Este artículo tiene una revisión
¿Tengo que presentarles la carbonada? Tal vez
sí.
Bueno, se trata de un guiso antiguo de origen
incierto cuya denominación más que aclarar, confunde. Pero, para buena parte
del sur de Nuestra América, es habitual y reconocible como propio de la
identidad culinaria local.
¿Cuál es su fórmula básica? ¿Cuáles son los
ingredientes imprescindibles? Para los rioplatenses, por ejemplo, es un guiso
de verano, se cocina con choclos y duraznos frescos. Pero, ¿son los duraznos la
clave para reconocer la carbonada como tal?
Los invito a andar el camino paso a paso hasta
donde he podido llegar… no prometo grandes revelaciones, pero sí ideas
incitantes.
I Un guiso de origen y denominación inciertos
Suelo recurrir al Diccionario de la Lengua
que, si bien no está especializado en la materia gastronómica, siempre ofrece alguna
información significativa. En este caso, expone datos de interés. En cuarta
acepción nos dice que el término refiere a un guiso propio del Área Andina
Meridional y del Río de la Plata (Perú, Bolivia, Chile, Argentina y la
República Oriental). Luego lista los ingredientes (“/…/ carne en trozos,
choclo, zapallo, papa, arroz y, en ocasiones, durazno u otra fruta,
generalmente verde”). El artículo no contiene las referencias etimológicas que
son habituales en muchos casos. (1)
El primer dato que salta a la vista es que no
parece tratarse de una fórmula española antigua o clásica. No sólo no hay
ninguna referencia a España cuando habla del guiso, sino que las acepciones 2 y
3 parecen indicar otros usos gastronómicos de término (“Carne cocida picada, y
después asada en las ascuas o en la parrilla” y “Bocado hecho de leche, huevo y
dulce, y después frito con manteca”, respectivamente). Estas especialidades parecen,
según la definición, propias de áreas del orbe hispanoparlante que el
Mataburros de la que fija, limpia y da esplendor no identifica. Sin embargo, para
nuestro interés, no habría que descartar del todo la segunda acepción.
En relación con en el origen de esta idea
gastronómica, diré que existe una teoría que le atribuye un origen belga.
Dereck Foster, sin adherir a la misma, nos informa que el autor de esta idea
fue Roberto Fernández Beyro, quien sostenía que nuestra carbonada criolla es
una evolución de la carbonada flamenca (un estofado de carne y cebolla cocido
en un caldo de cerveza). (2) Pero ¿cómo es posible que dos fórmulas tan
disímiles sean la evolución la una de la otra?
“A pesar de
que la carbonada es uno de los más tradicionales platos de la cocina criolla,
se supone que surgió en España y ganó espacio en el noroeste argentino y en
toda la zona de Cuyo, en Chile y Perú. Se llama carbonada porque deriva de un
guiso español que se preparaba con carne cocida al carbón. /…/.” (5)
No hice búsquedas exhaustivas, pero
efectivamente aún no he encontrado recetas de carbonada como guiso en los
recetarios españoles desde el renacimiento hasta nuestros días. No hay en esas
obras una referencia a este guiso, u otro, parecido o no, que lleven esa
denominación. Sí encontré que Martínez Montiño usa el término “carbonadillas”
para denominar a unos filetes muy finos de carne de ternera que utiliza para
sus “artaletes” (carne de ave o ternera rellena, arrollada y sujeta, las más de
las veces con una brocheta) o, simplemente para estofar. (6)
¿Acaso es posible que el guiso reciba su
denominación de la manera en que se debe procesar la carne para prepararlo? Si
fuera así, el origen de la denominación estaría relacionado, o bien con la
“carbonadilla” de Martínez Montiño, o bien con “carne cocida picada, y después
asada en las ascuas o en la parrilla”, como reza la segunda acepción del Diccionario
General de la Lengua (o, tal vez fuera al revés, primero cocida al carbón y
luego picada y usada en otra preparación) Tendríamos entonces el origen
español; pero no en un guiso, sino en un tratamiento particular de la carne,
como intuye Choly Berreteaga con claridad.
En el mismo
sentido, encontré un texto que Ángel de Muro publicó en 1893. Pertenece al
artículo “Carbonadas” de su libro El practicón. Dice así:
“Se quitan los huesos mayores pegados á las
ternillas de un pecho de carnero, y se divide éste en ocho trozos iguales, de
forma ovalada por un extremo y puntiaguda por el otro.
”/…/.
”En una cacerola se colocan tres ó cuatro magras de
jamón, y encima las carbonadas, cubiertas con lonchas de tocino.
”Se añaden dos cebollas, clavo de especia, una
ramita de tomillo, una hoja de laurel y zanahorias, recortadas en ruedas,
salpimentado y mojando con dos cacillos de caldo limpio del puchero.
”Durante tres horas, se cuece á fuego lento por
abajo y por encima, y luego se sacan las carbonadas, se desengrasa el jugo, se
reduce y se echa por encima de la carne en una fuente.
”Con el jamón y el tocino sobrantes, bien
recortados, se hace tortilla ó se guarda para un relleno.
”Se hacen las
carbonadas lo mismo, para servirlas, con picadillo de setas, que es su
guarnición obligada.” (7)
Puede que el texto aún no resulte concluyente
para esta tercera teoría, pero es más que evidente que don Ángel denomina
carbonadas a los trozos de carne cortados de la manera indicada.
Dos aclaraciones. En muchas recetas de
Martínez Montiño (1611) se habla de perdigar la carne. Esto significa cocinarla
un poco a las brasas para usarla después en un potaje o en recado de una
empanada. La expresión “carbonadilla” como modo de cortar la carne vacuna me
hace acordar a la expresión milanesa. Decimos que los bifes a la criolla se
hacen con carne cortada para milanesas, pero cuando explicamos la receta,
simplificamos y decimos que usamos milanesas.
Todo esto que digo no se basa en documentación
respaldatoria clara y evidente, es tan solo una tercera teoría que bien puede
asociarse a la idea expresada por Choly Berreteaga. La agrego porque me parece
que explica mejor las cosas y porque no carece de fundamentos… y porque incita
a seguir buscando.
II La carbonada criolla en Buenos Aires
¿Estamos frente a un guiso originado en la cocina hispano
criolla? Es altamente probable. Puede que se trate de alguna variación de
cualquier guiso de olla español al que se han incorporado productos del Área
Andina Meridional (zapallo, papa y choclo, a veces, batatas). Estos vegetales
le dan un carácter dulzón propio de los guisos coloniales que, en este caso, se
ve acentuado por la presencia de frutas de estación u orejones.
Los ingredientes básicos que aparecen en todas las
recetas son la carne vacuna (cortada en trozos pequeños o, incluso,
directamente picada), el zapallo y, casi siempre, el choclo. A ellos se pueden
agregar papas, batatas, arroz y duraznos, peras o manzanas. Hay versiones que
usan otros ingredientes, pero me quedo aquí con los que tienen una concurrencia
más generalizada.
Ya he dicho que, en el Río de la Plata, es un plato
de cuchara de verano. Si se lo quiere cocinar en invierno, se deberá reemplazar
el durazno por orejones, pero, aun así, será difícil conseguir choclos frescos
de buena calidad, aunque en nuestros días, el uso de vegetales congelados puede
acercarnos una solución.
La receta es muy antigua en Buenos Aires. La
mencionan, entre otros autores, José Wilde en sus viñetas de la Ciudad de
Buenos Aires entre 1810 y 1880 (el testimonio es más cercano a 1810 que a 1880);
(8) Juan Thompson (hijo de Mariquita Sánchez) en una carta que escribe a su
hermana desde Madrid (1857); (9) José Hernández que la hace aparecer como
comida festiva en las yerras en su El gaucho Martín Fierro (editado en 1872).
(10)
Hay una receta en el Almanaque de la cocinera
argentina para 1881, primer recetario de autora argentina publicado en
Buenos Aires, pero esa versión no lleva fruta. (11)
La carbonada rioplatense
de fines del siglo ¿llevaba fruta? Sí, claro, hay varios testimonios que lo
aseguran. Expongo el de Adrián Beccar Varela, tomado de un artículo fechado en
1915 que expone anécdotas de la vida en San Isidro en las últimas décadas del
siglo XIX:
“Las frutas y
los choclos de San Isidro han tenido fama de ser los mejores que se comían,
sobre todo los duraznos y pelones que se cogía en la quinta de los Marques,
-familia prócer de la localidad- y esos duraznos, más de una vez, fueron la
causa de amenas reuniones para comerlos frescos ó en las suculentas carbonadas
que preparaba don Bartolo Tiscornia para sus amigos, /…/.” (12)
Otros testimonios hablan de la inclusión de “peras
pardas”. (13) Sin embargo, el durazno es dominante en el Río de la Plata.
Algunos amigos se preguntan dónde fue que se incorporó el durazno a la
carbonada, ¿fue en Buenos Aires?
Los durazneros se cultivan desde por lo menos el
siglo XVII en las quintas cercanas a nuestra ciudad. Los frutos se vendían,
claro está; pero la principal utilidad del árbol consistía en que rápidamente
producía y reproducía leña, como nos dice, con solvencia erudita, Mario
Silveira. De hecho, se cortaban las ramas cuando adquirían el porte adecuado y,
en tres años, volvían a crecer hasta alcanzar el mismo porte. Se reiteraba este
procedimiento hasta que el árbol se secaba. (14)
Ignoro cuándo y dónde se agregó durazno a las
carbonadas, pero es cierto que estuvieron disponibles tempranamente en la Ciudad
de Buenos Aires. El tránsito de la frutera a la olla fue, desde siempre, un
camino posible.
Transcribo el fragmento
de la carta de Juan Thompson ya citado porque nos dice varias cosas. Nos habla,
por ejemplo, del rechazo de Mariquita Sánchez a las comidas criollas que la
célebre dama patricia argentina manifestó en más de una oportunidad. Sin
embargo, también nos dice que su opinión no era generalizada en la elite
bonaerense:
“El amor a la querencia
es indiscutible. Por más q. mamita se enfade, si lo cuentas, te confieso si
dudar q. el primer manjar del mundo pa. mí es una carbonada, por q. cada vez q
la como en la casa de H. de Achaval estoy contentísimo y no apetezco los
faisanes de las mesas regias. No te digo nada de la mazamorra ni del arroz con
leche, pues también figuran en privilegiado lugar en mi catálogo gastronómico.”
(ver nota (9))
Si su madre detestaba la carbonada, ¿dónde aprendió
Juan a disfrutarla? Otra pregunta es ¿cuándo? Cabe decir que Juan Thompson
nació en 1809, es decir, en 1820 tenía once años y bien pudo haberla comido en
casa de otras familias alrededor de esa fecha. Otra hermosa e incitante hipótesis
que habría que confirmar.
En síntesis, la presencia de la carbonada es muy
temprana en el Río de la Plata, pero me ha resultado, hasta el momento, difícil
establecer una datación razonable y fundamentada más allá de 1810.
III
La carbona en Cuyo
Conocemos el área de difusión de la carbonada
a partir de la información confiable suministrada por el Diccionario General
de la Lengua. Cabe también preguntarse cuál habrá sido el punto de origen e
irradiación dentro de esa área.
Dereck Foster, luego de rechazar la teoría del
origen flamenco, como expuse arriba, sostiene que es un antiguo guiso español
muy practicado en Chile y olvidado en España. Desde allí, habría ingresado en
el actual territorio argentino a través de Cuyo. (15) No ofrece respaldo
documental para el aserto (un problema recurrente en El gaucho gourmet es
que el autor aseguraba basar sus conclusiones en fuentes confiables, pero rara
vez las exhibe).
Una simple constatación fáctica da cuenta de
que si bien se trata de un plato que, con diversas versiones en su composición,
se cocina en nuestros días en todo el país. Sin embargo, destaca por su
frecuencia en Cuyo y en el Río de la Plata. La teoría de Foster explicaría muy
bien la presencia del plato en Cuyo; pero no sé si tanto, su temprana aparición
en Buenos Aires.
De todas maneras, me quedaré provisoriamente
con esta idea, sobre todo porque hay indicios de la presencia de familias
chilenas y cuyanas que migraron, ya en el siglo XVIII, a la Provincia de Buenos
Aires, asentándose en las pampas al norte del Río Salado. (16)
No tengo tanta información sobre la antigüedad
del plato en Cuyo, pero su inclusión en el recetario de las González y Videla
ubican su presencia alrededor de 1850. (17) Sin embargo, si nos atenemos a la
idea de su difusión a partir de Chile, debió conocerse y cocinarse allí antes
que en Buenos Aires. La relación de la carbonada cuyana con la chilena se puede
reconocer por la prevalencia del uso de los orejones como ingrediente frutal.
(18)
Queda otra cuestión. Una de las formas más
sofisticadas de servir la carbonada es dentro de un zapallo. He oído repetir a
mis amigos cuyanos que esta idea gastronómica es propia de su región. De modo que,
si esta forma no ha sido creada en Cuyo, por lo menos es muy practicada allí.
Me propuse dilucidar también este tema siguiendo el recorrido de algunas
recetas. Las que expongo a continuación, aunque no aclaran definitivamente el
asunto. Como en tantas otras cosas vinculadas con la carbonada, en esta materia
también hay menos luces que sombras.
Hay un solo caso en que la luz manda, y es
cuando uno se sienta a la mesa y come una carbonada preparada por manos
expertas, entonces, tanto en Cuyo o como en Buenos Aires, la experiencia
gastronómica será impresionante… un auténtico regodeo para los sentidos.
Volveré sobre algunos de estos temas en la segunda
parte, donde pondré encarnadura a varios de ellos. ¿Cómo? Simplemente
recorriendo recetas.
Ir a Segunda Parte: las recetas
Notas y bibliografía:
(1) Leído en https://dle.rae.es/carbonada
el 3 de octubre.
(2) 2001, Foster, Dereck, El
gaucho gourmet, Buenos Aires, emecé, pp. 51-52.
(3) 2020, Corral Vide,
Manuel, “Carbonada criolla”, en Proyecto Fuego Vivo, leído en http://fuegovivo.com.ar/blog/2020/12/08/carbonada-criolla/
el 18 de octubre de 2021.
(4) 2017, Cervera,
César, “¿Por qué los Tercios españoles no participaron de la conquista de
América”, en ABC Historia, leído el 19 de octubre de 2021 en https://www.abc.es/historia/abci-letales-tercios-espanoles-no-participaron-conquista-america-201712180406_noticia.html.
2018, Fernández, Ramón, “El Tercio de Arauco: el ejército más antiguo de
América”, en AgroPopular, leído en https://www.agropopular.com/tercio-arauco-america-260218/
el 19 de octubre de 2021.
(5) 2005, Berreteaga, Choly, La
cocina de nuestra tierra, Buenos Aires, Editorial Atlántida, pag. 32.
(6) 1611, “Otros artaletes de
ternera” y “Carbonadillas de ternera estofada”, en Martínez Montiño, F., Arte
de la Cozina, Pasteleria, Vizcocheria y Conservería, Madrid, Luis Sánchez.
1822, décimo sexta impresión, Madrid, Viuda de Barco López, pp. 47 y 300-301
respectivamente.
(7) 1894, Muro, Ángel
de, El practicón. Tratado completo de
cocina, Madrid, Librería de Miguel Guijarro, Editor, pp. 368-369.
(8) 1881, Wilde, José
Antonio, Buenos Aires desde setenta años
atrás (1810-1880), Buenos Aires Eudeba, 1960, pp. 167-168.
(9) 1857, Thompson, Juan
a Thompson de Lezica, Florencia, Madrid, 1° de enero, Museo, Biblioteca y
Archivo Histórico Municipal de San Isidro (MBAHMSI), colección Zavalía Lagos,
en 2018,
Fugardo, Marcela, Un recetario familiar
rioplatense. Cuaderno de recetas de María Varela. Patrimonio inmaterial de San
Isidro, Buenos Aires, Maizal ediciones (el cuaderno es un manuscrito
escrito alrededor de 1880), pag. 18.
(10) 1872, Hernández,
José, El Gaucho Martín Fierro, canto II, estrofa 42, leído en http://biblio3.url.edu.gt/Libros/gua_mf.pdf
el 4 de octubre de 2021.
(11) 1880, V. P. de P,, Almanaque de la Cocinera Argentina para 1881,
Buenos Aires, Imprenta y Librería de Mayo, transcripto íntegramente en 2020,
Fugardo, Marcela y Caldo, Paula, La
cocinera Argentina. Un recetario del siglo XIX de enigmática autoría,
Buenos Aires, Maizal Ediciones, pp. 105-106.
(12) 1915, Beccar Varela, Adrián, San Isidro Labrador.
Fiestas del santo Patrono. Historia anecdótica”, artículo publicado en La Razón
(¿de San Fernando?) el 14 de mayo, en 2018, Fugardo, Marcela,
Op. Cit., pp. 61-62.
(13) 1902, Bilbao,
Manuel, Buenos Aires. Desde su fundación
hasta nuestros días, Buenos Aires, Imprenta de Juan A. Alsina, en ídem, pag.
25.
(14) 2005, Silveira, Mario, Cocina
y comidas en el Río de la Plata, Neuquén, Editorial de la Universidad
Nacional del Comahue, pp. 125-127.
(15) 2001, Foster, Dereck, El gaucho gourmet, Buenos Aires,
emecé, pp. 51-52.
(16) 1999,
Garavaglia, Juan Carlos, “Ámbitos, vínculos y cuerpos. La campaña bonaerense de
la vieja colonización”, en Devoto, Fernando y Madero, Marta (directores), Historia de la Vida Privada en la Argentina,
Buenos Aires, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A., Tomo 1, pp. 55-83.
(17) 1988, González Videla de Segura, M.A.
y González Videla de Cavanagh, F. C., Sabores
de la antigua Cocina Cuyana. Recetario de las González y Videla, Mendoza,
INCA Editorial.
(18) 2021, Mario
Aiscurri y Federico Clavijo, intercambio de información a través del sistema
Whatsapp, 8 de octubre,
En el diario Río Negro, hace un par de años atrás, publiqué algo sobre el misterio de la Carbonada.
ResponderEliminar"No menos misterio guarda la Carbonada pero no por su nombre o su origen sino por uno de sus ingredientes: el durazno. Una fruta en medio de un estofado no se corresponde al paladar nacional y popular. Por eso los especialistas la relacionan con la carbonnade belga, para justificar esa intromisión exótica. Lo cierto es que ni esta ni la carbonnade flamande (flamenca) llevan durazno. Solo carne cebolla, cerveza y condimentos.
Lo más seguro, como opina el historiador Mario Aiscurri es que la receta española entró a las Américas por el Perú y en ese trayecto desde el norte chileno pasando por Cuyo, se le sumó el zapallo, el choclo y el durazno. Fruta, que en el norte se cosecha ya entrado el otoño, época de inaugurar guisados.
En este sentido no es menor destacar la franja difusa que atraviesa las provincias de Mendoza, Córdoba y Entre Ríos donde recetas tradicionales tienen agregados dulces como el pastel de papa con zapallo, azúcar y canela, las empanadas con azúcar y pasas de uva y el mate dulce. Influencia turca y judía quizás? Pero después de todo si los mexicanos tienen el mole, carne con chocolate, porqué nosotros no podemos tener carne con duraznos."
Gracias, querido Horacio, por tus comentarios siempre enriquecedores.
EliminarRecuerdo perfectamente aquel artículo y mi agradecimiento por mencionarme en él. He profundizado en el tema y he variado algunas posiciones personales al respecto. Paso a detallar:
He cambiado mi opinión sobre el origen del guiso. Creo que fue creado en América por criollos y españoles residentes. Probablemente, en Chile, pero no es seguro.
En cuanto al nombre, he hallado que deviene de un modo particular de tratar, en España, las carnes que va a usarse en un guisado (ya en el el Siglo Oro hay recetas de como preparar "carbonadillas").
No me queda muy claro el sitio en que se incluyó el durazno, pero lo más probable es que fuera en Buenos Aires.
Es que estamos frente a un guiso de verano (¿por qué dar por sentado que sólo puede haber guisos en invierno?). En Buenos Aires era un guiso refinado de la burguesía porteña que lo disfrutaba en los meses tórridos en San Isidro, cuando los duraznos y los choclos están maduros, de ello da cuenta la bibliografía que consulté.
Ignoro como se prepara en Chile, pero en Cuyo, como muestran las recetas, no lleva durazno, sino orejones.
En cuanto al gusto nacional y popular, he ensayado la idea que se comporta de un modo ambivalente (en unas semanas publicaré algo al respecto). Pensamos que no nos gusta, pero en la práctica lo preferimos. Así es como nuestro cocino, el puchero criollo, es mucho más dulce que los cocidos españoles (lleva batatas, zapallo y choclo).
En fin, cosas que uno va pensado, con el correr de las investigaciones.
Gracias, por escribir y por compartir tus reflexiones.
¡Ah! Por supuesto que la carbonada flamenca, dista de ser dulce.
Es bueno tener siempre alguien con el que se puede contar para pensar con libertad. Vos sos uno de ello, querido amigo.
EliminarEn el diario Río Negro, hace un par de años atrás, publiqué algo sobre el misterio de la Carbonada.
ResponderEliminar"No menos misterio guarda la Carbonada pero no por su nombre o su origen sino por uno de sus ingredientes: el durazno. Una fruta en medio de un estofado no se corresponde al paladar nacional y popular. Por eso los especialistas la relacionan con la carbonnade belga, para justificar esa intromisión exótica. Lo cierto es que ni esta ni la carbonnade flamande (flamenca) llevan durazno. Solo carne cebolla, cerveza y condimentos.
Lo más seguro, como opina el historiador Mario Aiscurri es que la receta española entró a las Américas por el Perú y en ese trayecto desde el norte chileno pasando por Cuyo, se le sumó el zapallo, el choclo y el durazno. Fruta, que en el norte se cosecha ya entrado el otoño, época de inaugurar guisados.
En este sentido no es menor destacar la franja difusa que atraviesa las provincias de Mendoza, Córdoba y Entre Ríos donde recetas tradicionales tienen agregados dulces como el pastel de papa con zapallo, azúcar y canela, las empanadas con azúcar y pasas de uva y el mate dulce. Influencia turca y judía quizás? Pero después de todo si los mexicanos tienen el mole, carne con chocolate, porqué nosotros no podemos tener carne con duraznos."