sábado, 17 de mayo de 2014

Los gauderios (gauchos) de la Banda Oriental (1773)

José Luis Busaniche fue un notable historiador argentino. Nació en Santa Fe de la Veracruz, capital de la Provincia de Santa Fe, en 1892 y falleció en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, en 1959. Sus obras más importantes están relacionadas con los bloqueos franco – británicos de 1838 y 1843, el papel que jugó la Provincia de Santa Fe en esas circunstancias, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y la construcción del federalismo argentino. En 1938 publica un libro de lecturas históricas argentinas que reedita en 1959 con el título de Estampas del Pasado.(1) Este libro ha servido de inspiración para la sección “Rescoldos del Pasado” de El Recopilador He rescatado varios textos de la colección, reproduciendo parte de las prolijas referencias de Busaniche.    
Concolorcorvo, pseudónimo de Calixto Bustamante Carlos Inca, nació en Cuzco. Publicó el libro El lazarillo de ciegos caminantes, en 1773 con pie de imprenta de Gijón. En el que describe un viaje de Buenos Aires a Lima por el Tucumán a mediados del siglo XVIII.(2) 
La comida de los gauderios de la Banda Oriental 1773
“Éstos son unos mozos nacidos en Montevideo y en los vecinos pagos. Mala camisa y peor vestido procuran encubrir con uno o dos ponchos, de que hacen cama con los sudaderos del caballo, sirviéndoles de almohada la silla. Se hacen de una guitarrita que aprenden a tocar muy mal y a cantar desentonadamente varias coplas, que estropean, y muchas veces sacan de su cabeza, que regularmente ruedan sobre amores. Se pasean a su albedrío por toda la campaña y con notable complacencia de aquellos semibárbaros colonos, comen a su costa y pasan las semanas enteras tendidos sobre un cuero cantando y tocando. Si pierden el caballo o se lo roban, les dan otro o lo toman de la campaña enlazándolo con un cabresto muy largo que llaman rosario. También cargan otro, con dos bolas en los extremos, del tamaño de las regulares con las que se juega a los trucos, que muchas veces son de piedra que forran de cuero, para que el caballo se enrede en ellas, como así mismo en otras que llaman ramales, porque se compone de tres bolas, con que muchas veces lastiman a los caballos, que no quedan de servicio, estimando este servicio en nada, así ellos como los dueños.
“Muchas veces se juntan de éstos, cuatro o cinco, y a veces más, con pretexto de ir a al campo a divertirse, no llevando más previsión para su mantenimiento que el lazo, las bolas y un cuchillo. Se convienen un día para comer la picana de una vaca o novillo; la enlazan, derriban y bien trincado de pies y manos, le sacan, casi vivo, toda la rabadilla con el cuero, y haciéndole unas picaduras por el lado de la carne la asan mal, y medio cruda se la comen, sin más aderezo que un poco de sal, si la llevan por contingencia. Otras veces matan sólo una vaca o novillo por comer el matambre, que es la carne que tiene la res entre las costillas y el pellejo.  Otras veces matan solamente por comer una lengua que asan al rescoldo. Otras se les antojan caracuces, que son los huesos que tiene tuétano, que revuelven con un palito, y se alimentan de aquella admirable sustancia; pero lo más prodigioso es verlos matar una vaca, sacarle el mondongo y todo el sebo que juntan en el vientre, y con sólo una brasa de fuego y un trozo de estiércol seco de las vacas, prenden fuego a aquel cebo y luego que empieza a arder y comunicarse a la carne gorda y huesos, forma una extraordinaria iluminación, y así vuelven a unir el vientre a la vaca, dejando que respire el fuego por la boca y un orificio, dejándola toda una noche o una considerable parte del día, para que se ase bien y a la mañana o a la tarde la rodean los gauderios y con sus cuchillos van sacando cada uno el trozo que le conviene, sin pan ni otro aderezo alguno, y luego que satisfacen su apetito abandonan el resto, a excepción de uno u otro, que lleva un trozo a su campestre cortejo.”(3)               
Notas y Bibliografía: 
(1) 1959, Busaniche, José Luis, Estampas del pasado, lecturas de historia argentina, Buenos Aires, Hyspamérica.
(2) 1773, Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, Editorial de la Junta de Historia y Numismática, Buenos Aires, 1908.
(3) Busaniche, José Luis, Op. Cit., pp. 138-139.



2 comentarios:

  1. Bella manera de contar tiene este autor, aunque lo que relata es un tanto cruel, pero tan real, y había tanto ganado que el desperdicio no era pecado!, impresionante. Abrazos

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    1. Gracias, Pamela, por tus comentarios.
      El libro de Concolorcorvo es fundamental para tener una idea de nuestra América en los años previos a la Revolución de la Independencia.

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