Venecia
está literalmente enraizada en el mar. Esto le permite crecer desde el intercambio de bienes materiales y
espirituales. ¿De qué otro modo podría ofrecer esa maravilla que reúne viejas
ideas gastronómicas europeas con un producto tan enteramente americano?
Imagen propiedad del autor
Si
bien la polenta es un plato que se ha enraizado en varias regiones de Europa,
representa uno de los principales aportes del noreste italiano a la gastronomía
peninsular y mundial. Precisamente, es en el Veneto en dónde este plato adquiere
centralidad.(1) Ahora bien, si tratamos de dar cuenta de cómo el plato llegó a las Pampas Argentinas,
el predominio italiano sobre la polenta parece indiscutible, aunque una de las
regiones en donde se ha desarrollado haya sido el Principado de Asturias.
La
polenta era una comida de invierno en mi hogar en el barrio de Mataderos. No se
servía sobre una tabla de madera como en Venecia, sino desde la misma olla o
sobre una fuente enlosada. El plato estaba asociado al relato de la pobreza
primigenia de los inmigrantes que llegaron a La Argentina en las primeras
décadas del siglo XX. Mis tíos referían que, cuando eran niños, comían polenta
con pajaritos y que ellos mismos los cazaban y mi abuela los agregaba a la
polenta para que ésta tuviera algún elemento proteico. ¿Mi abuela que había
nacido en un pueblo de serranías en la Rioja española, cocinaba polenta? El
relato lo afirma sin ambigüedades. ¿Dónde habría aprendido a prepararla?
He
podido comprobar que, en familias de origen asturiano, la polenta era frecuente,
pero ignoro que difusión haya alcanzado este plato en el interior de la
Península Ibérica en las postrimerías del siglo XIX como para asegurar la
hipótesis de un camino español para el plato, fuera de la colectividad
asturiana.(2) De modo que estoy parado frente a una zona gris, a una
incertidumbre. Si me apuran, digo que la preparación de polenta por parte de mi
abuela es más probable que estuviera sostenida sobre un fondo de intercambio ya
consolidado con las otras comunidades de inmigrantes que en la trayectoria
española del plato.
Volvamos,
pues, al camino italiano. Beatriz Rodaro Vico sostiene que la polenta es el
plato que calma todos los apetitos en Venecia y en el Friule. La imagen que me
trasmiten sus palabras no deja de vincular esta comida a un relato de pobreza;
pero, a su vez, la pone en un lugar de compensaciones, de restauración de la
dignidad, de mirada elegante frente a la situación material (“He escuchado
decir a un veneciano refiriéndose al período de la segunda guerra mundial,
“¡Ah, si hubiéramos tenido polenta! ¡Eso hubiera sido la riqueza!””).(3) Es que
Beatriz se pregunta si la polenta es en verdad una comida de pobres... y se
responde con este poema de Ludovico Pasto:
“Non ascoltare il parere dei golosi,
Che dicono
esser questo un mangiare da poveri,
Che a veder
quella si conoce
Chi vive da
ricco, e chi un po’in strettezze;
A me quei
vagabondi fanno compassione
Chè
non sanno distinguere il cattivo dal più buono.”(4)
Este
poema resume el sentido compensatorio de la polenta del que ya henos hablado.
Para aprender a distinguir entre el malo y el muy bueno, vemos que siente, y
que ha sentido Beatriz a lo largo de su vida, frente a un plato de polenta. Nos
cuenta: “Mis recuerdos de esas nochecitas en que mi padre hacía su polenta al
horno son como luces de fiesta en mi memoria. La polenta tiene algo de
mágico... tal vez, lo mágico es que viene de nuestra tierra y que nos amamanta
como una madre afectuosa.”
Veamos primero la receta de Renzo y luego las diferencias con la
que me mandó Beatriz:
Polenta
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Fuente
(fecha)
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Renzo
Simonatto(5)
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Ingredientes
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2
l de agua.
500
g de harina de maíz blanco.
Una
presa de sal gorda.
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Preparación
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1.- En una olla de cobre o aluminio verter el agua y la sal
2.- Cuando el agua hierva, añadir la harina poco a poco y volver
con un batidor constantemente para evitar grumos pasteleros.
3.- Mezclar en forma concéntrica ayudado por el bastón de madera
durante una hora aproximadamente.
4.- Voltear la polenta sobre una tabla de madera.
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Comentarios
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La receta
de Beatriz sólo difiere en las proporciones (300 g de harina de maíz por
litro de agua), aunque no aclara si usa harina de maíz común o blanca.
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Beatriz explica que la polenta se vuelca sobre una
tabla de madera y se lleva caliente a la mesa. Cada “uno se sirve una gran
cucharada a la cual, si es su gusto le agrega un poco de leche a temperatura
ambiente y de parmesano rallado. Otros prefieren la salsa de tomate, con
cebolla y un poco de carne picada u hongos cortados en trozos y cocidos en un
poco de crema y cebolla, siempre espolvoreado de queso parmesano rallado.”
En
casa, mi madre le agregaba costillas de cerdo. Imagino en ello un toque
hispano. Ya hablé sobre mi débil certidumbre sobre cuál fue el camino del
ingreso de este plato a la familia. A juzgar por los relatos familiares ya
referidos, la incorporación de las costillas de cerdo parece una variante
tardía que mi madre no siempre elegía.
Con lo que sobra se pueden hacer muchas cosas, continúa Beatriz,
según la imaginación de cada uno. Ella recuerda: “Mi padre cortaba la polenta
en tajadas, (porque cuando se enfría toma la consistencia de un pan), las
colocaba en una bandeja y sobre ellas distribuía trozos de jamón y queso. Luego
iba todo al horno y cuando estaba bien dorado y el queso derretido, estaba
listo.”
Los
recuerdos de Beatriz, y los míos también, nos hablan de un plato cálido y
robusto que nos incita a volver a él... vale la pena intentarlo, ¿no?
Notas y
referencias:
(1)
Goberno Italiano, Ministro per gli Affari Regionale, il Turismo e lo Sport, Sitio
oficial del turismo en Italia, leído el 13 de julio de 2012 en http://www.italia.it/es/descubre-italia/veneto.html#box_4
(2)
2012, charla personal con José Fernández Erro.
(3)
2009, Rodaro Vico, Beatriz, apuntes sobre la cocina veneciana bajo el título
“Historia, leyendas y gastronomía”, en correo-e del 6 de octubre.
(4)
Tomado “Poesie del dotor Lodovico Pasto, venezian e medego a Bagnoli scritte nel so natural dialeto”
Comune de Bagnoli da Sopra, 1982, en 2009, Rodaro Vico, Beatriz, apuntes sobre
la cocina veneciana bajo el título “Historia, leyendas y gastronomía”, en
correo-e del 6 de octubre..
(5)
2012, Simonatto, Renzo, correo-e del autor del 15 de enero.
No soy de comer mucha polenta (por las calorías) pero sí me gusta, probá también de comerla cortada en prismas, llena hojas verdes y hierbas de tu elección, te quedaría una polenta verde. Un abrazo,
ResponderEliminarGracias, Myr, por tus comentarios.
EliminarClaro que sí, que vienen las variantes. Mi madre la hacía, creo yo, con una influencia española (Asturias no está demasiado lejos de La Rioja). Le agregaba in sofrito de ajo, cebolla y tomate y costillas de cerdo (lo que llamamos pechito de cerdo en La Argentina).
Tu propuesta parece fruto de nuevas tendencias culinarias, pero de esas de esas que son buenas porque enriquecen las tradiciones... la adoptaré, por cierto.
HOLA MARIO, ME INCLINO TAMBIÉN POR TU SOSPECHA DE QUE TU MADRE APRENDIÓ LOS SECRETOS DE LA POLENTA EN BUENOS AIRES, LAS MUJERES FÁCILMENTE NOS TRASPASAMOS ESOS CONOCIMIENTOS POR TAN DIVERSAS MANERAS, LA ÚLTIMA SIENDO ÉSTA DE LOS BLOGS, TE ASEGURO QUE MI COCINA YA NO ES LA MISMA. YO, COMO MYRIAM, LE TENGO MIEDO A TANTA CALORÍA, PERO MI ESPOSO ITALIANO NO OPINA LO MISMO, ASÍ QUE TAMBIÉN LA PREPARO CON ALGUNA SALSA DE TOMATE CASERA Y QUESO RALLADO ES COMO MÁS NOS GUSTA. UN GRAN ABRAZO
ResponderEliminarGracias, Pamela, por tus comentarios
Eliminar...y bué... a los hombres varones nos gusta comer con fruición.
Comparto tu idea acerca de la forma en que las mujeres aprenden las recetas unas de otras. Pero creo también que esa maquinaria didáctica que funcionó durante milenios corre, en el siglo XXI, serios riesgos de continuidad. Comparto también la idea de que en la blogósfera (si se me permite el neologismo) hay una reserva para evitarlo.
Perdón por la demora para editar tu comentario, es que no me llegó por correo-e como es habitual.
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ResponderEliminarMario, la polenta pasó, probablemente, por su facilidad de preparación y la saciedad que brinda su ingesta. Mi ex suegro que era del Piamonte la volcaba en una asadera y la cortaba en cuadrados muy prolijos, con un piolín... curioso, no es cierto?
ResponderEliminarsalu2
Gracias, Héctor, por tus comentarios.
EliminarA mí, la polenta me viene por el lado español (mi vieja la hacía con costillas de cerdo (lo que nosotros, en La Argentina, llamamos pechito)en una salsita de tomates con sofrito inicial de cebollas).
No olvidemos que las dos regiones donde más se comía la polenta (a partir del siglo XVII o XVIII) eran el Veneto y Asturias.
El Piamonte no está lejos del Veneto.
La Rioja no está lejos de Asturias.
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