al resto de los pedidos de su cliente ocasional.

Este dulce nunca estaba solo en la heladera, siempre había a su lado otra lata de similares proporciones que contenía dulce de batata, pariente cercano y competidor empedernido del membrillo.

I Sobre el postre Martín fierro y el postre del vigilante

¿Son realmente parientes cercanos? Desde el punto de vista de la receta, los ingredientes, las texturas y los sabores, no lo parecen. Pero desde el punto de vista de la funcionalidad, sí. Al punto de que forman parte, indistintamente, de diversas preparaciones, como los postres del epígrafe, la pasta frola y los pastelitos criollos. Sí, se los veía próximos e intercambiables, y, quizás por ello, las preferencias personales han logrado formar bandos irreconciliables, dividiendo aguas por uno o por otro.


Es que sus aromas y sabores parecen divergentes. El dulce de batata está dotado de una dulzura que, para algunos, llega a parecer un tanto empalagosa y para otros, casi irresistible. En tanto que el membrillo, tiene un sabor algo irritante para algunos, como una especie de registro de textura y aroma que lo emparentan con el morrón verde. Con todo, sus amantes destacan la complejidad de aromas, sabores y texturas de los que carece el dulce de batata.

El debate sobre cuál de ellos representa el componente esencial de la pasta frola, por ejemplo, es y será eterno en Buenos Aires, un caso similar a lo que ocurre en Madrid, donde la disputa radica en considerar si la tortilla de papas, debe llevar o no cebolla.

La cocina porteña tiene un postre de figón que viene acompañado de una bella leyenda, el postre del vigilante. Sencillo y contundente, lleva queso fresco y dulce de batata o membrillo. El relato legendario nos dice que era la comida que los dueños de las fondas porteñas ofrecían a los policías (vigilantes) cuando querían comer algo de garrón (sin pagar). Se justificaba el gesto en la idea de que esa combinación era muy barata.


En mis recuerdos personales, durante mucho tiempo, sólo era de fresco y batata (otro de los nombres que recibe el postre). Sin embargo, en algún momento de mi vida en el que decidí ampliar mi horizonte gustativo personal, apareció la combinación con el membrillo y con otros quesos. Para mí el postre se enriquecía y empobrecía a la vez, debido a que algunos de estos quesos eran demasiado adocenados. Pero, en fin, había que cubrir con algo la decadencia del amado quartirolo argentino en el gusto porteño. Me atrajo esa combinación que me pareció novedosa y que compensaba la degradación del queso con cierta sofisticación del dulce. 

Reitero, sólo se trataba de una experiencia personal, casi familiar. Luego aparecieron en mi vida, por ejemplo, los pastelitos de membrillo que llegaron a parecerme sublimes. De pronto, y mucho más recientemente, empecé a escuchar que al postre de queso y membrillo le llamaban martín fierro. Ignoro todo sobre esta denominación y desconozco que tenga una leyenda popular relacionada. Siempre me pareció que se recurría a ella para darle jerarquía y dignidad que lo rescataban de un lugar sin nombre y lo ponían a la altura de su hermano dulzón y fiestero, a pesar de la severa simplicidad diferenciadora de este último.

Todo esto sólo ocurría en mi cabeza y expresaba una reflexión sobre mi experiencia personal que llegó a extrapolarse en una visión histórica y social que ubicaba ambas variantes en una secuencia en la que tenía prelación del postre del vigilante… reitero que nunca indagué seriamente sobre la secuencia de ambos dulces; pero ahora me parece que mi leyenda personal bien puede ser contraria a la secuencia fáctica real.

Debo decir, claro está, que la combinación de queso y dulce ofrece un sinnúmero de variantes en muchos países del mundo. Sin ir más lejos, en el Noroeste Argentino, es frecuente encontrar diversas propuestas de quesillo de cabra (un queso fresco hilado argentino) y dulces (cuaresmillo, miel de caña, cayote, arropes, etc.). De modo que, en este contexto, la aparición del vigilante y el martín fierro no parecen brillar por su exclusividad.


Como punta para una indagación más seria, debo decir que encontré un texto muy interesante que quiero compartir con el amable lector. Lo tomé del Vida y costumbres del Plata (1887) de Emilio Daireaux y dice así:

“Todas las estaciones se asemejan y en todas ellas el tren se detiene una media hora sin que ofrezcan nada para estudiar. /…/ (se refiere a la etapa catamarqueña del recorrido que hizo en la línea ferroviaria del Norte Argentino, entre las ciudades de Córdoba y San Miguel de Tucumán).

”Tal es el espectáculo que cubre el manto de la noche (se refiere a un paisaje que alterna la selva con el salar) á la hora en que nos pusimos á la mesa para comer.

”La estación en que nos detuvimos para esa comida, sin que justifique de ningún modo su título de Recreo (Provincia de Catamarca), se diferencia algo de las otras, porque es el centro de un movimiento más importante; diligencias y ganado mular pasan por allí como el resto del gran tráfico de las carretas de otro tiempo que partían de Córdoba y atravesaban toda esa llanura para dirigirse á los confines de la República y á Bolivia. ¡Larga historia la de esas carretas! El pensamiento, al cruzar esos páramos, se remonta á su pesar al viejo tiempo en que ese viaje, tan sencillo en el presente, estaba lleno de peligros. Al observar la indiferencia de los actuales moradores del país por todo lo que se relaciona con los viajes, llega uno á creerse que descansan de las fatigas que tanto sufrieron y á la par prefirieron sus antepasados. Los conquistadores del siglo XVI, trazaron aquí caminos con los cascos de sus caballos, no habiendo otros puntos de parada que las poblaciones actuales alejadas, entre sí, cien leguas y á veces doscientas. Después de aquellos, los primeros colonos ejecutaban, para satisfacer las necesidades de su comercio, viajes á través de esa pampa, sin inquietarse de su inmensidad.

”La mesa en donde comimos, al evocar estos recuerdos, nos pareció suntuosa. Y lo era á poca costa. Algunas lámparas de petróleo la alumbraban y, en conjunto, se diferenciaba poco del buffet ó fonda de una modesta estación de Francia, siendo los platos escasos y terminando siempre con el mismo postre: queso y pasta de membrillo.

”Concluida esa frugal comida, se duerme en el vagón, acostados medianamente, pero muy molestos, por el polvo que continúa entrando hasta cubrir el cuerpo durmiente.” (1)

Quedará para otra ocasión la indagación pertinente. Con todo, el texto de Daireaux parece una punta interesante.

II Una receta de Cuyo

Lo cierto es que aún se ven esas grandes latas de dulce de membrillo en algunas fiambrerías que siguen vendiéndolo a granel. Pero también se ofrecen en envases más pequeños (y no sólo de hojalata) en supermercados y dietéticas (nombre actual de las herboristerías en la Ciudad de Buenos Aires).

Estos formatos más pequeños y los nuevos locales de venta han permitido diversificar la oferta. Podemos encontrar los productos de la industria masiva junto a otros de establecimientos más pequeñas e, incluso, de elaboración artesanal. Entre estos últimos es frecuente ver dulces de origen cuyano, en especial, sanjuaninos.


No debemos descuidar el contexto en que el dulce se elabora en los hogares, sea para consumo propio o para comercialización artesanal. Así es como vemos circular recetas para su elaboración en casa. Haydée, por ejemplo, hace dulce de membrillo con una receta que nos pasó nuestra amiga Mercedes que es puntana.

La receta que publico a continuación se debe a la pluma de Hebe Almeida de Gargiulo (Sabores de la memoria, 2005). (2) La autora confiesa haber aprendido la receta de su tía Rosa en San Juan. (3)

Dulce de membrillo

Fuente (fecha)

Hebe Almeida (2023) (4)

Ingredientes

Membrillos.

Azúcar 1kg por cada kg de carne de membrillo

Agua.

Preparación

1.- Lavar bien los membrillos.

2.- Poner a hervir abundante cantidad de agua en una olla.

3.- Cuando el agua rompe hervor, agregar los membrillos.

4.-Cocinar por unos minutos, hasta que, presionando sobre la cáscara se note que el dedo se hunde.

5.- Retirar con la espumadera y colocarlos en un recipiente con agua fría.

6.- Una vez fríos, pelarlos con cuidado.

7.- Luego rallar uno por uno.

8.- Una vez obtenida la carne, pesarla y agregar la misma cantidad de azúcar.

9.- Mezclar bien, preferentemente con las manos.

10.- Dejar reposar hasta el día siguiente.

11.- Calentar la paila de cobre y, por pequeñas porciones, darle punto; revolviendo con cuchara de madera hasta que comience a desprenderse de las paredes y el fondo de la paila.

12.- Al terminar la cocción, llenar los moldes con la pasta obtenida, tratando de no dejar burbujas de aire.

13.- Ya en los moldes, debe dejar orear el dulce por varios días.

14.- Conservar en los moldes, si no son de aluminio. Si son de este material, desmoldarlos sobre papel manteca para guardarlos.

Ajuste personal

No hay.

Comentarios

De la autora:

1.- Paso 4.-: “Se debe tener cuidado en esta etapa, porque si se cocinan de más, puede alterarse el color del dulce.”

2.- Completa la indicación del paso 10.-, diciendo: “/…/ se deja reposar, por lo menos hasta el día siguiente. Si se va a demorar más tiempo en darle punto debe guardarse la pasta, bien tapada, en la heladera.”

3.- La autora recomienda evitar la sobre cocción (pasos 11.- y 12.-) porque oscurece el producto y no dejar de revolver constantemente porque el dulce puede quemarse y pegarse a la paila.

Míos:

1.- En los pasos 6.- y 7.-, propone reservar las cáscaras y las semillas. Supongo que es para hacer jalea de membrillo, pero, como no indica el procedimiento, no puedo afirmarlo con certeza.

2.- En casa no tenemos paila de cobre. Haydée lo hace en una olla de acero (paso 11.-).

3.- En el paso 14.-, la autora no indica cómo deben guardarse (por ejemplo, si se requiere refrigeración). En cuanto al tiempo de guarda, parece sugerirnos que puede aguantar un año por lo menos.

Notas y bibliografía:

(1) 1888, Daireaux, Emilio, Vida y Costumbres en el Plata, Buenos Aires, Feliz Lajouane, tomo II, pp. 425-426. Ya publicado en 1969 en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 4 de octubre de 2023 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2019/03/postre-del-vigilante-en-catamarca-1887.html.

(2) 2005, Almeida de Gargiulo, Hebe Sabores de la memoria, San Juan, Comisión de la Educación Alimentaria Nutricional.

(3) 2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores Cuyanos, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales.

(4) Ídem, pag. 344.


sábado, 13 de enero de 2024

Sopaipillas cuyanas

Sopaipillas es el nombre que se le da en Cuyo a la tortas fritas. Estas galletas sencillas que se basan en una masa de harina y materia grasa son comunes a lo largo y a lo ancho de nuestro trajinado país (LM, dixit). Les recuerdo que no sólo en Cuyo reciben un nombre específico. En el Nordeste Argentino son conocidas como chipa cuerito. (1)

Las imágenes pertenecen al autor o a su biblioteca,
salvo indicación en contrario

Se trata de una especialidad y de un nombre que no se limita al territorio argentino. En Chile, por ejemplo, hay sopaipillas, pero suelen ser bastante diferentes.

I Receta chilena

Ya sabemos que no podemos dejarnos guiar por el nombre cuando identificamos una idea gastronómica, que el apelativo puede referir a dos cosas distintas y que un plato puede recibir varios nombres. Sin embargo, aunque las sopaipillas chilenas son bastante diferentes de las cuyanas y, por ende, debemos considerar que representan otro plato, voy a hacer algunas consideraciones sobre ellas.

Si bien las sopaipillas / tortas fritas tienen una amplia difusión en el orbe hispano; la comparación de la receta cuyana con la del área central de la República de Chile es pertinente por la proximidad geográfica e histórica entre ambas regiones geográficas.

Dedicaré, entonces, algunos párrafos para señalar semejanzas y diferencias entre las recetas que llevan ese nombre.


La masa cuyana lleva harina, grasa y agua. Se suele agregar una pisca de sal aunque se vayan a comer dulce. La masa se estira muy fina, se corta en medallones o rombos y se fríen en aceite o grasa bien caliente (la receta de Choly Berreteaga que publico casi en el final del artículo, dará al lector más precisiones sobre la fórmula canónica).

En Chile, la masa puede tener diversos contenidos adicionales. El más frecuente es agregado de zapallo, pero también pueden llevar papas, huevo o queso. Incluso, en el Archipiélago de Chiloé, en sur de ese país, suelen ser simplemente tortas fritas a la manera argentina. (2)

Referencia de la imagen en (a)

No tengo cómo evaluar y exponer, en el contexto histórico de la cocina chilena, una receta canónica de las sopaipillas trasandinas. Pero me tomaré el atrevimiento de asegurar que la fórmula de Juan Pablo Mellado (2014) se acerca mucho a ello.

Su receta lleva igual cantidad de zapallo que de harina, sal y grasa de cerdo. Se asa el zapallo, se lo pisa aún tibio y se le agrega la grasa y se toma la masa agregando la harina. Se la estira y se forman “pancitos” redondos con un cortante. Se les practica un pequeño agujero en el medio y se fríen en abundante aceite caliente.

Se pueden servir calientes y saladas con un poco de pebre (una salsa similar a la criolla argentina, pero con cilantro en la sazón). También se pueden comer dulce con una salsa de chancaca (un pan de azúcar que está en la base de la elaboración del mascabado). (3)


Por otra parte, quiero agregar que la receta que publicó en 1947 José Eyzaguirre es similar, es decir con zapallo, harina y grasa; pero sólo admite una versión endulzada con azúcar o chancaca. (4) Les recuerdo que este autor era chileno y publicó su libro en Buenos Aires y que, a diferencia de Mellado, no dedicó su obra a la cocina chilena, sino a una cocina académica de corte francés.

II Recetarios argentinos

Las búsquedas ligeras por la Web no son enteramente confiables, pero es evidente el origen español de esta fritura; confirmando que Cuyo es probablemente la región argentina en donde la cocina barroca española ha dejado sentir su mayor presencia. Platos como el tomaticán, la chanfaina, el arrope de uva, estas tortas fritas así lo atestiguan…

A todas luces es un plato de la pobreza, la precariedad de los ingredientes así lo atestigua que, a pesar de ciertos refinamientos, no puede ocultar su cuna. ¿Será por eso que este plato de tardes domingueras de lluvia que estaba presente en mi vida familiar de la infancia no tenga un lugar adecuado en los recetarios argentinos?


Descartando las colecciones regionales de las que hablaré abajo, sólo encontré dos recetas en más de veinte obras… y aún en los recetarios regionales, no siempre está presente.

Encontré una en La última edición de La Perfecta Cocinera Argentina de Teófila Benavento (1940). Resulta interesante constatar que, en la edición de 1895, no está. (5) La otra la hallé en Siete Fuegos de Francis Mallmann (2010). (6)

III Cocina regional argentina – la receta elegida

En los recetarios de cocina regional tampoco hay demasiadas recetas; pero se las encuentra con alguna frecuencia mayor.

Encontré dos asociadas a Cuyo y a la denominación sopaipillas. Una en el fallido recetario de la González y Videla (1888) y la otra en la compilación de recetas regionales argentinas publicada Por la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica (2014).


Las dos adolecen de severos problemas. Las damas mendocinas apellidadas González y Videla publicaron una serie de recetas cuyanas tradicionales, prometiendo que eran de 1850; pero pronto se avanza en ella, se encuentra fuertes inconsistencias temporales. (7) La receta que publican posee las características de las tortas fritas argentinas, pero, por lo dicho no puedo considerar su inclusión en estas notas. (8)

El caso de Gastronomía regional argentina es más curioso aún, desconcertante, diría. En la receta “sopaipillas con pasta de olivas y tomates secos”. El texto dice que se trata de “brusquetas de pan casero” y agrega que “Para realizar las sopaipillas se utiliza la masa de pan, se da forma circular y se fríen en abundante grasa”. (9)

Con la denominación tortas fritas he encontrado, sendas recetas en las colecciones publicadas hacia 2010 por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación Correspondientes a la Provincia de Buenos Aires (10) y a la Región Patagónica. (11)


Margarita Elichondo tiene una receta incluida en el ámbito del Nordeste Argentino (2008). (12) A su vez, Agustina Árias una receta a la que no le asigna identidad regional específica (las denomina “tortas fritas autóctonas”). (13)

La única receta que puedo considerar válida es la de Choly Berreteaga. Si bien la autora no se propuso un rescate etnográfico sistemático, doy por supuesto que las recetas que publicó sobre la cocina criolla argentina poseen el atributo de la autenticidad. Ella mismo nos dice cómo se dejó permear por las cocinas populares de nuestro país. Me permito darle la palabra:

“Rescatar del olvido nuestras raíces. Ese fue el principal objetivo que me propuse desde el momento en que decidí escribir La cocina de nuestra tierra. Hay quienes aseguran que en la Argentina no existe una auténtica cocina criolla. No estoy de acuerdo. En estos 40 años, dedicada a aprender y enseñar los secretos encerrados entre ollas y sartenes, he podido recorrer en profundidad nuestro país. En estos viajes conocí secretos, recetas antiquísimas y tradiciones que las familias transmiten como verdaderos tesoros de una generación a otra.” (14)

De modo que expongo la receta que doña Choly publicó en el capítulo de la cocina de la Región Cuyana.

Tortas fritas de Cuyo

Fuente (fecha)

Choly Berreteaga (2023) (15)

Ingredientes

Para 3 docenas:

Harina 400 gr.

Polvo de hornear 1 cucharada.

Sal 1 cucharadita.

Azúcar 2 cucharadas.

Grasa vacuna 2 cucharadas colmadas.

Agua ¾ de taza.

Huevos 1.

Grasa vacuna para la fritura.

Preparación

1.- Cernir la harina y el polvo de hornear.

2.- Mezclarlos con la sal y el azúcar.

3.- Formar un hueco y colocar una cucharada y media de grasa a temperatura ambiente, el agua y el huevo.

4.- Tomar los ingredientes centrales y luego la harina.

5.- Amasar muy bien.

6.- Dejar descansar la masa tapada por unos minutos.

7.- Estirarla.

8.- Pincelarla con el resto de la grasa y espolvorear harina por encima.

9.- Doblarla por la mitad y dejarla descansar unos minutos.

10.- Estirar hasta obtener un espesor de 5 ó 6 mm.

11.- Cortar medallones de 7 a 8 cm de diámetro.

12.- Pinchar el centro de las tortitas.

13.- Freír en grasa caliente. Cuando están doradas sacarlas, escurrirlas y espolvorearlas con azúcar.

14.- Servir calientes

Ajuste personal

Nunca reproduje esta receta, pero sí hice torta frita hace muchos años, recordando una receta familiar. No las hice con grasa, sino con manteca y no agregué azúcar a la masa (algunas las comí como pan).

Comentarios

1.- No deja de llamarme la atención que no use el sistema métrico decimal para medir los ingredientes.

2.- No dice el grosor en que debe quedar la masa en el primer estirado.

Sobre el final de la receta, doña Choly dice:

“Las tortas fritas son un postre típico de campo, por eso suele decirse que los días lluviosos son ideales para prepararlas, porque al no poder trabajar la tierra se dedicaban a cocinarlas.”

Esta asociación con los días de lluvia está presente en casi todas las referencias a la receta, incluso en la de sopaipillas de Juan Pablo Mellado. (ver nota (3))

Notas y bibliografía:

(1) 2018, Aiscurri, Mario, “Chipa cuerito”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 26 de setiembre de 2023 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2018/07/chipa-cuerito.html

(2) S/D, “Receta de sopaipillas sin zapallo sureñas”, en Comidas chilenas (Gastronomía típica de Chile), leído en https://comidaschilenas.com/receta-de-sopaipillas-sin-zapallo-surenas/ el 27 de setiembre de 2023.

(3) 2014, Mellado, Juan Pablo, Hecho en Chile, una nueva mirada sobre la cocina chilena, Santiago, Editorial Planeta Chilena S. A., pag. 23.

(4) 1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos Aires, Editorial Saber Vivir, 1946, 2° edición, pag. 449.

(5) 1940, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, Escuela Taller Divino Rostro, 1° edición de 1888, pag. 377.

(6) 2010, Mallmann, Francis, Siete fuegos, mi cocina argentina, Buenos Aires, V&R, pag. 247

(7) 2022, Aiscurri, Mario, “Recetario mendocino de las González Videla (1988) – Reseña”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/08/el-recetario-mendocino-de-las-gonzalez.html el 27 de setiembre de 2023

(8) 1988, González Videla de Segura, M.A. y González Videla de Cavanagh, F. C., Sabores de la antigua Cocina Cuyana. Recetario de las González y Videla, Mendoza, INCA Editorial, pag. 54.

(9) 2014, AAVV, Gastronomía regional argentina, Buenos Aires, FEHGRA, pp. 98-99

(10) 2010 (c), Ministerio de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Sabores de Buenos Aires, de las sierras al puerto, María Liliana Gamarra coordinadora, Proyecto Recetarios Regionales, pag. 38.

(11) 2010 (c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores del sur, de la cordillera al mar, Gamarra, María Liliana, Proyecto Recetarios Regionales, pp. 49-50

(12) 2008, Elichondo, Margarita, La cocina criolla. Memoria y recetas, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1° edición 1990, pp. 149-150.

(13) 2010, Arias, Agustina, Platos con historia (200 años de cocina argentina) Jumbo Retail Argentina S. A., pp. 159-161.

(14) 2005, Berreteaga, Choly, La cocina de nuestra tierra, Buenos Aires, Editorial Atlántida, pag. 4.

(15) Ídem, pag. 41.

(a) Leído el 12 de enero de 2024 en https://www.facebook.com/RazaFolklorica/photos/a.734232413295548/808267825892006/?type=3