sábado, 1 de marzo de 2025

LUCINEIDE DE VILLAS BOA – GOIAS

Por Guillermo Gómez

Mi nombre es Lucineide, nací en la épica y legendaria Villa Boas (que es para el desierto una suerte de nueva Roma) y todo hace pensar que voy a morir por aquí nomas, mi nombre proviene de la mixtura de los nombres Lúcia y Neide, asumiendo los significados de la hija gloriosa e iluminada o la que nació con luz propia y glorias acumuladas.

las imágenes fueron remitidas por el autor 

Y hecha mi breve presentación lo ilustro señor extranjero: Siempre se nos enseñó que la filosofía nació en Atenas, pero aquí en Villas Boas también ahí búhos como en aquella remota civilización, solo que la filosofía en Goiás está en manos de nosotras, las mal estimadas matronas.

Por otro lado, es bueno resaltar que hacer filosofía en la plaza o a la salida de la misa es bien complicado en Villas Boas (que es como nuestra Ágora) porque después del improvisado simposio tenemos que ir a cocinar.

Mire señor extranjero, los hombres aquí conservan en su pecho una unidad de ira sin igual, tienen en sus miradas una indolencia, una suerte de lástima perpetua que los hace enmudecer, por eso improvisar con ellos filosofía es humanamente imposible.

También creo que nuestros maridos, si fuesen más religiosos, si fuesen instruidos en las verdades ancestrales del cristianismo europeo, y les hicieran compartir sus inenarrables sentimientos, serían más humanos, pero no, ellos siguen sueltos como los rebaños, sin guías espirituales.

Dios los tiene abandonados a nuestros hombres y los deja vegetar en una ignorancia vergonzosa, es más, ellos al Yahvé del pueblo elegido lo han sustituido con insignificantes supersticiones. Los de tierra adentro creen en los brujos, y en las almas suelta de los muertos, es más, algunos usan su fe para alimentar demonios familiares. Muchos en vez de buscar remedios de la ciencia a la hora de los desplomes, recurren a las palabras mágicas, ¡es vergonzoso!


Criados en esta ausencia casi total de sentimientos religiosos, ceden a sus instintos más elementales y sólo ven con sus ojos los malos ejemplos, desde pequeños se entregan a los placeres y a los rumores enervantes, y no se los ve a los niños jugar entre ellos, crecen como juncos silvestres, sin alegrías e inocencias.

La juventud es más desalentadora y angustiosa, porque cuando se excita el sexo solo buscan placeres pasajeros e impuros para reproducirse de forma desordenada, en fin, la mayoría de los hombres se entregan a los vicios que los embrutecen y solo piensan en beber jugo de caña fermentado. Vea lo raras que son las uniones matrimoniales cristianas en esta Villa Boa, las relaciones estables se dan más en el desierto gracias a las grandes distancias. Pero digamos la verdad, el concubinato es la regla, muchos desconocen que es una ceremonia matrimonial portuguesa y cristiana.

Es más, muchos agricultores por su pobreza extrema, no pueden pagar una ceremonia religiosa. De esta manera los miembros de nuestro clero no fomentan las uniones ante Yahvé, los que nos hace sospechar de que sean realmente cristianos, nuestros sacerdotes están obsesionados con el oro en polvo y las codicias terrenales, y solo piensan en besarle la mano a un hombre pudiente.

Debo decir también que, entre tantas pasiones exaltadas, los obsesivos celos, el placer negado y el sentimiento de venganza, es muy difícil en este pueblo evitar los homicidios, y el que esconde polvo de oro bajo su colchón, bien sabe que puede amanecer fallecido.

La falta de eclesiásticos equipados con el libro sagrado, la ausencia de educación en una buena fe es nuestra mayor calamidad, mire lo que paso en Ouro Preto, Minas Gerais, donde un grupito que se regocijaba con libros de herejes franceses, terminaron atentando contra nuestra amada reina.


Falta señor un sagrado ministerio que es, ante mis ojos y oídos, la principal fuente de todos los males de Goiás; y remediarlo de forma urgente me parece conveniente.

Aquí hay que establecer grandes seminarios, quiero muchas iglesias y cantos polifónicos, muchas campanadas tocando como en Salvador. Que el oro en polvo de los ríos sirva para embellecer y levantar las paredes de nuestro cristiano barroco, ¡basta de herejes! ¡Basta de impíos! con estos infieles nos embrutecimos.

Vi hasta con emoción como en Roma nuestro Santo Padre envió para el Brasil 33 seminaristas, pero dada nuestra lejanía, el desierto que nos separa del océano y la civilización, ninguno vendrá para Villas Boas, es triste, es decepcionante, es desgarrador.

Para cerrar mi monologo, dado que el señor, por miedo a la violencia deshumana de la región no emite opinión, le voy a dar mis últimas sentencias: Aquí los hombres quedan desamparados al calor abrazador del Sol, y el suelo en vez de dar plantas útiles, no rodea de inútiles malezas, parece que la naturaleza humana y la vegetación no nos favorece al no seguir los preceptos de Dios. Y dicho esto, me retiro, porque la cocina me espera.