Los vinos con Rubén. La celebración y el descube

Monte Grande, 31 de mayo de 2015

¿He inventado una palabra? Bueno, es que no sé como se define el momento en que se trasiegan los vinos de las cubas a las botellas. “Embotellado” es un término muy prosaico para definir la celebración que supuso contar con los vinos en nuestras propias casas ya listos para el consumo.

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¿Cuándo está listo un vino? Simplemente cuando se puede tomar con gusto... y la aventura de acompañar a Rubén Cirocco, desde la compra de la uva y la separación de los hollejos, dio como resultado un vino muy tomable.

A mediados de abril, traje a casa algunas botellas que había completado su fermentación. Las probé, luego de trasvasarlas, y quedé satisfecho; pero sólo cuando advertí que había que oxigenarlo antes de llevarlo a la mesa. Sin embargo, se trató de una comprobación extremadamente subjetiva, al fin de cuentas era el vino que había ayudado a elaborar. De modo que era necesario lograr que el vino fuera bebido por un tercero, y a ciegas, para obtener una opinión libre de condicionamientos afectivos.

El 22 de mayo, vino Diego Bianchi a casa. Me había comprometido a cocinar unas Patatas a la riojana para su recetario “En contacto con lo divino”. Tenía una jarra, un pingüino, en realidad, de nuestro vino en la heladera desde hacía algunas horas. Lo llevé a la mesada y cuando tomó un poco de temperatura, se lo serví. A Diego le gustó mucho y quedó encantado cuando le revelé la procedencia.

De modo que el domingo 31 de fuimos a Monte Grande a buscar nuestra botellas. La tarea fue escueta, sólo trasvasar el vino; pero la celebración fue mucha. La mujer de Rubén, Viviana, nos agasajó de lo lindo. Preparó lasañas, canelones y niños envueltos de pollo, todo embebido en un sencillísima salsa de tomates que, obviamente, acompañamos con el vino nuevo. Viviana es una campeona en la cocina.