Willy Cersósimo
julio de 2016
Moto,
Paleta del Pintor, Inseguridad.
Cuál es
el hilo conductor que une estas tres cosas?
El vino,
por supuesto.
Viajando en moto junto a sus amigos por
el norte, conoció las tierras quebradeñas, donde quedó impactado por la belleza
de una impresionante formación geológica constituida por cerros multicolores conocida
como la Paleta del Pintor ubicada frente a pueblo de Maimará y, a raíz de la ola
de inseguridad que se vivía en la ciudad de Buenos Aires, Fernando Nandi Dupont,
decidió en el año 2002 comprar tierras en ese lugar y apostar a los vinos.
Las imágenes pertenecen al autor
La Bodega Fernando Dupont se encuentra
situada en el pequeño pueblo de Maimará,
más específicamente en el paraje San Pedrito, dentro de la Quebrada de
Humahuaca, en la provincia de Jujuy,
a 6 km hacia el sur de la pequeña ciudad de Tilcara. Esta bodega es la más
antigua de la provincia, fue fundada en el año 2004 y es hoy un referente, un
hito en la industria vitivinícola de la provincia de Jujuy, sentando el
precedente de la posibilidad de lo imposible.
En los últimos años, Bodega Fernando
Dupont, ha ganado premios nacionales e internacionales a la calidad y
prolijidad en la producción enológica, además uno de sus vinos fue galardonado
con 94 puntos Parker. La bodega posé 4 hectáreas de superficie cultivable y se
encuentra ubicada a casi 2.500 metros sobre el nivel del mar. Construir este
refugio del morado elíxir en el medio de las montañas de la Quebrada de
Humahuaca fue una ardua y difícil empresa. Es una zona pedregosa de escarpadas
laderas y tiene casi como única vegetación algunos cactus y churquis que
adornan el árido paisaje, para llegar a ella hay que transitar por un acceso muy
peculiar, se debe cruzar el Río Grande pasando sobre un puente construido con
antiguas vigas de ferrocarril, allí al pie de una montaña salpicada de colores
conocida como la Paleta del Pintor, se encuentra este oasis de la vid.
La vitivinicultura obviamente no comenzó
en Jujuy con Fernando Dupont. El vino siempre tuvo un rol fundamental en la
historia y cultura de la región quebradeña. En la época de la colonización era
utilizada como un brebaje para diezmar a la raza local. Luego se ha
transformado en una bebida de culto hacia la Pachamama
(Madre Tierra) en cada una de las chayadas que los pobladores celebran en el
mes de agosto para agradecer la cosecha y pedir por un buen año productivo.
En los años ’60, estaban instaladas al
menos una veintena de bodegas que elaboraban el famoso vino de mesa con uva de
la variedad Monterrico o vulgarmente llamada “chinche”. El cultivo de la uva
era una de las principales economías que tenía la zona de los Pericos hasta que
se vieron obligadas a cerrar sus puertas por la implementación de políticas
nacionales que favorecieron a la producción del tabaco. Entonces, las bodegas
fueron ocupadas para otros tipos de actividades como por ejemplo clasificadoras
de tabaco o escoberías o simplemente fueron abandonadas. Hasta que en los ’90, algunos
productores decidieron producir vinos de manera artesanal con una producción
muy limitada que no superan las tres mil botellas anuales, no llegando nunca a
la calidad y volúmenes necesarios para ser consideradas industriales.
De tanto
ir al norte, Fernando Nandi
Dupont, terminó por comprar 20 hectáreas en el paraje de San Pedrito de Maimará, un vergel que
alimenta el río Grande. Allí
construyó su casa, y destinó la quinta parte de las hectáreas al desarrollo de
un emprendimiento vitivinícola. Alrededor, los cerros, que tienen en la Paleta
del Pintor su más expresiva manifestación mineral, subrayan la severidad del
hábitat. Sol tórrido, lluvias escasas y, por lo tanto, un suelo reacio a la
fertilidad en fuerte contraste con los verdores del valle. Pero allí donde solamente
parece arraigar el cardón y los cactus rastreros, Dupont vislumbró el oasis de
viñas.
La nueva historia
del vino en Jujuy comienza con un viñedo compuesto en un 80% de uva Malbec, un
15% de Syrah y el 5% restante de Cabernet Sauvignon. Asesora y vela por la
buena consecución del largo proceso de elaboración del vino nada menos que el
winemaker salteño Marcos Arnaldo Etchart, que además, es el dueño de la Bodega San Pedro de Yacochuya. El desvelo en
el viñedo le toca al ingeniero de campo Juan Luciano Prates, también de Cafayate. Y en el paso a paso del
quehacer cotidiano, en la finca y en la bodega, está Ariel Benicio Apaza, brazo
derecho de Marcos Arnaldo Etchart, que hace años que trabaja con Fernando
Dupont.
Beneficiados por las escasas lluvias y
otoños largos y frescos, con enormes saltos de amplitud térmica y una gran
pureza del aire crean un clima ideal para obtener vinos muy complejos, así las
vides Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah alcanzan su madurez óptima, logrando
una alta concentración de sabores, aromas y colores sin perder frescura y
usando un sistema natural de cultivo basado en las técnicas ancestrales de
cuidado y convivencia con el medio ambiente y su ciclo de energías.
En la Quebrada es todo muy místico y
para la cultura andina la tierra es sagrada formándose un sentimiento de
responsabilidad con la diosa naturaleza, la Pachamama, de la que todo viene. Se
aprovecha la pureza del agua subterránea para regar una tierra pedregosa y
austera aunque plena de minerales. El estar a solo 15 Km del trópico de
Capricornio la luz incide de forma muy perpendicular comparada con latitudes
como la de Mendoza, otorgando una gran radiación y luminosidad ambiental lo que
permite una alta densidad de plantas por hectárea, requiriendo en consecuencia
un trabajo manual intensivo, los espalderos se ubican a 1.25 m entre sí porque
no se puede cultivar con maquinarias ya que el suelo es todo de piedra, y no tiene
sentido desaprovechar la tierra cuando ésta es el bien más escaso.
Esta
aventura tuvo su primera vinificación en el año 2007 con tan sólo 500 botellas,
cantidad que en la actualidad ronda las 12.000 con tan solo 16.000 plantas. Los
vinos disponibles son: Rosa de Maimará, un rosado, el Punta Corral, a base
Syrah y el resto Cabernet y Malbec, que es un tinto joven del año, y el Pasacana
(nombre del fruto del cardón), que es prácticamente todo Malbec, con 14 meses
de madera y 6-8 meses de botella, y sale cada dos años, su tope de gama.
En este terroir tan extremo solo se
puede usar la uva del viñedo de la bodega ya que no hay otros. Los vinos son la
expresión de lo que sucedió en esa temporada con el clima, con las personas que
llevan adelante el cultivo, los tiempos, los aciertos o desaciertos en el
manejo del viñedo, todo esto hace que estos vinos sean muy concentrados, diferentes
a todos, tienen un carácter único, producto de ese terruño austero, puro y muy
mineral. Es por eso que la habilidad de Marcos Arnaldo Etchart y
su talento se ponen a prueba al cortar los vinos, ya que cuenta solamente con una
añada disponible, es eso y nada más.
Cualquier técnico le hubiera dicho a Fernando
Dupont que estaba absolutamente loco si pretendía sacar algo de un lugar tan
inhóspito, tan falto de fertilidad, con carencias recurrentes de agua, y todo
lo que tiene que decir un técnico para ponerle un freno de mano al delirio de
un emprendedor tenaz. Pero el técnico que a la postre se transformó en
consultor era Marcos Arnaldo Etchart,
y aseguró que "algo" se podría hacer, siempre que se consiguiera agua
suficiente. Porque a pesar de estar casi sobre el lecho del Río Grande, éste
tiene un régimen hídrico muy pobre la mayor parte del año. Se mandó a hacer un
pozo, se tuvo que batallar con una bomba que no acertaba a acercar el agua
suficiente, Fernando Dupont fue hasta Punta Corral, que es a donde los
lugareños peregrinan todos los años para agradecerle a la virgen que apareció
en aquel paraje, le pidió a la virgen un milagro y el agua apareció, la bomba se
puso en marcha y el funcionamiento actual del riego por goteo es el testimonio del
éxito de haber combinado la ciencia con la fe.
Se eligió el nombre de Punta Corral para
uno de los vinos por la gran significación religiosa que posé en la zona, todos
los años en Semana Santa se realiza una procesión para llevar a la Virgen hasta
Punta Corral, a 4.000 m de altura. En su etiqueta se encuentra una bella imagen
de la Virgen de Punta Corral y que siempre es distinta. El nombre Punta Corral
es tan fuerte que se dan el lujo de cambiar la etiqueta todos los años, para
eso se realiza con gran éxito todos los años un Concurso abierto solo a los
habitantes de Jujuy para elegir una obra con la imagen de la Virgen la cual se
replica en las botellas. En su contra etiqueta reza la siguiente frase:
"Desde Tilcara vamos llegando Virgen de Punta Corral. Trepando cerros los
promesantes, solo por verte en tu altar".
Un buen día la vida da una vuelta total
de timón y un ser humano se encuentra apasionado en su “leyenda personal”,
frente a su misión. Esto le ocurrió en definitiva a Fernando Dupont que teniendo una carrera consagrada
profesionalmente como Ingeniero Agrónomo, en el 2001, entendió que, en medio
del ensordecimiento social, él podía escucharse mejor en su mayor intimidad. Y
fue allí cuando emprendió el viaje a la Quebrada
de Humahuaca, buscando el espacio y el “terroir” para echar raíces y
crear sabores.
Vale muchísimo la pena acercarse hasta
el paraje San Pedrito, cruzando el río frente a Maimará, y volverse admirador
de esta bodega insignia de Jujuy que hace historia, fruto del tesón de un
porteño que devino en quebradeño como el carnavalito, seducido, seguramente,
por la dulzura de Amelia Janco, su mujer, una bella lugareña.
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