Hace varios años comencé
a publicar mis recopilaciones de recetas de amigos y familiares. Llevaba dos
propósitos, poner a la luz la riqueza de la cocina cotidiana y, a partir de
allí, componer el mosaico de la identidad de la cocina argentina.
Una de las primeras
recopilaciones que hice fue la de la “cocina piamontesa” de mi amiga Alicia Boero. Lugar protagónico llevó su plato insignia, la bagna cauda familiar que
su madre preparaba en la ciudad de Sastre, en el corazón de la Pampa Gringa
santafesina.
Todo iba bien hasta ahí,
pero un comentario de nuestro amigo Héctor Zancada puso en tela de juicio la
dirección metodológica que había iniciado. La bagna cauda de Alicia no era una
especialidad de la cocina piamontesa transportada a La Argentina, sino una
creación criolla.
He vuelto a la bagna
cauda, y a buscar la encrucijada en que este caldo contundente y fragante se
acriolló, a partir de la incitación que me produjo recopilar las recetas de
Ernesto Conde, el hijo de Alicia. Justamente en el momento en que Ernesto ensayó
tomar la posta en el ritual familiar, preparando una bagna cauda para Semana
Santa como lo hacía su abuela Porota en Sastre, un hallazgo inesperado me ha
ayudado a iluminar un poco más el tema, encontré la receta de “bagna cauda a la
clementina” en El Libro de Doña Petrona.
I
Rupturas y continuidades en la historia de la cocina
Los historiadores
europeos, sobre todo los franceses asociados a la denominada escuela
sociológica (Lucien Febvre, Marc Bloch y sus seguidores), han insistido en que
la reconstrucción del pasado humano no puede eludir la consideración de grandes
procesos sociales que se desarrollan en tiempos prolongados.
Estos
procesos suponen evoluciones progresistas y retrocesos conservadores,
desarrollos locales e intercambios diversos entre distintos pueblos y regiones,
rupturas y continuidades.
Estos
intercambios y confluencias aparecen como una característica sobresaliente en
la historia social argentina. La expansión aborigen, la conquista española, las
corrientes inmigratorias y el desarrollo de la globalización mediática han ido
creando distintos momentos de fusiones que promovieron resultados de una gran
originalidad a partir de la mezcla de lo imposible. Creí ver en el tango la
imagen simbólica de estas fusiones criollas y empecé a buscar un reflejo en la
cocina argentina.
Sin embargo,
partí de un error conceptual. Influido por los críticos gastronómicos
españoles, me obsesioné por encontrar la identidad originaria de cada plato,
suponiendo que esa mezcla de lo imposible consistía en combinar recetas de
diversas procedencias sin que se modificaran. Supuse que toda modificación
interna de una preparación suponía una herejía, una malversación, y que haría
un aporte significativo, si lograba reponer el formato de origen. En mi casa de
la infancia, por ejemplo, comíamos puchero español un día y milanesas al
siguiente. Sin embargo, ese puchero que mi madre hacía ¿era una simple
traslación de los cocidos españoles?
La imagen pertenece al autor
Para entender
nuestro puchero, busqué recetas originales y tomé como medida el prestigioso
cocido madrileño (mi conocimiento de los pucheros españoles era insuficiente,
entonces, y con éste quedé satisfecho). La primera impresión que tuve fue que
el puchero que hacía mi vieja representaba una auténtica herejía de aquellas
que estaba dispuesto a enmendar. De modo que intenté reponer el original en una
comida familiar que recibió la justificada repulsa de mis hermanos, proferida
al grito de “este no es el puchero de la vieja, le sobran garbanzos y le falta
zapallo y choclo”.
Algo estaba
enfocando mal. Pero la certeza recién la obtuve cuando publiqué la receta de
bagna cauda de Alicia Boero. Imaginé que, a diferencia del puchero, este plato
(un caldo de ajo, anchoas y nueces cocido en crema de leche) había sido
conservado en su ortodoxia por la celosa vigilancia de los inmigrantes
piamonteses y sus descendientes.
Cuando Héctor
Zancada leyó la receta en El Recopilador de sabores, escribió el
siguiente comentario: “Para lo queridos Alicia y Mario: ya hemos discutido
largamente el tema de la bagna cauda y he arbitrado los medios para conocer la
verdad, en este caso, aportando un auténtico recetario del Piamonte, traído de
allí por mi esposa (hija de la Pampa Gringa) en ocasión de visitar a su familia
en un pueblo cercano a Torino. En definitiva: la bagna cauda ortodoxa no lleva
crema de leche. Este agregado es criollo. Salu2” (1)
La imagen pertenece a Alicia Boero
A partir de
esta revelación, comencé a revisar mis conceptos. Comprendí que el proceso que
tiene rupturas y continuidades, intercambios y fusiones no se daba sólo en el
ámbito de los recetarios, sino también en el de la misma receta. En ciertas
oportunidades, es necesario tener en cuenta la posibilidad de acceder a ciertos
productos, pero esta no es la única razón de los cambios. A veces, también se
percibe claramente la formación de un nuevo gusto compartido. Mi tía Ñata, por
ejemplo, le agregaba un ají picante que le daba don Michele, su vecino italiano,
al estofado español que ella cocinaba con extrema dulzura.
Decidí
olvidar mi obsesión en la fe de bautismo de cada plato y verlo tal como es…
Pero, ¿dónde montar el asidero temporal que todo historiador necesita para
sentir que está ejerciendo su oficio?
Me propuse
entonces buscar, con paciencia y perspicacia, la encrucijada de tiempo y
espacio en que un colectivo social se apropia de una idea gastronómica o de un
producto determinado, lo hace suyo, lo adapta a su gusto y sus posibilidades de
acceso a los productos necesarios y lo suma a su acervo.
II La
“vera” bagna cauda piamontesa
Les propongo ir ahora a
las recetas para poner en claro qué es lo que estoy buscando.
La imagen pertenece a Alicia Boero
Primero les vuelvo a
poner la receta de Alicia. Sí sé que con un enlace alcanza, pero mejor es que
la tengan cerca para hacer las comparaciones pertinentes. La de Tucho que
publiqué hace unos días, a los efectos de las comparaciones que formulo, se
parece bastante a la de su madre, al fin de cuentas ambas tienen la misma
fuente de inspiración y las diferencias sólo se encuentran en la manera en que
ambos se enfrentan a los fuegos.
Fuente (fecha)
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Receta
familiar de Alicia Boero (7 de agosto de 2010)
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Ingredientes
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Para 10
personas:
Manteca 100g
Anchoas en
salmuera: 10 filetes
Ajo: 14
dientes
Nueces: 6
mitades
Crema: 2,50
litros
Harina: 100g
Acompañamientos:
coliflor y brócoli cocidos y cortados en ramitas de un bocado, ravioles,
pollo cocido y troceado, crotones de pan, pimientos verde y rojo cortados en
trozos pequeños, pencas de apio, pencas de cardo, si se consiguen y hojas de
endivia (los pimientos, el apio, las hojas de endivia y los cardos van
crudos).
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Preparación
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1.- Pelar los dientes de ajo, quitarles el brote y
procesarlos.
2.- Procesar las anchoas.
3.- Picar las nueces
4.- Realizar un sofrito con el ajo, las anchoas y
la nuez en la manteca derretida.
5.- Agregar 1,25 litro de crema y bajar el fuego a
mínimo. Dejar cocinar por una hora y media, revolviendo cada tanto.
6.- Cuando hierve, probar y rectificar sabores (se
le puede agregar anchoas, ajo o crema según se necesite).
7.- Agregar la harina disuelta en medio litro de
crema.
8.- Cuando vuelve a hervir, volver a rectificar
sabores.
9.- Servir sobre calentadores de mesa. Pero si no
se dispone de ellos, servir de a poco para que no se enfríe en cazuelas que
se comparten. Rodear las cazuelas con los productos que se van a bañar.
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Ya expuse la explicación de Héctor Zancada que
señala la diferencia, la bagna cauda piamontesa no lleva crema. Pero este no es
el único testimonio de la diferencia.
La noche que íbamos con
Alicia a preparar la bagna cauda a su casa, conversábamos en el taxi sobre los
ingredientes que íbamos a usar. El taxista se metió con interés en la
conversación diciendo que su madre piamontesa la preparaba. Recordó que usaba
tres cabezas de ajo en una bagna cauda familiar para seis o siete personas. Nos
pareció una exageración. Pero no seguimos discutiendo, de modo que no supimos
cómo era la bagna cauda que ese conductor recordaba.
Empecemos a
explorar las encrucijadas de tiempo y espacio. Los abuelos de Alicia vinieron
de Italia a principios del Siglo XX y se afincaron en la Pampa Gringa. En
cambio, la madre el taxista vino de Italia hace unos setenta años y se afincó
en el Gran Buenos Aires. ¿Puede ello explicar la diferencia? En varias
oportunidades en que me encontré con descendientes de piamonteses que cumplía
el mismo requisito (sus padres llegaron del Piamonte a mediados del siglo XX y
se instalaron en el Gran Buenos Aires), sostenían que en La Argentina no se
come la vera bagna cuada que, por supuesto, no lleva crema y lleva mucho más
ajo que la receta que acabamos de publicar.
De modo que, contestes
con el testimonio de Héctor, consultamos el auténtico recetario piamontés que
trajo su esposa después un viaje para visitar a su familia en Torino. De ese
libro, tomo y trascribo la receta pertinente.
Bagna cauda piamontesa
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Fuente (fecha)
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La grande cucina
Piemontese (2012)
(2)
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Ingredientes
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Por persona:
¾ de cabeza de ajos.
Leche.
50 g de anchoas en salmuera.
1,5 dl de aceite.
Manteca.
Sal.
Acompañamientos:
Cardos.
Pimientos.
Topinambour.
Repollo.
Grelos.
Remolacha.
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Preparación
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1.- Separar los dientes de ajo, pelarlos y, si no están
frescos, quitar el germen contenido dentro.
2.- Ponerlos en una olla cubiertos de leche y cocinarlos hasta
que los penetre bien la punta del cuchillo.
3.-
Tirar la leche, poner el ajo en la tabla de cortar y, con un cuchillo grande,
picar groseramente. Espolvorear con sal juiciosamente y, a continuación,
utilizando, la punta del mismo cuchillo en forma plana, picarlo de nuevo,
finamente. Conservar en aceite.
4.-
Tomar las anchoas ya desaladas, lavarlas en vinagre, secarlas, picarlas finamente
y añadir al ajo y el aceite.
5.-
Poner todo a fuego lento (evitar que el aceite hierva) y mezclar continuamente
(para que el ajo no se queme) hasta reducir el contenido a un compuesto
homogéneo. (Es evidente que esta operación salía bien cuando, en lugar de la
estufa o el gas de ciudad, era efectuada sobre los rescoldos del brasero).
6.-
Después de unos veinte minutos, agregar a la bagna un poco de manteca en
trozos, revolviendo hasta derretirla, y llevar a la mesa, sobre un calentador.
Mantenerla caliente, pero sin hervir.
7.-
Según la tradición, sólo se comía mediante la inmersión de cardos y pimientos
crudos en la bagna, acompañados con un buen pan; pero creemos que es justo
que la evolución del plato admita tranquilamente: topinambour en rodajas o
cuñas, hoja de col, grelo hervido, remolachas al horno, pimiento al horno.
8.-
Las verduras se encontrarán cortadas en trozos y disponibles en la mesa, en
una fuente grande o en platos hondos en el momento del servicio.
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Comentarios
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En los ingredientes, no aclara el tipo
de aceite que debe usarse.
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Quedan claras las diferencias, ¿no?
La gran pregunta es ¿En qué momento se produjo
esta transformación en La Argentina? es muy difícil establecerlo. En primer
lugar, porque, salvo en el caso de doña Petrona, la bagna cauda no se encuentra
en los recetarios clásicos argentinos que siempre consulto. En este caso, restringí
la búsqueda a las ediciones datadas entre 1891, fecha de publicación del libro
de Juna Manuela Gorriti, y 1950, fecha aproximada en que se inició la última oleada
de inmigración italiana en La Argentina, en la que vinieron los piamonteses que
no se reconocen en la receta de la Pampa Gringa. (3)
La receta de doña Petrona que encontré, y
publico abajo, ya tiene la fórmula criolla que agrega crema. Establecer la
fecha en que la gran cocinera nacional conoció esta receta nos puede dar una
idea límite ya que la transformación debió producirse antes de esa fecha.
III …y
doña Petrona
Doña Petrona siempre nos
sorprende con recetas inesperadas. Debiera estar habituado a ello después de
dar con una de flan de dulce de leche (sí, el dulce de leche dentro del flan) y
con otra de canelones de humita (sí, cuando empieza hablar de los canelones a
la rossini, pone una receta en la que se le ocurre rellenarlos de humita). Pero
no, el hábito tarde en formarse porque ese libro es inabordable en una sola
mirada. Hojeo el viejo volumen y me encuentro con una receta de bagna cauda
que, para colmo, atribuye a doña Clementina, su madre.
¿Por qué doña Clementina?
Doña Petrona había nacido en las afuera de la ciudad de Santiago del Estero en
la última década del siglo XIX. Manuel Carrizo, su padre muere cuando ella
tiene seis años. Cinco años después, Clementina se muda al centro de la ciudad
con sus siete hijos. Allí instala una pensión en la que ofrece alojamiento y
comida. De modo que su madre era cocinera. Esta no es la única receta que doña
Petrona atribuye a su madre, el “Locro de maíz “Mamita Cleme”” es otro aporte
clásico de su obra. (4)
Si vemos la imagen de
doña Petrona y recordamos su origen santiagueño, nos imaginamos que es muy
razonable que doña Clementina preparara locro, pero ¿bagna cauda? Sin embargo,
las sorpresas no dejan de repetirse. Según cuenta la historiadora
norteamericana Rebekah Pite, la abuela materna de doña Petrona era criolla,
presumiblemente indígena; pero su abuelo materno era piamontés. Interesante,
¿no? (5)
Ahora vamos a la receta,
o mejor dicho a las recetas. Doña Petrona fue modificando su bagna cauda
(agregando crema y quitando ajo) en distintas ediciones. Pero, desde la más
antigua que poseo, todas llevan crema.
Como puede verse la
receta criolla de bagna cauda puede llegar a ser bastante temprana en relación
con los primeros inmigrantes piamonteses. La edición de doña Petrona más vieja
que conservo es de 1942. Pero, la atribución que Petrona hace de esta receta a
su madre nos permite suponer que Clementina la preparaba en Santiago del Estero
en 1905. Si estimamos que su abuelo debe haber llegado a La Argentina alrededor
de 1870, tenemos un amplio lapso de tiempo en donde la transformación puede haberse
producido.
Lo que no
puedo afirmar es que la receta publicada en 1942 respete la versión original de
1905, doña Petrona misma la modificó, como puede apreciarse en la edición de
1958. Tampoco que doña Clementina la haya aprendido en su casa materna. Pero
esas posibilidades deben quedar planteadas.
Mi hipótesis es que el
agregado de la crema ha sido progresivo y que presumiblemente la bagna cauda de
doña Clementina ya la llevaba. Por ahora puedo afirmar que, en 1942, ya era una
fórmula consagrada y que la tendencia a aumentar la proporción de la crema podría
fijarse hacia mediados de la década de los cincuenta del siglo XX.
¿Fueron los paisanos
contemporáneos del abuelo de doña Petrona quienes iniciaron la trasformación en
el último tercio del siglo XIX? No dispongo de información para responder esta
pregunta; pero su formulación me incita a seguir buscando.
Ahora, las recetas:
Bagna cauda a la
clementina
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Fuente (fecha)
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Doña Petrona (1942, 1950) (6) y variaciones (1958)
(7)
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Ingredientes
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Ediciones 1942 y 1950:
Salsa:
Ajo 4 cabezas.
Anchoas 20 filetes.
Manteca 100 grs.
Crema de leche 400 grs.
Aceite ¾ de taza.
Acompañamientos:
Cardos tiernos.
Apio y morrones
(opcional).
Edición 1958:
Salsa:
Ajo 3 cabezas.
Anchoas 20 filetes.
Manteca 200 grs.
Crema de leche 1 litro.
Nueces 250 g.
Aceite, no lleva.
Acompañamientos:
Cardos crudo 1.
Blanco de apio crudo 2.
Gallina cocida 1.
Quesos gruyere.
Coliflor cocida 1.
Repollo cocido.
Papas cocidas.
Hinojos crudos y
tiernos.
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Preparación
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Ediciones 1942 y 1950:
1.-
Preparar un lindo cardo, tierno y bien blanco, rasparlos prolijamente, cortar
en cuadraditos, lavar y escurrir.
2.-Poner
en una cazuela de barro tres cuartas partes de una taza de aceite, calentar.
3.-
Agregar el ajo finamente picado y dejar dorar.
4.-
Agregar las anchoas picadas, la manteca, la crema de leche y dejar hervir por
unos minutos a fuego lento.
5.-
los que gustan de esta salsa la sirven sobre un brasero colocado en el centro
de la mesa, en las misma cazuela, y entonces se pasa por ella los dados de
cardo. Puede servirse cada comensal a su gusto un poco de cardo y un poco de
salsa. También resulta bien con apio o morrones. El cardo se sirve crudo.
Edición 1958:
1.-
Separar la carne de los huesos de la gallina y cortarla en trocitos.
2.-
Cortar los otros ingredientes de acompañamiento en trocitos chicos.
3.-
En una cazuela de barro, dorar apenas los ajos picados en la manteca.
4.-
Agregar después la crema de leche y dejar hervir un momentito.
5.-
Ponerle los filetes de anchoas picados y las nueces.
6.-
Mantenerla sobre un calentador y pasar por ella los otros ingredientes
mientras se van comiendo.
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Notas
y bibliografía:
(1) Leído
en http://elrecopiladordesabores.blogspot.com.ar/2012/02/bagna-cauda.html,
el 11 de mayo de 2017.
(2) S/D,
Buccolo, Antonio (autor del prefacio), La grande cucina piamontese,
Cuneo, Editrice Artistica Piamontese, pp. 134-135.
(3) Consulté los siguientes recetarios:
1890, Gorriti, Juana Manuela, Cocina ecléctica, Buenos
Aires, Félix Lajouane Editor (Librairie Générale), 1890. leído en http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/miscelanea/cocina_eclectica/cocina_00indice.htm, el 4 de noviembre de 2011.
1940, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina,
Buenos Aires, Escuela Taller Divino Rostro, 1° edición de 1894.
C
1940, Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de
cocinar, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 2011, 6º
edición (no indica la fecha de la 4° edición que es la toma como base, indica
una referencia aproximada, c 1920, para la primera edición).
1944, L. P. de P., El arte de la mesa. Recetario de doña Lola,
Buenos Aires, Guillermo Kraft LTDA.
1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos
Aires, Editorial Saber Vivir, 1946, 2° edición.
C 1957, Cocina tradicional argentina
por Marta, Buenos Aires, Distal, nueva edición de La cocinera criolla,
facsímil de una edición más moderna (no indica fecha), 2010 (1° edición 1914).
(4) 1958, Gandulfo, Petrona C. de, El libro
de doña Petrona, Buenos Aires, 1958, edición 52° (1° edición de 1934), pag.
150.
(5)
Todas las referencias biográficas de doña Petrona las tomé de 2016, Pite,
Rebekah, La mesa está servida. Doña
Petrona C. de Gandulfo y la domesticidad en la Argentina del siglo XX,
Buenos Aires, Edhasa, pag. 29 y ss.
(6) 1942, Gandulfo, Petrona C. de, El
libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1942, edición 11° (1° edición de
1934), pp.
271-272 y
1950, Gandulfo, Petrona C. de, El libro
de doña Petrona, Buenos Aires, 1950, edición 36° (1° edición de 1934), pag.
317.
(7) 1958, Gandulfo, Petrona C. de, PO. Cit.,
pag. 353.
Muy esclarecedor el artículo a nivel de las variaciones que han sufrido las recetas (yo creo que para bien) cuando las personas han cambiado de país y se han encontrado conque no tenían un ingrediente, era demasiado caro o acababan utilizando otro que les gustaba más. No me ha aclarado qué receta es la mejor para la bagna cauda, tengo una borroneada de la que hacía mi suegra hace cuarenta años y hay ingredientes que no se aprecian las cantidades. Fíjate lo dinámico de la cocina. Yo nací en Argentina y viví allí hasta hace veinte años. Soy hijo de inmigrantes italianos (lombardos y sicilianos) y por la otra parte, gallegos. Ahora vivo en España y tengo un yerno lituano y otro noruego que han aprendido a preparar Vitello tonnato (les encanta), pero uno usa lomo de cerdo y el otro pechuga de pollo. Es decir ya no sería vitel toné ¿o sí? De la misma manera cuando estuve en italia me decepcionó la pizza y aquí en España es toda a la piedra. Mientras tanto yo la hago al molde, un poco más alta como me enseñó mi abuela. Un saludo y muy interesantes las conclusiones que vas obteniendo. Otra cosa, en Austria fríen las milanesas en mantequilla (vienen de cuando era el imperio austro-húngaro que incluía una parte de Italia). También es el origen de la pasta frola pero ni de lejos con dulce de batata o membrillo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ricardo, por sus comentarios, son realmente enriquecedores.
EliminarYa que sus yernos inventan recetas, yo inventaré los nombres: lombo di maiale tonato y pollo tonato.
Que Especial esta receta!! Me trae recuerdos de Mi querida Rafaela santa Fe. Que hermoso Momento era el preparativo de los Grandes y Nosotros niños esperando ese Momento.de ponernos todo de pie y compartir una rica bagna cauda. Nostalgia lindos recuerdos.
ResponderEliminarGracias, Unknown, por el comentario emotivo.
EliminarGenial
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por su comentario.
EliminarHola, este fin de semana nos reuniremos con mis hermanos y hermanas, más algunos hijos y nietas y prepararemos la bagna cauda. Será en la casa de nuestra infancia, en Sastre. Imagine mi sorpresa cuando, googleando el nombre piamontes de la bagna, encuentro su artículo, tan interesante y exhaustivo, y dónde además ¡¡incluye la receta de nuestra amiga Alicia!!! Demás está decir que la receta de mi nona torinesa difiere bastante de las que se publican en su nota, ya que, como bien dice, el tiempo y las costumbres de cada región hicieron que haya tantas recetas de bagna "caoda" como familias que las preparan. Muy bueno su artículo! Muchas gracias
ResponderEliminarGracias, Claudia, por sus comentarios.
EliminarEs verdad lo que Ud. dice, hay tantas recetas como hogares. Pero, tratando de sintetizar las diferencias, las fórmulas básicas son dos: aquellas en las que el caldo consiste en una emulsión de ajo, anchoas y aceite, y aquellas en que se logra con crema, anchoas y ajo. Ambas corresponden a la bagna caoda piamontesa y y a la baña cauda de la Pampa Gringa Argentina respectivamente.
Le diré a Alicia que Ud. ha escrito aquí.
Interesantísimo. Para mí próxima primera vez con la baña cauda voy a usar un mix. Me gustó la incorporación de harina en la receta de Alicia que le debe sacar un poco de fluidez a la crema y me resultó interesante lo de hervir lo ajos en leche, veremos que resultado da, nueces sin lugar a dudas. Aún no me decido por la cantidad de ajo que usaria. Gracias y saludos desde Casilda.
ResponderEliminarGracias, Anónimo Casildense, por sus comentarios.
EliminarDespués, cuéntenos los resultados.