Uno
de los pasajes más recordados de la literatura universal tal vez sea el
episodio que quedó en la historia como “La
Magdalena de Proust” (Para leer el fragmento click acá).
Marcel
Proust (París: 1871-1922) desarrolla en la primera novela de las siete que
constituyen su obra magna “En busca del
tiempo perdido”, “Por el camino de Swann”,
un texto de más de 3000 palabras contando la reminiscencia que le dispara el
sabor de “uno de esos bollos, cortos y
abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de
concha de peregrino” mojada en una taza de té caliente y que lo llevarán a
recorrer toda su vida.
Hace
más de 30 años yo viví una experiencia similar aunque de alcance mucho más
limitado; aunque sus resonancias aún perduren.
Todo
comenzó una vez que tenía hambre y en la heladera solo encontré un tupper con fideos,
algunos huevos y un ramo de albahaca mustio. Así que sin mucha idea de lo que
estaba haciendo batí unos huevos con sal y pimienta, le puse las hojas de
albahaca que pude rescatar y lo mandé a una sartén con manteca y un chorro de
oliva, como para hacer huevos revueltos.
A
medio coagular le sumé los fideos y un buen puñado de queso rallado y, ahí
mismo, de la sartén para no ensuciar me dispuse a comer.
Bastó
un bocado para encontrarme en la cocina de mi abuela Clara con su radio Noblex
Fabulino, su ventiladorcito y su Singer.
Era un sabor que no gustaba desde mi
infancia y que tenía absolutamente olvidado el que volvía y que de pronto tenía
perfectamente presente.
Rememorar para Mario estas recetas que
hoy el transcribe, y otras que he perdido por completo, me trajeron esos viejos
sabores, los momentos pasados en la casita del Pasaje de las Garantías y
Asamblea, de los sándwiches de queso de rallar con manteca.
Así mismo me permitió darme cuenta de
que era una cocina de pocos ingredientes, tres o cuatro, de sabores claros,
nítidos.
Extrañamente no usaba el picante aunque
cultivaba sus putaparió en abundancia y los maceraba en un frasco de Nescafé
marrón en aceite que rociaba directamente sobre su plato generosamente.
Así que bueno, espero que gusten de las
recetas como yo he disfrutado recordándolas.
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