Dedicadas
a Antonio Machado, el caminante.
He
iniciado un nuevo viaje, llevo las eternas expectativas de sorprenderme ante
cada descubrimiento, aunque tengo previsto volver a sitios que ya he visitado
antes. Volveré, por ejemplo, a Collioure con el sueño de encontrar la morada
última de Antonio Machado, maestro de caminantes. ¿Maestro de caminantes? Sí.
Escuchemos su lira
He andado
muchos caminos,
he abierto
muchas veredas;
he navegado
en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En
todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y
pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala
gente que camina
y va apestando la tierra...
y va apestando la tierra...
Y
en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca,
si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y
no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son
buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.
En
Collioure sobre el Mediterráneo catalán, en los campos de Castilla sobre la estepa
castellana, en el bravo oleaje del Cantábrico, estos versos me acompañaron
cotidianamente en este viaje. Pero también en Italia y en los rincones de
Francia que recorrí. Conocer las buenas y malas gentes del camino supone
abandonar la mirada en superficie que ejerce el turista, más ávido de novedad y
fotografía que de rosar con la yema de los dedos o la mirada indiscreta en el
drama humano que lo rodea.
Una
experiencia más profunda consiste en demorarse en los lugares a donde uno llega
y vivir en ellos, aunque sólo sea unos instantes, casi como si fueran propios.
Ese es el signo del viajero. La diferencia entre el viajero y el turista no se
basa en un gesto presuntuoso, desdeñoso, sino en la oportunidad, a veces
fortuita y esquiva, de contar con los medios y en tener la voluntad de
aprovecharla.
En
este viaje, a Haydée y a mí, se nos presentaron circunstancias oportunas y tratamos de vivirlas
intensamente. La familia, los amigos, los conocidos con que nos cruzamos nos
han abierto puertas y ventanas, nos han alojado en sus casas, nos han hecho
conocer sus vidas y nos permitieron compartir la mesa... no es poco... En el
cementerio de Collioure, frente a la tumba del maestro, me prometí honrar sus
versos más en la acción que en la palabra.
Las fotografías son del autor, la imagen de Antonio Machado fue tomada de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/fotos/machado_2.jpg
Hola Mario, me encantó el párrafo en el que describís la diferencia entre el viajero y el turista. Muy acertado. Ayer justamente leía un artículo sobre la belleza de las ciudades, y el autor hacía una diferencia entre las vistas panorámicas turísticas y los pequeños lugares que uno disfruta con el corazón, que no necesariamente son -objetivamente- bellos. Un abrazo,
ResponderEliminarMuchas gracias, Mir, por tus comentarios.
EliminarMuy acertado el artículo que mencionás. Siempre he pensado que es muy bueno conocer a alguien que viva en el lugar que estás visitando. Por lo general, son los que conocen esos rincones.