El puchero
es otro caso en que, no intenté recuperar un plato de la infancia
tal cual me pareció que era, sino que recurrí a propuestas
originales de otros lares (en este caso el cocido madrileño). Sin
embargo, el recuerdo de mis hermanos me permitió recuperar el
contenido del plato que se servía profusamente en la mesa familiar.
Comí cocido de gallina al estilo madrileño en casa de
José Luis Fernández Erro. El plato me atrajo a pesar de llevar el
hábito desde hace muchos años de comer puchero en los restaurantes
cercanos a la Avenida de Mayo (El Globo de Hipólito Yrigoyen y Salta
y El Hispano de Rivadavia y Salta) que, obviamente se parecen mucho
más al que hacía la vieja que a la receta que transcribo.
El nombre genérico de este plato es cocido. Se lo
conoce en Buenos Aires desde la época del virreinato, donde se lo
llamaba puchero porque ese era el nombre del caldero en donde era
preparado. También se lo denominaba olla podrida. Con relación a
esta denominación, el tripazai (palabra euskera que significa
gastrónomo o gourmet) cibernético que usa el pseudónimo Apicius
sostiene que “El
nombre de podrida no le viene de ser un guiso putrefacto sino de la
palabra "Poderida" poderosa, suculenta etc.”.(1)
Hay otras interpretaciones que aproximan el término al sentido
contrario, el de la putrefacción del preparado. Sobre esto opino que
no me interesa tanto el sentido real como la belleza de la
denominación “olla poderida” y que probablemente se usara el
nombre con esa sutil ambigüedad con que se ha expresado el pueblo en
el idioma castellano (siempre me pregunté por el sentido de la ronda
que reza “aserrín, aserrán / los maderos de San Juan. / Piden
pan, / no le dan. / Piden queso, / le dan hueso / y le cortan el
pescuezo”. ¿Quién le corta el pescuezo a quién?).
Con respecto al origen del plato, Apicius sostiene que
“La aparición de las ollas anda alrededor del siglo XV como una
modificación de la Adafina, que era un plato judío que se cocinaba
para el Sabbath, esta Adafina estaba compuesta de garbanzos, pasta en
fideos, carne de ternera y aves preferentemente de pollo. Se servían
con huevos duros.”
Mi primera experiencia con la receta de cocido madrileño
que incluyo aquí fue consecuencia de una deseo de mis hermanos de
recuperar el puchero de la vieja. El resultado fue bastante
auspicioso. Esta vez fue puchero de rabo y falda, no de gallina. Me
vi obligado a modificar la receta que llevé, agregando batatas y
zapallo para hacerlo más al gusto argentino puesto en evidencia en
los reclamos de mis hermanos. Alejandro, por ejemplo, me recordó que
no alcanzaba con eso, que al puchero que hicimos le faltaba choclo.
No le agradó, por otra parte, que tuviera tantos garbanzos.
Curioso, el puchero que hacía mi vieja efectivamente
llevaba zapallo siempre y choclos cuando la estación lo permitía.
Creo ahora que fue por eso que, cuando me vino el deseo de frecuentar
restaurantes con especialidades regionales del noroeste argentino
allá por los primeros años setenta, prefería el locro a la
carbonada porque ésta no me parecía nada novedoso... ¿Qué
diferencia tenía la carbonada con el puchero de mi vieja, además de
los duraznos?
Mi inclinación por la versión del cocido madrileño,
antes que por el recuerdo del puchero que hacía mi vieja se debe a
que me gusta así, sin el dulzor de las batatas, el zapallo y el
choclo. En el recuerdo, casi del mismo modo que me disgustaban las
pasas de uva en las empanadas y el pastel de papas, no me agradaba el
protagonismo del zapallo en el puchero. Con la carbonada criolla que
preparo, y cuya receta también está incorporada en esta colección,
el dulzor del zapallo y los choclos es compensado por el agregado de
comino en los condimentos, pero esto no formaba parte del puchero
materno y ese contraste sólo se conseguía en las raras excepciones
en que mi madre permitía que usáramos mostaza para aderezar nuestro
plato ya servido. Disfruto al contemplar la equidistancia entre ambas
recetas y el puchero de la vieja, como si se tratara de un triángulo
equilátero que conmueve desde su equilibrio racional.
Cocido madrileño
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Ingredientes
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Ingredientes
para 4 personas:
¼ de gallina
4 huesos de tuétano de unos
4 patatas medianas
2 zanahorias
1 cebolla
1 nabo
1 diente de ajo
aceite de oliva para rehogar
sal.
Para el
Relleno:
2 huevos
2 dientes de ajo
2 cucharadas de perejil picado
aceite de oliva
sal
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Preparación
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Preparación del cocido:
1.- Remojar los garbanzos la noche
anterior en agua templada con un poco de sal. A la mañana siguiente sacarlos
y escurrirlos.
2.- Colocar en una cazuela grande
de base ancha las carnes, el tocino, los huesos lavados y el jamón, y cubrir
con unos
3.- Poner la cazuela al fuego y,
cuando rompa a hervir, aflorará la espuma a la superficie. Quitarla con la
espumadera y agregar los garbanzos.
4.- Al segundo hervor añadir la
zanahoria, la cebolla y el nabo.
5.-Cocer a fuego lento por espacio
de tres horas o más, hasta que los garbanzos estén tiernos.
6.- Veinte minutos antes del
final, incorporar las patatas peladas y cortadas por la mitad. Probar y
rectificar de sal.
7.- Simultáneamente, en otro
puchero, cocer el repollo picado durante media hora. Escurrir y rehogarlo con
el ajo.
8.- Cocer el chorizo y la morcilla en un recipiente aparte para
que no tiñan el caldo.
Relleno:
9.- Batir los huevos y amasarlos
con el pan rallado, los ajos muy picaditos, el perejil y algo de sal.
10.- Formar con dos cucharas una
especie de croquetas aplastadas y freírlas en abundante aceite, muy caliente.
No es necesario enharinarlas ni pasarlas por huevo, puesto que la masa
aguanta sin romperse.
11.- Cuando se vaya a servir el cocido, introducirlas en el
caldo y dar un hervor.
Presentación:
El cocido madrileño se dice que es
de tres vuelcos.
12.- Primero se sirve la sopa con
fideos (para ello hay que cocerlos en el caldo durante 5 minutos).
13.- Después se presentan los
garbanzos en una fuente con las verduras: el repollo rehogado, la zanahoria y
el nabo en rodajas (de unos
14.-El
tercer vuelco está formado por las carnes troceadas, las chacinas, el tocino
y los huesos de caña. El tuétano untado sobre unas tostadas está delicioso.
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Carbonada criolla en zapallo
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Fuente (fecha)
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María Eugenia Suárez Bellini (maestra de cocina del
restaurante del Club del Progreso), en suplemento “Ollas y Sartenes” del
diario Clarín (mayo 2010). http://www.clarin.com/suplementos/ollas/2010/05/12/o-02194251.htm
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Ingredientes
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Zapallo. 1 de 5 kilos
Manteca. Para untar
Azúcar morena. 1 cucharada
Sal y pimienta.
Choclos. 3
Cebollas. 2
Morrones rojos. 2
Tomates perita maduros. 2
Carnaza de ternera.
Aceite. 2 cucharadas
Vino blanco. 1 vaso
Caldo. Opcional
Duraznos. 4
Comino. 1 cuharadita
Ají molido. 1 cucharadita
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Preparación
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1.- Cortarle al zapallo una tapa superior.
2.- Sacar las semillas y hacerle unos cortes a la
pulpa. Untarla con manteca, azúcar y sal.
3.- Ponerle la tapa y hornear a fuego moderado 90
minutos.
4.- Dividir los choclos en rodajas pequeñas y
cocinarlos en agua hirviendo con sal, 10 minutos.
5.- Picar las cebollas y los morrones.
6.- Pelar los tomates y despepitarlos.
7.- Cortar la carne en cubos y dorarla en una
cacerola con el aceite.
8.- Sumarle la cebolla, el morrón y el tomate, y
cocinar 5 minutos, mezclando bien.
9.- Rociar con el vino y salpimentar. Cocinar 30
minutos. Si fuese necesario, agregar caldo.
10.- Cortar los duraznos en gajos e incorporarlos a
la cacerola con el choclo, el comino y el ají molido. Dejar que la
preparación espese.
11.- Retirar el zapallo del horno y rellenarlo con
la preparación de carne.
12.- Volverlo al horno 15 minutos más.
13.- Ubicar el zapallo en una fuente. Al servir con
cucharón, incorporar una porción de zapallo asado.
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Ajuste personal
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Puede hacerse sin duraznos (los reemplazo con
orejones de damascos turcos). También puede llevar duraznos y orejones (de damasco
o durazno). En esta preparación, la calidad del zapallo es decisiva.
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Notas
y bibliografía:
(1)
2008, Apicius, Recetas
con historia e historia de la gastronomía,
http://historiasdelagastronomia.blogspot.com/2008/01/de-la-olla-podrida-al-cocido-vitoriano.html,
leído el 20 de junio de 2011.
excelente toda la explicación!. te aporto un dato mas, comí en un bodegón en Lima, Perù, una versiòn limeña del puchero al que llamaban simplemente "Sancochado", que si bien tenìa mas o menos los mismos ingredientes era exquisita por la enorme calidad y variedad de papas y maíces que tienen por esos lados. la única diferencia era que se servían la carne y las verduras en plato hondo y cubiertas del caldo de cocción como si se tratara de una sopa. recomendable.
ResponderEliminarPablo
Gracias, Pablo, por tu comentario.
ResponderEliminarComo la cocina argentina está inserta en las tradiciones de la luso-hispano-americanidad, tu aporte es una perla valiosa en las recopilaciones que este blog se propone exponer.