Después
de mucho andar los caminos, y de mucho deseo contenido, llegué, por los
senderos españoles a la tierra de mis abuelos. Igea es una pequeña Villa de
unos 700 habitantes que está recostada sobre las laderas de una serranía.
Cuando llegué, comprendí por qué, el tío Jesús que había nacido allí y se había
ganado la vida vendiendo comestibles a lo largo del centro oeste bonaerense,
eligió las sierras de Córdoba para disfrutar de su retiro de la actividad
laboral.
El
poblado está protegido por la Virgen del Villar cuya cálida maternidad
invocábamos el primer domingo de cada septiembre con una fiesta familiar en
Mataderos cuando yo era niño y mi abuelo vivía.
Ese
viaje me llevó años de preparación espiritual y material. Hacia 1998, logré
vincularme con Manolo Sáez Benito, integrante de la peña Los Guarros de Igea.
Esta peña, junto con otras conducía, y aún lo hace, una gran cantidad de
energía vital por las arterias del fortalecimiento de la identidad del lugar. A
través de una profusa relación epistolar con Manolo, favorecida por el correo-e
que acerca y comunica si uno así lo desea, intenté recuperar el contacto con la
tierra del origen y la familia que se había perdido con la muerte de mis
abuelos.
Con
todo, fue un hecho fortuito el que me permitió conectarme con un ser humano
maravilloso, doña Carmen Martínez Espada, más conocida como la Caracola. Era
prima hermana de mi madre. Ocurrió que, en 2006, mi primo José María Espada que
vive en Los Ángeles, California, anduvo por España de vacaciones. Se acercó
hasta la Villa de Igea y por una serie de circunstancias aleatorias dio con la
Caracola y con sus primos Toledo Espada, también primos de nuestros padres. Fue
así que llegué a Igea sabiendo a dónde iba y sabiendo a quién iba a ver.
Además, los vecinos de la Villa sabían que yo iba a ir. Manolo me pidió que
escribiera algunas líneas sobre el viaje que estaba proyectando en el sitio web
de Los Guarros y así lo hice. Don Víctor, el párroco, levantó ese mensaje y lo
publicó en la hoja parroquial.
Ocho
días estuve en Igea, recorriendo la comarca de Alhama Linares y disfrutando del
camino, de las piedras, de los refugios ariscos del pasado y de la maravillosa
calidez de mi tía.
¡Qué
bien cocinaba la Caracola! Yo consultaba, y consulto, un sitio de la internet
con recetas riojanas (http://www.valvanera.com/cocina/intro.htm),
pero hasta que comí en casa de la Caracola, no puede comprender cabalmente la
esencia de esa tradición gastronómica que tantos reflejos tenía en la cocina de
mi abuela Agustina y en la de mi vieja. Hay un plato en la comida porteña muy
frecuente en los bodegones que, a pesar de que se lo prepara cada vez más
light, es un referente importante de la gastronomía regional y me recuerda muy
bien las tradiciones de la tierra de mis abuelos: las costillas de cerdo a la
riojana.
Volviendo,
lo cierto es que la Caracola cocinaba como los dioses. Su hijo Manolo decía que
si no fuera por la edad de su madre, pondría un restaurante y la llevaría de
cocinera.
Sus
croquetas eran deliciosas. Apunté bien la receta y es la que reproduzco aquí.
También he comido de sus manos una cazuela de conejo exquisita cuya
reproducción me costó un poco más... y no podían faltar las natillas.
Carmen era todo corazón y eso se nota en todo.
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por tus comentarios.
EliminarSuscribo enteramente lo que decís. En esa foto estamos frente al solar en que estaba la casa en la que se crió mi abuelo Sebastián Espada Sáez, tío de Carmen.
comprendí por qué, el tío Jesús que había nacido allí y se había ganado la vida vendiendo comestibles a lo largo del centro oeste bonaerense, eligió las sierras de Córdoba para disfrutar de su retiro de la actividad laboral....
ResponderEliminarese tio, que apellido era Mario? me parece q era el hermano de mi abuelo, el tio de mi papa, recuerdo cuando era muy pequeña unos cuatro o cinco años salimos dede Balcarce con mi papa mi mama y mi hermano,partimos en el torino, pasamos por tejedor a buscar a mi tio Francisco con su flia, y mi tio Ricardo ya estaba en Cordoba( que no era su verdadero nombre si no (Jesus), es otra historia jajaj pero era Jesus por ese tio que vos nombras). Nos reunimos todos en Cordoba con los tios de España, donde estaba Jesus, Daniel y nosotros por que mi abuelo ya habia fallecido y seguramente habria algun paisano mas pero que no recuerso por lo pequeña que era, lo que si recuerdo es que nos juntamos enfrente del dique San Roque en la escuela donde Elsa era maestra y vivia con su marido y los chicos, esa tarde nos bañamos en el dique...
Gracias, Laura, por tus comentarios.
EliminarSí, sí, el tío Jesús se llamaba Sanz de apellido y vivió frente al lago San Roque. Su esposa era Sáez de apellido, prima de mi abuelo.
Mirá cómo venimos a darnos cuenta que somos primos.
Elsa sigue viviendo en Córdoba, su hermana, Pilar, es monja y vive el Florencio Varela, donde ejerce su consagración.
Había unos religiosos en la familia (el padre Juan Sáez y el hermano Vicente Sáez) que posiblemente hayan estado presentes en ese encuentro familiar del que hablás.
Exquisita tu semblaza de los sabores Igeanos!!! recuerdo haber comido con la familia( allá por 1976) a las orillas del Linares, unas chuletas de cordero y un Calderte para chuparse los dedos!!! te mando saludos y veo que has cumplido tu sueño de conocer Igea.
ResponderEliminarMatilde Martinez y te escribo desde Rufino
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMatilde, tanto tiempo, que gusto que hayas escrito.
EliminarSí, sí, pude cumplir con mi sueño... ¿nos encontraremos alguna vez en Igea para las Fiestas?
El 25 de junio parto para España junto con mi madre, pero por cuestiones laborales solo me quedo hasta el 18 de julio. Además de Igea también estaré por Pamplona, donde tengo la mayoría de mis primos, así que no estaré para las Fiestas de la Virgen del Villar, pero este año me tocan Los Sanfermines!!!
EliminarCariños
y la paella!!
ResponderEliminary la paella!!! tremenda
ResponderEliminarGracias, Juan, por tus comentarios.
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