Alicia Boero nació en
Sastre, Provincia de Santa Fe. Esta localidad se ubica en el corazón de la
Pampa Gringa, la tierra donde viven muchos chacareros cuyas familias provienen
del norte de Italia. Ella lleva en la sangre esa tierra y esa procedencia. El
apellido Castells de su madre, obviamente catalán, aparece como una pincelada
de color complementario, como una nota de exotismo en la conformación cultural
de la familia en la que los tres abuelos restantes eran de origen piamontés (si bien esta recopilación está dedicada a la cocina piamontesa, agrego un toque catalán con la receta del allioli que prepara Alicia).
Fotos de la familia Boero
He comido bagna cauda
en su casa en varias oportunidades. El atractivo de esa preparación está
asociado a un área muy particular del planeta (el Piamonte italiano, la Saboya
francesa y los cantones de la Suiza franco parlante) que ha aportado elementos
notables a esa tradicón gastronómica
que, en Buenos Aires, denominamos cocina internacional. Tal es el caso
del vitel toné o del queso gruyere y la fondue de quesos (cuyo nombre francés
es, precisamente, fondue savoyarde) o de los bizcochos de vainilla que en
Buenos Aires llamamos simplemente vainillas, pero que en Italia denominan
bizcotti savoiardi, o de la panna cotta. No es nada raro, entonces, que en esa
cocina húmeda y untuosa se haya creado también el tiramisu, un postre que en
las últimas décadas ha conquistados el corazón de los porteños.
Cocina húmeda y
untuosa, dije, y estoy contento con la metáfora como un pibe que ha encontrado
la solución en un problema de regla de tres compuesta. Es que creo que esa es
la definición más precisa de ese conjunto de preparaciones.
Alicia me enseñó a
preparar varias de las recetas que comento en este texto. Para ella supuso un
esfuerzo porque cocina sin medidas previas y va dando forma a cada plato o
preparación a partir del gusto personal. Tanto insistí que logré que
reflexionara sobre los procedimientos y midiera las cantidades. Sin embargo, me
he encontrado con alguna sorpresa sobre la estabilidad de las medidas obtenidas
en cada ensayo.
Lo más cómodo es tomar
la bagna cauda de pie junto a la mesa familiar, del mismo modo que se lo hace
cuando se sirve una fondue savoyarde. Se procede sencillamente, sopando los
vegetales y otros comestibles disponibles, evitando que la salsa espesa chorree
mediante el expediente de apoyar el producto humedecido sobre una rodaja de pan
que oficia de plato.
Dos anécdotas graciosas
me ocurrieron comiendo bagna cauda en casa de Alicia.
Mis hábitos
alimentarios formados en una familia descendiente de españoles me incitan
permanentemente a sopar pan en cualquier líquido disponible en un plato de
comida. Me han dicho que la etiqueta española lo admite, en tanto que la
francesa (hija de las costumbres italianas) lo prohíbe. Lo cierto es que Jorge
(hijo de gallegos) y yo (nieto de riojanos), nos tentamos y comenzamos a comer
bagna cauda, humedeciendo directamente el pan en la cazuela en que el producto
estaba servido. Fuimos rudamente reconvenidos por una de las mujeres de familia
piamontesa. De ahí entendí cual era la función del pan, como cuando los
paisanos comen el asado usando el cuchillo como único cubierto. Toman una
rebanada de pan, apoyan un trozo de carne sobre él, con un pedacito más pequeño
de pan bajo el dedo pulgar sostiene con firmeza la carne, cortan un bocado con
el filo del cuchillo, lo pinchan con la punta y lo llevan a la boca... el pan
lo van comiendo lentamente cuando el deseo llama, pero no con la
proporcionalidad con que se lo ingiere en un sandwich.
El otro episodio tiene
directa relación con el estilo de Alicia para cocinar. En una oportunidad fui
tomando los datos, mientras ella preparaba el caldo. Eso me dio una proporción
determinada. Registré la información obtenida en mis recetarios, pero no se la
mostré a Alicia. En la siguiente bagna cauda que ella preparó, retuvo en su
memoria los datos de las proporciones puestas en juego. Cuando me reportó la
información, los volví a registrar. Luego los comparé con la receta registrada
y comprobé que ambas experiencias no guardaban ningún tipo de proporción entre
sí, salvo por un detalle: siempre calcula un filete de anchoas por comensal. La
anécdota incluye una profunda enseñanza sobre la libertad que debe ejercerse en
la cocina.
La cocina piamontesa,
como la judía o la árabe, quedó encerrada en las costumbres de la colectividad,
impactando marginalmente en la gastronomía popular de Buenos Aires. Sin
embargo, del mismo modo que ocurrió con las otras colectividades, algunas
preparaciones como el vitel toné desde hace mucho tiempo y el tiramisú más
recientemente, se volcaron sobre el caldo colectivo, realizando su aporte. En
mi recuerdo de la infancia, el vitel toné aparecía en ocasiones especiales,
festivas, como un alarde de refinamiento.
La bagna cauda, en
sentido inverso, era una comida misteriosa de cuya existencia tenía vagas
noticias y a la que no tuve acceso hasta que conocí a Alicia. Sin embargo, es
probable que haya tenido alguna difusión fuera de la colectividad. En la
edición que tengo del libro de doña Petrona (1958) aparece una receta de
“bagnacauda a la clementina” y una de vitel toné. Misteriosos recorridos de
esta cocina seductora y untuosa que no empalaga nunca.
No podemos
poner tan fácilmente un punto y aparte. Hay una vieja receta que todo asador
conoce y utiliza para mejorar su oferta de guarniciones vegetales. Se trata de
la ensalada de morrones asados marinados que es de origen piamontés según
sostiene Miranda Alberti (Alberti, Miranda, Italia (Cocinas del mundo),
León, Editorial Everest, 1993). La autora también adjudica esa misma
procedencia al tiramisú. Se pueden asar los morrones al horno, pero cocinarlos
en la parrilla, e incluso directamente sobre las brasas, le agrega a la
ensalada un gustito ahumado nada despreciable. Para felicidad de la metáfora
ensayada sobre la identidad de esta tradición, el pimiento asado, una vez
pelado y cortado, segrega jugos que, combinados con el aceite de oliva, da una
untuosidad encomiable.
Luego
de leer los borradores de estos textos, Alicia me envió el siguiente
correo-e:
Fecha:27
de junio de 2011
Asunto:Como
en todas mis recetas, saborear la libertad de hacerlo a gusto
Es
muy cierto lo que comenta Mario, nunca coinciden las cantidades de
cada uno de los elementos que se fusionan para obtener el producto
final, eso si... siempre logro el toque justo para estos placeres
culinarios. Les comento algo más, cada vez que comienzo con las
tareas propias de elaboración de cada plato, llamo a mi mamá, para
que me recuerde cantidades requirentes para cada especialidad, en
realidad, es porque siempre olvido como lo hice la última vez y,
además, aprovecho para escucharla y compartir con ella estos
sabores; sabiendo que es mi maestra en la cocina y obviamente en la
vida y logrando entre ambas ese toque que hace diferentes los
sabores.
Corrección
de un error:
Arriba
sostengo que la bagna cauda es una preparación que está asociada a
un área muy particular del planeta (el Piamonte italiano, la Saboya
francesa y los cantones de la Suiza franco parlante) y la fondue de
quesos (cuyo nombre francés es, precisamente, fondue savoyarde)
proviene de allí. El nombre me confundió y di por supuesto el
origen francés de este último plato.
Una
carta de Osvaldo Muslera corrige el error en un correo-e que escribe
desde Saint Maló, Bretaña, el 11 de Febrero de 2012. Lo transcribo,
y lo incluyo en el texto publicado para que los nuevos lectores
tengan la información correcta:
“Habiendo
manejado unos de los restaurantes "Savoyards" más
reputados en París por la calidad de su fondue savoyarde, entre
otros, donde tuve el gusto de recibirlos cuando vinieron con mi
hermana Haydée hace dos o tres anos y
según el resultado de búsquedas de información en aquel momento te
puedo decir que el origen de la "fondue savoyarde", a
pesar de su nombre, es suizo, de la región de Fribourg y
no francés.
“La prueba es que los quesos que componían al origen este plato eran en una grande mayoría por no decir la totalidad, de origen suizo, gruyere et emmenthale son la base.
“La prueba es que los quesos que componían al origen este plato eran en una grande mayoría por no decir la totalidad, de origen suizo, gruyere et emmenthale son la base.
“Con
el tiempo y según las regiones, visto que los quesos de origen
savoyard, y no todos, son de mejor gusto y calidad que algunos, y no
todos, los quesos suizos fueron remplazados en parte por
ellos.
“Otra
de los fundamentos de mis decires es que uno de los
restaurantes mas ancianos en Francia donde se puede
probar una "fondue savoyarde" esta situado en
Cannes, en la costa azul, a cuatrocientos metros de la famosa
"Croisette".
“/.../.
“Osvaldo”
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