Con algún apresuramiento de mi
parte, di por buena la idea de que todas las recetas de la colección publicada
por las señoras González y Videla en Mendoza en 1988 eran originales de la
segunda mitad del siglo XIX. (1) publiqué una reseña crítica, y autocrítica, en
que señalaba serias inconsistencias temporales en algunas piezas de la
colección que pertenecían al siglo XX o habían sido intervenidas en el mismo. (2)
El resultado de este último
análisis fue corregir algunos textos que tenía escritos, y que aún no había
publicado, y reducir las futuras consultas al texto hasta que una revisión
crítica permita separar la paja del trigo, estableciendo con razonable certeza
cuáles son las recetas que verdaderamente pertenecen al siglo XIX.
Toca ahora
realizar una revisión de los artículos publicados antes de que compusiera la
reseña de marras y que, por ende, arriban a conclusiones infundadas.
Cuyo y su cocina. Parte I: la otracenicienta. Con este artículo comencé las publicaciones sobre la cocina
cuyana. En él no hice ninguna referencia al recetario de marras. (3) El detalle
es que contienen los enlaces a los artículos que voy a revisar a continuación.
Ñandú – suri – choique – avestruz americana. Parte I: Chaya de ñandú.
Hay una receta de “Chaya de avestruz o guanaco” en el libro de estas señoras.
Desde luego que, en el artículo que publiqué, le adjudiqué una antigüedad de
ciento cincuenta años que debo revisar.
En mis notas expuse:
“La primera de las recetas la tomé del recetario
dedicado a los sabores tradicionales de Cuyo de las
González y Videla. La obra fue publicada en 1988 y si bien las autoras no dan
precisiones sobre las fuentes utilizadas; todo parece indicar que tomaron
recetas manuscritas de la familia y que éstas son verdaderamente antiguas,
presumiblemente del último tercio del siglo XIX. A los efectos de estas notas,
las considero, provisoriamente, como propias de esa época.” (4)
Esta receta lleva estampado un
asterisco que refiere a “Teresa González de Videla”. No interesa demasiado, a
los efectos de estas notas, si esta señora es o no la abuela de las autoras. Lo
que sí interesa es entender que, a partir de esta referencia, podemos
establecer que no nos encontramos frente a la transcripción de un repositorio
homogéneo que las autoras sugieren que pertenecía a su bisabuela.
El asterisco es compartido con
otras recetas como la de “Picana de avestruz asada” y “Carne a la masa”. Ésta
es precisamente la receta que propone cocinar la carne envuelta en masa en una
cocina a gas.
De modo que, a
pesar de la apariencia que sugiere su contenido, no hay forma de establecer que
esta receta sea verdaderamente anterior al siglo XX como di por supuesto en el
momento de componer el artículo.
Ñandú – suri – choique – avestruz americana. Parte II: Picana de ñandú.
En la ya revisada Parte I he transcripto un fragmento de Una excursión a los indios Ranqueles de Lucio V. Mansilla (1870).
En él, dice, entre otras cosas, que no pierde la esperanza de comer con su
amigo Santiago “una picana de avestruz, boleado por mí, que siempre me
ha parecido la más sabrosa”.
A continuación, transcribo dos párrafos con los que enmarqué la
publicación de la receta de “Picana de avestruz asada” incluida en el recetario
de las González Videla:
“Como
no sabemos la manera en la que Lucio V. Mansilla pensaba comer la picana del
avestruz que iría a bolear personalmente, una buena manera de ver cómo se la
comía en el siglo XIX es comenzar por el recetario de la González y Videla.
Según una nota de las autoras, la receta es original de Teresa González de
Videla.
”/…/.
”Como puede verse, en Cuyo, a fines del
siglo XIX, la picana se cocía al asador y se iba comiendo como el shawarma, es
decir, recortando las partes cocidas y dejando el resto para que se siga
asando.” (5)
Nuevamente, en los dos párrafos,
debe tacharse la idea de que las recetas son, de modo indudable, del siglo XIX.
Los más probable, como en el caso comentado arriba, es que no lo sean a pesar
de la apariencia temática, en este caso, la picana de avestruz podría remitir a
recetas muy antiguas vinculas a las dietas indígenas.
Sin embargo, la mención a la Sra.
Teresa González de Videla nos remite al siglo XX. Por otro lado, podemos
preguntarnos si la apariencia formal de la técnica de su cocción e ingestión era
propia de las poblaciones indígenas y, por tanto, antigua en Cuyo.
Finalmente, si se lee, en el texto de Mansilla, el listado completo de lo
que quiere comer con su amigo a la sombra de un algarrobo o en algún otro sito
siempre campero, no es difícil pensar en que la picana se debía comer asada
como un churrasco. Veamos:
“/…/ no pierdo la esperanza de comer
contigo, a la sombra de un viejo y carcomido algarrobo, o entre las pajas al
borde de una laguna, o en la costa de un arroyo, un churrasco de
guanaco, o de gama, o de yegua, o de gato montés, o una picana de
avestruz, boleado por mí, que siempre me ha parecido la más sabrosa.” (ver nota
(4))
De modo que la
referencia al recetario que estamos considerando, como modo de entender la
manera de cocinar y comer picana de ñandú en la segunda mitad del siglo XIX es,
por lo menos, innecesaria.
Empanadas árabes y criollas en lacocina cuyana. En este artículo, la asignación de una considerable
antigüedad para la receta contenida en el libro (segunda mitad del siglo XIX)
significó un problema adicional, el de la proporción entre la cebolla y la
carne en el relleno. Transcribo dos párrafos para que se vea:
“A
continuación publico la receta más antigua que encontré. La que está en el
recetario mendocino de las González y Videla. La antigüedad del recetario es
imprecisa, pero todo induce a pensar que las recetas son de la segunda mitad
del siglo XIX.
”/…/.
”Como he dicho arriba, en algunas recetas antiguas como ésta, no se puede medir la proporción entre la cebolla y la carne; pero me parece evidente que la cantidad de cebolla es considerablemente menor a la de carne. ¿Es una particularidad de esta receta, o era la proporción habitual en las empanadas mendocinas en la segunda mitad del siglo XIX? No puedo responder a esa pregunta con la información de que dispongo y, por ende, no puedo establecer, si hacia 1880, las empanadas mendocinas tenían ya establecida su característica diferenciadora en relación con el resto de las empanadas del Interior de La Argentina.” (6)
Evidentemente,
en este caso no sólo no puedo establecer la datación aproximada de la receta.
Tampoco puedo explicar si esta rara avis entre las recetas cuyanas,
representaba una característica de la preferencia socialmente establecida en un
determinado momento de la evolución local de la preparación o de una
preferencia familiar.
Escabeches mendocinos: Nuevamente
aquí, traté de utilizar las recetas del recetario de marras para establecer una
posible evolución de la receta. Transcribo dos párrafos:
“A
pesar de la falta de exclusividad, quiero rescatar algunas recetas cuyanas que
juzgo interesantes. Tomaré recetas en los extremos temporales que tengo
documentados, de la cocina mendocina. Puede que entre las primeras recetas y la
última encontremos alguna luz que permitan verificar la evolución de la técnica
de escabechar en la tradición culinaria de Cuyo, ya que es muy probable que
medie entre ellas algo más de 100 años.
”Empezaré exponiendo dos recetas tomadas del
libro de Sabores de la antigua Cocina
Cuyana., recetario de la familia González y Videla. Ya he dicho en más de
una oportunidad que podemos atribuir a las recetas contenidas en la colección,
aunque de manera imprecisa una datación que las lleve a la segunda mitad del
siglo XIX, y que lo más probable es que sean de entre 1860 y 1880. (7)
Repito que es indemostrable, por ahora al menos, que una determinada
pieza en particular pertenezca a la segunda mitad del siglo XIX. De modo que la
conclusión a la que arribé en el párrafo siguiente es infundada en términos
temporales. Sin embargo, el análisis comparativo es válido, debido a que no
necesita de la datación para arribar a la conclusión expuesta.
“Volviendo a las recetas de berenjenas
que expuse arriba, puedo decir que tienen algunas diferencias menores y una que
resulta significativa: la receta de las González y Videla está pensada como una
guarnición (por eso llevan poco vinagre); en tanto que la receta de Emma está
concebida como conserva (por eso su preocupación de la autora por la cantidad mínima
de vinagre que se necesita para elaborarla). El lector podrá verificar que la
receta de escabeche para carnes de las González y Videla exhibe una
preocupación similar a la de Emma, estableciendo una proporción de aceite y
vinagre de dos a uno.”
Carbonada criolla Primera Parte:
Analizaré y corregiré el siguiente párrafo del artículo de marras:
“No tengo tanta información sobre la
antigüedad del plato en Cuyo, pero su inclusión en el recetario de las González
y Videla ubican su presencia alrededor de 1850. Sin embargo, si nos atenemos a
la idea de su difusión a partir de Chile, debió conocerse y cocinarse allí
antes que en Buenos Aires. La relación de la carbonada cuyana con la chilena se
puede reconocer por la prevalencia del uso de los orejones como ingrediente
frutal.” (8)
Lo expuesto no se trata de un
argumento decisivo para establecer la presencia de la carbonada en el Río de la
Plata, hay testimonios que permiten establecer la presencia de este guiso en la
primera mitad del siglo XIX en Buenos Aires. De modo, aunque la fórmula
contenida en el recetario de marra fuer efectivamente de la segunda mitad del
siglo XIX, no estamos frente a una receta cuyana más antigua que las referencias
porteñas.
De modo que no
nos sirve para establecer el camino chileno de la receta hacia la Provincia de
Buenos Aires, ni para considerarla dentro del acervo culinario cuyano de la
segunda mitad del siglo XIX, como en su momento supuse.
Como dije
arriba, he corregido textos escritos que no había publicado y reducido la consulta
a la obra en otros que aún no había escrito. Llevo la esperanza de que aún sea
posible analizar críticamente los textos que las señoras González Videla de
Segura y González Videla de Cavanagh utilizaron. Entonces me pondría a revisar
estas revisiones con un sentimiento parecido a la felicidad.
Notas y referencias
(1) 1988, González Videla de
Segura, M. A. y González Videla de Cavanagh, F. C., Sabores de la antigua Cocina Cuyana. Recetario de las González y Videla,
Mendoza, INCA Editorial.
(2) 2022, Aiscurri, Mario, “El
recetario mendocino de las González Videla (1988) – Reseña”, El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 3 de setiembre de 2022 https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/08/el-recetario-mendocino-de-las-gonzalez.html
.
(3) 2022, Aiscurri, Mario, “Cuyo y
su cocina Parte I: La otra Cenicienta”, en El
Recopilador de sabores entrañables, leído el 14 de marzo de 2022 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/01/cuyo-y-su-cocina-parte-i-la-otra.html
(4) 2022, Aiscurri, Mario, “Ñandú –
suri – choique – avestruz americana. Parte I: Chaya de ñandú”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 14 de marzo de 2022 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/01/nandu-suri-choique-parte-i-chaya-de.html
(5) 2022, Aiscurri, Mario, “Ñandú –
suri – choique – avestruz americana. Parte II: Picana de avestruz”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 15 de marzo de 2022 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/01/nandu-suri-choique-avestruz-americana.html.
(6) 2022, Aiscurri, Mario,
“Empanadas árabes y criollas en la cocina cuyana”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/01/empanadas-arabes-y-criollas-en-la.html
el 16 de marzo de 2022.
(7) 2022, Aiscurri, Mario,
“Escabeches mendocinos”, en El
Recopilador de sabores entrañables, leído el 24 de marzo de 2022 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/02/escabeches-mendocinos.html
(8) 2022, Aiscurri, Mario,
“Carbonada criolla Primera parte el amor a la querencia”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2022/02/carbonada-criolla-primera-parte-el-amor.html
el 26 de marzo de 2022.
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