La torta de miel de la tradición judía
asquenazi tiene algún prestigio fuera de la colectividad en La Argentina. Sin
embargo, las versiones que he encontrado por allí (no con ese nombre, claro
está) se alejan bastante de las claves que le confieren identidad. El léicaj no
sólo se caracteriza por la miel, sino también por la incorporación del café
concentrado en los líquidos y por el uso de aceite como materia grasa.
La imagen pertenece al autor
Detengámonos un poco en la cuestión de la
denominación. Porque es allí donde hay que realizar una aclaración que, aunque
dista de ser enojosa, es necesaria para comprender de qué estamos hablando. Hace
algunos años, he publicado la receta de léicaj de ciruelas de Bas Zsywa Gerenzstejn
que no lleva ni miel ni café. ¿Puede esa torta llevar esa denominación? (1)
Según me explicó su hijo, para Bas Zsywa, léicaj
significaba torta. Por eso usaba esa denominación para su torta de ciruelas y
pasas de uva. Para ella la palabra léicaj a secas designaba a la clásica torta
de miel; pero cuando la aplicaba a otra preparación (para el caso, ciruelas),
lo especificaba en el título (por eso lo de léicaj de…). Por su parte, Ana
María Shua, en el “Glosario” que completa su libro de cocina judía, traduce
léikaj como torta; aunque la suya, y la de su abuela, como veremos, consisten
estrictamente en tortas de miel. (2)
Alexis Choclin afirma que la idea de asignarle
ese significado es una suerte de corrupción criolla de la lengua idish (algo
parecido a lo que ocurre con la palabra bizcochuelo en el Río de la Plata). Con
el respaldo erudito que caracteriza los comentarios que invariablemente aporta
para estos artículos sobre el recetario de su madre, me explica que léicaj se
debe traducir estrictamente como “torta de miel”. (3)
Establecido
este punto, cabe preguntarse si la miel alcanza para definir la identidad del
léicaj. Ana María Shua, en un bello artículo en el que recuerda la receta de su
bobe, nos dice:
“Durante años
pensé que el secreto del léikaj de miel era la miel y probé varias recetas sin
llegar nunca al sabor que recordaba. Hasta que me di cuenta que lo que hacía la
bobe era léikaj negro y lo que definía su aspecto y marcaba su sabor no era
solamente la miel, sino una buena cantidad de café bien cargado. Y un poco de
bicarbonato”. (4)
He encontrado muchas recetas que parecen
confirmar los dichos de la reconocida escritora argentina. Sin embargo, en el
recetario de Hedy, la fórmula no lleva café, sino un té cargado que es aromatizado
con clavo de olor. (5)
En una primera lectura, quedé contrariado debido
a mi ignorancia en la materia. De modo que decidí preguntarle a Alexis Choclin,
si el hecho suponía una heterodoxia o respondía a una variante también admitida
en la tradición asquenazi. Me inclinaba por esta última hipótesis debido a la
gran dispersión de los judíos europeos, desde el Báltico al Mediterráneo, desde
Varsovia hasta Odesa.
Mi amigo tuvo la amabilidad de darme una
explicación muy precisa que, incluso, resulta más interesante porque carga a la
receta de historicidad que subraya el sentido de una identidad. El café, dice
Alexis, es una incorporación moderna. La cocina asquenazi era una cocina de la
pobreza y la bebida disponible y barata en Europa Oriental era el té. Adicionalmente,
aclara que, en su receta personal, no usa ni té ni café, pero sí el clavo de
olor. (6)
Finalmente, hay que considerar un detalle no
menor en relación con los ingredientes. La materia grasa que se usa para hacer
la masa debe ser aceite para garantizar el cumplimiento de la codificación
alimentaria conocida como cashrut. Este código clasifica los alimentos
permitidos en tres grupos: cárnicos, lácteos y neutros. Hay una prohibición
expresa de no mezclar alimentos cárnicos y alimentos lácteos en una misma
comida. Curiosamente, los huevos son considerados productos neutros, como el
resto de los ingredientes de esta receta (harina, miel, aceite, azúcar, etc.).
Sin embargo, si se reemplazara el aceite por manteca, como pudieran aconsejarlo
las buenas prácticas de la codificación francesa; el léicaj dejaría de ser
neutro y no podrían empelarse como postre en una comida con platos que
contengan carne. (7)
Vayamos a la receta de su madre… y después de
cocinar, los invito a leer algo sobre los magros hallazgos de esta torta de
miel en los recetarios argentinos.
Léicaj de miel
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Fuente
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Del recetario de Hedy Pundik (c
1990-2004)
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Ingredientes
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Huevos 4.
Azúcar 1 taza.
Aceite neutro ¾ de taza.
Miel 1 taza.
Té fuerte con dos clavos 1 taza.
Ralladura de un limón.
Harina 0000 3 tazas y media.
Polvo Royal 2 cucharaditas.
Bicarbonato de sodio 1 cucharadita.
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Preparación
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1.- Batir los huevos con el azúcar.
2.-
Agregar la miel y, siempre batiendo, también el aceite, el té (debe estar
tibio) y la ralladura de limón.
3.-
Tener lo sólidos mezclados (harina, polvo Royal y bicarbonato).
4.-
Agregar los sólidos, sin dejar de batir.
5.-
Llenar moldes de budín inglés (estas cantidades rinden 2 moldes de budín
inglés).
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Comentarios
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Si bien la receta de Hedy termina allí, Alexis aclara algunas
cuestiones relacionadas con la cocción:
·
Los moldes no se enharinan con manteca, sino con aceite para
respetar el código de la cashrut.
·
Se llenan hasta tres cuartas partes de su contenido debido a que
la masa crecerá con la cocción.
·
Se llevan a un horno moderado, precalentado entre 160 y 180° C y
se cocinan hasta que estén listos. Esto es 30 minutos aproximadamente. (8)
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Como lo he insinuado
arriba, tenía la razonable esperanza de encontrar léicaj en los recetarios
argentinos que habitualmente consulto. Desde luego que no esperaba hallar
recetas con esa denominación, me contentaba con encontrar tortas de miel o
tortas de frutas que incluyeran miel.
El resultado fue magro. Bajo la denominación de torta de miel, sólo
encontré dos casos.
Choly Berreteaga publicó una receta de torta de miel y frutas en su Cocina
Fácil… Su fórmula tiene diferencias significativas con el léicaj. Usa
manteca en lugar de aceite como materia grasa (no apto para cumplir con la cashrut).
Incluye, además, el licor en donde maceraron las frutas (pasas, fruta
abrillantada y frutos secos), agua de azahar y excluye la incorporación del
café o el té. De modo que esta receta no parece tener ningún vínculo con el
léicaj. Ignoro si ya estaba publicada en la primera edición del libro (1975). (9)
La otra está incluida en el recetario tucumano El Arte de Cocinar
bajo el título de torta de miel. Además de incluir otros ingredientes en la
aromatización (v. g., nuez moscada y vainilla); la fórmula excluye el café y el
té, pero no el clavo de olor. De modo que ésta es la receta más cercana que pude
encontrar al léicaj de la tradición judía asquenazi; aunque la presencia de la
manteca como materia grasa, la aleja de los códigos alimentarios que la regulan.
Esta trasgresión podría entenderse como una traducción de esta idea
gastronómica a una tradición que no sigue lo dispuesto en la cashrut. (10)
Ya he dicho que resulta muy difícil datar la inclusión de las recetas
en esta obra. (11) La primera edición es de una fecha imprecisa en los años
veinte del siglo pasado y la última (la sexta) reproduce el texto consolidado en
la cuarta edición de 1974. Como las ediciones anteriores resultan casi
imposibles de conseguir, sólo puedo afirmar que la receta de marras estaba incluida
en la cuarta edición.
Notas y bibliografía:
(1) 2013, Aiscurri,
Mario, “Leicaj de ciruelas”, en El
Recopilador de sabores entrañables, leído el 9 de julio de 2018 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2013/10/leicaj-de-ciruelas.html.
(2) 1993, Shua, Ana
María, “Glosario”, Risas y emociones de la cocina judía, Buenos Aires,
Emecé, pag. 244.
(3) 2018, Choclin,
Alexis, comunicación del 14 de julio.
(4) 1993, Shua, Ana
María, “El léikaj que era y no era de miel”, Op. Cit., Pag. 64.
(5) 2018, Choclin,
Alexis a Aiscurri, Mario, “El Recetario de Hedy”, correo-e del 2 de abril.
(6) 2018, Choclin, Alexis, comunicación del 14 de julio.
(7) 2018, Choclin,
Alexis, comunicaciones del 14 y 15 de julio.
(8) 2018, Choclin,
Alexis, comunicación del 14 de julio.
(9) 2010, Berreteaga,
Choly, Cocina fácil para la mujer moderna -edición aniversario 35°-,
Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1° edición 1976, pag. 165.
(10) 1974, Congregación
de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán, El arte de cocinar, San
Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 6ª edición (impresión) de
2011, pag. 357.
(11) 2018, Aiscurri,
Mario, “Cómo leer un recetario lejano (cont.)”, en El Recopilador de Sabores Entrañables, leído el 12 de julio de 2018
en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2018/05/como-leer-un-recetario-lejano-cont.html
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