sábado, 5 de diciembre de 2015

La Feria de Mataderos V

He vuelto a la Feria de Mataderos el día 31 de agosto de 2014. Me dediqué a los puestos que venden conservas artesanales dulces y saladas. Los puestos de conservas dulces y saladas son también una oportunidad para entender que hay cosas que mejoran, si se las trata adecuadamente.
 
 Las imágenes pertenecen al autor
Esta vez traté de recorrer la Feria con ojos nuevos, como lo intento siempre de manera infructuosa. Me cuesta mucho sentirme extraño en este sitio de la ciudad (no me pasa lo mismo en otros). Pero esta vez, además, un sentimiento de anticipada nostalgia me sugirió el compromiso de volver todas las veces que pueda... es que un día esa autenticidad que la Feria tiene, esa identidad vital, va a desaparecer...
I Hay que disfrutar la Feria de Mataderos mientras tenga vida.
Desde hace muchos años, algunos vecinos del barrio pujan porque Mataderos se transforme en un barrio residencial, como ha ocurrido con casi todos los barrios. Buenos Aires fue una urbe industrial que, en lugar de transformar su perfil hacia una producción de características no contaminantes, ha decidido expulsar sus establecimientos sin meditar en las consecuencias que, para la vida colectiva, pudiera tener esa pérdida en la generación del producto bruto local.
En ese sentido, hace muchos años se viene impulsando el traslado del Mercado de Haciendas al conurbano bonaerense. Por razones que no vienen al caso, estas propuestas aún no se han consolidado en acciones concretas; pero, es muy probable que ello alguna vez ocurra. En ese momento la Feria de Mataderos quedará herida de muerte en su identidad vital.
¿Por qué? Se preguntarán algunos, si el predio está protegido por el Código de Planeamiento Urbano como una urbanización específica, en la que la Recova está señalada como Área de Protección Histórica. Es verdad que modificar el Código es difícil, pero no resulta imposible. He visto como la urbanización Colegiales ha sido modificada y se han levantado grandes edificios en el área cercana a la Avenida Juan B. Justo, donde antes sólo se permitía casas de planta baja y altos.
Suponiendo que el Mercado se traslade y se modifique la norma preservando la recova, ¿qué es lo que quedará de la identidad vital de barrio para que se vea reflejado en la Feria? ¿Donde andarán los reseros, montando sus caballos para ir a trabajar? ¿Quién les proveerá de su indumentaria de trabajo? ¿Qué será de Casa Galli, Nortor o La Riña, las auténticas proveedurías de pilchas para los reseros que son hoy o simples negocios de artesanías y chucherías para turistas y una pálida muestra de un pasado perdido?
He visto proyectos presentados en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que me parecieron disparatados como, por ejemplo, crear un parque temático en áreas del la urbanización que no se utilizan y están degradadas (no nombraré al diputado, pero diré que el proyecto fue presentado en 1998). Creo que, entre el plástico y la vida, es una idea mejor transformar el área hoy disponible en picadero para prácticas ecuestres que puedan ser utilizados por los centros tradicionalistas.
Lo cierto es que, si se traslada el Mercado, aunque se adopte una idea similar a la que sugiero, empezaremos a hablar de un identidad en el pasado, como lo que vemos en San Telmo o en la Boca... por eso digo que hay que visitar la Feria de Mataderos mientras esté inserta en una identidad vital, mientras represente actividades de lo realmente existente.             
II Además de esta limitación hacia el futuro, la Feria de Mataderos tiene limitaciones en el presente (de un presente prolongado, porque lo que voy a comentar ocurre desde que la Feria misma existe).
 
La organización que programa y coordina sus actividades parece tener un escaso vínculo, que a veces es malo, con las instituciones del barrio.
Los comerciantes habituales (Casa Galli, bar Oviedo, Nortor Regionales, La Riña, etc.) y las instituciones que habitualmente participan (Museo Tradicionalista de los Corrales, Federación Gaucha Porteña, etc.) lo hacen de motu propio y no de manera coordinada. Esto provoca, por ejemplo, que no siempre haya carreras de sortijas o que las colecciones que se exhiben en el Museo estén a merced del deterioro que producen los años con escaso mantenimiento. 
Es insólito, por ejemplo, que el Club Atlético Nueva Chicago no ofrezca actividades ese día. En el club tienen su sede varias instituciones educativas vinculadas con el Gobierno de la Ciudad (un jardín de infantes, un centro de formación profesional y una sede del programa Adultos 2000) y se llevan adelante las actividades emergentes del convenio con la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (vigente desde 1983). No se puede comprender, entonces, por qué no hay un entendimiento con la administración de la Feria.
Tampoco se puede entender que no se ponga coto a las distorsiones que ocasionan las actividades que el Club Social Chicago planifica para los días domingos. 
Decía, en estos artículos, que la Feria de Mataderos ofrece al viajero la visión de una identidad vital porque expresa las actividades reales del barrio en que está inserta, pero pareciera que la administración de la Feria no advierte esta peculiaridad. Las instituciones del barrio son parte de esa realidad que le confiere identidad vital y su participación debiera ser concertada y coordinada por el Gobierno de la Ciudad... en ese sentido, es oportuno recordar que la organización de la Feria es, desde hace casi 30 años, parte de las estructuras institucionales del Gobierno de la Ciudad.
Es la Feria, como parte del Gobierno de la Ciudad,  la que debe tomar la iniciativa y propiciar actividades en el Club Nueva Chicago y el Social Chicago, celebrar con más frecuencia la participación del los centros tradicionalistas en la exhibición de destrezas criollas y colaborar con aquellas instituciones que carecen de recursos propios significativos (v. g., el Museo de los Corrales).
El tiempo en que la Feria podrá exhibir su condición de portadora de una identidad vital es limitado. Es por ello que es necesario desarrollar toda la potencia disponible. A menos que las autoridades de la Feria renieguen de esa vitalidad y quieran expresar una identidad sintética como en San Telmo y La Boca.     
III Ese día, un día después de Santa Rosa, el sol brillaba intensamente en el cielo de mi barrio porque la tormenta había ocurrido una semana antes. Me dije, Juan Moreira no puede morir con este sol... y la Feria de Mataderos, tampoco.
De modo que me dediqué a recorrer los puestos que ofrecen conservas y dulces, además de los que me proveyeron de panes, embutidos y quesos para hacer en mi casa una picada al estilo de una pulpería bonaerense (pero de éstos ya hablé en otro artículo).
Hay varios puestos en donde las conservas que se venden son auténticamente artesanales y se producen en micro emprendimientos familiares en el Gran Buenos Aires (en otros casos, las empresas pueden ser algo más grandes, se ve en el uso de productos industriales y en el packaging). Sin embargo, debe hacerse notar que los productos que procesan suelen provenir de los cuatro puntos cardinales de nuestro largo y trajinado país. Así encontramos, por ejemplo, dulces que se preparan con frutos patagónicos o litoraleños o conservas que se preparan en aceites cuyanos.
El dulce de arándanos de la marca “Cuarto Creciente” proviene de la localidad de Adrogué, es decir, de la zona sur del conurbano. La empresa dice que no “fabrica” dulce, sino que lo “elabora” con arándanos del Litoral. Compré una lata de este dulce que, de todas formas me hicieron probar.
Hay también dulce de leche bonaerense y santafecino, claramente producidos en pymes o micro empresas. Muy buenos caramelos de dulce de leche en el puesto “Alambiques del sur”, donde también se ofrecen curiosos licores artesanales. El puesto del “Círculo Tucumano”, a su vez, vende especialidades dulces tucumanas (deliciosos alfeñiques, alfajores de maicena y colaciones).
Del mismo modo que en algunos otros casos, mis recomendaciones de puestos y productos no indican que sean los mejores de la Feria; sino que son los mejores entre los que probé.     
El puesto “Secretos de Familia” anuncia “Tradición italiana – Artesanía Argentina”... toda una declaración de principios, ¿no? Unos frascos de lupines en conserva dan cuenta de de la veracidad del aserto. Compré tomates secos en aceite puro de girasol y aceitunas rellenas de jamón crudo.
También tienen aceite de oliva sanjuanino que venden con su marca, pero que es producido por uno de los proveedores de insumos para sus conservas. Compré una botella porque me la hizo probar y me pareció  interesante. Todos sabemos que es muy importante saber cuándo ha sido elaborado el aceite, la etiqueta no lo dice; pero es el único caso de todos los que vi en la Feria que tiene fecha de vencimiento. El dueño del emprendimiento me asegura, además, que el aceite tiene una acidez 0,2°, lo cual lo convalida para la categoría de Aceite de Oliva Extra Virgen.
Estuve mirando la página de Facebook de “Secretos de Familia”, allí se ve una foto de la pequeña planta productora que la familia tiene en su casa... la pulcritud es un dato más significativo de ese pequeño espacio.
IV Esa mañana, mientras nos dirigíamos a Mataderos, escuchamos el programa que la organización de la Feria tiene en Radio Nacional, conducido por su creadora y directora: Sara Vinocur.
Precisamente dedicó unos minutos a contar en qué consistían esos puestos de productos alimenticios que están dispuestos en la Feria sobre la vereda norte de Avenida de los Corrales, entre la Avenida Lisandro de la Torre y la calle Timoteo Gordillo. Mencionó a muchos de los puestos y señaló los productos que constituían algunas de las especialidades más destacadas de cada uno de ellos.
Con todo, lo que más me impresionó fue el relato de las historias de vida de algunos puesteros. Dijo Sara que muchas personas que se quedaron sin trabajo en la crisis de 2001, empezaron a buscar alguna manera alternativa de ganarse la vida. Encontraron así que alguna habilidad familiar les permitía producir conservas, dulces, quesos o embutidos y empezaron a dedicarse a esta actividad para buscar una salida. Cuando el país volvió a estabilizarse, muchos habían encontrado en estas producciones un nicho de desarrollo personal inesperado. De modo que, a partir de actividades que, en otras circunstancias, constituirían simplemente un hobbie o una tradición familiar ejercida de puerta adentro, desarrollaron micro emprendimientos productivos económicamente sustentables.
Uno va a la Feria, conversa con los puesteros y aunque descubre algunos que ofrecen productos más industrializados y algunos chantas que sólo comercializan productos de otros, la gran mayoría responden al perfil descripto por Sara Vinocur.
Siempre es un placer, para mí, concurrir a la Feria de Mataderos, pero este domingo 31 de agosto lleno de sol fue maravilloso... me hizo pensar en que la Feria es como Buenos Aires, tan eterna como el agua y el aire.

                      

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