sábado, 2 de noviembre de 2024

Torta de quaker

Ernesto Espada trajo esta torta para la hora del café en una reunión de primos que tuvimos en casa. Se apiadó del clamor que expresamos en nuestra reunión anterior, cuando nos sorprendió con un bizcochuelo cubierto en chocolate. Obviamente, ese clamor no iba dirigido a sus condiciones de cocinero / repostero, como explicaré a continuación. Lo cierto es que mi primó tomó el guante y, luego de varios ensayos, se apareció en casa con una bella y deliciosa “torta de quaker”.

Las imágenes pertenecen al autor, a su familia o a su alacena

No recuerdo con precisión la época, pero fue a mediados de los años sesenta que las madres de la familia descubrieron las bondades nutricionales de la avena. Ignoro si había indicaciones médicas; pero la eficaz campaña de publicidad de la marca Quaker y el producto que ofrecía, copos de avena pre cocidos, seguramente hicieron la suyo. Lo cierto es que los niños comíamos avena Quaker hasta en la sopa… sí, literalmente la sopa.

En la familia, la reina de las preparaciones con esta avena era la torta de quaker que todos recordábamos y que reclamábamos, en nuestro encuentro anterior, con más deseo de presente que nostalgia de pasado. Mi madre y todas mis tías la hacían, pero la mejor de todas, la que adquirió dimensión mítica, era la que hacía la tía María Antonia, la madre de Ernesto.


¿De dónde sacaron las mujeres de la familia la receta? No lo sé, pero todos suponemos que seguramente estaba en el envase de la avena que presidía la imagen regordeta y levemente risueña del viejo cuáquero (en los envases más recientes, parece haber adelgazado un poco y sonreír de manera más expresiva y sensual).

Mi tía dejó de hacerla hace ya unos cuantos años y, su memoria prodigiosa, por cierto, dejó de retener los detalles de la fórmula, más que nada por falta de práctica y de interés. Cuando salió la charla, en aquella reunión, todos nos lamentamos de la pérdida de la receta. Algunos dijimos que se podía buscar en la internet; pero mi hermano José Luis replicó “Sí, pero ya no será la receta de la tía”. Todos nos sentimos interpelados por esta afirmación que no hacía otra cosa que reconocer la estatura mítica de aquella torta única que hacía María Antonia.


Ésta fue la gran incitación que recibió Ernesto. Trajo su torta, estaba buenísima, pero no dejo de despertar debates, sobre los aromas básicos y la textura de la mezcla de avena, manteca y chocolate… En fin, un exitoso logro personal de Ernesto, pero esa no era la torta de la tía.

Tal vez tengamos que pensar en que esta es la nueva fórmula mítica conque recibiremos a nuestros nietos al regreso de la escuela, del mismo modo que nuestras madres lo hacían con nosotros… ¡Ah, me faltó decir algo, la torta de quaker no tenía un destino específico! Podía servir como cuadraditos para el momento dulce de las fiestas familiares, para el domingo por la tarde o para nuestra merienda. Con los años, justificado la mencionada estatura mítica, se transformó en un plato para las grandes ocasiones.

Es evidente que estamos frente a un postre de sencilla factura, sin raíces específicas en la cocina internacional o criolla y bien asociado a un producto comercial. Ignoro el nombre que le daba el productor, si es que la receta estaba impresa en la caja. He visto en la Web distintas denominaciones como “turrón de avena” o “turrón de quaker”, incluso, “torta chilena”. Repito, en la familia la conocíamos como “torta de quaker”. Es oportuno considerar el carácter rioplatense del uso de la expresión “torta” para este tipo de preparaciones.


Ahora a la receta de Ernesto:

Torta de quaker de Ernesto Espada

Fuente (fecha)

Ernesto Espada (2024) (2)

Ingredientes

Manteca 200 gr.

Azúcar 300 gr.

Cacao 80 gr. (8 cucharadas)

Avena arrollada 270 gr. (3 tazas)

Leche 80 gr. (½ taza)

Galletitas de agua (tipo criollitas) c/n

Café amargo para remojar c/n

Licor (opcional, ver comentarios de Ernesto (4), abajo)

“Nesquik” (opcional, ver ídem)

Preparación

1.- Poner, en una cacerola con muy buen fondo, o con un difusor debajo, a fuego bajo, la manteca y el azúcar. Usar cuchara de madera para revolver.

2.- Cuando esa preparación está derretida y homogénea, agregar la leche y mezclar, el cacao

3.- Agregar, por último, la avena. Siempre mezclando el contenido y con el fuego bajo.

4.- Cuando la avena adquiere la consistencia deseada, apagar y empezar a armar.

5.- Poner papel manteca en el fondo del molde. Agregar, sobre él, una capa de mezcla del tamaño que vayan a ocupar las galletitas.

6.- Armar una capa de galletitas, mojando cada una brevemente en el café.

7.- Continuar con una capa de mezcla y una de galletitas hasta completar con la última de mezcla.

8.- Cuando tome temperatura ambiente, poner en la heladera.

9.- Desmoldar dándola vuelta usando el papel manteca.

Comentarios

De Ernesto:

1) En el paso 5, es necesario tener en cuenta que esa capa inicial dispuesta, sobre el papel mantecas, va a ser la visible cuando se dé vuelta la torta en el momento del desmolde. De modo que, este paso debe ser ejecutado con sumo cuidado y prolijidad, para que cuando se haga visible quede muy parejo.

2) Es ideal que quede con tres o cuatro niveles de galletitas. Tenerlo en cuenta para calcular la superficie a armar con la cantidad de mezcla disponible en el paso 7. Estas cantidades dan aproximadamente para una superficie de 8 galletitas (dispuesta 2 por lo largo por 4 por lo ancho) y tres capas.

3) Cuando se coloca en la heladera, es ideal que tenga unas cuantas horas de frío antes de comer (en lo posible de un día para el siguiente).

4) Esta es la receta general que usa Ernesto; pero, en la versión que trajo a casa, incluyó dos variantes, a saber: UNO) hice una mezcla de cacao amargo y “nesquik” mitad y mitad y DOS) reemplacé ⅓ de la leche por licor. Es por ello que estos ingredientes están indicados como opcionales

Míos:

1) El paso 4 es crucial porque determinará la textura de la torta. La avena arrollada está pre cocida. De modo que el tiempo que se dedica a este paso depende del gusto del repostero y de sus circunstanciales agasajados. En la torta que trajo Ernesto a casa, la mezcla estaba homogénea y compacta. Mi hermano Alejandro la recordaba más granulosa. Para lograrlo así, calculó Ernesto, es necesario cocinarla menos.

2) Alejandro también la recordaba con una mayor presencia de manteca en el gusto final.

Notas y bibliografía:

(1) Como puede apreciarse, la torta que trajo Ernesto a casa era un poco más grande que 8 galletitas por piso. Por otra parte, usó un molde.

(2) 2024, de Ernesto Espada a Mario Aiscurri, correo-e del 1° de agosto.