Buenos Aires 8
de agosto de 2016
Asunto: Las
guías gastronómicas, las de Pietro Sorba
y las de Fernando Vidal Buzzi
y las de Fernando Vidal Buzzi
Querido Héctor:
Me
toca ahora dedicar algunos párrafos a las guías gastronómicas. No comparto la
idea de que las guías mejoren, si están soportadas en la Web. Hago primero una
protesta profesional. La guías impresas nos dan, a los historiadores, la
oportunidad de datar los cambios, las que están soportadas en la Web, lo
impiden. Pero eso no alcanza para justificar una defensa de las guías impresas,
menos en mi caso que, cuando elijo un restaurante, suelo usar las de la Web.
Lo
más importante es preguntarnos qué es lo que buscamos en las guías. En mi caso
particular, sólo me interesa contar con la información necesaria para acceder
al local que busco. En ese sentido, relativizo los comentarios, sean estos
individuales (guías de autor) o colectivos. Cuando leo, las guías de Pietro
Sorba, por poner un ejemplo, ya sé cómo piensa, de modo que no me engrupe con
sus comentarios, a veces coincido con él, otras, no.
La
ventaja que debiera tener la Internet es que la información puede estar más
actualizada; sin embargo, no siempre es así. La semana pasada, en Mar del Plata
quise ir a Sarasa Negro. La información disponible en la Guía Oleo afirmaba que
estaba abierto todos los días de la semana. De modo que, siendo el lunes la
última noche que estaría en la ciudad, me dispuse a ir. Poco antes de partir,
llamé para convenir una reserva; pero un contestador automático me indicó que
el restaurante sólo abre de martes a sábado.
Ahora
bien, y ya sobre la cuestión puntual de mi interés profesional, yo encuentro en
las guías de Pietro Sorba un valor agregado que no hallo en ningún otro lugar,
las 30 páginas que suman los prólogos del conjunto de sus libros representan el
tratado más sistemático sobre la identidad de la cocina argentina que he podido
consultar. ¿Tienen defectos e inconsistencias? Sí, claro que sí, y algunas ya
las hemos señalado en este intercambio; pero tienen una unidad teórica y una
percepción de la realidad de nuestra tradición culinaria que no he encontrado
en otra parte.
En
fin, creo que es muy bueno tenerlas como punto de partida a pesar de que, por
el momento en que realiza la observación, no pueda distinguir, por ejemplo, el
restaurante porteño del bodegón. Sus ideas acerca de la identidad de la pizza
porteña y de la diferencia entre la cocina étnica y la cocina de las
colectividades en La Argentina son aportes notables.
Ahora
bien, al margen de los aportes teóricos señalados, para mi gusto personal, a
las viejas guías de Vidal Buzzi no hay con qué darle. Ya nos como guías, claro
está; pero son la más acabada pintura de la restauración porteña de la época en
que fueron escritas. Quienes las consultábamos, sabíamos que, como en todos los
casos, podíamos disentir o no con sus apreciaciones; pero también sabíamos que
esas guía carecían de errores de interpretación porque don Fernando vivió
siempre en Buenos Aires.
Un
abrazo, Mario.
Buenos
Aires 6 de julio de 2016
Asunto: RE: Las
guías gastronómicas y las de Pietro Sorba
Querido
Mario, razones laborales están retrasando mis intervenciones en este
intercambio epistolar.
Sin embargo,
a vuelo de pájaro, te respondo que tenés razón en cuanto a que las guías
escritas tienen un valor documental que no poseen las guías on line.
Un abrazo.
Buenos
Aires 8 de octubre de 2016
Asunto: Sobre la
cocina piamontesa
Héctor, querido amigo:
Creo
que, a pesar de que no hemos agotado el tema sobre el bodegón y el restaurante
porteño, hemos expuesto con claridad el recetario del primero y la evidencia sobre
la existencia del segundo. De modo que me veo autorizado a proponerte un cambio
de tema.
Me
gustaría, ahora, entrar de lleno a desplegar tus ideas sobre la cocina
piamontesa.
Un
abrazo, Mario.
Ir a parte IV
querido Mario, más allá del valor documental de las guías impresas, convengamos que Internet es un monstruo que sustituye a todo lo conocido por su inmediatez y la posibilidad de actualizar sin costos.
ResponderEliminarsalu2