José Luis Busaniche fue
un notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de
la Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos
Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos
franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe
en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción
del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas
argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado. (1) Este libro ha servido de inspiración para
la sección “Rescoldos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos
de la colección, reproduciendo las prolijas referencias de Busaniche.
Pablo Mantegazza (Monza, 1831 – Florencia,
1910). Escritor, médico, higienista y antropólogo italiano. Realizó varios
viajes por La Argentina entre 1858 y 1863, firmando un tratado de colonización
con el gobierno de la provincia de Salta. En 1867, publicó el libro Rio de la Plata e Tenerife. En 1916, la
Universidad Nacional de Tucumán editó algunos capítulos de esa obra, traducidos
por Juan Heller, en un volumen cuyo título fue Viajes por el Río de la Plata y el interior de la Confederación
Argentina.
El autor describe las postas y la diligencia
en el recorrido entre ambas ciudades argentinas. Aconseja al futuro viajante
acerca de qué es necesario llevar. Destaca algunos alimentos inhallables en la
campaña y otros que es bueno tener encima como el mate que los postillones
sabrán cebar muy bien. También recomienda llevar, entre otras cosas, una cama
portátil. Estos alimentos y estos enseres serán necesarios en función de la
pobre comida (puchero y asado) y escaso alojamiento (insuficiente cantidad de
catres) que las postas ofrecen.
Qué es necesario llevar en un
viaje de Rosario a Córdoba
“Si acaso os asusta la idea de atravesar a caballo el trecho de
pampa que separa a Rosario de Córdoba, tomad
un asiento en la mensajería /…/. Pero antes de encerraros en esa gran
caponera que se mece sobre lo alto de cuatro altísimas ruedas, recordad que os
conviene llevar también un lecho, porque la hospitalidad de las casas de posta
no ofrece, a los numerosos viajeros, más que dos o tres catres, o sea una especie de marco que, sobre cuatro patas
raquíticas y desiguales, sostiene el colchón a medio metro sobre el suelo. Sin
embargo, esos pobres catres, tal como son, serán disputados por vuestros
compañeros de viaje que, más ágiles que vos, saltarán apresuradamente de la
carroza para conquistarlos, dejándoos en libertad para que tendáis vuestro
lecho a los pies del suyo o bajo el pórtico de la casa de posta. Habéis
entonces comprado un lecho y puesto en un canasto vino, café y azúcar; agregad
también un poco de pan, porque podría suceder que este alimento de primera
necesidad para vosotros, pero de lujo para el gaucho, os faltese cuando cansado y hambriento lleguéis por la
tarde al malhadado hospicio que se llama casa
de posta. Si no vais muy cómodos, os consuele la rapidez con que los seis
caballos montados por otros tantos gauchos harán volar la diligencia por sobre
las tiernas hierbas de la pampa. /…/.
”/…/.
”El acontecimiento más importante de la jornada es el arribo a la última
posta, en que las dos urgentísimas necesidades del alimento y del sueño,
vuelven sabrosa la pobre cena y la pobrísima cueva que os esperan. Puchero y asado, y éstos a veces de
carne seca, y algunos años también son de cabra viejísima, como los que comí en
una posta de Santiago, donde encontré aquella carne tan dura que debí tragarla
en muchos bocaditos, a manera de píldoras, sin sentir su sabor y confiándome a
la buena voluntad del ventrículo para que se dignase a digerirla a falta de
otra menos dura.
”Si los insectos americanos han respetado vuestro sueño, muy de
mañana y a menudo también muy de noche, os despertará el capataz o rey de los postillones, invitándoos a proseguir el
camino, tocando en una trompeta acribillada de golpes y cribada de grietas, y
con un estentóreo: ¡Arriba, arriba,
señores! Sabéis por la experiencia de ayer lo que hoy os espera y lo que os
sucederá mañana, pero si entre los libros de vuestro baúl habéis dado cortés
hospitalidad al mío, quiero agradeceros con algunos consejos prácticos que os
daré de buena gana como fruto de mi experiencia, habiendo atravesado América
cuatro veces, del oeste al este, y del este al oeste.
”Llevad una hamaca y agregad dos gruesos clavos con dos argollas.
De este modo vuestro lecho aéreo os defenderá de los insectos terrestres. En
cuanto a los aéreos y especialmente las terribles vinchucas, que chupan tanta sangre y que adquieren el tamaño de una
avellana, huid de las casas, buscad albergue bajo las plantas y recomendaos por
el resto a la Providencia.
”Cargad también buena provisión de bizcocho americano, de vino y
otros alimentos, escogiendo especialmente el mate, porque el postillón que
elegiréis para vuestro servicio lo preparará excelentemente y podréis ser
cortés con vuestros compañeros de desventuras invitándoles a sorber con vuestra
cañita la infusión paraguaya.” (2)
Notas y Bibliografía:
(1) 1959, Busaniche,
José Luis, Estampas del pasado, lecturas
de historia argentina, Tomo II, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
(2) Busaniche, José
Luis, Op. Cit., Tomo II pp. 288-291.
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