Sumergirse
en la cocina veneta y descubrir sus aportes a la cocina argentina no parece ser
una tarea sencilla. Sin embargo, tenemos en la polenta una puerta que facilita
la comunicación.
Imágenes personales del autor
Traje
tres recetarios y un libro de gastronomía del sociólogo y especialista en
cocina y bebidas venecianas Ulderico Bernardi.(1) Busqué en ellos las recetas que conforman esta recopilación; pero
no fueron estos libros, ni la estancia en el Veneto en mi viaje de 2012, el
incentivo que despertó mi interés por esta gastronomía. Mi primer acercamiento
fue en 2009, en la borgoña francesa.
Efectivamente,
en setiembre de ese año, pasamos unos días en la casa que Héctor Durana y
Beatriz Rodaro Vico habitaban en Saint Leger sur Dheune a unos veinticinco
kilómetros de Chalon sur Saone, segunda capital de la Borgoña. Entre tantas
cosas que compartimos en esos días maravillosos sobre el canal Dheune, Beatriz
que había encontrado su lugar en el mundo en una comarca del Veneto, me fue
introduciendo en la cocina veneciana. No usó palabras, sino platos para
lograrlo. Allí probé el sahor (sabor) con que los venecianos preparan lassardinas, pero que Beatriz usa en una ilimitada lista de preparaciones; allí
supe de la prevalencia veneciana en la preparación de la polenta en Italia y
muchas cosas más. Como me vio interesado en la cocina regional, unos meses
después de nuestra visita me envió unos apuntes en los que daba cuenta de las
características esenciales de esa tradición culinaria.
En enero de 2012, Beatriz me puso en contacto con Renzo Simonatto
a quien, por otra parte, interesó en mis primeras publicaciones en El
Recopilador. Renzo es amante y defensor de la cocina friulana. Vive en
Cesarolo, en el Veneto, a pocos kilómetros del río Tagliamento que lo separa y
lo une al Friule. Él también me introdujo en la cocina regional del noreste de
Italia. Cuando comimos en la casa de Renzo, se entabló una pequeña discusión
sobre la identidad regional. ¿Es tan tajante la diferencia entre el Veneto y el
Friule (región de la Friule Venezia Giulia)? Para Beatriz, lo único tajante,
injustificadamente tajante, es el nombre del río que sirve de frontera. De modo
que, a pesar de las bromas de Renzo, llegué a la conclusión de la escasa
diferencia cultural entre las dos regiones y de la preeminencia por siglos de
la ciudad de Venecia sobre ambas.
Con
esas guías, el recorrido fue mucho más sencillo. Pero aún tendría una experiencia iniciática en el sestiere San
Marco en la mismísima Venecia. Fuimos a almorzar al restaurante Enoteca San Marco.
Allí comimos muy bien. En especial, disfruté de un fegato a la veneziana que me
deslumbró. Mi madre preparaba el hígado encebollado que yo apenas si podía
ingerir de rústico y exuberante que era. El maestro de cocina del restaurante
entregó un plato sutil, delicioso, casi sublime. Pregunté al mozo, si el
maestro sería tan amable de de pasarme la receta. Me respondió con gesto de
duda. Luego del postre, trajo la cuenta y con ella un pequeño papel que se usa
en ese local para apuntar las comandas. Ese papel contenía la receta de puño y
letra del maestro.
¿Cuál
es la esencia de la cocina veneciana? Beatriz dice que la cocina veneciana se caracteriza por el vínculo de
los venecianos con el mar. Esto no sólo supone la utilización de los productos
del mar que caracteriza a esta gastronomía, sino también la vocación de
intercambio que tienen por regla general las ciudades portuarias, y las
necesidades propias de la marinería.
“Por supuesto, Venecia y el Adriático
son inseparables, y los productos de ese
mar de aguas verdes y calientes están siempre presentes en su cocina.
“Los ingredientes frescos, frutos y
legumbres, engalanan los platos más sencillos
con el gusto de lo auténtico. Lo que no se consigue en el mercado del
Rialto, se cultiva en la altana, que es el pequeño huerto, instalado en una
construcción de madera, en cada casa veneciana que puede gozar de un techo que
avecina con el cielo.”
Las
necesidades de la marinería, le aportan otro ángulo de desarrollo. Los hombres acostumbrados a vivir en los barcos
durante largo tiempo, sin poner un pie en tierra, necesitan desarrollar
técnicas de conservación de los alimentos que permitan guardarlos por varios
días, semanas e incluso meses, de allí
vienen las preparaciones en vinagre. Nada se tira... todo puede ser conservado
o transformado. Es por ello que el arroz y la polenta son muy utilizados en
esta tradición gastronómica.
Los venecianos, hombres de mar, han desarrollado un espíritu creativo, inventivo.
En parte porque así se lo exigió, por los siglos, el asentamiento de la ciudad
sobre las mismas aguas de la Laguna Veneta (Venecia, nos dice Beatriz, es una
ciudad construida sobre problemas resueltos). En parte, porque el mar es
propicio para el intercambio de bienes materiales y espirituales. Ese espíritu
se expresa también en una vocación artística que va a verse reflejada en la gastronomía. “Los
platos de la Serenísima tienen color y buscan la belleza en la decoración. Un poco de picaresco, entre
Plagliachi y Arlequín, se desliza a través de las recetas. ¿Cómo podría ser de
otra manera en un pueblo que desde siempre piensa que casi todos los problemas
tienen solución?... Porque esta cocina es servida en la casa más humilde como
en el palacio más lujoso, ella es simple pero elegante, elaborada sobre las
mismas bases...”
En
estos apuntes, Beatriz me envió un puñado de recetas. El relato se despliega de
un modo muy femenino de entender la cocina, primero los dulces que agasajan,
luego los salados que alimentan. Dedica un acápite al tiramisú y otro a los cafés
de Venecia que incluye una receta de bizcochos con almendras del café Florian.
En
relación con el Tiramisú, sorprenden sus comentarios. No discute sobre el
origen de este postre, adjudicando a la Toscana la creación (más
específicamente a Siena); pero sostiene la idea de que fueron los venecianos
los que le dieron el nombre actual. De modo que la “zuppa del duca” tirrena
pasó a llamarse “tiramisú” (“tirame para arriba”) en el Veneto. El nuevo nombre
guarda relación con las propiedades energéticas, y hasta afrodisíacas, que se
atribuían al postre.
La
otra fuente para esta recopilación es Renzo Simonatto. Su influencia se inicia
con el intercambio epistolar que mantenemos desde principios de 2012 y se
consolida con el intercambio que mantuvimos en Italia durante nuestra estancia
en Bibione. Sin la resignación apocada de Beatriz, Renzo sostiene que el
tiramisú sí es una creación veneciana. El experto enogastronómico Giuseppe
Maffioli publicó en 1981 en la revista VIN VENETO: rivista trimestrale di vino,
grappa, gastronomia e varia umanità del Veneto que el postre fue creado a
fines de los años sesenta en el restaurante Alle Beccherie de la ciudad
veneciana de Treviso por el chef pastelero Roberto “Loly” Linguanotto.(3) En
fin, tal vez las dos historias son verdaderas porque la historia de la cocina
no es sólo la historia de la restauración.
Notas y
referencias:
(1)
2006, Bernardi, Ulderico, Il profumo delle tavole, Tradizione e cucina nelle
Venezie, Treviso, Editrice Santi Quaranta.
(2)
2009, Rodaro Vico, Beatriz, apuntes sobre la cocina veneciana bajo el título
“Historia, leyendas y gastronomía”, en correo-e del 6 de octubre.
(3)
2012, Simonato, Renzo, en correo-e del 24 de febrero.
Hola Maria, vi tu comentario en mi blog y he venido a saludarte y de paso a quedarme, si me lo permites, jeje!...
ResponderEliminarHe estado dando un repaso a tus entradas y me parecen de lo más interesantes.
De mis viajes procuro traerme productos nuevos para probar, pero ojalá pudiera conocer las comidas caseras elaboradas por las familias, sería una gozada.
Efectivamente el tomate seco se usa mucho en Italia, no conozco desde cuando y en qué Comunidades de España se utilizan más. Yo creo que no es un producto propio, en cambio la conserva de tomate si se conoce de antiguo...
Quiero decirte también que he estado varias veces en Italia, sobre todo la parte Norte, aunque conozco Roma también. La razón es porque tuve unos tatarabuelos y una bisabuela paterna (hija de ambos) que eran de Torino. En la familia no conservamos el idioma, aunque lo entiendo, pero si el cariño por ese país.
Un cordial saludo.
Gracias, Alba, por tus comentarios.
EliminarLa verdad es que en La Argentina se puede percibir con certeza la gran afinidad que hay entre España e Italia.
La pizza de Buenos Aires, por ejemplo, es una creación original del barrio de La Boca, barrio poblado, a principios del siglo XX, no por napolitanos sino por genoveses.
Luego se afincó en el Centro de la Ciudad, donde casi todos los dueños de pizzerías eran gallegos.
Esto le ha dado, a la pizza porteña, un carácter único.
Me intriga el recorrido de la técnica de secado de tomates y pienso si los tomates llegaron a Europa antes de que el sur de Italia dejara de formar parte del Reino de Aragón. En este caso, el protagonismo de Caspe podría asegurarse, ya sea como exportador o como importador de esta tradición.
¡Ah! Una pequeña aclaración... me llamo Mario, no María. La que se ve en las fotos es mi mujer, Haydée...
Hola queria preguntarte si Beatriz Rodaro es de Argentina. Tuve una compañera de estudios en la escuela Nacional de danzas en Buenos Aires hacer muchos años con el mismo nombre, apellido de soltera y de casada y me gustaría reencontrarnos. Gracias.
ResponderEliminarNo sé si es ella, pero los datos coinciden bastante.
EliminarHace más de 40 años que vive en Francia.