He
vuelto a la Feria de Mataderos el día 31 de agosto de 2014. Me dediqué a los
puestos que venden conservas artesanales dulces y saladas. Los puestos de
conservas dulces y saladas son también una oportunidad para entender que hay
cosas que mejoran, si se las trata adecuadamente.
Las imágenes pertenecen al autor
Esta
vez traté de recorrer la Feria con ojos nuevos, como lo intento siempre de
manera infructuosa. Me cuesta mucho sentirme extraño en este sitio de la ciudad
(no me pasa lo mismo en otros). Pero esta vez, además, un sentimiento de
anticipada nostalgia me sugirió el compromiso de volver todas las veces que
pueda... es que un día esa autenticidad que la Feria tiene, esa identidad
vital, va a desaparecer...
I Hay que disfrutar la Feria de Mataderos mientras tenga vida.
Desde hace muchos años, algunos
vecinos del barrio pujan porque Mataderos se transforme en un barrio
residencial, como ha ocurrido con casi todos los barrios. Buenos Aires fue una
urbe industrial que, en lugar de transformar su perfil hacia una producción de
características no contaminantes, ha decidido expulsar sus establecimientos sin
meditar en las consecuencias que, para la vida colectiva, pudiera tener esa
pérdida en la generación del producto bruto local.
En ese sentido, hace muchos
años se viene impulsando el traslado del Mercado de Haciendas al conurbano
bonaerense. Por razones que no vienen al caso, estas propuestas aún no se han
consolidado en acciones concretas; pero, es muy probable que ello alguna vez
ocurra. En ese momento la Feria de Mataderos quedará herida de muerte en su
identidad vital.
¿Por
qué? Se preguntarán algunos, si el predio está protegido por el Código de
Planeamiento Urbano como una urbanización específica, en la que la Recova está
señalada como Área de Protección Histórica. Es verdad que modificar el Código
es difícil, pero no resulta imposible. He visto como la urbanización Colegiales
ha sido modificada y se han levantado grandes edificios en el área cercana a la
Avenida Juan B. Justo, donde antes sólo se permitía casas de planta baja y
altos.
Suponiendo
que el Mercado se traslade y se modifique la norma preservando la recova, ¿qué
es lo que quedará de la identidad vital de barrio para que se vea reflejado en
la Feria? ¿Donde andarán los reseros, montando sus caballos para ir a trabajar?
¿Quién les proveerá de su indumentaria de trabajo? ¿Qué será de Casa Galli,
Nortor o La Riña, las auténticas proveedurías de pilchas para los reseros que
son hoy o simples negocios de artesanías y chucherías para turistas y una
pálida muestra de un pasado perdido?
He visto proyectos presentados
en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que me parecieron
disparatados como, por ejemplo, crear un parque temático en áreas del la
urbanización que no se utilizan y están degradadas (no nombraré al diputado,
pero diré que el proyecto fue presentado en 1998). Creo que, entre el plástico
y la vida, es una idea mejor transformar el área hoy disponible en picadero
para prácticas ecuestres que puedan ser utilizados por los centros
tradicionalistas.
Lo cierto es que, si se
traslada el Mercado, aunque se adopte una idea similar a la que sugiero,
empezaremos a hablar de un identidad en el pasado, como lo que vemos en San
Telmo o en la Boca... por eso digo que hay que visitar la Feria de Mataderos
mientras esté inserta en una identidad vital, mientras represente actividades
de lo realmente existente.
II Además de esta limitación hacia el futuro, la Feria de Mataderos
tiene limitaciones en el presente (de un presente prolongado, porque lo que voy
a comentar ocurre desde que la Feria misma existe).
La
organización que programa y coordina sus actividades parece tener un escaso
vínculo, que a veces es malo, con las instituciones del barrio.
Los
comerciantes habituales (Casa Galli, bar Oviedo, Nortor Regionales, La Riña,
etc.) y las instituciones que habitualmente participan (Museo Tradicionalista
de los Corrales, Federación Gaucha Porteña, etc.) lo hacen de motu propio y no
de manera coordinada. Esto provoca, por ejemplo, que no siempre haya carreras
de sortijas o que las colecciones que se exhiben en el Museo estén a merced del
deterioro que producen los años con escaso mantenimiento.
Es
insólito, por ejemplo, que el Club Atlético Nueva Chicago no ofrezca
actividades ese día. En el club tienen su sede varias instituciones educativas
vinculadas con el Gobierno de la Ciudad (un jardín de infantes, un centro de
formación profesional y una sede del programa Adultos 2000) y se llevan
adelante las actividades emergentes del convenio con la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires (vigente desde 1983). No se puede
comprender, entonces, por qué no hay un entendimiento con la administración de
la Feria.
Tampoco
se puede entender que no se ponga coto a las distorsiones que ocasionan las
actividades que el Club Social Chicago planifica para los días domingos.
Decía,
en estos artículos, que la Feria de Mataderos ofrece al viajero la visión de
una identidad vital porque expresa las actividades reales del barrio en que
está inserta, pero pareciera que la administración de la Feria no advierte esta
peculiaridad. Las instituciones del barrio son parte de esa realidad que le
confiere identidad vital y su participación debiera ser concertada y coordinada
por el Gobierno de la Ciudad... en ese sentido, es oportuno recordar que la
organización de la Feria es, desde hace casi 30 años, parte de las estructuras
institucionales del Gobierno de la Ciudad.
Es
la Feria, como parte del Gobierno de la Ciudad,
la que debe tomar la iniciativa y propiciar actividades en el Club Nueva
Chicago y el Social Chicago, celebrar con más frecuencia la participación del
los centros tradicionalistas en la exhibición de destrezas criollas y colaborar
con aquellas instituciones que carecen de recursos propios significativos (v.
g., el Museo de los Corrales).
El
tiempo en que la Feria podrá exhibir su condición de portadora de una identidad
vital es limitado. Es por ello que es necesario desarrollar toda la potencia
disponible. A menos que las autoridades de la Feria renieguen de esa vitalidad
y quieran expresar una identidad sintética como en San Telmo y La Boca.
III Ese día, un día después de Santa Rosa, el sol brillaba
intensamente en el cielo de mi barrio porque la tormenta había ocurrido una
semana antes. Me dije, Juan Moreira no puede morir con este sol... y la Feria
de Mataderos, tampoco.
De modo que me dediqué a recorrer los puestos que ofrecen
conservas y dulces, además de los que me proveyeron de panes, embutidos y
quesos para hacer en mi casa una picada al estilo de una pulpería bonaerense
(pero de éstos ya hablé en otro artículo).
Hay varios puestos en donde las conservas que se venden son
auténticamente artesanales y se producen en micro emprendimientos familiares en
el Gran Buenos Aires (en otros casos, las empresas pueden ser algo más grandes,
se ve en el uso de productos industriales y en el packaging). Sin embargo, debe
hacerse notar que los productos que procesan suelen provenir de los cuatro
puntos cardinales de nuestro largo y trajinado país. Así encontramos, por
ejemplo, dulces que se preparan con frutos patagónicos o litoraleños o
conservas que se preparan en aceites cuyanos.
El dulce de arándanos de la marca “Cuarto Creciente” proviene de
la localidad de Adrogué, es decir, de la zona sur del conurbano. La empresa
dice que no “fabrica” dulce, sino que lo “elabora” con arándanos del Litoral.
Compré una lata de este dulce que, de todas formas me hicieron probar.
Hay también dulce de leche bonaerense y santafecino, claramente
producidos en pymes o micro empresas. Muy buenos caramelos de dulce de leche en
el puesto “Alambiques del sur”, donde también se ofrecen curiosos licores
artesanales. El puesto del “Círculo Tucumano”, a su vez, vende especialidades
dulces tucumanas (deliciosos alfeñiques, alfajores de maicena y colaciones).
Del mismo modo que en algunos otros casos, mis recomendaciones de
puestos y productos no indican que sean los mejores de la Feria; sino
que son los mejores entre los que probé.
El puesto “Secretos de Familia” anuncia “Tradición italiana –
Artesanía Argentina”... toda una declaración de principios, ¿no? Unos frascos
de lupines en conserva dan cuenta de de la veracidad del aserto. Compré tomates
secos en aceite puro de girasol y aceitunas rellenas de jamón crudo.
También tienen aceite de oliva sanjuanino que venden con su marca,
pero que es producido por uno de los proveedores de insumos para sus conservas.
Compré una botella porque me la hizo probar y me pareció interesante. Todos sabemos que es muy
importante saber cuándo ha sido elaborado el aceite, la etiqueta no lo dice;
pero es el único caso de todos los que vi en la Feria que tiene fecha de
vencimiento. El dueño del emprendimiento me asegura, además, que el aceite
tiene una acidez 0,2°, lo cual lo convalida para la categoría de Aceite de
Oliva Extra Virgen.
Estuve mirando la página de Facebook de “Secretos de Familia”,
allí se ve una foto de la pequeña planta productora que la familia tiene en su
casa... la pulcritud es un dato más significativo de ese pequeño espacio.
IV Esa mañana, mientras nos dirigíamos a
Mataderos, escuchamos el programa que la organización de la Feria tiene en
Radio Nacional, conducido por su creadora y directora: Sara Vinocur.
Precisamente dedicó unos minutos a contar en qué consistían esos
puestos de productos alimenticios que están dispuestos en la Feria sobre la
vereda norte de Avenida de los Corrales, entre la Avenida Lisandro de la Torre
y la calle Timoteo Gordillo. Mencionó a muchos de los puestos y señaló los
productos que constituían algunas de las especialidades más destacadas de cada
uno de ellos.
Con todo, lo que más me impresionó fue el relato de las historias
de vida de algunos puesteros. Dijo Sara que muchas personas que se quedaron sin
trabajo en la crisis de 2001, empezaron a buscar alguna manera alternativa de
ganarse la vida. Encontraron así que alguna habilidad familiar les permitía
producir conservas, dulces, quesos o embutidos y empezaron a dedicarse a esta
actividad para buscar una salida. Cuando el país volvió a estabilizarse, muchos
habían encontrado en estas producciones un nicho de desarrollo personal
inesperado. De modo que, a partir de actividades que, en otras circunstancias,
constituirían simplemente un hobbie o una tradición familiar ejercida de puerta
adentro, desarrollaron micro emprendimientos productivos económicamente
sustentables.
Uno va a la Feria, conversa con los puesteros y aunque descubre
algunos que ofrecen productos más industrializados y algunos chantas que sólo
comercializan productos de otros, la gran mayoría responden al perfil descripto
por Sara Vinocur.
Siempre es un placer, para mí, concurrir a la Feria de Mataderos,
pero este domingo 31 de agosto lleno de sol fue maravilloso... me hizo pensar
en que la Feria es como Buenos Aires, tan eterna como el agua y el aire.
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