21 y 23 de octubre de 2014
“Cuentan
las viejas que en Payogasta
y un
poco más allá
el
alma sola de Pajarito
de
noche suele andar.
El
alma sola, sin un traguito,
pucha
que frío hará.
”Vino
salteño, macho sin dueño,
no
me lo haguís llorar.
Pasale
un trago, yo te lo pago,
si
no le querís fiar.
Pasale
un trago, yo te lo pago,
padre del carnaval”
(Guaraní, Horacio, “Vino salteño”)
I Parque
Nacional Los Cardones.
Una
de las excursiones que nos propusimos fue conocer el Parque Nacional Los Cardones,
recorriendo la Ruta Provincial 33 entre Payogasta y Piedra del Molino.
Las imágenes pertenecen al autor
Para
Haydée una planta de cardón es una de las maravillas más notables de la
naturaleza... cada planta lo es para ella. ¿Exagero? Sólo un poco. De modo que
anduvimos la ruta, en excelente estado, por cierto, conmovidos por el paisaje,
pero además...
En
ese tramo, el Parque Nacional, tiene cuatro miradores dispuestos con verdadera
vocación didáctica. Dos de ellos, se disponen en los extremos de la Recta Tin
Tin. En el primero, se explica al viajero el desarrollo de caminos que realizaron los ingenieros del
Tiwantisuyo (las Cuatro Provincias del Sol sobre las que ejercían su imperio
los Incas). La red de caminos principales se denomina Qapac Ñan en quechua.
Supone un recorrido de más de 36.000 km que van desde el sur se Colombia hasta
Mendoza en La Argentina y la Región Central en Chile. Allí se explica también
que la recta de 12 km que tenemos frente a nuestra vista pertenecía a esa red y
que la calzada está hecha sobre ese trazado. Para ofrecer una vista
esclarecedora, se ha prolongado el camino por afuera de la ruta de modo que
parezca una persistencia de los restos del camino del Inca. El efecto didáctico es contundente. El mirador que está
en el otro extremo, permite ver, a su vez, la recta desde una cierta altura y
percibir como es acompañada por el cerro Tin Tin que le da el nombre.
El
último mirador (siempre contando desde Payogasta hacia Salta) está en el lugar
conocido como Piedra del Molino. Es el punto más alto de las Sierras
Calchaquíes por la que atraviesa la ruta (3.457 msnm). Desde allí se avizoran
los primeros tramos de la abrupta Cuesta del Obispo que conduce al Valle de
Lerma. En el sitio hay una pequeña iglesia (Capilla San Rafael) y se exhibe una
piedra de molino (le da nombre al lugar,
pero ignoro la historia).
En
medio de la Recta de Tin Tin, hay otro mirador dedicado a la observación de
cardones. Las infografías dan cuenta de las características de la planta, de
las condiciones en que se da y crece y de viejas leyendas que refieren a la
flor, la bella flor que da todas las primaveras. Me llamó la atención la
asociación entre el cardón y la jarilla, como este yuyo bendito de la
cordillera protege al cardón recién nacido. El silencio reina en ese lugar...
la presencia de esas plantas gigantescas, inmutables, sufridas, austeras nos
ofrecen una experiencia casi mística. Imagino otras épocas y otros hombres y
pienso que no pocas veces, los conquistadores castellanos debieron imaginar
gigantescos enemigos en el ejército de cardones que se despliega ante nuestros
ojos.
De
regreso a Cachi, almorzamos en la Sala de Payogasta, nuestra idea era
encontrarnos con el ingeniero Alejandro Alonso, pero no pudo ser en esa
oportunidad... pero los viajes, siempre
te dan otras... de modo que, dos días después, regresábamos para almorzar por
allí.
II La
Sala de Payogasta.
Payogasta
es un pequeño pueblo atravesado por la Ruta Nacional 40 a poco más de 10 km de
Cachi, yendo como quien va para el lado de la ciudad de Salta.
Una
plaza y una iglesia, pulcras y bellas, se erigen como sello distintivo y característico de las apacibles poblaciones
de los Valles Calchaquíes. El héroe local que participó, entre otras, en las
Batallas de Tucumán y Salta, Bonifacio Ruíz de los Llanos, tiene su sepultura
en esa parroquia. Lo demás, la evocación de una vieja zamba y la vida de sus
gentes, sencilla y enraizada que se percibe a simple vista por las calles,
puede darnos una idea acertada de este rincón del Valle.
En nuestro andar hemos pasado varias veces por aquí y nos hemos
detenido a almorzar en un sitio singular: la Sala de Payogasta(1).
Ya
he contado en estas notas que la expresión sala, se usa en el Valle, y en otros
lugares del noroeste argentino también, para designar la habitación principal
en una gran propiedad rural. Es como una especie de sinónimo de la palabra
casco en las estancias de la Provincia de Buenos Aires. Pero esta sala tiene
una particularidad, es el núcleo de un interesante complejo turístico local.
Sobre
la casa algo más que centenaria de la familia Ruíz de los Llanos, ubicada sobre
la Ruta Nacional 40, se ha instalado un pequeño hotel con servicio de SPA.
Cruzando la ruta, completan el complejo un restaurante, una pequeña plaza y una
galería de venta de productos artesanales y, por detrás de todo ello, pueden
verse a simple vista las viñas de la bodega de la casa y los corrales de cría
de cabras y ovejas.
El
restaurante ofrece una carta en donde se combinan platos locales con algunos de
la cocina nacional e internacional. El dato particular es que todos ellos se
realizan, salvo alguna excepción, con productos locales. El vino Viñas de
Payogasta se produce allí mismo, la bodega se puede visitar. Los quesos
también. Pero todo está sujeto a las estaciones del año. De modo que, por
ejemplo, no pudimos probar los quesos de cabra porque las hembras estaban en
parición. El dulce de leche es de un productor local que sólo lo fabrica con
leche de vacas propias, el agua es de Rosario de la Frontera... y un largo
etcétera que hace que este restaurante encuentre una directriz en la valoración
del producto local y del cuidado sustentable de la tierra.
El
lugar es fantástico como también lo fue el largo almuerzo con uno de los
responsables del complejo, el ingeniero Alejandro Alonso (la sobremesa debe
haber durado unas cinco horas). Alejandro es porteño (nació en la misma manzana
que yo en la ciudad de Buenos Aires), pero ha adoptado la identidad salteña en
un grado notable(2). Haydée y yo hemos disfrutado de nuestra estancia en la
Sala y hemos enriquecido nuestro vínculo con el Valle Calchaquí en ese almuerzo
memorable.
En
otro artículo, utilizo parte de la larga charla para discurrir sobre la
gastronomía local. Me limito aquí a evocar la felicidad del encuentro. Volvimos
a Cachi contentos y seguros de que el alma sola de Pajarito debe tomarse, en
las noches de frío, más de un traguito de uno de los mejores vinos del Valle.
(1) Más información sobre la Sala de Payogasta y del vino Viñas de
Payogasta en http://www.saladepayogasta.com/ leído el 23 de noviembre de 2014.
(2)
la Sala de Payogasta es un emprendimiento de dos familia: Alejandro Alonso y su
esposa María Fernanda y Julio Ruíz de los Llanos y su esposa Alicia.
Que lindo recuerdo Mario !!! Hay que repetirlo...
ResponderEliminarPor supuesto, Fernanda... Payogasta, Salta, Buenos Aires son sitio propicios para la celebración de la amistad.
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