sábado, 31 de octubre de 2015

Payogasta y un poco más allá

21 y 23 de octubre de 2014
“Cuentan las viejas que en Payogasta
y un poco más allá
el alma sola de Pajarito
de noche suele andar.
El alma sola, sin un traguito,
pucha que frío hará.

”Vino salteño, macho sin dueño,
no me lo haguís llorar.
Pasale un trago, yo te lo pago,
si no le querís fiar.
Pasale un trago, yo te lo pago,
padre del carnaval”
(Guaraní, Horacio, “Vino salteño”)
I Parque Nacional Los Cardones.
Una de las excursiones que nos propusimos fue conocer el Parque Nacional Los Cardones, recorriendo la Ruta Provincial 33 entre Payogasta y Piedra del Molino.
 Las imágenes pertenecen al autor
Para Haydée una planta de cardón es una de las maravillas más notables de la naturaleza... cada planta lo es para ella. ¿Exagero? Sólo un poco. De modo que anduvimos la ruta, en excelente estado, por cierto, conmovidos por el paisaje, pero además...
En ese tramo, el Parque Nacional, tiene cuatro miradores dispuestos con verdadera vocación didáctica. Dos de ellos, se disponen en los extremos de la Recta Tin Tin. En el primero, se explica al viajero el desarrollo de  caminos que realizaron los ingenieros del Tiwantisuyo (las Cuatro Provincias del Sol sobre las que ejercían su imperio los Incas). La red de caminos principales se denomina Qapac Ñan en quechua. Supone un recorrido de más de 36.000 km que van desde el sur se Colombia hasta Mendoza en La Argentina y la Región Central en Chile. Allí se explica también que la recta de 12 km que tenemos frente a nuestra vista pertenecía a esa red y que la calzada está hecha sobre ese trazado. Para ofrecer una vista esclarecedora, se ha prolongado el camino por afuera de la ruta de modo que parezca una persistencia de los restos del camino del Inca. El efecto  didáctico es contundente. El mirador que está en el otro extremo, permite ver, a su vez, la recta desde una cierta altura y percibir como es acompañada por el cerro Tin Tin que le da el nombre.
El último mirador (siempre contando desde Payogasta hacia Salta) está en el lugar conocido como Piedra del Molino. Es el punto más alto de las Sierras Calchaquíes por la que atraviesa la ruta (3.457 msnm). Desde allí se avizoran los primeros tramos de la abrupta Cuesta del Obispo que conduce al Valle de Lerma. En el sitio hay una pequeña iglesia (Capilla San Rafael) y se exhibe una piedra de  molino (le da nombre al lugar, pero ignoro la historia). 
En medio de la Recta de Tin Tin, hay otro mirador dedicado a la observación de cardones. Las infografías dan cuenta de las características de la planta, de las condiciones en que se da y crece y de viejas leyendas que refieren a la flor, la bella flor que da todas las primaveras. Me llamó la atención la asociación entre el cardón y la jarilla, como este yuyo bendito de la cordillera protege al cardón recién nacido. El silencio reina en ese lugar... la presencia de esas plantas gigantescas, inmutables, sufridas, austeras nos ofrecen una experiencia casi mística. Imagino otras épocas y otros hombres y pienso que no pocas veces, los conquistadores castellanos debieron imaginar gigantescos enemigos en el ejército de cardones que se despliega ante nuestros ojos.
De regreso a Cachi, almorzamos en la Sala de Payogasta, nuestra idea era encontrarnos con el ingeniero Alejandro Alonso, pero no pudo ser en esa oportunidad...  pero los viajes, siempre te dan otras... de modo que, dos días después, regresábamos para almorzar por allí.                          
II La Sala de Payogasta.
Payogasta es un pequeño pueblo atravesado por la Ruta Nacional 40 a poco más de 10 km de Cachi, yendo como quien va para el lado de la ciudad de Salta.
Una plaza y una iglesia, pulcras y bellas, se erigen como sello distintivo y  característico de las apacibles poblaciones de los Valles Calchaquíes. El héroe local que participó, entre otras, en las Batallas de Tucumán y Salta, Bonifacio Ruíz de los Llanos, tiene su sepultura en esa parroquia. Lo demás, la evocación de una vieja zamba y la vida de sus gentes, sencilla y enraizada que se percibe a simple vista por las calles, puede darnos una idea acertada de este rincón del Valle.
En nuestro andar hemos pasado varias veces por aquí y nos hemos detenido a almorzar en un sitio singular: la Sala de Payogasta(1).
Ya he contado en estas notas que la expresión sala, se usa en el Valle, y en otros lugares del noroeste argentino también, para designar la habitación principal en una gran propiedad rural. Es como una especie de sinónimo de la palabra casco en las estancias de la Provincia de Buenos Aires. Pero esta sala tiene una particularidad, es el núcleo de un interesante complejo turístico local.  
Sobre la casa algo más que centenaria de la familia Ruíz de los Llanos, ubicada sobre la Ruta Nacional 40, se ha instalado un pequeño hotel con servicio de SPA. Cruzando la ruta, completan el complejo un restaurante, una pequeña plaza y una galería de venta de productos artesanales y, por detrás de todo ello, pueden verse a simple vista las viñas de la bodega de la casa y los corrales de cría de cabras y ovejas.
El restaurante ofrece una carta en donde se combinan platos locales con algunos de la cocina nacional e internacional. El dato particular es que todos ellos se realizan, salvo alguna excepción, con productos locales. El vino Viñas de Payogasta se produce allí mismo, la bodega se puede visitar. Los quesos también. Pero todo está sujeto a las estaciones del año. De modo que, por ejemplo, no pudimos probar los quesos de cabra porque las hembras estaban en parición. El dulce de leche es de un productor local que sólo lo fabrica con leche de vacas propias, el agua es de Rosario de la Frontera... y un largo etcétera que hace que este restaurante encuentre una directriz en la valoración del producto local y del cuidado sustentable de la tierra.
El lugar es fantástico como también lo fue el largo almuerzo con uno de los responsables del complejo, el ingeniero Alejandro Alonso (la sobremesa debe haber durado unas cinco horas). Alejandro es porteño (nació en la misma manzana que yo en la ciudad de Buenos Aires), pero ha adoptado la identidad salteña en un grado notable(2). Haydée y yo hemos disfrutado de nuestra estancia en la Sala y hemos enriquecido nuestro vínculo con el Valle Calchaquí en ese almuerzo memorable.
En otro artículo, utilizo parte de la larga charla para discurrir sobre la gastronomía local. Me limito aquí a evocar la felicidad del encuentro. Volvimos a Cachi contentos y seguros de que el alma sola de Pajarito debe tomarse, en las noches de frío, más de un traguito de uno de los mejores vinos del Valle.
(1) Más información sobre la Sala de Payogasta y del vino Viñas de Payogasta en http://www.saladepayogasta.com/ leído el 23 de noviembre de 2014.
(2) la Sala de Payogasta es un emprendimiento de dos familia: Alejandro Alonso y su esposa María Fernanda y Julio Ruíz de los Llanos y su esposa Alicia.


2 comentarios:

  1. Que lindo recuerdo Mario !!! Hay que repetirlo...

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    1. Por supuesto, Fernanda... Payogasta, Salta, Buenos Aires son sitio propicios para la celebración de la amistad.

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