sábado, 5 de octubre de 2019

Bizcochuelo


Mi madre no insistía demasiado en tutearse con la harina. Jamás la vi amasar tallarines o ravioles. Los fideos del domingo eran siempre de pasta seca. Si había pasta fresca en casa, era porque estaba mi abuela. Había s´lo dos excepciones: ñoquis y bizcochuelos.

Las imágenes pertenece al recetario de Gladys y Luis
El bizcochuelo era infaltable para nuestras fiestas de cumpleaños. Por la mañana iba a una panadería sobre la Avenida de los Corrales y compraba confituras y chiches para la decoración y chocolate de cobertura. Cuando era mi cumpleaños, la acompañaba porque yo quería elegir esos chiches. Siempre fue una frustración para mí, que entre los objetos que la panadería ofrecía no hubiera jugadores con la camiseta de Nueva Chicago. Frustración que se replicaba en otoño, cuando hacíamos nuestros barriletes, porque don Chichilo no tenía papel negro… y, usando únicamente el papel el verde, el resultado era medio soso.
Lo cierto es que, cuando volvíamos a casa, mi madre hacía su bizcochuelo en un perol enlosado amarillo que, para mí, era mágico. De él no sólo salía la masa para los bizcochuelo, también la los bocadillos de acelga, panqueques, churros y lo que el lector pueda imaginar que mi madre hacía. Recuerdo que empezaba batiendo las yemas de huevo con azúcar. ¡Cómo me fascinaba pasar un dedo por el batidor y probar ese manjar dulzón que luego no podía reconocer en la torta! Era un rapto de audacia de mi parte, porque mi madre no debía verme.
Pero lo bueno dura poco. Mi madre era refractaria a los productos de la industria alimentaria que, en aquellos lejanos sesenta, comenzaba a meterse en las mesas familiares a través de la tele. El caldo de cubitos era, para ella, mala palabra. Insistía con sus pucheros de falda tres veces por semana. Ni hablar de las hamburguesas que ella misma preparaba a la plancha, bajo la denominación de albóndigas achatadas. Sin embargo, sucumbió frente a dos productos: el polvo para hacer postres que reemplazaban a las natillas riojanas que estábamos habituados a comer y el preparado para hacer bizcochuelos, ambos de marcas muy conocidas…
… Y nunca más pasar el dedo por el batidor en la cocina de mi vieja. Bueno, nunca no. Cuando fui grande y comencé a preparar natillas (casi el único postre que hago), volvió la tentación irresistible.
Ocurre que no soy dado a los postres y a la pastelería. Esta disciplina no me atrae especialmente y me reconozco insolvente para practicarla. Por eso nunca publiqué una receta de bizcochuelo hasta ahora que encontré ésta en la colección de Gladys y Luis, los padres de mi amiga Edelweis.
En el recetario de Gladys y Luis hay muchas preparaciones dulces, tortas y postres. Edelweis me dio la clave de esta presencia, cuando me contó, hablando de otra receta, que “en casa se cocinaban postres como la torta de naranjas o el strudel, como los budines, casi a diario, ya que eran extremadamente golosos”. (1) Mi amiga se excluye, conozco su cocina y sus gustos y puedo afirmar que sus preferencias están volcadas sobre lo salado y que sus postres son frescos, naturales y dulzura moderada.
La receta está escrita sobre una hoja suelta de cuaderno pequeño o libreta de anotaciones. Veis no reconoce de quién es la letra, no pertenece a ningún miembro de la familia.
Veamos cómo es esta receta que Gladys practicaba con fruición y que Mercedes dice que era su especialidad.
Bizcochuelo
Fuente (fecha)
Recetario de Gladys y Luis (entre 1976 y 1987)
Ingredientes
Yemas 4.
Claras 4.
Azúcar 1 taza.
Agua 4 cucharadas.
Polvo royal 1 ½ cucharadas.
Maizola 1 ½ cucharadas.
Harina 1 taza.
Preparación
1.- Batir las yemas con el azúcar y el agua, usando un batidor.
2.- Batir las claras a nieve.
3.- Cuando queda de color blanco, comenzar a agregar el polvo de hornear, la harina y la maizola.
4.- Entreverar todo despacio (la harina se va agregando de a poco).
5.- Agregar las claras.
6.- Poner en una asadera enmantecada y enharinada.
7.- Cocinar en horno moderado por 40 minutos. Para comprobar si está cocido, hay que pinchar el bizcochuelo con un palillo. Si sale seco, es porque está cocido.
Comentarios
Intenté encontrar algo sobre la marca Maizola en la República Oriental del Uruguay; pero sólo encontré referencias a un recetario “antiguo” denominado Los mil usos de Maizola. No encontré el año de edición, pero, por el diseño, no parece más antiguo que los años sesenta del siglo XX). Veis no recuerda la existencia de esa marca o producto. Ambos pensamos que se trata de una marca local de almidón de maíz. De modo que puede ser suplantado por otra marca. (2)
Notas y bibliografía:
(1) 2019, Molinari, Edelweis a Aiscurri, Mario, correo-e del 21 de febrero.
(2) 2019, Molinari, Edelweis a Aiscurri, Mario, correo-e del 24 de febrero.

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