16 a 19 de noviembre de 2015
Llegamos a
Córdoba con temores razonables. Habíamos puesto una enorme expectativa en esa
ciudad, pensándola como el patito feo de Andalucía… si nos encontrábamos, tal
vez, con un lugar que estuviera un escalón por debajo de esa expectativa, la
frustración sería muy fuerte.
Las imágenes pertenecen al autor
Pero Córdoba no
nos defraudó… Llegamos sobre el mediodía, fuimos a almorzar y, de regreso al
hotel atravesamos el patio de los naranjos de la Mezquita – Catedral. Allí
mismo, y sin ver nada todavía, nos dimos cuenta que la ciudad habría de darnos
mucho más de lo esperado… Me apresuro a decir que Granada, Jerez de la Frontera
y Cádiz son ciudades muy bellas y agregar que Córdoba es única.
I Una caminata con
invocaciones inter religiosas
Una
caminata matutina nos condujo por diversos sitios de interés. El sol, como
siempre en la región, levemente morigerado por el otoño, facilitó que
asistiéramos, a lo que se ponía por delante nuestro, con mirada apacible y
complaciente.
La
Casa Andalusí, museo privado montado sobre una edificación del siglo XII; una
pequeña mezquita que se conserva restaurada en pleno barrio de la judería; la
capilla mudéjar de San Bartolomé, a pocos pasos de la anterior, restaurada y
conservada por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba;
un centro cultural con maravillas artesanales y la torre de Calahorra, cruzando
el puente romano sobre el Guadalquivir.
En todos lados tenemos la sensación frente al relato que recibimos:
la confluencia de las religiones del Libro, con sus historias de encuentros y
desencuentros, está tan visible como en Toledo. La crítica a la ingratitud del
Occidente Cristiano con la presencia islámica en España aparece como una
constante manifiesta en estos sitios. Así como alguna vez hice referencia a la
escuela de traductores como la que hubo en Toledo que, a pesar de habernos
devuelto a Aristóteles, quedó sepultada en las confrontaciones intolerantes de
los siglos posteriores a la conquista de Granada por los Reyes Católicos. Ahora
hablo de los aportes tecnológicos que los musulmanes hicieron a Europa a través
de España.
La exposición en la
que se muestra como eran las primitivas fábricas de papel que había en la
Andalucía en época de dominación musulmana que puede verse en la Casa Andalusí
y los desarrollos tecnológicos en materia de astronomía, medicina ingeniería
hidráulica que se desarrollaron en el mismo período que se exponen en la Torre
de Calahorra parecen ejemplos claros de lo que afirmo. ¿Hubo un intercambio
auténtico entre el Islám y la Europa Cristiana a lo largo de los muchos siglos
de la guerra de reconquista? Los que se ve en estos museo, excelentes centros
de interpretación, parecen indicarnos que sí.
Sin embargo, me
asalta una pregunta que no puedo evitar formularme, esos relatos, ¿son parte de
la conciencia de los cordobeses acerca de su papel en el pasado y el presente
como bisagra entre ambos mundos o sólo representan el esfuerzo de intelectuales
de algunos pocos investigadores por rescatar un vínculo que parece haberse
perdido con los siglos?
No hemos llegado a la profundidad del espíritu
cordobés, de modo que no puedo dar respuesta a esa pregunta, pero las
impresiones que siguieron en los distintos recorridos que hicimos con Haydée
por la ciudad, me permiten emitir una opinión personal a partir de las
impresiones que he recibido.
II Alcázar de los Reyes
Cristianos y Baños del Califa, ¿contraste o confluencia?
Tarde algo más que templada en Córdoba. El recorrido
por dos obras monumentales bajo ese bello sol de otoño nos permitió seguir
desplegando la idea que llevábamos.
Los restos arqueológicos del conjunto denominado Baños
del Califa muestran un interés indudable. Se trata de una excavación hecha al
pie de la muralla que rodea ese sector de la ciudad. Los baños tienen dos
etapas, la del Califato de Córdoba y la dinastía Omeya y la del reino Almohade.
El conjunto se conserva muy bien, aún en las áreas que no han sido restauradas.
En la última sala, hay una audición que reconstruye
una supuesta conversación de Alfonso X, también llamado el Sabio, con su
arquitecto. El Rey le pide que construya unos baños similares a los que estamos
viendo a la vez que solicita que el conjunto construido por los musulmanes sea
sepultado para evitar su profanación… El relato es tan curioso como inquietante…
¿Era ésa la única manera de conservar la obra de los tiempos musulmanes?
Pareciera que sí, si se tiene en cuenta cuantas mezquitas han sido la base para
la construcción de templos cristianos como las catedrales de Toledo y Sevilla,
edificios góticos que apenas pueden disimular las plantas cuadradas sobre las
que fueron levantadas.
Dejamos los restos arqueológicos y recorremos los 200
metros que nos separan del Alcázar de los Reyes Cristianos. El edificio que comenzó
a construirse en el reino de Fernando III, el rey Santo, fue concluido por
Isabel la Católica. El edificio es bello, está bien conservado y contiene
colecciones de interés para el visitante. Sin embargo, lo que verdaderamente me
impresionó fue recorrer los baños de claro estilo mudéjar que hizo construir
Alfonso el Sabio. El relato escuchado unos minutos antes era confirmado de modo
contundente por la dureza de la piedra, la belleza de la decoración y la
penetrante y misteriosa presencia de la luz solar.
¿Cómo es esto de
preservar la identidad cultural de los Baños del Califa ocultándolos y
construyendo baños cristianos en el mismo estilo a pocos metros de los primeros?
Contradicciones de la Reconquista me dije (como aquella mezquita toledana que
se conservó por una señal divina que el mismo Cid Campeador recibió)…
No sé, no sé, todo
es confuso… De todos modos, celebro que los cordobeses de hoy, aunque sólo se
trate de un grupo reducido, hayan podido volver a poner en diálogo ambas
historias culturales que los constituyen en su identidad.
III La Mezquita Catedral de Córdoba
Finalmente accedimos a la apacible monumentalidad de
este laberinto de tiempos. Confieso que, desde el momento en que se ingresa al
recinto, el lugar resulta verdaderamente impactante: las novecientas columnas
que sostiene la estructura con sus arcos mudéjares dobles; las capillas que
saltan permanentemente entre el gótico y el barroco sin plan previsible
(cuando, por ejemplo, se ingresa en la sacristía uno tiene la sensación de
atravesar 750 años en un solo paso); los cielos rasos cambiantes; la sombra que
invita al recogimiento y la impactante aparición de la luz en el mismo centro
de la Mezquita donde nace la Catedral con vocación de arañar el cielo.
Nuevamente, se atribuye a Alfonso X, el Sabio, el
haber evitado la destrucción de la mezquita para construir la Catedral. En
todos los monumentos de Córdoba, al igual que en Toledo, se reivindica los 300
años de convivencia e intercambio cultural y científico entre musulmanes,
judíos y cristianos (las tres religiones del Libro). Sin embargo, es difícil de
encontrar algún signo de esa convivencia en Toledo.
¡Qué diferencia con Córdoba, en donde la Catedral
surge de las entrañas de la Mezquita como si se tratara de una hija amada!
Luego de recorrer la ciudad, volvimos a preguntamos
cómo vive el cordobés actual esa convivencia interreligiosa y multicultural.
Puede que el pensamiento anti islámico, azuzado por los ataques terroristas del
Estado Islámico que ocurrieron en París precisamente en los días de nuestra presencia
en Andalucía, sea dominante. Puede que sean muy pocos los que sienten que esa
convivencia, esa rémora del pasado, mucho tiene que ver con identidad actual de
la ciudad. Pero la presencia de esa Catedral surgiendo desde el corazón de la
Mezquita en un hecho real muy difícil de escamotear a la conciencia colectiva.
IV Legó el final de nuestra
estadía en la cálida región de Andalucía
Tuvimos que
partir de Andalucía, no sin antes perdernos en las callejas del barrio mudéjar
de San Basilio, orgullo de la justificadamente orgullosa Córdoba.
Nos vamos de
Andalucía llevándonos tres experiencias fabulosas: recorrer La Alhambra en
Granada, vibrar con el cante flamenco en el barrio de San Miguel en Jeréz de la
Frontera y la Catedral Mezquita de Córdoba… con Haydée sentimos que hemos
recorrido esas ciudades como transportados sobre alfombras mágicas. Andalucía
es una maravilla; pero Córdoba, guau!!!
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