Ir a Parte I
2025-2 de
abril / 3 de abril
Camino y camino de
sensaciones amables. Rutas en buen estado, rutas regulares y caminos poco transitables
jalonaron las siguientes etapas de nuestro viaje.
II Llegamos a El Nueve
Mate,
picada criolla y empanadas
La mañana del 2 de
abril estaba fresca, pero el sol ya abrigaba con cariño, desayunamos en
Olavarría, en el amable comedor del Casa Josefina, sin demasiado apuro,
queríamos transitar con calma los 200 kilómetros que nos separan de Nueve de
Julio, nuestro próximo destino.
Esta foto tiene algunos años, Tía Chacha amasaba.
Efectivamente, el viaje fue
apacible.
Llegamos al Grand Hotel
Libertad donde nos alojaríamos en 9 de Julio. Decidimos tomarnos un descanso y
almorzar algo liviano en el mismo hotel.
Alrededor de las cinco
llegamos a casa de tía Chocha. Allí estaba ella con mi prima María Teresa, su
hija. Nos sentamos a tomar mate y a charlar. Poco después de las seis llegó mi
primo Julio Arizcurre, y su esposa Norma Rodríguez, y seguimos charlado y charlando hasta las once y media de
la noche. La Chocha es muy conversadora, pero Julio no le va en saga. Ambos
garantizan una velada amable, llena de historias locales conmovedoras.
¿Qué comimos? Mi prima
Teresa hizo unas empanadas increíbles que fuimos a buscar a su casa. Con el
paquete muy prolijo, venía un chorizo seco que estaba buenísimo. Julio había
traído otro chorizo, queso criollo y pan para hacer una picada… y
adicionalmente un postre. De modo que retomamos la ruta de las comilonas
familiares y de empanadas y picadas criollas. Esa noche conocí los chorizos de
la carnicería y fábrica de chacinados Faustino cuya fama había precedido a
nuestro viaje. (4)
Alimentados con la
comida y la charla nos fuimos a descansar, no sin antes decirle a mi tía que se
preparara porque, al día siguiente, saldríamos rumbo a Quiroga a ver a sus
primas Toledo que allí viven. El viaje lo había arreglado con Inés Toledo, otra
de prima hermana de tía Chocha y, por ende, prima segunda mía. Inés vive en El
Nueve a pocas cuadras de dónde estábamos.
Parque San
Martín
Pasaríamos por casa de
la Chocha a mediodía. De modo que decidimos aprovechar la fría y luminosa
mañana para hacer una caminata por El Nueve (que así le decimos a la ciudad de
9 de Julio) y llegarnos hasta el Parque San Martín.
Bello, como siempre, el
parque nos dio la oportunidad de dar un paseo para tomar unos mates al aire
libre, aprovechando el sol de otoño.
Siempre me impresionó
el portón de entrada (sobre la avenida Cosentino frente mismo a la esquina de
la avenida San Martín) y, detrás, la bella vegetación cuidada y añosa.
Recorrerlo demanda su tiempo ya que se extiende por algo más de quince manzanas.
La mayor parte de la
superficie la ocupa un lago artificial que suele estar bien cuidado, salvo por
la mala costumbre que tienen algunos visitantes que arrojan objetos plásticos
por cualquier lado, incluso en el espejo de agua. En ese sentido, me hizo
acordar a la Reserva Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires.
¿El lago es artificial
o representa los restos de las lagunas históricas? Buena pregunta ¿no?
La ciudad de 9 de Julio
fue fundada por el coronel Julio de Vedia en el paraje denominado Cla Lauquen
(Tres Lagunas en mapudungun) en 1864. No sé si está documentado o es una
leyenda que persiste, pero se supone que ese lago era una de famosas las tres
lagunas originales. Lo que sí es artificial es la isla que contiene.
Lo cierto es que
anduvimos por ese paisaje de leyenda en el que se confunden viejos relatos
orales de capitanejos aborígenes con un jardín cuyo diseño afrancesado, evoca
las ideas paisajísticas de Carlos Thays… todo un ambiente de cientificismo
positivista.
Siempre me pareció el
lugar más apacible de una ciudad que insiste en ser apacible a pesar del
tránsito intenso. Recorrimos con cuidado los senderos porque aún quedaban
charcos de las intensas lluvias ocurridas en el fin de semana anterior.
Encontramos un sitio
adecuado y nos sentamos a tomar mate hasta que se hizo la hora de marchar.
III Llegar, ¿a dónde?
Pronto estuvimos listos
para salir hacia Quiroga.
¿Cuáles son las razones
que nos lleva a dirigirnos a ciertos sitios? Voy a descartar los paquetes
comprados con recorridos preestablecidos por alguien que piensa que si vamos a
ciertos lugares seremos felices. Aunque muchas veces, la oferta acierta con los
deseos del consumidor, éste no parte de ninguna razón específica para elegir
tal o cual destino.
Me confieso un
sentimental, de modo que mi manera de elegir los lugares a dónde quiero ir está
estrechamente limitada a lo que esos demonios jocundos interiores me incitan a dirigirme.
Esos sentimientos pueden posar la mirada en objetos nimios como en una canción
que nos conmovido especialmente (así llegué a la bella Aluminé y a la
entrañable Payogasta) o en historias familiares igualmente modestas que a
veces, sólo a veces, incluyen experiencias personales de la infancia y la
juventud.
Cuando legué por
primera vez a Igea, en la Rioja Española, en 2007, conocí a una prima hermana
de mi madre, Carmen. Nunca la había visto, apenas si tenía referencias de ella,
pero sentí un profundo afecto por esa mujer que tuvo una vida paralela con mi
madre, con vínculos a personas que ambas querían. Yo sentí eso y ella debió
sentir algo parecido por mí. Es por eso que me colmó de tantas atenciones y
recorrimos casa por casa hasta que pude conocer a todos los primos de mi madre
que aún vivían allí.
En 9 de Julio,
Provincia de Buenos Aires, me pasa algo parecido. Allí me encuentro con tía
Chocha, hermana menor de mi padre. Veraneábamos invariablemente en la chacra de
mis abuelos a 30 km de la ciudad, no veíamos con mis primos Luis, Carlos y Nancy
que aún vivían en Dudignac, a dónde solíamos ir y, en las charlas familiares,
aparecían otros pueblos del Partido en que vivieron, y vivía aún, familiares y
amigos de la familia.
Es por eso que El Doce
(que así le decimos a la estación 12 de Octubre), Dudignac, Naón, La Niña,
Quiroga, French, Santos Unzué, Smith (ya en el Partido de Carlos Casares) y la
propia ciudad de 9 de Julio sonaron siempre como lugares familiares, como
lugares donde se desarrollaban historia familiares que algo importante tenían
que ver conmigo.
Tía Chocha vive en la
ciudad de 9 de Julio, pero cada vez que vamos, volvemos a algunos de esos
sitios. Fue así que, hace ya algunos años, volvimos a Dudignac y recorrimos sus
calles cargadas de conmovedora historias personales, también, en otra oportunidad, llegamos a la chacra de mis
abuelos en El Doce y, en otra, dimos una vuelta por la plaza central de French.
No fuimos a Smith, pero
Miguel Sáez de Guinoa, nuestro primo que allí vive, tuvo que hacer unas compras
en 9 de Julio, en un momento en que estábamos allí, y se acercó a la casa de
tía Chocha a tomar unos mates y a charlar. Un asunto de familia es que no hay charla en donde no aparezca la Villa
de Igea, en La Rioja Española.
Sentados de izquierda a derecha: Liliana Toledo, Mónica Toledo, un servidor, Luis Aiscurri, José Luis Aiscurri, Juan José Toledo y José Toledo
En primar plano, siempre de izquierda a derecha: Gabriel Rodríguez, Inés Toledo y Mari Toledo.
De modo que cada vez
que voy a 9 de Julio, me hago un tiempo para ver a los primos querido, como los
Arizcurre y a las hijas de Santiago Toledo (el mayor de los hermanos argentinos
varones de mi abuela Agustina).
Tenía pendiente cumplir
con el deseo de ir a Estación Facundo Quiroga. ¿Qué había allí? ¿Quiénes vivían
allí?
Quiroga fue el lugar de
correrías juveniles de mi padre. Allí conoció a algunos de sus amigos que lo
acompañaron toda la vida. De allí vienen las historias legendarias que mi viejo
siempre contaba del vasco Elola, un rústico de los Pirineos que hablaba media
lengua y se había afincado como chacarero en la zona. Me consta que su fama
llegó a Roberts, Partido de Lincoln.
Allí, en Quiroga, vivía
Julián Toledo, el mayor de los hermanos españoles varones de mi abuela
Agustina, quien tuvo once hijos, muchos de los cuales conocí a lo largo de mi
vida. Todos ellos eran primos míos y yo los reconocía como tales, todos ellos
vivieron historias paralelas a las mías. Historias que no compartía
directamente, pero que conocía en sus grandes hitos. Allí viven Liliana y
Mónica Toledo, las hijas menores de don Julián (ambas algo más chicas que yo) y
una hermana de ellas, a la que siempre conocí como Pocha. Una foto que tiene
más de cincuenta años, muestra a Liliana y a Mónica sentadas junto a mí en una
fiesta familiar en 12 de Octubre.
El deseo de llegar a
Quiroga era fuerte y venía demorado por lo menos por diez años. Fue por eso es
que arreglé para ir con mi prima Inés. El tema crucial fue que una de las
personas más apreciadas para mí, partió hace algunos meses, dejando un enorme
dolor en mis primas, especialmente en Liliana. Fue por esta circunstancia que
el deseo de llegar a Quiroga, se transformó en un imperativo impostergable…
IV Estación Facundo
Quiroga
En torno de
la mesa familiar
…llegué a Estación
Facundo Quiroga con la ansiosa y conmovedora serenidad con que llega el
peregrino a Santiago de Compostela después de haber caminado 800 km... Eran
como las cinco de la tarde de ese jueves 3 de abril.
Fuimos por las rutas
pavimentadas. Son casi 40 km más, pero supuse que el camino por La Niña tendría,
con tanta lluvia, tramos intransitables.
En Quiroga, nos
reunimos en la casa de Liliana Toledo en torno de una mesa que compartimos con
sus hermanas Mónica y Pocha. Hubo alegría por el encuentro, hubo congoja por
los que partieron, hubo afecto y celebración de mesa compartida.
Mi prima Liliana puso
sobre la mesa unos alfajores de maicena que tenían gusto a infancia y una pasta
frola que ella misma había hecho y armó dos rondas de mate, uno dulce y otro
amargo.
Como en todos los
rincones de La Argentina los encuentros, sean familiares o amicales, nos juntan
en torno de una mesa.
Ya casi de noche
emprendimos el regreso a Nueve de Julio. Volvíamos contentos de la tarde vivida
llena de recuerdos que inflaron nuestros corazones y que, en algunos casos,
lograron mitigar parcialmente la congoja.
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III
Notas y referencias:
(4) Lisandro Ciarlotti,
chef propietario del restaurante Lo de Tata de la ciudad de Mar del Plata,
había ponderado estos chacinados en las redes sociales.












