Es
sabido que las recetas evolucionan siguiendo el ritmo de diversas influencias
(una modificación en el set de ingredientes disponibles, un trasiego hacia
tierras lejanas, etc.). Suelo desconfiar de la fidelidad de los atributos nacionales
que aparecen a veces en los nombres de las recetas porque no representan otra
cosa que una atribución simbólica a un origen y escamotean la riqueza de las
evoluciones señaladas. No hay, por ejemplo, una receta de “bacalao a la
portuguesa” en Portugal (al menos no la he encontrado cuando la busqué), pero
sí hay recetas con ese nombre en España y La Argentina. Entiendo que hay aquí
una atribución vinculada con el hecho de que el bacalao es central en la dieta
de los portugueses y ese plato que pretendemos realizar evoca, con su
pretenciosa denominación, precisamente
ese hecho.
Por
esta razón, el puchero a la española del recetario de la Familia Flores me
evoca un origen, pero no la identidad estricta de la receta en la que
precisamente ese origen parece difuminarse. Hasta ahora no he encontrado una
denominación similar en recetarios españoles; sin embargo, sí he encontrado la
certeza de que el puchero que se prepara en La Argentina desde hace mucho más
de dos cientos años es una variante muy específica que dista bastante de las
recetas de origen.
Efectivamente,
los españoles no necesitan afirmar la hispanidad del puchero (más conocido en
la península como “cocido” e incluso como “olla podrida”). Hay muchas variantes
regionales del cocido en España, pero no hay una que represente a todas. Es
decir, hay cocido madrileño, maragato o vitoriano; pero no hay un puchero a la
española en España. En un recetario de 1867, por ejemplo, hay una preparación
denominada “Cocido u olla española”.(1) Parece obvio que el autor necesita
afirmar, en este caso, la identidad nacional del plato. Es el único caso que
conozco, pero aún así, dista bastante del título “puchero a la española”.
Especulo con que esta es una denominación criolla consolidada hace ya mucho
tiempo, en especial porque “puchero” (alusión al nombre de la olla en que se
preparaba antaño) es la expresión más utilizada en Buenos Aires, en tanto que
en España, se prefiere el término “cocido”.
¿Sólo
en la denominación puede verse el acriollamiento de la receta? No. El texto ya
citado de Guillermo Moyano afirma que el cocido se “compone, según las verduras que dá la estación”(2). Esta
flexibilidad que debe tenerse en cuenta para las distintas épocas del año,
también se aplica a las diferencias regionales y a los productos que da cada
sitio y, claro está, a las preferencias culturales de los distintos colectivos
locales. De este modo hay muchas variantes de puchero, algunas de ellas, como
el cocido maragato de la ciudad de Astorga (Provincia de León) que no sólo se diferencia
por los ingredientes llevados a la olla, sino por la manera de servir el plato
(primero las carnes y al final la sopa) que invierte la tradición de otras
regiones españolas. De modo que, en el puchero criollo, estas variables se
aplican en la selección de los ingredientes y las formas específicas en que se
prepara.
En ese sentido, tengo para mí que el puchero
criollo, por los ingredientes que utiliza, es más dulce que las variantes que
conozco del cocido español. Esto es debido a que lleva zapallo, batatas y
choclos.
A continuación reproduzco la página del
recetario de la familia Flores y una versión con modificaciones gramaticales
que, creo, facilitan su lectura. Dos tipos de comentarios acompañan esta
exposición: algunos referentes a cómo se escribían las recetas hace 120 años y
otros en que comparo el texto con el recuerdo del puchero que hacía mi madre
hace sesenta años. Finalmente, y sólo a modo de ilustración agrego una receta
moderna de cocido madrileño para que podamos observar hasta que grado de
sofisticación puede llegar este plato (tal vez debamos decir “estos platos”
porque, según el servicio en las mesas españolas, esta comida asume el formato
de menú de tres pasos, sin contar el postre, claro está).
Puchero a
la española
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Fuente
(fecha)
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Recetario
de la familia Flores (1891)
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Ingredientes
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Agua.
Porotos.
Garbanzos.
Carne.
Jamón.
Tocino.
Sal.
Chorizo.
Unto.
Papas.
Batatas.
Zapallo.
Nabos.
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Preparación
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1.- En una olla se echará agua suficiente con porotos y
garbanzos.
2.- Se dejará hervir y cuando está hirviendo se echa la carne,
el jamón y el tocino. Se espuma y también se echa sal.
3.- Más tarde, cuando se ha espumado, se le echa las verduras:
papas, batatas, zapallo y nabos. También se agrega chorizo y un poco de unto.
4.- Se deja hervir hasta que se cueza.
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Ajuste
personal
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Como puede
verse, corregí moderadamente el texto para que pueda entenderse mejor. De
todos modos no me parece que esas correcciones hayan alterado la receta.
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Comentarios
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Algunas
objeciones a la receta:
1) No se
indican cantidades de ingredientes. ¿Se dan por supuestas o se dejan a la
libre elección del cocinero?
2) No se
indica qué carne se debe usar. Aquí sí que parece evidente que el corte a
utilizar se da por supuesto.
3) No se
indica si los porotos y los garbanzos han pasado la noche anterior en remojo
como indica la técnica correcta.
4) El
único condimento es la sal.
5) No se
prevé usar aceite en el servicio. En realidad, no se habla del servicio en la
receta.
6) Las
verduras se ponen todas juntas. Pareciera que si se procede de este modo, el
zapallo y las batatas estarán antes que las papas. ¿Se está pensando en que
se deshagan para espesar el caldo? Puede que con el zapallo sí, pero con la
batata no.
7) No se
incluyen verduras aromáticas (puerro, cebolla, zanahoria y apio).
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El puchero de mi vieja se
parecía mucho al de la receta. Con relación a los vegetales, mi madre no
incluía los nabos. En cambio, daba sabor al caldo con la “verdurita” (una
zanahoria pequeña, un puerro y un ramillete pequeño de perejil) que obsequiaba
el verdulero y algún trozo de repollo. En cuanto a las carnes, ella utilizaba
falda que era llevada a la olla con toda su grasa. Dos o tres veces por año
reemplazaba la falda por rabo de vaquillona o, en alguna ocasión especial, con
carne de gallina. Además, agregaba sabor con un poco de tocino (una loncha de
unos 50 g) y medio chorizo colorado.
La
vieja preparaba su puchero los lunes, miércoles y viernes durante todo el año.
Con esa periodicidad, y con esa receta, obtenía un caldo espeso que permitía
que toda la familia tuviera un plato de sopa en las 14 comidas principales de
la semana.
Fuente (fecha)
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2009(3)
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Ingredientes
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Ingredientes para 4 personas:
250 g de garbanzos
300 g de morcillo de vaca
¼ de gallina
100 g de tocino blanco o
entreverado
100 g de morcilla de
cebolla
100 g de chorizo
50 g de punta de jamón
serrano
4 huesos de tuétano de unos
5 cm
1 Kg. de repollo
4 patatas medianas
2 zanahorias
1 cebolla
1 nabo
1 diente de ajo
aceite de oliva para rehogar
100 g de fideos cabellín
para la sopa
sal.
Para el Relleno:
2 huevos
75 g de pan rallado
2 dientes de ajo
2 cucharadas de perejil
picado
aceite de oliva
sal
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Preparación
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Preparación del cocido:
1.- Remojar los garbanzos la noche anterior en agua templada con
un poco de sal. A la mañana siguiente sacarlos y escurrirlos.
2.- Colocar en una cazuela grande de base ancha las carnes, el
tocino, los huesos lavados y el jamón, y cubrir con unos 4 litros de agua.
3.- Poner la cazuela al fuego y, cuando rompa a hervir, aflorará
la espuma a la superficie. Quitarla con la espumadera y agregar los
garbanzos.
4.- Al segundo hervor añadir la zanahoria, la cebolla y el nabo.
5.-Cocer a fuego lento por espacio de tres horas o más, hasta
que los garbanzos estén tiernos.
6.- Veinte minutos antes del final, incorporar las patatas
peladas y cortadas por la mitad. Probar y rectificar de sal.
7.- Simultáneamente, en otro puchero, cocer el repollo picado
durante media hora. Escurrir y rehogarlo con el ajo.
8.-
Cocer el chorizo y la morcilla en un recipiente aparte para que no tiñan el
caldo.
Relleno:
9.- Batir los huevos y amasarlos con el pan rallado, los ajos
muy picaditos, el perejil y algo de sal.
10.- Formar con dos cucharas una especie de croquetas aplastadas
y freírlas en abundante aceite, muy caliente. No es necesario enharinarlas ni
pasarlas por huevo, puesto que la masa aguanta sin romperse.
11.-
Cuando se vaya a servir el cocido, introducirlas en el caldo y dar un hervor.
Presentación:
El cocido madrileño se dice que es de tres vuelcos.
12.- Primero se sirve la sopa con fideos (para ello hay que
cocerlos en el caldo durante 5 minutos).
13.- Después se presentan los garbanzos en una fuente con las
verduras: el repollo rehogado, la zanahoria y el nabo en rodajas (de unos 2
centímetros). La cebolla se añade al caldo para darle sabor, pero se retira.
Se acompaña también con el relleno y, en una salsera, tomate pelado, picado y
frito.
14.-El tercer vuelco está formado por las carnes troceadas, las
chacinas, el tocino y los huesos de caña. El tuétano untado sobre unas
tostadas está delicioso.
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Ajuste personal
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No le veo
sentido al relleno, por lo que por ahora prescindo de ese capítulo (julio de 2010)
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Comentarios
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01/08/10
Primera
experiencia. Bastante auspiciosa. Esta vez fue puchero de rabo y falda y hubo
que agregar batatas y choclo para hacerlo más al gusto argentino.
Autocrítica:
1) El
tiempo de cocción total de la carne fue de tres horas. A la falda y al rabo
le faltó un poco de cocción.
2) Un
acierto cocinar los chorizos aparte y controlar la temperatura de las
morcillas asturiana (sólo las calenté en agua hervida, pero con el fuego
apagado).
3) El
repollo debí cortarlo en juliana, pero de todos modos estaba muy bueno.
4) No
controlé la cocción de las batatas y se deshicieron un poco.
5) Los
tres vuelcos son la clave del servicio. Después de la sopa, puse el garbanzo
y las verduras en una fuente y las carnes en otra. Debí conservar las carnes
en fuego mínimo y servirlas después de terminar con las verduras. Así se
evita que todo se enfríe y permite que, quienes lo deseen, se sirvan otro
plato.
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Notas
y bibliografía:
(1)
1867, Moyano, Guillermo, El cocinero español y la perfecta cocinera,
Málaga, Librería de Francisco de Moya, pp. 2-6.
(2)
Idem, pp. 3.
(3)
Leída el 19 de marzo de 2009 en http://www.spain.info/TourSpain/Gastronomia/Productos+y+Recetas/Recetas/N/0/Cocido+madrileno?Language=es .
Mario: Leer en tu blog una de las recetas de la vieja libreta familiar me trae "el sabor" de de la pequeña cocina de mi casa paterna donde reencuentro -degusto, mejor- hoy el recuerdo de mi madre en sus quehaceres, mientras una radio suena y ella canturréa acompañando su tarea. El patio estaba ahí: de alguna forma miro por la ventana la escena... Mi curiosidad temprana ojeando las páginas del recetario -¡que ya eran frágiles entonces!-, el libraco de Doña Petrona que también estaba al alcance de la mano y la sorpresa, en ese estante de la cocina donde subido a la mesa, solía encontrarlo: tapas rojas lo evoco, algunas de sus hojas amarillas sueltas, y papeles escritos a mano, impresos, recetas y sabores, como estos recuerdos que afloran...
ResponderEliminarGracias, Rubén, por tu comentario.
EliminarTus palabras me traen el recuerdo de la pequeña cocina de mi casa de la infancia. ¡Cuántas cosas pasaban en esos lugares tan pequeños!
Que de Recuerdos a la receta de la aboa.. la otra abuela la tan, le ponia codegines... me dicen que en el mercado el progreso aun se consiguen.. veremos de recrearla Besisss La Doc
ResponderEliminarGracias, Doc, por tus comentarios.
Eliminar¿Codeguines en el puchero? Un aporte tano, ¿no?
En efecto, en España no existe ningún puchero, olla o cocido "a la española". Es más: en cada región se suprime el patronímico pues se asume que es el propio, salvo, claro, cuando no lo es.
ResponderEliminarEn Andalucía y Canarias se dice "puchero", "cocido" en Madrid y Castilla mientras que Aragón y Cataluña optan por "olla" (excepción: la "olla berciana", de El Bierzo, región Leonesa entre Castilla y Galicia, y por tanto limítrofe con La Maragatería, de donde es el citado cocido maragato).
En general no se emplean porotos ni ninguna variedad de judías, solo garbanzos, aunque la fórmula vitoriana usa ambos y la catalana "escudella i carn d'olla" también ambos o solo judías. Otra fórmula española con judías es la famosísima "fabada" (en realidad proviene de la fracción leguminosa del cocido asturiano, llamado comúnmente "pote asturiano", pero ha alcanzado renombre en solitario, como esos solistas de grupos musicales que se separan para hacer la guerra por su cuenta).
Por hermanamiento cultural con América, el puchero canario sí incluye batata, zapallo (calabaza, decimos aquí) y "millo" (choclo,maíz tierno) e incluso una variedad de pera (sí, la fruta), con lo que también resulta dulzón al gusto peninsular.
Me ha sorprendido el nabo en el cocido madrileño. Puede llevarlo, pero me temo que es una verdura ya poco frecuente en la cocina española. Solo en el norte sobrevive con desigual fortuna. En realidad el nabo fue la verdura sustanciosa de elección hasta que los americanos nos regalasteis la patata.
Otra cuestión fundamental es que, en la mayoría de los pucheros españoles, las verduras y las carnes cuecen aparte, de forma que no se mezclen los sabores en la materia, y al final ambos caldos se fusionan.
El corte de carne prácticamente exclusivo es el morcillo o jarrete, lo que (si no me equivoco) corresponde a vuestro osobuco. La razón es que la abundancia de tejido conectivo de esta zona hace que la carne se degrade y ablande con la cocción prolongada, mientras que las carnes más musculadas como la falda se vuelven correosas.
En fin, que el tema es muy complejo. Gracias por tu artículo, soy un enamorado de los pucheros de todo el mundo (hay variantes emparentadas por media Europa) y me ha parecido enormemente interesante.
Gracias, Miguel, por tus comentarios. Es un honor, para mí, contar con ellos en el espacio de El Recopilador.
EliminarAgradezco también tu aporte erudito que enriquece mi artículo de un modo que ahora se ha transformado en dos artículos.
Aunque no conozco las islas, siempre tuve noticias de la proximidad de Canarias con América. Un vínculo histórico hace que Canarias y Andalucía sean la comunidades españolas más cercanas a nuestra manera de sentir en Castellano. Ignoraba que el puchero canario fuera tan dulce como el nuestro. Esta información y la denominación que lleva el plato en estar comunidades confirman la dicha afinidad.
En cuanto al nabo, mi madre ya no lo usaba (mis recuerdos llegan a unos 55 años atrás); pero está presente en todas las recetas de puchero del siglo XIX a las que he podido acceder. Ahora pareciera querer hacerse un lugar en la cocina oriental, tal como se la concibe en los restaurantes porteños que se dedican a ella. En cuanto a su inclusión en la receta que publiqué, corre por cuenta del autor.
Aunque mi madre no usaba el morcillo-osobuco como tal en el puchero, sí usaba el hueso sin las carnes del jarrete. De él tomábamos el caracú (el tuétano). Presa por la que disputábamos con mis hermanos cada vez que lo había.
Tema interesante éste de los cocidos, los artículos de Apicius sobre el cocido victoriano me han resultado de sumo interés.
Nuevamente gracias, Miguel.
buenisimo Gracias!!!
ResponderEliminarGracias a Ud., Gabriela, por su comentario.
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