Mario Wences
23/07/16
Con el acceso a internet, hoy cualquier persona siguiendo las instrucciones
generales disponibles en páginas web, puede ser capaz de intentar hacer un
asado a la parrilla.
Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de “asado a la parrilla”?
por un lado un corte de carne vacuna, y por la otra un método de cocción de
alimentos.
Las imágenes pertenecen al administrador de El Recopilador de sabores
El asado, es un corte vacuno característico en nuestra
región, que
proviene del costillar de la parte externa del ganado bovino, el que se
caracteriza (generalmente) por estar cortado en tiras de distinto espesor en
sentido perpendicular al hueso, pudiéndose inclusive efectuar la cocción en la
parrilla o al asador de todo el costillar completo.
Esta
aclaración resulta necesario hacerla por dos motivos: El primero es que en
Argentina cuando hablamos de comer un “asado”, más allá del corte mencionado en
el párrafo anterior, en realidad a lo que hacemos referencia es a un proceso
gastronómico de cocción de alimentos que pueden variar en cuanto el tipo de
carne que se prepare: vacuna, porcina, caprina, o de aves, o pescados, o,
inclusive hoy se ha hecho muy popular, la parrilla de vegetales cocidos a la
parrilla.
El
segundo, es que esta forma de trozar o despiezar la anatomía bovina, de la cual
nace el corte denominado asado, es un patrimonio regional que no es coincidente
con la forma de trozar la carne en otros países fuera de nuestra región, ya que
no solo difieren los cortes por su nombre, sino fundamentalmente por la forma
en que la carne es cortada.
Tanto
es así, que cuando estamos en el exterior de nuestro país o de la región, y
queremos comer un asado debemos buscar carnicerías que se especialicen en la
materia, ya que existen carnicerías “argentinas” en muchas ciudades del mundo, como
consecuencia de migraciones de generaciones de argentinos a otras latitudes,
motivadas en cuestiones económicas, políticas o sociales que indujeron a muchas
familias a emigrar en búsqueda de nuevos horizontes como consecuencia de
distintos ciclos de inestabilidad institucional o económica.
Entonces, tenemos distintas
cuestiones que requieren atención:
1.
Cómo
hacer el fuego y cómo cocinar
2.
El
qué hacer arriba de la parrilla
3.
Cómo
preparar lo que va a ser objeto de cocción.
Los
tres puntos son cuestiones fundamentales que reconocen distintas respuestas y
que tienen cada una de ellas sus respectivos seguidores, hay quienes entienden
que su forma de hacer el asado es la mejor que otras… Puede que sí, puede que
no: En realidad todo ello es cuestión de gustos, de costumbres y tradiciones
familiares o regionales que nos inducen a optar por la leña o el carbón y las
distintas formas de encender el fuego; la elección del corte o alimento
preparar en la parrilla, la forma de preparar la carne, antes de ponerla en la
parrilla, la técnica para su cocción, y las formas de servirla y con que
acompañarla.
También
sobre estos temas se pueden encontrar en la web, información e instrucciones
con sus distintas alternativas, por las que uno puede pasear para elegir la que
le resulte más comprensible, o a su modo de ver las cosas, más conveniente.
En
cuanto a los cortes vacunos, en general, además del tradicional asado de tira,
el vacío y el matambre, que eran cortes más económicos en otros tiempos, por lo
cual eran los más tradicionales y preferidos por la mayoría de las familias. También
existen otros cortes o piezas de mayor precio, de alta gama, como ser el lomo,
la colita de cuadril, la entraña, el bife de chorizo, y el llamado Ojo de Bife.
Todos ellos, si bien tienen en común poder prepararse a la parrilla, tienen
formas diferenciadas preparación y de cocción por las características propias
de cada corte.
En
realidad, cualquier corte vacuno puede prepararse a la parrilla, lo que ocurre
es que por su musculatura, por su nivel graso, o su contextura requieren de
mayores cuidados para poder obtener un alimento que sea tierno, y a su vez
sabroso. Lo fundamental para que un “asado” a la parrilla sea bueno, además de
la calidad de la carne, la cantidad y distribución del fuego, y las formas de
preparación previa de la carne, es la paciencia.
Si
bien se puede asar la carne en forma más o menos rápida, ello dependerá del
corte del cual se trate, y del tamaño de la pieza o porción que se disponga a
asar. A modo de ejemplo, un churrasco de cuadril o un bife de poco espesor,
puede ser preparado con relativa rapidez, si se cuenta con un buen fuego y el
ojo atento del parrillero para evitar que la carne se seque demasiado o se
queme. Hay formas de preparación que hacen a ciertos paladares, que gustan
comer la carne “arrebatada”, es decir muy cocida en su parte exterior y casi
cruda en su centro, con el característico color rojo.
Pero
cuando hablamos de “comer un asado”, generalmente nos estamos refiriendo a un
hecho social, que generalmente trasciende al grupo familiar del hogar, para
integrar a otros familiares o amigos, como parte de un evento, festejo, o
encuentro periódico. Y este “hacer un asado”, pasa a ser todo un proceso regido
por actos previos, procesos compartidos durante la cocción de la carne, y su
ingesta compartida en una mesa (o de pie alrededor de la parrilla) donde el
vino tinto, insumo fundamental para un asador, al igual que el fuego para la
carne, el acompañamiento por parte de los comensales al asador mientras cumple
su guardia y sus rituales frente a la parrilla hacen que la parrilla se
convierta en una especie de confesionario, por donde los comensales van
transitando intercambiando con el asador diálogos que generalmente hacen a la
naturaleza de los vínculos que lo unen con el anfitrión, que generalmente es
quien tiene a su cargo el control, no solo de la parrilla y de la carne, sino
también de toda la logística del evento.
Dos
cosas importantes que creo necesario tener en cuenta, son las siguientes:
Como
el asado lleva bastante tiempo, desde el momento en que se comienzan los
preparativos para prender el fuego hasta que se sirve el “asado”, dependiendo
la cantidad de horas de que es lo que se esté cocinando. Por lo cual puede
extenderse a varias horas si se trata de un lechoncito, o de un cordero. Es prudente
contar con una picada, o unas empanadas, o bien ir haciendo en la parrilla
algunos trozos de poco espesor como churrasquitos, lomitos, chorizos bombón, o
matambritos de cerdo, para ir sirviendo en el transcurso del tiempo y en la
medida que los comensales van llegando, para evitar, además, que tomando solo
vino, y sin comer nada, terminen alcoholizados… antes de tiempo.
La
otra cuestión tiene que ver con el respeto del asador a los comensales, y de
estos con el asador. Así como no es recomendable que los invitados lleguen y
aún el parrillero ni siquiera haya encendido el fuego, tampoco es bueno que el
asado esté listo y los comensales aún no lleguen, porque eso hace que el asado
se pase de su punto, y además que los que llegaron a tiempo tengan que pagar
las consecuencias de la espera por quienes llegaron tarde… que generalmente son
los mismos...
Entonces:
citar a los invitados a una hora cierta y determinada para el almuerzo o cena,
según se trate, con una margen previo, en el cual se puede servir una picada, o
un “tentempie” para hacer el aguante mientras la comida esté lista. Y lo
importante.: Cuando el asado está listo, se sirve: el que llega tarde comerá la
carne fuera de punto, o lo que haya quedado al momento de llegar. No es justo
que los demás tengan que pagar por su impuntualidad…
Con
respecto a que cualquier corte puede ser preparado a la parrilla, hago
referencia a un corte que se ubica en la parte superior de la pata o pierna del
ganado bovino, y que se denomina garrón, a los efectos de ilustrar lo dicho.
Este corte, en los miembros delanteros da origen al denominado osobuco que es
tradicional en nuestro país para hacer puchero y que requiere de un prolongado
proceso de cocción vía hervor para que resulte tierno, ya que por ser parte de
las patas del animal, una carne que contiene mucho tejido musculoso, hace que
sin una prolongada cocción, resulte muy dura y fibrosa. De allí que surge la
expresión “comerse un garrón” que ilustra una situación compleja o difícil…
como comer esa parte de la vaca.
En
varias oportunidades escuché de parrilleros experimentados las referencias a la
forma de cocción del garrón y al resultado obtenido. Finalmente, motivado por
la curiosidad, me decidí a hacer la experiencia, lo cual asumí en forma
particular, es decir sin comensales que estuvieren expectantes del resultado de
ella, toda vez que si no resultaba a mi gusto en cuanto a su utilización
gastronómica, seguramente mi perro saludaría con optimismo mi fracaso, ya que,
como parte de la familia, también es un fanático de la parrilla (como bien dice
el refrán “los animales se parecen a sus dueños”… o tal vez sea al revés).
Les
pido disculpas por esta digresión relativa al garrón, pero creo importante cerrar
la idea y contarles mi experiencia para trasmitirles lo que antes mencionaba acerca
de que cualquier corte puede ser cocinado a la parrilla. Lo primero es contar
con un buen carnicero que seleccione un corte adecuado al gusto y al bolsillo
de cada uno, ya que dependerá del tipo de animal y la edad del mismo, las
características y el sabor de la carne. En el caso del garrón debe ser de un
animal de no mucha edad, dado que a mayor edad más dura será su carne.
Con
respecto a su preparación, se cocina el garrón entero, con el hueso. Si es
importante, ya que requerirá de varias horas de cocción, que sea a fuego de moderado
a suave y sellar inicialmente la carne para evitar que pierda sus jugos y se
convierta en una especie de suela, sin gusto e incomible.
Para
ello lo que hay que hacer, es untar el garrón con mostaza, y ponerlo en la
parrilla, a fuego fuerte, rotándolo para que no se queme, hasta que se forme
una especie de cáscara de color marrón oscura, indicador que los poros de la
carne están sellados. Por lo tanto la carne estará cocinándose varias horas,
con sus jugos, lo cual le permitirá conservar su sabor y resultar más tierna al
momento de comerla.
Una
vez sellada, subir la parrilla o disminuir la cantidad de brasas hasta que el
calor sea de suave a moderado, e ir rotando la pieza permanentemente cada 15 ó
20 minutos para que el calor se distribuya en forma pareja por toda su
superficie. Armarse de paciencia y seguir la cocción, hasta que llegue el
momento en el hueso comienza a ponerse blanco y la carne a contraerse sobre el
hueso, lo cual nos indicará, luego de un par de horas, que el corte estará
próximo a poder ser servido. Es importante no efectuar ningún corte en la carne
mientras dure la cocción, ya que por esta vía, por pequeña que fuere se irán
perdiendo los jugos que permiten al corte conservar su sabor y resultar tierna
la carne al momento de comerla.
Un
aspecto importante cuando se hace un asado y son muchos comensales, es conocer
o averiguar, al momento de preparar la carne, cuáles son los distintos gustos
de la gente, los cuales genéricamente pueden separarse en tres rangos: jugoso,
a punto, y… muy cocido.
Cuando
alguien dice, “a punto”, es importante repreguntar como es su gusto, ya que
todos suponen que la carne “a punto” es coincidente con lo que ellos
interpretan acerca de cómo debe… Nada más alejado de la realidad. Sobre gustos,
no hay nada escrito. Hay quienes gustan de la carne totalmente seca, casi
quemada, tipo “suela”, y suponen que esa carne está a punto…
Luego
vendrán los distintos matices sobre los gustos, de cómo acompañar o adobar la
carne, o acompañarlas con distintos tipos de salsa, pero una cuestión muy
importante es la referida a la sal y el condimento de la carne durante la
cocción. Es importante consultar, ya que por razones de salud no todo el mundo
tiene permitido el consumo de cloruro de sodio (NaCl=sal común, o sal de mesa),
cuyo gramaje de consumo debe ser controlado especialmente en personas
hipertensas, o de mayor edad, considerando que en personas sanas, se sugiere no
superar la ingesta de sal mayor a los cinco gramos…
A
modo de cierre, o conclusión:
Lo
que les he transmitido surge de mi experiencia fáctica como habitual gestor de
eventos entre familiares y amigos, de lo cual procuro hacer profesión de vida,
tiene que ver con un pedido que me formulara un gran Amigo, el Profesor Mario
Aiscurri.
Con
él no sólo compartimos nuestro nombre de pila junto con otros “Marios” que
provenientes de distintos caminos y formaciones y han terminado confluyendo
hasta formar una suerte de “cofradía”, la que hoy se ha visto ampliada por
otras y otros nuev@s integrantes (con distintos nombres de pila).
En
ese marco, es que nos sentimos identificados y unidos (además del gusto por la buena mesa, y los buenos vinos) por el culto a la amistad, la solidaridad, y por
intentar, al menos, ser “buena gente”.
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