sábado, 28 de mayo de 2022

La vida de los gauderios en el Tucumán (1773)

Concolorcorvo era el pseudónimo que utilizó Alonso Carrió de Lavandera, cuyo apellido también se escribía “Carrió de la Vandera”, para la publicación de su libro Lazarillo de ciegos caminantes de Buenos Aires a Lima. (1) don Alonso recorrió el camino entre ambas ciudades en 1773, inspeccionando el sistema de postas por encargo de la Corona española. La obra se propone ofrecer información sobre el tránsito y el aprovisionamiento de agua, víveres y avíos en ese recorrido para quienes se aventuraran en el futuro a realizar andaduras por él. Adicionalmente agrega notas de color y reflexiones sobre el poblamiento de las provincias que ha recorrido.


En realidad, el texto tiene un doble juego de pseudónimos porque está escrito como si el autor fuera el amanuense de Lavandera, el mestizo Calixto Bustamente Carlos.

Dedica varios capítulos a su recorrido del camino real que une las cinco ciudades que entonces componían la Provincia del Tucumán, a saber: Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel del Tucumán, San Felipe el Real / Salta y Jujuy.

Los fragmento que aquí se transcriben fueron tomados del apartado “Descripción lacónica de la Provincia del Tucumán, por el camino de postas” del capítulo VIII “Jujuy”. (2)

Esta obra fue publicada 70 años antes de Facundo, civilización i barbarie, pero ya ensaya algunos de los argumentos que usará Sarmiento, cargando su percepción con cierta subjetividad ideológica. Lavandera se encuentra con una gran extensión de tierras feraces habitadas por una escasa población, en su mayoría gauderios (gauchos) indolentes que apenas si criaban algunos animales (pollos y gallinas) y se la pasaban cantando coplas con una guitarra mal encordada. Sin embargo, Concolorcorvo no nos explica, por ejemplo, de dónde sacaban sandías y cómo era que aquellas personas tan primitivas pudieran elaborar quesillo (un queso hilado típico de la región). Describe la tenencia de la tierra en propiedades concentradas que sus dueños no podían siquiera administrar. Establece la posibilidad de fundar 200 pueblos nuevos con esas gentes como una idea general que no desarrolla. Finalmente propone poblar la región a partir de un régimen de colonos a quienes se podría asignar tierra o instalar en el seno de las grandes propiedades en condiciones en que pudieran trabajar como ganaderos y agricultores, superando la vida de mera subsistencia que observa.

Ya he publicado un texto en que el autor describe a los “gauderios” de la actual República Oriental. Si bien, sus prejuicios le impiden subrayar diferencias con los del Tucumán, el lector avisado podrá encontrarlas con facilidad. Picar aquí.

Gauderios en Tucumán a fines del siglo XVIII

“Desde la Esquina de la Guardia hasta el Río de la Quiaca tiene de largo, por el camino de postas, situadas según la proporción del territorio, 380 leguas itinerarias, reguladas con dictamen de los mejores prácticos: las 314, camino de carretas del tamaño que dejo delineadas, tierra fecunda; y las 66 restantes, camino de caballerías, corriente y de trotar largo, país estéril. Hasta Salta o Jujuy es temperamento muy benigno, aunque se aplica más a cálido, con algo de húmedo. Con algunas precauciones, como llevo dicho, se puede caminar con regalo, porque hay abundancia de gallinas, huevos y pollos, de buen gusto y baratos. /…/.

”/…/.

”Acaso en todo el mundo no habrá igual territorio unido más al propósito para producir con abundancia todo cuanto se sembrase. /…/. Allí tienen sus bacanales, dándose cuenta unos gauderios a otros, como a sus campestres cortejos, que al son de la mal encordada y destemplada guitarrilla cantan y se echan unos a otros sus coplas, que más parecen pullas. Si lo permitiera la honestidad, copiara algunas muy extravagantes sobre amores, todas de su propio numen, y después de calentarse con la aloja y recalentarse con la post-aloja, aunque este postre no es común entre la gente moza.


”/…/. Cierta tarde que el visitador (el propio Lavandera) quiso pasearse a caballo, nos guió un baquiano a uno de estos montes espesos, adonde estaba una numerosa cuadrilla de gauderios de ambos sexos y nos advirtió que riyéramos con ellos sin tomar partido, por las resultas de algunos bolazos. El visitador, como más baquiano, se acercó el primero a la asamblea, y pidió licencia para descansar un rato a la sombra de aquellos coposos árboles, juntamente con sus compañeros, que venían fatigados del sol. A todos nos recibieron con agrado y con el mate de aloja en la mano. Bebió el visitador de aquella zupia y todos hicimos lo propio, bajo de su buena fe y crédito. /…/. Otras (mozas), hasta completar como doce, se entretenían en exprimir la aloja y proveer los mates y rebanar sandías. Dos o tres hombres se aplicaron a calentar en las brasas unos trozos de carne entre fresca y seca, con algunos caracúes, y finalmente otros procuraban aderezar sus guitarrillas, empalmando las rozadas cuerdas. Un viejo que parecía de sesenta años y gozaba de vida 104, estaba recostado al pie de una coposa haya, desde donde daba sus órdenes, y pareciéndole que ya era tiempo de la merienda, se sentó y dijo a las mujeres que para cuándo esperaban darla a sus huéspedes; y las mozas respondieron que estaban esperando de sus casas algunos quesillos y miel para postres. El viejo dijo que le parecía muy bien.

”/…/.

”Esta gente, que compone la mayor parte del Tucumán, fuera la más feliz del mundo si sus costumbres se arreglaran a los preceptos evangélicos, porque el país es delicioso por su temperamento, y así la tierra produce cuantos frutos la siembran, a costa de poco trabajo. Es tan abundante de madera para fabricar viviendas cómodas, que pudieran alojarse en ellas los dos mayores reinos de Europa, con tierras útiles para su subsistencia. Solamente les falta piedra para fuertes edificios, mares y puertos para sus comercios, en distancias proporcionadas, para costear la conducción de sus efectos; pero la falta mayor es la de colonos, porque una provincia tan dilatas y fértil apenas tiene cien mil habitantes, según el cómputo de los que más se extienden. Las dos mayores poblaciones son Córdoba y Salta. Las tres del camino itinerario, que son Santiago del Estero, San Miguel del Tucumán y Jujuy, apenas componen un pueblo igual al de Córdoba y Salta, y todas cinco poblaciones, con el nombre de ciudades, no pudieran componer igual número de vecinos a la de Buenos Aires. Cien mil habitantes en tierras fértiles componen veinte mil vecinos de a cinco personas, de que se podrían formar 200 pueblos numerosos de a cien vecinos, con 500 almas cada uno, y en pocos años se podían formar multitud de pueblos cercanos a los caudalosos ríos que hay desde el Carcarañar hasta Jujuy.

”/…/.

”(Promueve la intervención de la corona para lograr la colonización, otorgando los elementos de trabajo rural) /…/, señalándoles tierras para la labranza y pastos de ganados, bajo unos límites estrechos y proporcionados a su familia, para que la trabajasen bien y no como actualmente sucede, que un solo hacendado tiene doce leguas de circunferencia, no pudiendo trabajar con su familia dos, lo que resulta, como lo he visto prácticamente, que alojándose en los términos de su hacienda, una o dos familias cortas se acomodan en unos estrechos ranchos que fabrican de la mañana a la noche, y una corta ramada para defenderse de los rigores del sol, y preguntándoles que por qué no hacían casas más cómodas y desahogadas, respecto de tener abundantes maderas, respondieron que porque no los echasen del sitio o hiciesen pagar un crecido arrendamiento cada año, de cuatro o seis pesos, para esta gente inasequible, pues aunque venden algunos pollos, huevos y corderos a algún pasajero, no les alcanza su valor para proveerse de aquel vestuario que no fabrican sus mujeres, y para zapatos y alguna yerba del Paraguay, que beben en agua hirviendo, sin azúcar, por gran regalo.

”No conoce esta miserable gente, en tierra tan abundante, más regalo que la yerba del Paraguay, y tabaco, azúcar y aguardiente, y así piden estas especies de limosna, como para socorrer enfermos, no rehusando dar por ellas sus gallinas, pollos y terneras, mejor que por la plata sellada. Para comer no tienen hora fija, y cada individuo de estos rústicos campestres, no siendo casado, se asa su carne, que es principio, medio y postre. A las orillas del río Cuarto hay hombre que, no teniendo con qué comprar unas polainas y calzones, mata todos los días una vaca o novillo para mantener de siete a ocho personas, principalmente si es tiempo de lluvias. Voy a explicar cómo se consume esta res. Salen dos o tres mozos al campo a rodear su ganado, y a la vuelta traen una vaca o novillo de los más gordos, que encierran en el corral y matan a cuchillo, después de liado de pies y manos, y medio muerto le desuellan mal, y sin hacer caso más que a los cuatro cuartos, y tal vez del pellejo y la lengua, cuelgan cada uno de los cuarto en ángulos del corral, que regularmente se compone de cuatro troncos fuertes de aquel inmortal guarango. De ellos corta cada individuo el trozo necesario para desayunarse, y queda el resto colgado y expuesto a la lluvia, caranchos y multitud de moscones. A las cuatro de la tarde ya aquella buena familia encuentra aquella carne roída y con algunos gusanos, y les es preciso descarnarla bien para aprovecharse de la que está cerca de los huesos, que con ellos arriman a sus grandes fuegos y aprovechan los caracúes, y al siguiente día se ejecuta la misma tragedia, que se representa de enero a enero. Toda esta grandeza, que acaso asombrará a toda la Europa, se reduce a ocho reales de gasto de valor intrínseco, respecto de la abundancia y situación del país.


”/…/ estos colonos, por desidiosos, no gozan de un fruto que a poco trabajo podía producir su país, /…/. Éstos así están contentos, pero son inútiles al estado, porque no se aumentan por medio de los casamientos ni tienen otro pie fijo y determinado para formar poblaciones capaces de resistir cualquier invasión de indios bárbaros.

”A éstos jamás se conquistarán con campañas anuales, porque un ejército volante de dos o tres mil hombres no hará más que retirar a los indios de un corto espacio del Chaco, y si dejan algunos destacamentos, que precisamente serán cortos, los exponen a ser víctimas de la multitud de indios, que se opondrán a lo menos de 50 contra uno. Para reducción de éstos no hay otro arbitrio que el de que se multipliquen nuestras poblaciones por medio de los casamientos, sujetando a los vagantes en territorios estrechos y sólo capaces de mantenerlos con abundancia, con los correspondientes ganados, obligando a los hacendados de dilatado territorio a que admitan colonos perpetuos hasta cierto número, con una corta pensión los diez primeros años, y que en lo sucesivo paguen alguna cosa más, con proporción a los intereses que reportaren la calidad de las tierras y más o menos industria, aún creo sería más acertado, como sucede en algunas provincias de Europa, el que estos colonos pagasen sus censos en las especies que cogiesen de la misma tierra, como trigo, maíz y cebada, los labradores; los pastores y criadores de ganado, en vacas o novillos, carneros, gallinas, etc.; para que unos y otros procurasen aumentar estas especies y alimentarse mejor, y sacar de sus sobrantes para pagar el vestido.”

Notas y Bibliografía: 

(1) 1775, Carrió de Lavandera, Alonso (Concolorcorvo), El lazarillo de ciegos caminantes, Caracas, biblioteca Ayacucho, edición de 1984.

(2) Ídem, pp 89-97.


sábado, 14 de mayo de 2022

El ritual

Por Horacio Zabatel (1)

… El último día de cada año, el Viejo, como en un ritual eterno, preparaba pollo a la parrilla; y el primer día de cada año, lechón; decía que el pollo cuando come escarba para atrás, mientras que el cerdo lo hace hociqueando hacia adelante; simbología pagana que heredé, y que ostenta dejar atrás lo malo, para seguir adelante por lo bueno que vendrá…

Las imágenes pertenecen a Horacio Zabatel

… Lo traje el día anterior, 10 kilos tenía el pobre cristo, lo limpié y coloqué en una batea que entra justo en la parte inferior de la heladera, sacando los cajones de verduras; lo cubrí con una salmuera al 10 por ciento que preparé en caliente y dejé enfriar; para la marinada utilicé dos estrellas de anís, tres clavos de olor, unas cortezas de canela, un puñado de semillas de mostaza, otro de semillas de cilantro y granos de pimienta negra; además cinco dientes de ajo aplastados, cuatro hojas de laurel y dos bayas de enebro que machaqué en mortero, para aportarle un aroma y sabor a madera, que contribuyera con el ahumado de la leña; lo saqué al mediodía, lo sequé y lo até a la cruz para que alcance la temperatura ambiente… usé leña fina de espinillo y gruesa de quebracho rojo, lo que había; despacito, casi cinco horas del lado del hueso, hora y media del lado del cuero; hidratando cada tanto con el líquido del macerado…


… Siempre busco darle una vueltita de rosca, a veces deshuesado al ladrillo, o relleno y enrollado como porqueta al horno; otras a la parrilla con un fuego o con dos; ésta vez a lo criollo, ahumadito en el Ñancul, (3) el asador móvil de “El Kincho de Papá”, que me ayudó a rajar de dos traicioneros chaparrones fuertes…


… Pero siempre, el primero de enero de cada año, se come lechón… porque siempre, hay que hociquear para adelante…!!!

Notas y referencias:

(1) El autor edita sus textos bajo la denominación “El Kincho de Papá” en los grupos privados de Facebook Cocineros Argentinos y Buena Morfa Social Club  .
2020, 2 de enero, Zabatel, Horacio, “El ritual”, en Cocineros Argentinos, grupo privado de Facebook, leído el 19 de mayo de 2021 en https://www.facebook.com/groups/583823478392404/permalink/2622598557848209  

(2) Los ingredientes de la marinada fueron incorporados en un poco de agua.

(3) Horacio incluye a su familia y a sus elementos de cocina en los relatos de sus recetas. Los lugares y los artefactos son personalizados:

“La Flaca” es su mujer y el “Zabandija”, el hijo de ambos.

“El Kincho de Papá”, el lugar mítico en el que cocina.

“El Ñancul”, un asador montado sobre un dispositivo de ruedas para poder trasladarlo.


Empanadas de matambre

Por Horacio Zabatel (1)

… Puse dos kilos de matambre de ternera en la Oster; (2) con agua, ajó, laurel, salvia, curry, orégano, tomillo, pimienta negra molida y sal, la programé para cocción larga a todo vapor, cerré la escotilla, 14 minutos de precalentamiento y 40 de cocción a presión; seguí el procedimiento de seguridad para evacuar los vapores, destapé y deje enfriar en el caldo…

Las imágenes pertenecen a Horacio Zabatel

… Coloque el matambre en la tabla y retiré todo la grasa solida excedente, luego corté la carne primero en tiras y más tarde en el otro sentido quedando cubitos pequeños, reservé…


… Mientras tanto en disco al fuego, derretí unos trozos de grasa, dejé los chicharrones más pequeños, salteé dos kilos de cebollas y medio de blancos de verdeo, todo picado, hasta transparentar; levanté fondo con una copa de moscatel; prepare una salsa con dos morrones, media cabeza de ajo, dos cucharadas de ají molido y media de comino molido, procesé y se lo agregué a las cebollas junto con dos cucharadas de pimentón dulce ahumado; terminé de cocinar, incorpore la carne y dos tazas de caldo de matambre; ajusté con pimienta negra molida y sal; rehogué 10 minutos, retiré del fuego, sumé verdes de verdeo picados, revolví y dejé enfriar…


… Usé tapas de empanadas compradas “Los provincianos”, parecen caseras, la Flaca las quiso pintar con huevo batido, hubiera preferido que no, pero donde manda capitán no manda marinero…


… Cociné en lata aceitada, sobre el piso del horno por 3 minutos y unos 7 minutos en la parte superior, con el horno precalentado a 300 grados, las empanadas cocidas a horno deben estar lo menos posible en él, masa cocida y relleno caliente, pero no hirviendo, así se pueden comer recién saliditas…


… Hoy en “El Kincho de Papá”… “Empanadas de Matambre”… mirá que lindo animal print, cuerito de “Yaguareté”, que le dibujó el hornito…!!!

Notas y referencias:

(1) El autor edita sus textos bajo la denominación “El Kincho de Papá” en los grupos privados de Facebook Cocineros Argentinos y Buena Morfa Social Club  .
2017, agosto, Zabatel, Horacio, “Empanadas de Marambre”, en Cocineros Argentinos, grupo privado de Facebook, leído el 19 de mayo de 2021 en https://www.facebook.com/groups/583823478392404/permalink/3413655412075849

(2) Horacio incluye a su familia y a sus elementos de cocina en los relatos de sus recetas. Los lugares y los artefactos son personalizados:

“La Flaca” es su mujer y el “Zabandija”, el hijo de ambos.

“El Kincho de Papá”, el lugar mítico en el que cocina.

La Oster, la olla eléctrica.

sábado, 7 de mayo de 2022

Contemplación del tamal

Por Silvia Castillo (1)

Contemplación del tamal

Las tamaleras de la Quebrada de Humahuaca llevan sus canastas llenas de mundos redondos.


Van abrigados como críos con sus pañales limpios, bañados, tibios, arropados y hamacados. Calladitos y felices.

Tilcara.

Llegamos al mercado y nos asomamos respetuosos.


Reverenciamos, saludamos el día y la suerte, la salud y la hora, las manos y el mediodía.

-Doñita Corimayo! Véndame dos que uno es muy poco para billete al cielo.

La joven se sonríe con su risa de maíz capia fresco y jugoso, bella entre las bellas.

-Me hi quedau sin, se han ido todos… la canasta liviana.

Un mozo de sombrero negro y brazos de fierro se traga el lamento y dice en chicotazo: –No importa, si no hay de las Corimayo voy a las Lamas que son mejores. Y se va haciendo un molinete con las piernas y un burloneo en la boca.


Hay risas. Se sabe cuáles son los órdenes, las prelaciones y los privilegios.

Yo he visitado las dos cunas y de a par he llevado como de a par se reverencia, se ofrenda y se vive.

Y me he puesto a contemplar, más después, a desatar y a saborear.


He sujetado en mi mano izquierda el complejo tejido de nudos de la base, he desprendido el fácil y fluido nudo superior con la derecha, he abierto las chalas y he comido con cucharita o a mordiscos golosos esa joya sorprendente y total como un globo terráqueo diminuto, digerible, apresable, propio y comunitario.

A gozar el momento y a llevar atesorados los envoltorios y los guatos como restos preciosos de la joya liberada y transformada.


En el mundo de la ciudad los conservo, cascaritas desoladas, y las miro sorprendida y las mido, ausente yo y ellas en lo triste de su vacío, para entender lo inasible y recuperar lo que se pierde y no lloro y anoto:

Medidas de un tamal de la Quebrada de Humahuaca

Antes de armar los tamales las chalas secas se humedecen con agua tibia para hacerlas maleables y no quebrarlas (evitar por eso el agua hirviente que las quiebra por el contraste térmico).

Ya estarán armadas las bolitas de los tamales (son en general de 5 cm de diámetro) de 1cm de “pared” de pasta cubriendo el relleno de charqui.


Se arman guatos (del quechua watu = cuerda) separando con la uña tiras de la chala de 1cm de la parte ancha de la hoja de chala, rasgando como una tela. Se unen de a dos con un nudo simple superponiendo de a dos por la parte más fina de modo de obtener tiras más largas. Los guatos largos (24 cm) los usan algunas cocineras para anudar más cerrada y laboriosamente la parte inferior del tamal, con cruces del guato, nudo, contracruce y moño o doble nudo final, lo que da el indicio de que esa parte más firme, sólida e impermeable, deberá ser la parte “inferior” o cuenco del tamal, mientras el nudo superior hecho con una o dos tiras con medios moños o nudos simples, indica la parte superior del tamal, que se desatará para formar la boca del cuenco que ofrecerá la delicia para ser comida.

Para envolver la esfera del tamal se va eligiendo las mejores chalas hasta formar una sabanita (será la que envuelva el tamal) superponiendo apenas las hojas que fueran necesarias (2 o hasta 3) para que el ancho mayor de la misma sea de 20 cm.


Se coloca la bolita en el centro y se envuelve con esas chalas como si fuera un caramelo, ajustado, quedando el centro de 7 a 8 cm de “meridianos” a calcular desde los nudos superior e inferior.

Con tijeras se corta el exceso de chala para que no quede terminado en tiras como lazos sino en cortes rectos y limpios, dejando un vuelo o pollerita en el nudo superior de 3 y ½ cm.

El nudo inferior complejo y doble se va perdiendo y últimamente se ven tamales con anudados superiores iguales a los inferiores, por una cuestión de simplificación del trabajo y –creo yo- pérdida del sentido de comer comunitariamente y de parado o sin mesa el tamal, lo que explica el laborioso nudo de base para sustentar la mano y protegerla del calor o del derrame.


Es un placer ver a las expertas tamaleras atando con gran rapidez los tamales y poniéndolos a hervir en las humeantes ollas con agua hirviendo salada.

Es un placer contemplar la materia y el espíritu del tamal, su solidez de sustento, su esencia de columna estructural de la cultura nuestra, la ceremonia que lo rodea, su sabor, sus tactos, sus perfumes, su materialidad, su alma, sus haceres, sus vivires, su estar en el pueblo, en la memoria y en la gozosa necesidad diaria que nos hace tan hermanos y tan semejantes: comer y beber, para poder seguir amándonos, un poquito mejor cada día.

Dedicado a Alberto Montaña que me aguanta y a Mario Aiscurri, que me impulsa a escribir.

Notas y referencias:

(1) 2021, enero, publicado en Buena Morfa Social Club, grupo privado de Facebook, leído el 2 de abril de 2021 en https://www.facebook.com/groups/buenamorfa/permalink/4034140516605777

Fotos: Alfredo Ureta (Doña Josefina) y Eduardo Julio Arancibia (Tamales y Humitas)

Fotos de chalas vacías y tamales: Silvia Castillo

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