Este fiambre de sabores entrañables tiene
múltiples denominaciones, desde cabeza de jabalí hasta queso de chancho. Esta
última es llamativa porque su preparación nada tiene que ver con un queso.
I Sabores entrañables
Mi abuela lo preparaba en las carneadas de
junio en su chacra en el Partido de Nueve de Julio. Tiene tan poco tiempo de
conservación como de resistencia al antojo. De modo que, cuando llegábamos a la
chacra en enero para disfrutar de nuestra vacaciones, siempre algo quedaba,
pero muy poco. Alguna vez, llegaba a Buenos Aires un buen trozo que mi abuela
incluía en la encomienda que solía mandar y que mis padres retiraban de la
estación Tapiales del Ferrocarril Belgrano Sur.
Algunas de mis tías, conseguían sus porciones
que también eran enviadas desde el campo o desde las ciudades del interior de
la Provincia de Buenos Aires, donde sus parientes lo elaboraban. Por eso no me
extraña que Elizabeth Sponton haya aprendido a prepararlo en la ciudad de Rocha
en plena campaña de la República Oriental.
II Una receta cuyo origen se remonta a la Edad Media de la Europa
feudal
La receta de queso de cerdo (de chancho decía
mi abuela) es muy antigua y tiene su localización en distintos países del
Occidente Europeo, sobre todo en Francia y España desde dónde se difundió por
toda Nuestra América.
Francisco Abad Alegría explica que, en el
mundo feudal europeo, el cerdo era un animal muy apreciado por los siervos de
la gleba y que su crianza y su alimentación en tierras comunales eran toleradas
por los señores feudales. Ocurría que el cerdo mitigaba el hambre de los
sectores más humildes de la población porque permitía acumular una buena
proporción de carnes en conserva. Además, su alimentación no requería de
grandes dispendios. (1)
La tradición de criar “el puerco de la
familia” proviene de aquellas épocas y fue traída a América Española en tiempos
de la conquista y refrendada por las inmigraciones de fines del siglo XIX y
principios del XX.
La Matanza del cerdo se llevaba a cabo, en España,
con los primeros fríos del otoño. Generalmente coincidía con el día de San
Martín (11 de noviembre). De allí proviene el refrán castizo que reza “A cada
puerco le llega su San Martín”. (2) En el extremo sur de Hispanoamérica no es
posible hacerla en esa fecha. La carneada, entonces, se debe llevar a cabo a
principios de invierno, cuando los días son más fríos, es decir, a partir de
fines de junio.
En estas carneadas, se usaba todo el animal
para hacer las “facturas” que habrían de conservarse por un año (chorizos, jamones,
morcillas, tocino, etc.). El queso de cerdo resulta del aprovechamiento de la
cabeza.
III Sobre la denominación
En su libro,
Francisco Abad Alegría nos dice:
“Un peculiar
embutido “no embutido” es el denominado cabeza de jabalí, queso o fromage
de jabalí o cerdo. Se trata de una masa que se compone de trozos de cabeza,
piel y alguna zona magra añadida a las propias de la cabeza (lengua,
carrilleras); los trozos, medianamente picados se cuecen prolongadamente, hasta
que las zonas coriáceas cedan en forma de colágeno, dejando escasas resistencia
al morder. Entonces se une todo y se salpimienta generosamente, en caliente.
Como el colágeno está semifundido el mero hecho de compactar la masa
cárnico-cartilaginosa, embutida en un recipiente cerámico o de madera, y
prensar el conjunto con algún peso hará un formado (fromage, (SIC) conformado,
moldeado) que al enfriar tendrá suficiente resistencia como para ser troceado
en lonchas o tacos.” (3)
En España, según el mismo autor, esta
preparación es algo más tardía, porque era frecuente usar la cabeza del cerdo
para agregar a las carnes utilizadas para hacer butifarras. De modo que en una
primera etapa, la cabeza o formage de jabalí era un plato de mesas refinadas,
en la Península Ibérica. Yo mismo he visto recetas modernas de queso de chancho
embutido en tripa gorda que se parecían más a una butifarra que al queso que yo
conocía. (4) En los recetarios franceses el queso de cerdo aparece en el siglo
XIV; en los españoles, recién en el siglo XVII. (5)
¿Cuánto habrá tenido que ver la proximidad
fonética entre formage (dar una forma) y fromage (queso) para que se imponga la
denominación “queso de cerdo”?
IV Las recetas y la fórmula de Elizabeth
La receta de Elizabeth se destaca por su
simpleza. Sólo lleva la carne de la cabeza y no se embute en tripa, molde, o
cuero alguno.
He visto recetas que agregan codillo de cerdo
(parte de la pata que equivale al ossobuco vacuno) y otras carnes. También hay
una variedad de opciones en relación con el material o el instrumento que sirve
para dar el formato final. Elizabeth hace una bolsa con una media de nylon, su
madre lo hacía con un paño específico parecido a una gasa. Pero mi abuela
creaba una bolsa con cuerito de cerdo hervido.
Desde hace ya mucho tiempo es difícil contar con este
fiambre en la gran ciudad. Salvo en casos excepcionales, no hay carnadas en los
barrios. Además, el habitante citadino se ha formado el hábito de reemplazar
las facturas de cerdo hogareñas por los productos adocenados de la industria
alimentaria.
La receta de Elizabeth que publico a
continuación, se puede hacer fácilmente sin requerir habilidades especiales.
Son pocos los lugares en los que se puede conseguir cabezas de chancho en
Buenos Aires; pero los hay. De modo que, el lector interesado podrá hacer queso
de cerdo sin dificultad.
De este modo tendrá la oportunidad de acceder
a sabores infrecuentes e inesperados y sentirse un invitado a las mesas de los
señores feudales donde este majar era muy apreciado.
Queso de cerdo |
|
Fuente (fecha) |
Elizabeth Sponton (2020) (6) |
Ingredientes |
Para la cocción de la
cabeza: Cabezas de cerdo 2. Laurel 4 ó 5 hojas. Pimienta negra en grano 1 puñadito. Cebolla 1. Sal al gusto. Agua. Para
el adobo: Laurel. Ají picante. Pimentón. Orégano. Ajo. Perejil. Pimienta molida al gusto. |
Preparación |
1.- Colocar las cabezas en una olla a presión con laurel,
pimienta en grano y la cebolla partida en dos. 2.-
Agregar agua hasta cubrir las cabezas y cocinar. Está cuando la carne se
desprende sola de los huesos. En una olla a presión, tarda una hora o un poco
más. En una olla común, tres horas. (ver comentarios de Elizabeth) 3.-
Desprender la carne de los huesos y picarla con las orejas, el cuero, los
sesos y la lengua. 4.-
Condimentar con sal, pimienta molida, y el adobo. (ver comentarios de
Elizabeth) 5.-
Poner la carne en una media de nylon a la que se ha quitado la parte del pie.
Se deben atar los dos extremos con nudos de manera tal que las carnes queden
bien apretadas. (ver comentarios de Elizabeth) 6.-
Llevar la media con las carnes al caldo hirviendo por unos minutos más para
que la gelatina de la carne se una nuevamente. 7.-
Sacar la media y ponerla en una fuente grande con un peso encima hasta que se
enfría. Por lo general, toda la noche. |
Comentarios |
De Elizabeth: 1.- Tiene una olla a presión de 10 litros en la que puede
cocinar dos o tres cabezas. Esa es la medida que utiliza para su receta. 2.- Usa ají puta parió. 3.- El condimento de las carnes cuando están picadas es muy
importante. Debe ser intenso porque tiene que volver al hervor. 4.- Las mejores medias son las que usan las señoras hasta las
rodillas. Su madre tenía una tela que usaba sólo para esta operación. Era
como una gasa grande. En el momento en que se presiona la bolsa para lograr
el resultado final, la mezcla tiene que escurrir. Para eso la tela que tenía
su madre era ideal. Míos: 1.- Elizabeth cocina las cabezas en una olla a presión. El
tiempo de cocción en una olla común es una estimación. Su madre no es
referencia porque hacía la cocción con fuego a leña. De todas maneras la
indicación del objetivo es bien precisa: las cabezas están cocidas cuando
la carne se desprende sola de los huesos. |
V En los recetarios
históricos argentinos
La presencia del queso de chancho en los recetarios
históricos (1888-1950) argentinos es significativa. El dato no es menor porque
nos habla de una gran difusión de esta preparación en los ámbitos en donde
prima la cocina burguesa, generalmente, sistematizada por el academicismo
francés, que esas colecciones recogen. (7) Recetas como la de Elizabeth, o las
referencias a la de su madre y la de mi abuela, nos dicen que otro tanto ocurre
en los fogones estrictamente populares.
Es curioso, a su vez, la escasa presencia en los
recetarios españoles contemporáneo (1892-1933) que he consultado. Encontré sólo
una receta en ellos (8) y ninguna referencia en los autores clásicos del
período como Ángel Muro, Pardo Bazán y Dionisio Pérez. (9)
He encontrado recetas en varios de los libros que
habitualmente consulto, esto es en Teófila Benavento, Marta, Doña Petrona y en
Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán. (10) No las hay en recetarios de
Juana Manuela Gorriti, Doña Lola y José Eyzaguirre. (11) Fuera del período
consultado, encontré recetas también en el libro de Juan Carlos Martelli y Betriz
Spinosa sobre la cocina criolla. (12)
Me interesa destacar tres de ellas y realizar someros
comentarios sobre las mismas. En Primer lugar, la receta de Teófila Benavento (pseudónimo
de Susana Torres de Castex) que se encuentra en el recetario más antiguo editado
en La Argentina y que puede caracterizarse como estricto representante de la
cocina burguesa. En segundo término, la receta de doña Petrona debido a que su
libro supone la propuesta de una cocina burguesa permeable a la cocina popular.
Finalmente, Martelli y Spinosa publican dos recetas, una de origen popular que
los autores han recopilado y otra debida al prestigioso cocinero conocido como
el Negro Gonzaga.
Teófila Benavento tiene una receta bajo el nombre de
“Queso de chancho” en la edición de su obra de 1895. Sólo utiliza la carne de
la cabeza del cerdo y, para darle forma, realiza una bolsa con parte del cuero
de la misma cabeza o con un lienzo en la que embute la carne de la cabeza bien
picada. No aclara qué partes de la cabeza usa en el picadillo. (13)
Doña Petrona, consulté la edición de 1942, expone una
receta de “Queso de cerdo” en el capítulo dedicado a los fiambres. El picadillo
se hace con la cabeza del cerdo, a la que se ha partido por la mitad y quitado
los sesos. Agrega otras carnes, tocino y lomo de cerdo. Para darle forma,
envuelve el picadillo en tela de vaca o cuerito de cerdo, el resultado es
envuelto en una servilla que cose apretada y lleva a nuevo hervor. El
procedimiento termina con un prensado del paquete. (14)
Veamos ahora las dos recetas de queso de chancho que Juan
Carlos Martelli y Beatriz Spinosa incluyeron en su libro de cocina argentina criolla.
La primera lleva carne, cuero y orejas provenientes de la cabeza de cerdo. Para
el armado, se pone el picadillo obtenido de la cocción de esas carnes en un
recipiente (no indica el tipo), se le coloca un peso encima y se deja reposar
hasta el día siguiente.
La otra fórmula está tomada del recetario del Negro
Gonzaga (no agrega cita erudita que indique edición). La fórmula es bastante
heterodoxa. Por un lado, los elementos cárnicos no provienen de la cabeza de
cerdo ni son exclusivos de este animal (la lista es patas de vaca, carne de
cerdo desgrasada, lengua de ternera y tocino ahumado). Por el otro, el
picadillo se coloca en un molde mojado, se tapa y se lleva a la heladera sin
someterlo a escurrimiento ni a presión alguna. (15)
Notas y bibliografía:
(1) 2017, Abad Alegría, Francisco, En busca de lo auténtico (Raíces de nuestra cocina tradicional),
Gijón, Trea S. L., pp. 48-49.
(2) 2006, Román, Miguel
A., “A cada puerco le ha de llegar su San Martín”, en Libro de Notas / En casa de Lúculo, leído el 2 de noviembre de 2020
en http://librodenotas.com/encasadeluculo/9954/a-cada-puerco-le-ha-de-llegar-su-san-martin.
(3) 2017, Abad Alegría, Francisco, Op. Cit., pag. 183
(4) 2017, Alba Esteban,
“Queso de cerdo casero”, leído el 2 de noviembre de 2020 en https://cookpad.com/ar/recetas/2463065-queso-de-cerdo-casero.
(5) 2017,
Abad Alegría, Francisco, Op. Cit., pp. 111 y
ss, 183.
(6) 2020, Elizabeth
Sponton a Mario Aiscurri, correo-e del 22 y el 30 de octubre y 4 de noviembre.
(7) Utilizo las
expresiones “cocina burguesa” y “cocina popular” porque se acomoda más a la
tradición culinaria argentina, donde las expresiones “cocina imperial”, “cocina
señorial” o “cocina cortesana” carecen de sentido. Los recetarios argentinos
que se publicaron entre 1888 y 1950 la representan. Esos recetarios fueron
escritos como guías para que las señoras de las clases altas instruyeran a sus
empleadas domésticas dedicadas a las tareas de la cocina. Con la aparición de
una importante clase media en nuestro país, los recetarios empezaron a ser
escritos para que los usen las amas de casa cocineras. Doña Petrona representa
una suerte de bisagra entre las dos épocas.
(8) 1892, S/A, El cocinero
práctico, Madrid, Saturnino Calleja, 12° edición, pp. 160-161.
(9) 2013, Pardo Bazán,
Condesa de, La cocina antigua española,
Madrid, Compañía Ibero-Americana de publicaciones S. A. Renacimiento.
1919, Muro, Ángel, El Practicón, Madrid, Librería Antonio
Rubiño Editor, 30° edición (1° edición 1894)
1929, Pérez,
Dionisio, Guía del buen comer español,
Madrid, Sucesores de Rivadeneyra.
(10) 1895, Benavento, Teófila,
La perfecta cocinera argentina, duodécima edición, Buenos Aires, Tusquets,
2020, 1° edición de 1888, pag. 110.
1957(c), Cocina tradicional argentina por Marta, Buenos Aires, Distal,
nueva edición de La cocinera criolla, facsímil de una edición más
moderna (no indica fecha), 2010 (1° edición 1914), pag. 47.
1942,
Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1942,
edición 11° (1° edición de 1934), pp. 83-84.
1974, Congregación de
Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de cocinar, San
Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 6ª edición (impresión) de
2011, pp. 182-183(1° edición 1925c).
(11) 1890, Gorriti, Juana
Manuela, Cocina ecléctica, Buenos Aires, Félix Lajouane Editor
(Librairie Générale), 1890.
1944, L. P. de P., El arte de la mesa. Recetario de doña Lola, Buenos
Aires, Guillermo Kraft LTDA.
1946, Eyzaguirre, José, El libro del buen comer, Buenos Aires, Editorial
Saber Vivir, 1946, 2° edición.
(12) 1991, Martelli, Juan
Carlos y Spinosa, Beatriz, El libro de la cocina criolla, Buenos Aires,
Edicol, pp. 30-32.
(13) 1895, Benavento, Teófila,
Cit.
(14) 1942, Gandulfo, Petrona
C. de, Cit.
(15) 1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, Cit.
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