Ir a Parte IV (cont.)
Y bien, llegamos a nuestros
días. Sólo nos queda recorrer los recetarios de cocina popular, regional
publicados desde fines de los años ochenta del siglo pasado. Pero antes de
seguir, algunas reflexiones personales que nos dejan más interrogantes que
certezas.
I
Algunas empanadas diferentes, cercanas y reconocibles, las empanadas gallegas y
los calzones
Me ha costado bastante
tiempo entender esa distancia que parece haber entre una empanada gallega y una
empanada criolla. Está claro que la homonimia no parece reducirla. Una es una
lo que los argentinos llamamos “tarta” que se sirve en porciones y la otra un
pequeño envoltorio que se come con la mano.
salvo indicación en contrario
Una pista hay para aceptar
esa distancia más allá de la forma, se encuentra en un tema que ya expuse, el
desarrollo de dos tradiciones españolas en la materia. Según este concepto, podríamos
partir de la idea de que existen dos clases: las empanadas, representadas por la
gallega, por un lado, y las empanadillas, de donde provienen nuestras empanadas
criollas. (1)
Sin embargo, la
consideración de estas, digamos, historias paralelas no es concluyente. He
seguido las bien fundamentadas exposiciones que sobre el tema ha realizado
Francisco Abad Alegría. (2) Empieza por reconocer ambas tradiciones, pero
termina asegurando que, en una suerte de contaminación entre ellas, a fines del
siglo XVIII, los atributos para distinguirlas prácticamente se han reducido al
tamaño.
A pesar de ello, aún podemos
percibir algún que otro accidente que las sigue separando. Por ejemplo, las
características de la masa que encierra el recado. En las empandas gallegas, ésta
se aproxima mucho más al pan. En las criollas, se la ve más emparentadas a la
tradición del hojaldre, aunque muchas veces no participen de ella en sentido
estricto. Este tema me lleva a considerar que esta especialidades culinarias
que consisten en encerrar un relleno en una masa basada en harina de trigo,
ofrece otros formatos que me intrigan aún más.
Hay un libro muy interesante
del que hablaré más adelante. Lo publicó Pietro Sorba 2021. Se llama Santa empanada y se trata de una
colección de recetas que se compone de 160 fórmulas provenientes de Argentina y
del resto del mundo. (3) En la “Introducción”, expone unas notas escuetas desde
el punto de vista historiográfico, pero sustanciosas para describir en contexto
de desarrollo de las empanadas criollas argentinas en el orbe.
La empanada gallega se
encuentra entre las especialidades que, por su tamaño, podemos clasificar como
comida de fuente, empanada o pastel de fuente. Esa es la diferencia más visible
con nuestras empanadas criollas que podemos clasificar como empanada o pastel
de mano. (4)
Ahora bien, veo un
parentesco con la tradición de la empanada gallega en una especialidad del sur
de Italia que todos conocemos. Veo, en los calzone, una empanada de fuente que
lleva una masa cercana al pan. Es una pura interpretación personal, porque no
puedo sostenerme en las explicaciones de los autores que estoy considerando
(Abad Alegría no sale de España y Pietro Sorba de las empanadas de mano).
Bueno, a decir verdad, lo de
empanadas de mano es también relativo. A nadie se le ocurriría comer empanadas
polaquitas (varenikes) con la mano… y no sólo por una cuestión de etiqueta. (5)
Otro tanto ocurre con las somozas orientales, claramente identificadas por
ambos autores como variantes de las empanadas.
Finalmente, voy a mencionar
una especialidad cercana que forma parte de las tradiciones españolas, pero que
conocemos poco. Es más que recién ahora estamos descubriendo. Las empanadas
mallorquinas.
No me da el conocimiento
para clasificarlas. Por el formato se acercan más a las empanadas de fuente y,
por el tamaño, a las empanadillas. Por ahora, me quedan como interrogante, pero
debemos aceptarlas en su parentesco con la tradición de nuestras empanadas,
mucho más que los pasteles del norte de Europa que llegar caminando,
permítaseme la metáfora risible, a Galicia.
II
Los recetarios (1991-2020)
Ya expuse en varias
oportunidades que la cocina neo criolla porteña, que sentó sus reales en
nuestras mesas a partir de los años treinta del siglo pasado, entró en
decadencia en los años ochenta del mismo siglo. En los siguientes años
ocurrieron dos fenómenos, a saber: UNO) La navegación al garete sobre
tendencias varias que intentaron reemplazarla, algunas de ellas interesantes y
valiosas, y DOS) El intento de reconstruirla a partir de reformular las recetas
y prácticas culinarias, respetando las señas esenciales de la vieja tradición.
El primer fenómeno se vio
fortalecido a su vez por la tendencia a la primarización del desarrollo
gastronómico que reduce la identidad local de una cocina al buen producto exportable
por encima de las buenas ideas gastronómicas más complejas que forman parte de
nuestra propia identidad espiritual. Está claro que el producto es parte
constitutiva de una identidad, pero no puede, ni debe, asumir el papel de protagonista
exclusivo, casi esencial.
El segundo fenómeno se vio
fortalecido por el desarrollo en paralelo de una búsqueda de identificación y
rescate de las fórmulas tradicionales, muchas veces regionales, desarrolladas a
lo largo de varios siglos. No es casual que fue en este momento de decadencia
fuera acompañado por cierto extrañamiento que convirtió aquello que formaba
parte de nuestra vida en objeto de consideración etnográfica. Dedicaré la Parte
VI de estas notas a tratar los recetarios que juzgo más representativos de esta
tendencia con un considerado detenimiento.
Pero, ahora, a los libros.
Cocina fácil para la mujer moderna
(2010): Choly
Berreteaga publicó este libro en 1976. Fue, en su momento, el más influyente
intento de modernización de la cocina aún vigente y, tal vez, la bisagra hacia
el nuevo período que se abriría varios años después de su publicación. Ya
analicé, en el artículo anterior las recetas incluidas en la edición de 1977. (6)
Ahora toca considerar las modificaciones incluidas por la autora treinta años
después. (7)
Por ello, vale
la pena tener en cuenta la palabra de la autora en que hace referencia a los
cambios entre las dos ediciones:
“Pasaron más de
30 años y vuelvo a presentar orgullosa este nuevo Cocina fácil para la mujer moderna. En ese momento escribí el libro
inspirada en mi hija Claudia, que se estaba por casar. Hoy es con mi nieta
Paulina con quien emprendimos esta revisión y pensamos nuevas recetas, siempre
con el mismo sello: comidas fáciles, ricas y accesibles.
”En esta reedición encontrarán todas las recetas
clásicas del libro, aggiornadas a los tiempos de hoy. Con consejos para freezer
y microondas, por ejemplo, que en esa época no existían. En muchas de ellas
encontrarán una Nota Retro, con comentarios y variantes para reinterpretar las
recetas de una época en la que el colesterol era una palabra poco frecuente.”
¿En qué
consisten esas actualizaciones en materia de empanadas? Les propongo pasar
revista a las recetas:
·
“Empanadas armenias”: no hay diferencias más allá de ciertas
modificaciones en la redacción que no impactan ni sobre los ingredientes ni
sobre el procedimiento. (pp. 65)
·
“Empanadas de banana y queso”: está expuesta sin modificaciones. (pp. 101)
·
“Empanadas de cebolla”: contiene unas pocas modificaciones, a saber: en el
relleno, se rehogan las cebolla en manteca (quitando la opción del uso de
margarina) y se eliminan las cucharadas de crema; y, en el cierre, se reemplaza
la presión con el tenedor por un repulgue. (pp. 84)
·
“Empanadas de pesto”: está expuesta sin modificaciones. (pp. 46)
·
“Empanadas de queso y tomates”: Contiene pequeñas diferencias en la redacción y
agrega el procedimiento para hacerlas al horno (las de 1977, eran fritas), lo
que supone que, en este caso, las tapas comerciales que hay que usar son las de
horno. (pp. 75)
Ahora, vayamos a la receta
de “Empanadas Santiagueñas”.
Llamativamente esta receta antigua que ya me había parecido descontextualizada
en 1977, persiste en el libro, con algunas modificaciones en la materia grasa
que la modifican un tanto, pero no de manera radical. En la elaboración de la
masa sigue proponiendo el uso de grasa de pella (200 g por 1 kg de harina). En
tanto que en el relleno cambia la grasa por manteca o margarina, reduciendo
considerablemente la cantidad a poco más de un tercio. (pp. 162)
Recetas
agregadas:
·
“Empanadas de choclo”: Consiste simplemente en estirar un relleno de choclo
pensado para 12 empanadas, con calabaza y jamón cocido. De este modo, alcanza
para hacer 18 empanadas. (pp. 144)
·
“Empanaditas de queso y perejil”: Para la masa, usa discos comerciales del tamaño de
empanadas de copetín. El relleno lleva huevos queso rallado, perejil picado y
ajo deshecho. Se rellenan, cierran y se gratinan al horno hasta que estén
doradas. (pp. 196)
·
“Empanaditas chinas con camarones”: Para la masa usa tapas comerciales hojaldradas para
pastelitos (cuadradas, claro está) que se deben estirar un poco. Colocar tres o
cuatro camarones sobre cada una de ellas. Formar un rollo y cerrarlo bien (como
los arrolladitos primavera). Freírlas en abundante aceite. Servirlas con salsa
de soja o “salsa oriental”. (pp. 195)
Dos de estas recetas comparten
una particularidad, refieren a otras fórmulas recetas que no he podido
encontrar en el libro. Efectivamente, no pude hallar cómo se hace el relleno de
empanadas de choclo y tampoco encontré una receta de “Arrolladitos primavera”.
Narda Lepes:
En 2010, la reconocida cocinera mediática publicó Comer y pasarla bien. (8) Se trata de un recetario que calificaría
de novedoso, en el sentido de exponer propuestas culinarias alejadas, a veces,
de lo habitual en las cocinas familiares de Buenos Aires.
Es probable que la intención
de la autora haya sido la de insertarse en el proceso de reemplazo de la cocina
neo criolla en decadencia; pero no tengo elementos para sostenerlo con certeza,
ni para pensar en una actitud consciente de parte de ella. Pero sí puedo
percibir que, si esa fue su intención, el resultado fue ambiguo. Por un lado, la
obra contiene claras notas de renovación, exponiendo recetas obtenidas en sus
viajes por el mundo (en especial en el orbe mediterráneo y en Iberoamérica, con
escaso énfasis de la inclusión de la cocina argentina en este ámbito
geográfico). Por el otro, hay notas de restauración, como, por ejemplo, la
recuperación consciente del vínculo con los ciclos naturales, cuando promueve
el uso de los productos de estación, enumerándolos en prolijos listados.
Sí, ya sé que ésta es
también una tendencia internacional, pero en su caso, consigue un reencuentro
con la cocina tradicional en la que las estaciones se sucedían cíclicamente con
“naturalidad”.
Entrando en tema, el libro
de marras no contiene recetas de empanadas y pastelitos criollos, ni
preparaciones similares; pero sí, algunas recetas en las que me quiero detener
un momento.
Empecemos por los pasteles.
El libro contiene una sola receta que lleva esa denominación, “Pastel de pescado” (pp. 178-179). El
lector sabe que, salvo en el caso de la chipa guasú en que la sinonimia es
evidente, sólo analizo las recetas que llevan la palabra pastel en su
denominación, excluyendo de este modo lo que los argentinos denominamos tartas
o pascualinas.
El pastel de marras,
consiste en el formato en que se cubre un relleno con puré, en este caso de
papas. Dicho de otro modo, estamos frente al pastel de papas cuyo relleno es de
pescado. La autora le atribuye, sin fundamentos precisos, un origen inglés y, a
pesar de que lo considera una comida de aprovechamiento, expone delicadas
recomendaciones sobre la elección del pescado a utilizar.
En cuanto a las empanadas,
la colección cuenta con una única receta, “Empanadas
árabe abiertas” (pp. 182-183). La fórmula se parece casi estrictamente a
los lehmayun armenios. (9)
Finalmente,
aparece una receta muy interesante. En el capítulo “Mis básicos”, expone una
receta de “Bollo básico de masa” (pp.
49-50) para hacer pan. Aplica su uso a varias preparaciones. Una de ellas
suscitó ni interés, “Calzone de
zucchinis y portobellos” (pp. 52-53). Todos conocemos los calzones como una
especie de pizza rellena. En esta receta, el relleno se compone de zucchinis y
hongos saltados. Narda piensa la especialidad como comida de aprovechamiento. Les
propongo ver su caracterización:
“El calzone no deja de ser una empanada gigante. Es
una preparación por demás práctica, porque podemos rellenarlo con lo que quedó
en la heladera: /…/.”
Una empanada gigante… no puedo
estar más de acuerdo.
Ir a parte V (cont.)
Notas
y referencias:
(1) 2023, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los
recetarios argentinos. Parte II: recetarios 1900-1940)”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído en
https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2023/09/las-empanadas-en-los-recetarios.html
el 23 de abril de 2023.
(2) 2017, Abad Alegría,
Francisco, En busca de lo auténtico
(Raíces de nuestra cocina tradicional), Gijón, Trea S. L., pp. 220-223.
(3) 2021,
Sorba, Pietro, Santa Empanada, Buenos
Aires, Grupo Editorial Planeta.
(4) Debo esta clasificación, que el lector crítico me ha visto ensayar a lo largo de todas estos artículos, a una
charla informal que tuve con Carina Perticone quien me contó que esa era una
clasificación que se utilizaba en el siglo XVIII en el actual territorio argentino.
La adopté más por un sentido práctico debido a la afinidad con las empanadas de
nuestros días que por una sujeción ortodoxa a las definiciones del pasado.
(5) 2017, Aiscurri, Mario, “Empanadas polaquitas”, en El Recopilador de sabores entrañables,
leído el 28 de abril de 2024 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2017/01/empanadas-polaquitas.html
(6) 2023, Aiscurri, Mario, “Las empanadas en los recetarios
argentinos. Parte IV: recetarios 1941-1990 (cont.)”, en El Recopilador de sabores entrañables, leído el 10 de agosto de
2024 en
https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2024/06/las-empanadas-en-los-recetarios_14.html.
(7) 2010,
Berreteaga, Choly, Cocina fácil para la mujer moderna. Edición especial 35
aniversario, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 2010, pag. 9 (1° edición
1976).
(8) 2010, Lepes, Narda, Comer y pasarla bien, Buenos Aires,
Planeta.
(9) Pido perdón, pero
desconozco el género gramatical de la palabra “lehmayun”.
(a) https://www.196flavors.com/es/calzone/
(b) https://cookify.kitchen/receta/empanada-gallega/
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