Por
Willy Cersósimo,
2015-agosto
2015-agosto
Cuando
nos dedicamos a la gratificante tarea de recopilar sabores,
degustamos, probamos, comemos, manducamos, saboreamos, catamos,
paladeamos, consumimos, engullimos o devoramos todo tipo de
alimentos, de origen vegetal, animal o mineral, cocidos de distintas
formas, ya sea asados, hervidos, horneados, fritos, salteados, lo que
nos permite apreciar sus distintos aromas, colores, texturas y por
supuesto sabores. Todo esto sería imposible si no lo acompañamos
con alguna de bebida como ser agua, jugo de frutas, té, café,
aguardiente, cerveza y por supuesto la más difundida y famosas de
todas ellas, el VINO.
Las imágenes pertenecen al autor
Según
la mayoría de los historiadores el vino es una de las bebidas más
antiguas, encontrándose los primeros registros de hace más de 6000
años, concretamente entre los años 4000 y 3500 AC, en las ruinas de
Godin Tepe ubicadas en el valle de Kangavar entre los montes Zagros,
en la actual provincia de Kermanshah al oeste de la República
Islámica de Irán casi en el límite con la República de Irak y
desde allí se expandió sin prisa pero sin pausa por el resto del
mundo.
El
vino estuvo presente en todas y cada una de las antiguas culturas,
teniendo en todas ellas un destacado lugar, llegando incluso, a tener
su dios.
Los
Sumerios evocaban a la diosa Gestín con el significativo nombre de
“madre cepa”, al dios Pa-gestín-dug como “buena cepa” y a su
esposa Nin-kasi” que significa “dama del fruto embriagador”.
En
el antiguo Egipto, el dios del vino era Osiris, e Isis, su esposa, se
ocupaba de proteger y cuidar el proceso de vinificación de las
primitivas bodegas, además se denominaba al vino como las “lágrimas
de horus” o el “sudor de Ra”, el dios sol.
En
Grecia, Dioniso,
hijo de Zeus y Sémele era el dios de la vid y del vino inspirador de
la locura ritual y el éxtasis.
El
equivalente de Dionisio en la mitología Romana era el hijo de
Júpiter, Baco, en su honor se celebraban las fiestas bacanales,
donde se desarrollaban orgías y se bebía sin control.
Sin
duda lo más trascendente en la historia de la evolución del vino
fue su relación con el Cristianismo.
Dice
la Biblia que lo primero que hizo Noé cuando bajaron las aguas del
diluvio fue plantar una viña, de no ser por esa primitiva y
primigenia planta no habría vino. No es la única aparición, el
vino también está presente en el resto de las Sagradas Escrituras.
En el pasaje de las bodas de Caná, donde Jesús produce el milagro
de convertir una importante cantidad de agua en vino y, además, en
uno de los momentos más trascendentes de las Sagradas Escrituras,
tanto del punto de vista religioso, como desde la visón que aquí
nos ocupa, que es la evolución histórica de los caldos que se
producen a partir de la vid, durante la Última Cena donde Jesús
eligió al Pan y al Vino para instituir la Eucaristía. En
consecuencia a partir de ese momento la producción del vino fue
indispensable para poder celebrar el Milagro de la Eucaristía a lo
largo de toda la historia y en todas partes del mundo.
De
la mano de los sacerdotes católicos de todas las ordenes se
expandió, primero en Europa y luego en el nuevo mundo, la
implantación de la vid y consecuentemente la producción del vino.
Junto a todos los monasterios
y otros edificios religiosos existía un viñedo del cual provenían
las uvas con las que producían el vino que luego se
transubstanciaría en la sangre de Cristo durante la misa mediante la
Eucaristía y además para consumir por fuera de la ceremonia
religiosa.
La
viticultura europea entre los siglos VI y VII, estuvo casi siempre en
manos de los monasterios ya que la iglesia era una de las principales
demandantes de vino para el uso en su liturgia. El vino estaba
íntimamente ligado a las posesiones de la iglesia, ya que no es
hasta la llegada de los romanos cuando el consumo del vino se
masifica, siendo casi una obligación social su consumo.
El
más claro ejemplo de la influencia de la iglesia católica en la
evolución del vino es el legado de un monje benedictino llamado Dom
Pierre Pérignon, el que nace en la región de Santo-Menehould,
Francia en 1638 y fallece el 14 de septiembre de 1715 en la región
de Champagna, también en Francia. Es a quien se le atribuye la
invención del método para la elaboración del champagne, al que
llamó “vino con estrellas”, en realidad es un vino con doble
fermentación, a este descubrimiento lo denominó método
champenoise.
Tal
es la importancia que adquirió en la vida cotidiana de toda la
sociedad durante la edad media que el vino decidió ingresar en la
edad moderna y para ello se animó y cruzó el Océano Atlántico.
De
la mano de Cristóbal Colon el vino llegó a América,
está
documentado que “El Ribeiro”, un vino oriundo del municipio de
Ribadavia ubicado en Galicia, es el primero que ingreso el Nuevo
Mundo dando inicio así al cultivo de vid, ya que por la distancia y
los sistemas de transporte de la época, era imposible abastecer de
vino a todos los europeos que se fueron asentando en los nuevos
territorios, lo que llevó al desarrollo de la vitivinicultura
americana.
Así
fue como se inició la búsqueda de los suelos y climas aptos para el
cultivo de uvas para la producción de vino. En esta labor los
conventos, monasterios y misiones mantuvieron su gran influencia por
la importancia que el vino tiene, como ya vimos, en sus ritos
litúrgicos.
España
decidió mandar en cada barco que zarpaba con rumbo a las “Indias”
sarmientos de vides para ser plantados en el Nuevo Mundo. El cultivo
fue iniciado por los españoles en la Isla bautizada “La Española”
– Republica Dominicana – luego en Nueva España – México –
de donde se fue extendiendo al resto del continente conforme la
conquista avanzaba.
Además
de la implantación de sarmientos, también se ejerció el cultivo a
partir de semillas, lo que dio origen a diversas variedades criollas
en el territorio americano.
A
partir de entonces, cada región ha ido desarrollando su propia
vitivinicultura con estilos y ritmos diferentes.
Hernán
Cortés siendo Gobernador de México ordena la plantación de viñedos
en las tierras colonizadas. El éxito de las plantaciones fue tal que
se expandió por completo el cultivo a las distintas regiones
llegando hasta el Virreinato del Perú.
La
ciudad Santiago
del Estero
fundada por los conquistadores castellanos el 25 de julio del año
1553 es la más antigua en lo que es actualmente el territorio de la
República
Argentina,
tengamos en cuenta que la ciudad de Buenos Aires fue fundada por
primera vez en el año 1536
y destruida por los propios habitantes a raíz de las constantes
amenazas de los nativos en el año 1541, siendo su segunda y
definitiva fundación en el año 1580, es decir que al momento de la
creación de la capital norteña la actual Capital de la República
Argentina no existía.
Las
primeras vides llegaron a la ciudad de Santiago del Estero en el año
1556, traídas por el presbítero Juan
Cedrón,
por lo tanto podemos decir que Santiago fue la puerta de entrada para
la industria del vino en nuestro país. Desde allí se ejecutó la
conquista militar y la conquista espiritual del ahora territorio
argentino, en Santiago del Estero se constituyo el primer
obispado
de estas tierras y es de donde partieron los sacerdotes que fundaron
conventos en otras ciudades, siendo además la sede de los primeros
institutos de enseñanza, escuela y Seminario, anteriores a la
Universidad
de Córdoba.
Los
sacerdotes junto a los militares partieron
desde Santiago del Estero
en distintas expediciones
y fundaron distintas ciudades, la de “Londres
de la Nueva Inglaterra”
(1558),
la de “Córdoba
de Calchaquí”
(1559),
la de “Cañete”
(1560),
la de “Nieva”
(1561),
la de “San
Miguel de Tucumán”
(1565),
la de “Talavera
de Esteco”
(1567),
la de “Córdoba
de la Nueva Andalucía”
(1573),
la de “San
Francisco de Alava”
(1574),
la de “Salta
del Lerma”
(1582),
la de “Todos
los Santos de la Nueva Rioja”
(1591)
y la de “San
Salvador de Jujuy”
(1593),
llevando consigo las vides que eran indispensables para producir el
vino
que utilizarían para celebrar el Milagro de la Eucaristía.
La
región vitivinícola por excelencia en nuestro país es la zona de
Cuyo en general y la provincia de Mendoza en particular. Los
sarmientos de los cuales surgieron sus viñedos llegaron desde
Santiago, para algunos historiadores de Santiago del
Estero hacia 1553, para otros sin embargo llegaran desde Santiago de
Chile teniendo en cuenta que Francisco de Villagra es el primer
español en explorar la región cuyana
y llega al territorio mendocino en el año 1551. Más allá del
origen incierto, de lo que no cabe ninguna duda es que fueron los
curas españoles los que trajeron las primeras plantas a la zona de
Mendoza como consecuencia, una vez más, a que la elaboración de
vino estuvo originalmente vinculada a la liturgia religiosa del
catolicismo más que a una actividad comercial.
Podemos
concluir que el vino, al ser clave en la misa cristiana también lo
fue para la evangelización española en América, haciendo que la
vitivinicultura encuentre en las órdenes religiosas a sus primeros
hacedores.
Lentamente
la producción fue creciendo hasta que a mediados del siglo XIX
merced a varios factores se consolida la actividad vitivinícola,
convirtiendo a la región en la mayor productora de vino del país.
La
inmigración europea mediterránea compuesta principalmente por
españoles, italianos e incluso franceses, significó un aporte
cualitativo de mano de obra y un mercado consumidor local importante,
tanto en cantidad como en la demanda de calidad del producto, al
traer consigo la arraigada costumbre del consumo del vino.
Visionarios
o simplemente amantes del vino, introdujeron las primeras cepas
francesas con la finalidad de elevar la calidad de los vinos
mendocinos, entre ellos es necesario mencionar al sanjuanino Domingo
Faustino Sarmiento,
quien comisionó al agrónomo francés Aimé Pouget para tal objeto.
En 1853 Pouget cruzó la cordillera trayendo consigo la idea de
replicar en Mendoza y San Juan la tarea que había desplegado en
Chile, introdujo así brotes de las uvas Cabernet,
Cot (Malbec) y Merlot
provenientes de la capital chilena las que fueron finalmente
plantadas en distintas zonas de las provincias, incluso en el
actualmente renombrado valle de Uco.
Debemos
a la Iglesia Católica la presencia de las vides en nuestro
territorio y a Domingo Faustino Sarmiento el desarrollo de nuestra
cepa insignia a nivel mundial, el afamado Malbec.
Desde
1885 empieza un proceso espectacular de crecimiento y desarrollo
hacia la vitivinicultura moderna debido a la llegada del ferrocarril,
a la transformación técnica y tecnológica, permitiendo la
explosión de la vitivinicultura como base de la economía mendocina.
El
resto ya es historia contemporánea y además va siendo hora de
juntarme con un par de amigos a “picar” algo y tomar un par de
copas de un buen vino Argentino mientras desgranamos nuestras
vivencias y arreglamos de manera definitiva el mundo.
Esta
es sin dudas la faceta más importante del vino, por algo 6000 años
de historia de la humanidad se concentran dentro de una botella que
explotan dentro de la copa en millones de historias.
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