22 de mayo de 2016
En 2015, nos fue muy bien de modo que decidimos insistir.
I Volvimos
a la aventura
Decía
que, como en 2015, Mario Becerra y yo acompañamos a Rubén Cirocco en la
aventura de hace vino casero. Nuestro sueño del año pasado produjo un vino con
uvas malbec y syrah de la Primera Zona mendocina que disfrutamos con fruición. Ese
vino sacó el primer premio en la categoría de vinos tintos en el festival que anualmente
realiza la Sociedad de Socorros Mutuos 20 Settembro de Monte Grande.
Las imágenes pertenecen al autor
A principios
de abril volvimos Liniers a buscar uvas. Marta Gaspar, nuestra sabia proveedora,
nos recomendó unas uvas malbec y merlot de Río Negro que nos parecieron apropiadas
a nuestro propósito.
Llevamos
el mosto a Monte Grande y esperamos con paciencia. El 16 de abril separamos los
hollejos.
Hoy volvimos a Monte Grande y nos
trajimos las primeras botellas de nuestro vino 2016. Con nuestra subjetividad a
cuestas, pensamos que éste está mejor que el del año pasado.
Esperaremos a ver como
evoluciona, entre tanto, lo seguimos disfrutando en nuestras copas… sabe muy
bien.
II Una
deuda con la luna
Tener
el vino ya listo para tomar es una fiesta que disfrutamos en torno de una mesa dicharachera.
Hoy comimos, charlamos y bebimos con contenida euforia.
En la charla, salió el tema de los vinos orgánicos y
de la agricultura biodinámica. Divagamos de lo lindo hasta que Rubén recordó
que su padre decía que el vino había que trasvasarlo con la Luna en cuarto
menguante porque de lo contrario no se clarifica adecuadamente…
Caramba, estamos en luna nueva, pensé. De haberlo
sabido antes, hubiese pedido que esperáramos una semana más para el descube… me
quedé conmovido meditando sobre de qué modo han tomado los teóricos de la
agricultura biodinámica sus principales ideas. ¿Qué vínculos los habrán unido a
aquella sabiduría popular milenaria que el padre de Rubén expresaba con
naturalidad?
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