Bueno, en realidad, el título es muy pretencioso.
Es verdad que, en este artículo, expongo una fórmula personal; pero debe un
tributo invalorable a la receta que publicó mi amigo Diego Bianchi en su libro En
contacto con los divino.(1)
Las imágenes pertenecen al autor
Durante mucho tiempo tuve una gran inhibición
frente a este plato. Lo tenía como elevado en altares inaccesibles. ¿Cómo
podría, yo, preparar algo tan complejo, algo que exige tanta maestría? Porque
es verdad que no hay nada más incomible que un locro mal preparado. Pero la
lectura de la receta de Diego me liberó de ataduras. La didáctica puntillosa con
que expone cada detalle fue una guía infalible.
Debajo del texto de la receta, expongo las
diferencias entre mi fórmula y la de Diego. Insisto allí en enumerar algunas
modificaciones tanto en la selección de los ingredientes como en sus
proporciones. Sin embargo, verán que no corrí una coma en el procedimiento.
I Un locro de alta lira
Ya he publicado, en El Recopilador de sabores entrañables, una
receta de locro. La que mi amigo José Fernández Erro incluyó en el capítulo de
“cocinetos” (colección de recetas y experiencias gastronómicas expuestas en
forma de soneto) de su libro Una mesa es un camino.(2) Lo transcribo
aquí porque da pistas sobre el origen del plato e sobre algunas ideas
gastronómicas básicas para prepararlo.
A Miguel Albrecht
Maíz
americano, es esta tu alabanza:
Cultivo
del diaguita guisado a la española,
el
locro es el camino hacia nuestra esperanza
y la humeante bandera que el
amor enarbola.
Un
día se remoja el blanco y seco grano
para
que luego hierva y consiga blandura.
Entonces,
se incorpora la carne del marrano,
oveja o vaca a gusto, ya
fresca o en facturas.
Hay
quienes lo enriquecen con zapallo y porotos.
Aparte,
por los niños, se fríe la cebolla
y se la condimenta con
feroces locotos.
Se
sirve bien caldoso, en unos platos grandes.
Y al
servirlo se siente que salen de la olla
el sabor y el saber antiguos de los Andes.
II El locro potosino y la fórmula
ancestral
Hace años, una amiga me envió un texto místico que evocaba la identidad
andina del locro. El texto era poético y exhibía una decidida inclinación por
ideas esotéricas. Lamentablemente lo he perdido, pero recuerdo el impacto que
me produjeron dos sentencias que contenía: el origen milenario del plato y el
gran protagonismo de la papa en su composición.
Pero si el locro no lleva papa, me dije, y las carnes de cerdo y vaca
no existían en la América precolombina. Debió pasar un tiempo, afortunado por
cierto, en que tuve la oportunidad de adentrarme en la cocina boliviana, esa
gran tradición culinaria casi desconocida en Buenos Aires. Pude allí advertir
de qué me hablaba aquel mensaje.
Había pensado, en su momento, que si ese texto era veraz, ese locro
primigenio debió estar registrado en crónicas o en restos arqueológicos. Pero no,
lo que descubrí fue sorprendente, esa receta ancestral sigue viva en Potosí,
Bolivia. El locro potosino se prepara con los cuatro productos esenciales de la
alimentación en el Área Andina Meridional:(3) papa, porotos, zapallo y choclos
(no se hace con maíz, se hace con choclos). No lleva carnes y el único agregado
sospechoso de modernidad es el queso rallado con que se corona el plato al
servirlo.
Ese
es, bien puede ser la receta originaria que devino en el locro argentino; pero la
identidad actual de nuestro plato emblema debió sufrir aún una transformación,
por demás evidente, en la que el elemento español fue decisivo. El locro
argentino es, pues, tan mestizo como nuestro continente.
III Consideraciones sobre la salsa
Todos
sabemos que el locro es acompañado por una salsa; pero si queremos unificar una
receta, y hasta una denominación, estamos frente a una salsa esquiva.
Algunos
la llaman “quiquirimichi”; pero yo la he visto con otros nombres. Por ejemplo,
Juan Carlos Martelli publica una receta de Gustavo Leguizamón. El “Cuchi” la
denomina “grasita colorada”.(4) En oportunidad de las Jornadas del Pimentón en
Sala de Payogasta en mayo de 2014, Carmen Ruíz de los Llanos cocinó una sopa de
frangollo que acompañó con esta salsa. Cuando le pregunté el nombre, me dijo
que su madre la denominaba “grasa freida” (sí, “fréida”), pero que desconocía
el significado y el origen del nombre. Julio Ruíz de los Llanos aclaró que esa
es la denominación de la salsa en el Valle Calchaquí.(5) También he leído por
ahí que se usa la expresión “salsa freida” para nominarla. Doña Petrona habla
de esta salsa en sus recetas, pero no le da un nombre específico. Usa la
expresión “fritura”.(6)
La
salsa se debe hacer con grasa; pero si no se cuenta con ella, se puede usar
aceite. Debe llevar cebolla o verdeo y, principalmente, ají o pimiento. Este
último detalle es muy importante porque alumbra la gran controversia: esta
salsa debe ser picante, en qué grado, o dulce.
Carmen
la hizo con grasa, pimentón dulce y verdeo. Diego que usa la denominación
“quiquirimichi” sostiene que debe ser picante y le agrega ají molido (también
le pone orégano). Doña Petrona usa dos variantes, una dulce y otra picante,
según le agregue o no ají. No especifica qué tipo de ají utiliza; pero, si se
desea que sea picante de verdad hay que usar locoto como nos ha dicho José en
su cocineto.
Personalmente
uso la fórmula de la grasa freida de Cármen Ruíz de los Llanos que preparo, con
aceite de oliva y pimentón dulce (en lo posible tiene que ser de Payogasta,
pero el de Santa María de Yocavil también funciona). El verdeo (sólo la parte
verde) se lo agrego en el momento de utilizarla.
Locro
|
|
Fuente
(fecha)
|
Basado
en la receta de Diego Bianchi (4 )
|
Ingredientes
|
Maíz
blanco pisado: 400 g.
Porotos
pallares: 120 g.
Zapallo
inglés: 800 g de peso neto.
Puerro:
200 g. de peso neto.
Cebolla
de verdeo: 200 g. de peso neto.
Ajo:
3 dientes.
Chorizo
fresco: uno y medio.
Chorizo
colorado: uno y medio.
Panceta
ahumada: 150 g.
Ossobuco
o falda 750 g.
Manito
de cerdo: una (puede ser orejas o cuerito de chancho). Pedir al carnicero que
corte la manito en trozos de 3 cm de lado.
Caldo
de verduras: 3 litros.
Aceite de oliva.
Sal.
Pimentón
dulce de Payogasta.
Orégano.
Ají
molido.
Comino.
Canela.
Laurel:
3 hojas.
|
Preparación
|
1.-
Remojar el maíz pisado y los porotos en aguas separadas por entre 8 y 12
horas. Mantener el remojo en la heladera para evitar que fermenten.
2.-
Cortar la panceta en lardones, conservar. Si la panceta tiene el cuerito,
conservarlo.
3.-
Quitar la piel al chorizo fresco, desmenuzarlo y reservar.
4.-
Desgrasar la carne, cortarla en trozos de 3 cm de lado y reservar.
5.-
Saltar la panceta con un poquito de aceite de oliva en una sartén. Si tenía
cuerito, agregarlo en este momento.
6.-
Cuando la panceta está dorada, agregar el relleno del chorizo. Cuando éste
haya dorado, reservar.
7.-
En la misma sartén agregar la manito de cerdo y las carnes. Cuando todo esté
sellado, conservar.
8.-
Pelar el zapallo, quitarle las semillas y cortarlo en cubos de 3 cm de lado.
Reservar.
9.-
Poner a hervir 2 litros de caldo en una olla grande. Mantener el resto
caliente.
10.-
Agregar, en el caldo en ebullición, las carnes con sus jugos de sellado, el
maíz y los porotos escurridos y el zapallo.
11.-
Mezclar con una cuchara de madera y sazonar con sal (poca), pimentón dulce
(en mayor proporción que el resto de los condimentos), ají molido, comino,
orégano, canela y laurel.
12.-
Cuando vuelve a romper el hervor, bajar el fuego al mínimo y cocinar el locro
tapado por entre 2 horas y media y 3. Remover cada tanto con la cuchara de
palo para evita que se pegue en el fondo. Agregar caldo caliente cuando es
necesario, tiene que quedar como una sopa espesa.
13.-
Cortar la parte blanca de la cebolla de verdeo al sesgo (reservar separada la
parte verde picada).
14.-
Pelar y filetear los dientes de ajo.
15.-
Lavar bien el puerro y cortarlo al sesgo tanto la parte blanca como la verde.
16.-
Rehogar en aceite de oliva el ajo, el blanco de la cebolla de verdeo y el puerro.
Conservar.
17.-
Media hora antes de terminar, agregar el chorizo colorado cortado en rodajas.
Continuar la cocción con la olla destapada.
18.-
Cumplido el tiempo, agregar las verduras rehogadas y el verde de la cebollita
crudo, mezclar bien, subir el fuego a máximo por 2 minutos y apagar.
19.-
Tapar y dejar estar 5 minutos antes de servir.
20.-
Servir en cazuelas de barro. Poner en la mesa una salsera con grasita
colorada dulce y un cuenco con verdeo picado finito para que cada comensal se
sirva a su gusto.
|
Ajuste
personales
|
Enumero los detalles de mi adaptación:
Diego propone una proporción mayor de
carnes, tanto en cantidad como en calidad. Esto es, un 30 % más de cada
producto, el agregado de medio kilo de pechito de cerdo y el uso del osobuco
como carne de vaca.
A cambio del pechito, elijo agregar
manitos de cerdo y, a cambio del osobuco, mi preferencia se dirige hacia la
falda.
En los condimentos, sumo un poco de canela.
Omito agregar un morrón asado y choclo
desgranado.
Con todo, el verdadero ajuste personal
es que uso el doble de zapallo que el que propone la receta de referencia.
|
Notas y
bibliografía:
(1) 2015, Bianchi, Diego, En contacto con lo divino,
Buenos Aires, edición del autor, pp. 58-63. También leído el 6 de enero
de 2017 en http://contactoconlodivino.blogspot.com.ar/2013/05/locro.html.
(2) 2004,
Fernández Erro, José, Una mesa es un
camino, Talavera de la Reina, Antonio del Camino, pag. 24.
(3)
Región del Continente Sudamericano integrada por el altiplano boliviano, el noroeste argentino, la
puna chilena y las sierras del sur peruano.
(4) 1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa,
Beatriz, El libro de la cocina criolla, Buenos Aires, Edicol, pag. 101.
(5) Leído en http://elrecopiladordesabores.blogspot.com.ar/2016/01/sopa-de-frangollo-de-carmen-ruiz-de-los.html,
el 8 de enero de 2017
(6) 1934, Gandulfo, Petrona C. de, El libro
de doña Petrona, Buenos Aires, 1958, edición 52°, pp. 149-151.
No je hermoso post Marito!! Un honor que me hayas utilizado como una de las fuentes de tu excelente receta llena de investigación, historia y sabiduría!! Felicitaciones!!
ResponderEliminarGracias, Diego, por tus comentarios elogiosos.
Eliminar