miércoles, 20 de julio de 2016

JUJUY



Willy Cersósimo

julio de 2016

Moto, Paleta del Pintor, Inseguridad.

Cuál es el hilo conductor que une estas tres cosas?

El vino, por supuesto.

Viajando en moto junto a sus amigos por el norte, conoció las tierras quebradeñas, donde quedó impactado por la belleza de una impresionante formación geológica constituida por cerros multicolores conocida como la Paleta del Pintor ubicada frente a pueblo de Maimará y, a raíz de la ola de inseguridad que se vivía en la ciudad de Buenos Aires, Fernando Nandi Dupont, decidió en el año 2002 comprar tierras en ese lugar y apostar a los vinos.

 
Las imágenes pertenecen al autor
La Bodega Fernando Dupont se encuentra situada en el pequeño pueblo de Maimará, más específicamente en el paraje San Pedrito, dentro de la Quebrada de Humahuaca, en la provincia de Jujuy, a 6 km hacia el sur de la pequeña ciudad de Tilcara. Esta bodega es la más antigua de la provincia, fue fundada en el año 2004 y es hoy un referente, un hito en la industria vitivinícola de la provincia de Jujuy, sentando el precedente de la posibilidad de lo imposible.

En los últimos años, Bodega Fernando Dupont, ha ganado premios nacionales e internacionales a la calidad y prolijidad en la producción enológica, además uno de sus vinos fue galardonado con 94 puntos Parker. La bodega posé 4 hectáreas de superficie cultivable y se encuentra ubicada a casi 2.500 metros sobre el nivel del mar. Construir este refugio del morado elíxir en el medio de las montañas de la Quebrada de Humahuaca fue una ardua y difícil empresa. Es una zona pedregosa de escarpadas laderas y tiene casi como única vegetación algunos cactus y churquis que adornan el árido paisaje, para llegar a ella hay que transitar por un acceso muy peculiar, se debe cruzar el Río Grande pasando sobre un puente construido con antiguas vigas de ferrocarril, allí al pie de una montaña salpicada de colores conocida como la Paleta del Pintor, se encuentra este oasis de la vid.

La vitivinicultura obviamente no comenzó en Jujuy con Fernando Dupont. El vino siempre tuvo un rol fundamental en la historia y cultura de la región quebradeña. En la época de la colonización era utilizada como un brebaje para diezmar a la raza local. Luego se ha transformado en una bebida de culto hacia la Pachamama (Madre Tierra) en cada una de las chayadas que los pobladores celebran en el mes de agosto para agradecer la cosecha y pedir por un buen año productivo.

En los años ’60, estaban instaladas al menos una veintena de bodegas que elaboraban el famoso vino de mesa con uva de la variedad Monterrico o vulgarmente llamada “chinche”. El cultivo de la uva era una de las principales economías que tenía la zona de los Pericos hasta que se vieron obligadas a cerrar sus puertas por la implementación de políticas nacionales que favorecieron a la producción del tabaco. Entonces, las bodegas fueron ocupadas para otros tipos de actividades como por ejemplo clasificadoras de tabaco o escoberías o simplemente fueron abandonadas. Hasta que en los ’90, algunos productores decidieron producir vinos de manera artesanal con una producción muy limitada que no superan las tres mil botellas anuales, no llegando nunca a la calidad y volúmenes necesarios para ser consideradas industriales.

De tanto ir al norte, Fernando Nandi Dupont, terminó por comprar 20 hectáreas en el paraje de San Pedrito de Maimará, un vergel que alimenta el río Grande. Allí construyó su casa, y destinó la quinta parte de las hectáreas al desarrollo de un emprendimiento vitivinícola. Alrededor, los cerros, que tienen en la Paleta del Pintor su más expresiva manifestación mineral, subrayan la severidad del hábitat. Sol tórrido, lluvias escasas y, por lo tanto, un suelo reacio a la fertilidad en fuerte contraste con los verdores del valle. Pero allí donde solamente parece arraigar el cardón y los cactus rastreros, Dupont vislumbró el oasis de viñas.

La nueva historia del vino en Jujuy comienza con un viñedo compuesto en un 80% de uva Malbec, un 15% de Syrah y el 5% restante de Cabernet Sauvignon. Asesora y vela por la buena consecución del largo proceso de elaboración del vino nada menos que el winemaker salteño Marcos Arnaldo Etchart, que además, es el dueño de la Bodega San Pedro de Yacochuya. El desvelo en el viñedo le toca al ingeniero de campo Juan Luciano Prates, también de Cafayate. Y en el paso a paso del quehacer cotidiano, en la finca y en la bodega, está Ariel Benicio Apaza, brazo derecho de Marcos Arnaldo Etchart, que hace años que trabaja con Fernando Dupont.

Beneficiados por las escasas lluvias y otoños largos y frescos, con enormes saltos de amplitud térmica y una gran pureza del aire crean un clima ideal para obtener vinos muy complejos, así las vides Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah alcanzan su madurez óptima, logrando una alta concentración de sabores, aromas y colores sin perder frescura y usando un sistema natural de cultivo basado en las técnicas ancestrales de cuidado y convivencia con el medio ambiente y su ciclo de energías.

En la Quebrada es todo muy místico y para la cultura andina la tierra es sagrada formándose un sentimiento de responsabilidad con la diosa naturaleza, la Pachamama, de la que todo viene. Se aprovecha la pureza del agua subterránea para regar una tierra pedregosa y austera aunque plena de minerales. El estar a solo 15 Km del trópico de Capricornio la luz incide de forma muy perpendicular comparada con latitudes como la de Mendoza, otorgando una gran radiación y luminosidad ambiental lo que permite una alta densidad de plantas por hectárea, requiriendo en consecuencia un trabajo manual intensivo, los espalderos se ubican a 1.25 m entre sí porque no se puede cultivar con maquinarias ya que el suelo es todo de piedra, y no tiene sentido desaprovechar la tierra cuando ésta es el bien más escaso.

Esta aventura tuvo su primera vinificación en el año 2007 con tan sólo 500 botellas, cantidad que en la actualidad ronda las 12.000 con tan solo 16.000 plantas. Los vinos disponibles son: Rosa de Maimará, un rosado, el Punta Corral, a base Syrah y el resto Cabernet y Malbec, que es un tinto joven del año, y el Pasacana (nombre del fruto del cardón), que es prácticamente todo Malbec, con 14 meses de madera y 6-8 meses de botella, y sale cada dos años, su tope de gama.

En este terroir tan extremo solo se puede usar la uva del viñedo de la bodega ya que no hay otros. Los vinos son la expresión de lo que sucedió en esa temporada con el clima, con las personas que llevan adelante el cultivo, los tiempos, los aciertos o desaciertos en el manejo del viñedo, todo esto hace que estos vinos sean muy concentrados, diferentes a todos, tienen un carácter único, producto de ese terruño austero, puro y muy mineral. Es por eso que la habilidad de Marcos Arnaldo Etchart y su talento se ponen a prueba al cortar los vinos, ya que cuenta solamente con una añada disponible, es eso y nada más.

Cualquier técnico le hubiera dicho a Fernando Dupont que estaba absolutamente loco si pretendía sacar algo de un lugar tan inhóspito, tan falto de fertilidad, con carencias recurrentes de agua, y todo lo que tiene que decir un técnico para ponerle un freno de mano al delirio de un emprendedor tenaz. Pero el técnico que a la postre se transformó en consultor era Marcos Arnaldo Etchart, y aseguró que "algo" se podría hacer, siempre que se consiguiera agua suficiente. Porque a pesar de estar casi sobre el lecho del Río Grande, éste tiene un régimen hídrico muy pobre la mayor parte del año. Se mandó a hacer un pozo, se tuvo que batallar con una bomba que no acertaba a acercar el agua suficiente, Fernando Dupont fue hasta Punta Corral, que es a donde los lugareños peregrinan todos los años para agradecerle a la virgen que apareció en aquel paraje, le pidió a la virgen un milagro y el agua apareció, la bomba se puso en marcha y el funcionamiento actual del riego por goteo es el testimonio del éxito de haber combinado la ciencia con la fe.

Se eligió el nombre de Punta Corral para uno de los vinos por la gran significación religiosa que posé en la zona, todos los años en Semana Santa se realiza una procesión para llevar a la Virgen hasta Punta Corral, a 4.000 m de altura. En su etiqueta se encuentra una bella imagen de la Virgen de Punta Corral y que siempre es distinta. El nombre Punta Corral es tan fuerte que se dan el lujo de cambiar la etiqueta todos los años, para eso se realiza con gran éxito todos los años un Concurso abierto solo a los habitantes de Jujuy para elegir una obra con la imagen de la Virgen la cual se replica en las botellas. En su contra etiqueta reza la siguiente frase: "Desde Tilcara vamos llegando Virgen de Punta Corral. Trepando cerros los promesantes, solo por verte en tu altar".

Un buen día la vida da una vuelta total de timón y un ser humano se encuentra apasionado en su “leyenda personal”, frente a su misión. Esto le ocurrió en definitiva a Fernando Dupont que teniendo una carrera consagrada profesionalmente como Ingeniero Agrónomo, en el 2001, entendió que, en medio del ensordecimiento social, él podía escucharse mejor en su mayor intimidad. Y fue allí cuando emprendió el viaje a la Quebrada de Humahuaca, buscando el espacio y el “terroir” para echar raíces y crear sabores.

Vale muchísimo la pena acercarse hasta el paraje San Pedrito, cruzando el río frente a Maimará, y volverse admirador de esta bodega insignia de Jujuy que hace historia, fruto del tesón de un porteño que devino en quebradeño como el carnavalito, seducido, seguramente, por la dulzura de Amelia Janco, su mujer, una bella lugareña.


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