Georges
Clemenceau (1841-1929) fue una de las figura políticas más
importantes de la Tercera República francesa. Fue presidente del
Consejo de Ministros entre 1906 y 1909 y volvió a serlo en 1917 en
los momentos más críticos de la Gran Guerra. Fue uno de los
ilustres invitados a las celebraciones del centenario de la
Revolución de Mayo. Como consecuencia de ello visitó La Argentina
en 1910, realizando escalas en la República Oriental del Uruguay y
la República Federativa del Brasil. Las impresiones recogidas en el
viaje fueron publicada por L'Illustration.(1)
La Yerba Mate y Carlos
Thays
El
autor, visita el Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires
conducido por el Director, el célebre Carlos Thays. Los siguientes
párrafos están tomados de una minuciosa descripción de esa visita.
“M.
Thays no era un hombre de dejarnos partir sin mostrarnos sus
plantaciones de yerba
mate.
Se sabe que el mate
(acebo
del Paraguay)
es una planta originaria del Paraguay (de donde ha sido transportada
a Chile, el Brasil y la Argentina), cuyas hojas, desecadas y
ligeramente tostadas, dan una fusión estimulante que gusta tanto a
los indígenas como a los colonos del continente sudamericano. Como
la cola, el té y el café, el mate contiene una importante
proporción de cafeína, que hace de él un tónico del sistema
nervioso, al mismo tiempo que modera y retarda la desasimilación.
”Varias
veces he gustado el té
del Paraguay
o el té
de los jesuitas
sin haber podido jamás decir, honradamente, que le he encontrado un
sabor agradable. Pero el paladar termina por acomodarse a todo. Tengo
un amigo que bebe un vaso de la valeriana con mucho gusto. Toda
América del Sur se deleita así con el aroma muy particular, pero
poco seductor la primera vez, del fortificante mate. Los días de la
pampa son más bien fatigosos. Ya pasó aquel tiempo en que se cogía
al paso una vaca al lazo para el simple beef-steak
del almuerzo. El gran reconfortante en el rancho
es la yerba mate, que vuelve a poner al jinete en silla con un nuevo
vigor. Por todas partes, tanto en la ciudad como en el campo, el rito
universal del mate se lleva a cabo en el día de fiesta. Hombres y
mujeres pasean gravemente la pequeña calabaza donde meten el tubo de
la bombilla,
pequeña esfera llena de agujeros, y que circula frecuentemente de
boca en boca para la delectación superior del gastrónomo.
”Antiguamente,
la buena doctrina de la fabricación exigía que la primera fusión,
bastante acre, fuese reservada a los servidores. La costumbre ha
conducido a la gente a no guardar a esta bebida tantas
consideraciones: tanto que, si el mate ha sido y seguirá siendo, sin
duda, la bebida popular, los ricos y lo más escogido de la
aristocracia, sin hablar jamás mal del mate, bien entendido,
prefieren, como todo buen europeo, el té de China y el café de
Santos. Con el aumento de la población, el consumo de mate ha
llegado a un prodigioso desarrollo. Se estima que un argentino paga
anualmente en mate una suma doble del gasto anual de café en Francia
por habitante. Hasta estos últimos años, la República Argentina,
sin hablar de la propia producción, importaba del Brasil y del
Paraguay 40 millones de kilogramos estimados en 22 millones de
francos.
”Se
comprende que el gobierno argentino se haya mostrado muy deseoso de
propagar la cultura del mate. La dificultad residía en el proceso de
germinación. En ciertas provincias de la Argentina, el mate crece
espontáneamente, pero las semillas quedaban improductivas. M. Thays,
después de laboriosos ensayos, descubrió que las semillas tenían
necesidad, para germinar normalmente, de permanecer largo tiempo en
agua caliente y, hecho notable, las plantas así obtenidas llegaron a
reproducirse sin tener necesidad de que sus semillas fueran sometidas
previamente a esta operación. En la marcha ordinaria de la
naturaleza, parece que la envoltura de la semilla se reblandece al
pasar por el estómago de las aves. Los jesuitas habían descubierto
el procedimiento de la inmersión en el agua caliente, pero se
llevaron con ellos el secreto en el momento de la expulsión. Pero M.
Thays lo encontró. Varias veces se ha intentado propagar el consumo
del mate en Europa, pero no creo que se consiga fácilmente. Sería
por tanto un gran beneficio si la yerba mate pudiera, como en la
América del Sur, sustituir el alcohol que nos amenaza con una
destrucción irreparable.”
Notas
y Bibliografía:
(1)
1986, Clemenceau, Georges, Notas
de Viaje por América del Sur,
Buenos Aires, Hyspamérica, traducido por Miguel Ruiz.
(2)
Ídem, pp. 35-36.
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