Conocí
a Silvia a partir de las redes sociales. El trato distante, casi abstracto, que
nos permite ese medio de comunicación no me impidió ver los valores que sostiene
frente a los fenómenos concretos con que se expresa la cocina popular
argentina, en especial, aquélla que se desarrolla en la Quebrada de Humahuaca,
su terruño. En el proceso de conocerla mejor, me impresionó sobremanera una
historia con la que acompaña una receta de tamales que pudo obtener en el
mercado de Tilcara. La he publicado en El
Recopilador de sabores. (1)
Las imágenes pertenecen a Silvia Castillo
Esa lectura
fue un punto de inflexión en nuestra relación. El vínculo con ella se fue
humanizando, desde entonces, a través de intercambios epistolares, comunicaciones
por diversos medios y encuentros personales. Es así como decidimos iniciar un
camino de búsquedas compartidas, en el que yo aporto ideas y operaciones de técnicas
historiográficas y ella, experiencia y sabiduría en la materia.
Mi
amiga nació en San Salvador de Jujuy y vivió allí y en Tilcara (pasando por
Salta y Tucumán) hasta los 17 años. Estudió en la ciudad de Salta y, luego, se
vino a vivir a Buenos Aires, donde reside. Sin embargo, jamás perdió el
contacto con su tierra, su pueblo y su casa solariega.
Aprendió
a cocinar en Tilcara, en su casa y en las de los vecinos. Las recetas que
aprendió en su infancia y adolescencia pertenecían a la cocina española (sus
abuelos paternos eran andaluces) y a algunas especialidades de la cocina árabe
(sus abuelos maternos eran sirios). La cocina originaria, como ella misma la
denomina, era despreciada y discriminada. Recuerda que, en muchos ambientes
sociales de Jujuy, persistía una mirada colonialista y racista que privaba de
su justo lugar a la cultura originaria, a sus cultos, saberes y comidas.
En su
caso familiar, la cocina española, con influencia francesa e italiana, e incluso
la comida siria, eran consideradas como un signo de identidad y pertenencia
asociada a un concepto de ascenso social en materia económica e intelectual que
se expresaba en el gran esfuerzo de estos sectores sociales para que los
jóvenes estudiaran y adoptaran los códigos culturales de las clases dominantes
para aspirar a la pertenencia e inclusión en los mismos.
La cultura originaria era rechazada y se encontraba oprimida. Las personas de servicio en su casa eran originarias o criollas.
Silvia
tuvo un contraste en su vida porque, luego de Tilcara, vivió varios años en la
ciudad de Salta. Allí pudo percibir otro tipo de gusto por las recetas
criollas. Allí las familias tradicionales se enorgullecían de la cocina propia,
enraizada en la tradición originaria y en el aporte hispano criollo. Su abuela
paterna, andaluza, tuvo en Salta una fonda cerca de la estación de trenes
(Calle 12 de Octubre). Ahí, Silvia aprendió algo de esa cocina.
Hoy
sigue cocinando en Buenos Aires y en Tilcara, y continúa aprendiendo con fervor
las recetas de la cocina originaria de su ciudad natal. Sus maestros son sus
vecinos: las mujeres y hombres del pueblo (las mamitas, las comadres y los
compadres) y los cocineros y cocineras populares. El lector lo puede comprobar
en el texto que cité arriba con la receta de los tamales de doña Tomasa
Corimayo. Percibe el valor patrimonial que esas recetas tienen y vive con temor
a que se pierdan.
Comparto
la idea, y en una charla que tuvimos entorno de un té amable, (2) expuse que la
causa principal de ese peligro reside en el desinterés con que los porteños
percibimos esa cocina. Desinterés debido a que enfocamos nuestras energías sobre
las novedades gastronómicas que vienen del exterior. Siempre preferimos recibir
lo ajeno antes que rescatar lo argentino, lo propio. Afirmé que, por ejemplo,
eso nos pasa con la cocina peruana que nos parece compleja y maravillosa, sin advertir
que la nuestra lo es en medida semejante y que, incluso, compartimos un
capítulo en el conjunto de tradiciones culinarias que conforman la cocina de
ambos países… Pero, en fin, la cocina peruana viene de afuera, la jujeña, no.
Silvia
comparte la idea, pero considera que hay una situación más grave y compleja, hay
una cierta reticencia por parte de algunas cocineras y cocineros locales (especialmente
con los mayores y más expertos) para divulgar sus conocimientos o secretos de
cocina. Este reparo podría estar asociado a una acción defensiva ante la
constante expoliación de la que fueron objeto los pobladores nativos desde la época
de la conquista española, al menosprecio a los productos y platos de origen
autóctono, o a las prácticas de servidumbre y sometimiento de la que fueron
objeto.
Cuando
le mandé el texto del borrador de este artículo para que considerara qué
modificaciones había que introducir, agregó “Aquí debo expresar mi
agradecimiento a mis principales enseñantes tilcareños: Remedios Cabana,
Eduardo Escobar, Lobo Lozano, Tomasa Corimayo y toda la familia de Eugenio y
Teófila Martínez, compadre y comadre de mis padres, del barrio de Pueblo Nuevo.”
(3)
Esa
mañana de nuestro encuentro en la casa de tés, sometí a su consideración mi
receta personal de locro. Hizo su crítica y compuse unos artículos (Parte I y
Parte II) en los que revisé mi receta porteña a la luz del locro quebradeño que
Silvia prepara en su casa.
Además,
pudimos hacer luz sobre técnicas y recetas humahuaqueñas. Así vimos el
procedimiento que permite nixtamalizar el maíz para obtener el mote pelado y la
pasta con la que se hacen los tamales; los modos y moliendas de cereales en la
Quebrada de Humahuaca; las técnicas de conservación de carnes (charqui, cecina
y chalona) y las recetas de tamales, humitas y tjtinchas.
Notas y referencias:
(1)
2020, Castillo Silvia, “Recetas de tamales al estilo de la Quebrada”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 30 de diciembre de 2020 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2020/11/receta-de-tamates-de-dona-tomasa-al.html.
Los integrantes
de Buena Morfa Social Club (grupo cerrado de Facebook) pueden consultar la
publicación original en el siguiente enlace: https://web.facebook.com/groups/buenamorfa/permalink/1795917177094800/.
(2)
2020, Castillo, Silvia, entrevista grabada el 23 de enero y mensaje de voz del
24 de enero.
(3) 2020,
Silvia Castillo a Mario Aiscurri, correo-e del 14 de febrero.
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