Por Aldo Barberis Rusca (1)
El mes pasado cuando compartí mi receta personal de
polenta no sabía que eso me llevaría en un viaje de 9000 años a descubrir una
intrincada trama de acontecimientos que va de un valle al sur de México pasando
por el Amazonas, España e Italia hasta llegar a mi cocina.
Imaginemos por un momento un pequeño grupo humano
habitando un valle en centro América hace algo así como 9000 años.
Este grupo vive en una cueva rocosa y se alimenta de lo
que caza, pesca y de lo que recolecta en los alrededores áridos donde solamente
crecen plantas duras y arbustos leñosos que utilizan para hacer el fuego con el
que se calientan y cuecen la carne.
Entre los matorrales hay uno que destaca por su ubicuidad
pero sobre todo por su inutilidad, no sirve para comer, ni para hacer
herramientas, ni para leña. Solamente se usa seco para avivar el fuego ya que
enciende con mucha facilidad.
Sin embargo un hecho fortuito haría que esta planta se
convierta, con el correr de los tiempos, en el mayor cultivo del mundo.
Nuestra maleza da un pequeño fruto en forma de vaina que
encierra una docena de granos tan duros que parecen piedras pero que al
calentarse en las llamas de las hogueras que alimenta repentinamente explotan
transformándose en unas pequeñas flores blancas y esponjosas que es posible
comer.
Durante décadas los científicos de todo el mundo no
lograban dar con el maíz original, la planta “madre” que diera origen al actual
grano cultivado en todo el mundo.
Todos los cultivos actuales tienen su contrapartida
salvaje que es la que dio origen a sus variedades domesticadas .Todos menos el
maíz.
Y no fue sino hasta la década de 1970 en que en Dr.
George Beadle realizó un enorme experimento en el que demostró que la
diferencia entre el maíz y el teosinte, nuestra maleza, era de apenas cuatro o
cinco cromosomas y que la separación entre ambas especies se había producido
hace unos 9000 años. Años más tarde la Dra. Dolores Piperno del Instituto
Smithsoniano confirmó esto al descubrir en una cueva al sur de México restos de
un maíz primitivo de la misma datación.
La domesticación definitiva no se habría alcanzado en
Mesoamérica hasta alrededor de 5300 años atrás, es decir que se tardó más de
3500 años en eliminar algunas características indeseables del teocinte (cascara
dura, dispersión de las semillas, etc.)
Y es aquí donde la cosa se pone interesante porque las
comunidades andinas alegan que el maíz es sudamericano ya que se han encontrado
ancestros con las características actuales de una antigüedad mayor a 6500 años.
Sin embargo, no existe evidencia de que la zona en que se encontró el maíz
andino (Llanura Beniana o Llanos de Mojos) haya estado poblada hace más de 8000
años, mil años después de las primeras evidencias de domesticación en el actual
México.
Resumiendo; hace alrededor de 9000 años se comenzó a
domesticar una maleza, el teocinte, en un valle al sur oeste de México, pero
toda la evidencia apunta a que no se logró un maíz con las características
actuales (cáscara blanda, semillas que permanecen en la mazorca y tallo único)
sino hasta hace unos 5300 años. Mientras tanto, en la zona suroeste del
Amazonas, que no se habría poblado hasta hace 8000 años ya tenían un maíz
completamente domesticado más de 1000 años antes que en Mesoamérica.
La teoría que hoy manejan los estudiosos del tema apunta
a que los primeros pobladores de esa región de Sudamérica llevaban consigo ese
protomaíz que había comenzado su proceso de domesticación en México y, por
alguna causa, lo completó mucho más rápido.
Pero ¿cuáles pudieron ser las causas que aceleraron el
proceso de domesticación en un lugar o lo retrasaron en el otro? Y la respuesta
es nuevamente: el teosinte.
La primera evidencia del parentesco entre el teocinte y
el maíz lo dio la posibilidad de fecundación cruzada entre ambas especies, que
de hecho fue esta característica la usada por Beadle para realizar sus primeros
estudios genéticos.
En las regiones donde abunda el teocinte este es
combatido por los cultivadores de maíz ya que la interfecundación da como
resultado maíces con características de teosinte no deseadas.
Así que suponen que la presencia de la maleza
“contaminaba” los sembradíos de aquellos protomaices mexicanos interrumpiendo y
retrasando el proceso de domesticación, mientras que en el Amazonas, sin
presencia de teocinte la evolución pudo ser mucho más rápida.
El viaje del maíz está recién comenzando, los 6000 años
que nos separan de aquellas primeras mazorcas hasta llegar al cultivo más
difundido en el mundo está lleno de aventuras, descubrimientos y misterios que
trataremos de ir descubriendo de a poco.
Notas
y referencias:
(1) 2021, Barbieri Rusca, Aldo, “El viaje de los 9000
años”, El barrio Villa Pueyrredón.
Muy interesante, gracias.
ResponderEliminarGracias a Ud., por leer.
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