Juana Manuela Gorriti
publica esta receta en su Cocina Ecléctica. La autora era la esposa de un
importante dirigente político peruano, don Cesáreo Chacaltana. Despista un poco
que la haya enviado desde Buenos Aires, pero la autora se refiere a este plato
como “sabroso producto de la cocina criolla en
Lima”(2).
Los tamales no son una novedad en La
Argentina, ni en el resto de la Hispanoamérica. Se los prepara a lo largo de
Los Andes desde México hasta Cuyo y la región central de Chile. Su origen es
seguramente prehispánico.
La particularidad de esta receta es que doña
Josefina explica como tratar el maíz blanco, eludiendo la utilización de harina
de maíz para prepararlos. En el mercado boliviano del barrio de Liniers, en
Buenos Aires se consigue el maíz blanco ya pelado. Por lo cual, el
procedimiento que indica la receta se puede simplificar.
Pero no nos adelantemos y veamos la
receta:
Tamal limeño de Josefina del Valle de
Chacaltana
|
|
Fuente (fecha)
|
Josefina del
Valle de Chacaltana (Buenos Aires)(2)
|
Ingredientes
|
Maíz blanco: 2 kg.
Cal viva: c/n.
Sal: c/n.
Grasa de cerdo.
Huevos: 4.
Carne picada de cerdo.
Huevos duros.
Ají molido.
Tocino.
Almendras.
Maní molido.
Chalas de maíz.
|
Preparación
|
1.- Se pone a cocer cuatro libras de maíz blanco
en bastante agua, y unos puñados de cal viva, para despojarlo de su película.
2.- Cuando ha dado dos hervores, se escurre el
agua de la olla que lo contiene.
3.- Se le vacía en una
batea, artesa o cualquiera vasija abierta, y se le restrega para quitarle el
pellejo, o película que lo cubre, restregándolo y lavándolo alternativamente,
y muchas veces, hasta dejarlo limpio de ollejos, blanco, y sin señal de cal.
4.- Obtenido esto, se le
muele hasta reducirlo a masa; y se sazona con la sal necesaria; es decir,
poca, bastante manteca de chancho, y cuatro huevos; sobando esta masa hasta
que haya adquirido consistencia y suavidad.
5.- Entonces, se le
divide en trozos del tamaño que han de tener los tamales, y se les rellena con
un picadillo de carne de chancho cocida, condimentada con huevos duros, ají
molido, tocino, almendras y maní molidos.
6.- Se les envuelve en hojas de maíz, que se
preparan remojándolas para darlas flexibilidad y lavándolas muy bien.
7.- Una vez envueltos,
se les coloca, con poca agua, en la olla, acomodándolos en cuadros como quien
hace una pared. Se cubre muy bien la boca de la olla, primero con una
arpillera doblada en cuatro, y después con la tapa, a fin de que el vapor
ayude a la cocción, que se hará en dos horas, a fuego lento, añadiendo una o
dos veces un poco de agua caliente, por si la de la olla ha disminuido.
|
Comentarios
|
1.- Reemplazar el maíz blanco por harina de maíz no es la mejor
opción, el resultado no es el mismo; pero la necesidad tiene cara de hereje.
2.- Aunque se consiga el maíz blanco ya pelado, conviene
cocinarlo con la cal viva de todas formas. Si bien, gracias a la dieta
actual, carecemos del riesgo de contraer pelagra, el aporte nutricional de
calcio que realiza la cocción con la cal sobre el producto final es
significativo.
3.- Creo que los tamales se pueden cocinar en menos tiempo, pero
estimo que habría que hervirlos en lugar de cocinarlos al vapor.
4.- Se puede prescindir de la arpillera para lograr un buena
cocción al vapor. Pero la recomendación es interesante además de
pintoresca.
5.- Obviamente, se puede cambiar la grasa de cerdo por manteca.
6.- Para la molienda del maíz ya cocido, supongo que Josefina
recurría a un mortero. Nada obsta, sin embargo, para que utilicemos cualquier
herramienta procesadora.
|
He comido tamales en diversas oportunidades
en mi vida. Se puede usar, como ya dije, harina de maíz para hacer la masa,
pero no la que viene precocida (a mi gusto, tampoco es buena para preparar una
polenta básica). Además, para conseguir una masa más untuosa, muchas recetas
juzgan necesario agregar puré de zapallo
a la harina de maíz ya cocida. Mi condiscípula ecuatoriana, Susana Montenegro,
logra la textura ideal con yemas de huevo y clara batidas a nieve.
Comí unos tamales
hechos sin cuidar estos detalles de textura en San Miguel de Tucumán, eran
bastante desagradables, quedan muy secos y cuesta mucho ingerirlos.
En cuanto al relleno, en La Argentina se usan otras carnes. Es
común, incluso, encontrarlos hechos con carne de la cabeza de la vaca
sancochada. En Cafayate, Salta, en el restaurante Orujo ofrecían “tamales de
chicoana”. El relleno lleva charqui. Estaban muy buenos, pero los mejores
tamales de chicoana que probé, los comí en un restaurante frente a la plaza en
la ciudad de Chicoana.
Citas y referencias:
(1)
1890, Gorriti, Juana Manuela, Cocina ecléctica,
Buenos Aires, Félix Lajouane Editor (Librairie Générale), 1890. leído
en http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/miscelanea/cocina_eclectica/cocina_00indice.htm, el 4 de noviembre de 2011.
(2)
890, Gorriti, Juana Manuela, Op. Cit., Capítulo
“Tamales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario