José Luis Busaniche fue un
notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de la
Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos
Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos
franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe
en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción
del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas
argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado(1). Este libro ha servido de inspiración para
la sección “Rescoldos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos
de la colección, reproduciendo parte de las prolijas referencias de Busaniche.
Emeric Essex Vidal fue un marino inglés que entre 1808 y
1837 prestó servicios en Brasil y el Río de la Plata. Estuvo varias veces en
Buenos Aires. Pintó acuarelas con un gran número de escenas urbanas y rurales
rioplatenses que poseen un gran valor documental. En 1820 publicó, en Londres y
en una lujosa edición, una serie de acuarelas acompañadas de explicaciones de
su propia pluma(2).
Lecheritos en Buenos Aires en 1819
“La ciudad
de Buenos Aires se provee cotidianamente de leche de las estancias
circundantes, o granjas que se hallan de una a tres millas de distancia. La
leche es traída a caballo, en tarros de barro o latón, y cada cabalgadura
lleva cuatro y a veces seis en unas
alforjas de cuero atadas a la montura con una tira de correa.
”Casi puede decirse que los lecheros nacen a caballo, tal es la
temprana edad desde la cual se les enseña esta ocupación. La mayor parte de
ellos son niños de menos de diez años, tan chicos, que para montar a sus
caballos tienen que utilizar un largo estribo que no se usa para otro fin. Montan
acomodándose entre los tarro de leche, y en tan incómoda postura galopan lo más
furiosamente. Cuando se encuentran fuera de la ciudad, disputan carreras entre
ellos, y después de haber vendido la leche, se los ve, muy a menudo, jugando en
grupos, generalmente a las monedas de a real o cuarto de peso, como hacen entre
nosotros los niños con los ochavos ingleses.
”Aunque no
fuera más que por este detalle, se podría deducir que este negocio debe ser
excesivamente provechoso. La seguridad negativa de que la leche no se vende a
un precio más caro que en Londres y no es de peor calidad, confirmará
plenamente la exactitud de esta consecuencia. Lo único extraño es que, en un
país donde las vacas que producen la leche, los caballos que la llevan al
mercado, y donde la tierra que alimenta a ambos se tiene por menos de nada, el
precio de este artículo está en relación con el que se paga en las cercanías de
la metrópoli inglesa, donde el arrendamiento, los impuestos, el costo de los
animales y la mano de obra son tan inmensamente desproporcionados. Tampoco
puede por menos que causar asombro el hecho de que, a pesar de la marcada
diferencia de circunstancias, es casi tan difícil conseguir leche pura en
Buenos Aires, como en Londres; es muy común ver a los chiquillos rellenando sus
tarros en el río, una vez que han vendido parte del contenido.
”Estos
muchachos son, por lo general, hijos de humildes quinteros, van mal vestidos y
completamente sucios; pero son muy vivos y traviesos como monos, enseñándoles a
sus caballos tantas habilidades, que los hacen comparables al simio.”(3)
Notas y Bibliografía:
(1) 1959, Busaniche, José Luis,
Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Buenos Aires, Hyspamérica.
(2) 1820, Essex Vidal, Emeric, Ilustraciones
pintorescas de Buenos Aires y Montevideo, Buenos Aires, Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letra, Instituto de Investigaciones
Históricas, s/d, traducción de Carlos Muzio Sáenz Peña.
(3) Busaniche, José Luis, Op.
Cit., Tomo II pp. 54-55
Interesantísimo, Mario!!! Saludos, La Instigadora
ResponderEliminarGracias, Instigadora, por tus comentarios.
EliminarSe nota que llegó el verano a tu escritura. Lo digo por la frescura del relato y su brevedad. Al leer el texto recordé aquel fragmento de Don Segundo Sombra en que su protagonista (un niño) descubre el mundo desde su pingo. Una versión autóctona de aquella otra escena de La sociedad de los poetas muertos. Todo cambia, según el lugar desde donde se lo mire.
ResponderEliminarTambién recordé al niño de Crónica de un niño solo, tan desalineado como este otro. Como verás, mis asociaciones son literarias y cinematográficas. Una de tantas lecturas...
Gracias, isa, por tus comentarios.
EliminarRealmente las acuarelas y los textos de Emeric Essex Vidal están llenos de frescura.