Una ensalada es un plato que
suele atraer a ciertos comensales por su liviandad y frescura. Se las
piensa aptas para los días de verano, para los almuerzos en la
jornada laboral, para las dietas de adelgazamiento. Bueno, todo esto
es cierto, sólo si las preparamos con ingredientes livianos y
frescos y en pequeñas porciones. Ahora bien, ¿alguien las piensa
como plato principal a la hora de la cena y en los almuerzos del fin
de semana?
Entre las recetas que Pablo Lisi me dio para integrar la recopilación de los principales platos
que cocina, se encuentra esta ensalada fresca y liviana que me
planteó un dilema que de alguna manera se vincula con la pregunta
que formulé arriba. ¿Podemos decir que cocinamos una ensalada?
¿Podemos describir una ensalada y decir que esa es su receta? En
este caso, sí porque no alcanza con cortar los ingrediente, pero ¿en
otros?
Pero mis divagaciones llegaron
a un punto en el que debí cortar por lo sano, y no sólo me refiero
a cortar las verduras crudas con un cuchillo de acero inoxidable para
que no se oxiden. Di por supuesto que sí, que se pueden escribir
recetas y cocinar ensaladas y me dispuse a darle forma para su
publicación. En eso estaba, cuando nuevas divagaciones me llevaron a
evocar varias experiencias con ensaladas. Ellas me condujeron a
reconocer que catalogarlas como recetas evita cortar un Nudo Gordiano
que, con toda paciencia, también puede desatarse.
Pensé una ensalada sublime
con que me obsequiaron en pago de la paciencia con que esperé un
servicio extremadamente moroso en un prestigioso restaurante de
Garzón en la República Oriental. Llevaba zucchinis cortados en
fetas muy finitas, queso parmesano en lascas, menta y jalapeños
cortados en juliana. Pensé en una ensalada, igualmente sublime, que
comí en un restaurante sin pretensiones en el Microcentro de Buenos
Aires. La denominaban Acapulco y la ofrecían en el bar Azteca de
Lima y México a la apurada voracidad de los oficinistas. Ésta
llevaba atún, queso azul, chauchas y granos de choclo integrados en
una proporción tal que hicieron que me demorara y disfrutara de ese
almuerzo como si, de una cena en un restaurante distinguido, se
tratara. Pensé en mis exploraciones personales, como por ejemplo,
usar una vinagreta de aceite de girasol y limón para lograr que el
gusto de los ingredientes conserven el primer plano.
Pensé también en el curioso
resultado de mi práctica con la ensalada Acapulco. Puse esmero en
reproducirla en casa, pero jamás me salió como la que probé en el
bar Azteca y eso que la cociné con uno de los mejores quesos azules
que se consiguen en La Argentina... y fue precisamente en este
pensamiento en donde encontré la clave para mi dilema y la punta del
piolín que permite desatar el nudo. En realidad, no es que la
descripción de una ensalada no pueda tener estatus de receta, sino
que ésta no puede contener las verdaderas claves para la preparación
de una determinada ensalada. Las claves serán siempre personales,
más personales que en cualquier otro plato y esto vale, según creo,
tanto para las ensaladas de otros que acometemos en nuestra mesada
como las que somos capaces de inventar. Combinar los ingrediente,
supone elegirlos; pero también, tratarlos y establecer sus
proporciones... y a eso a sumarle los condimentos y aderezos cuyos
componentes también elegimos, tratamos y proporcionamos. Aquí
entramos en el terreno de las sutilezas que resulta muy difícil
traducir en palabras.
Expongo aquí la receta de la
ensalada de calabaza tibia de Pablo Lisi... veamos cómo les va
cuando la preparen... veamos si la receta contiene todas las
indicaciones necesarias...
Bocadillos de espinacas
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Fuente (fecha)
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Pablo Lisi (1) (2014)
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Ingredientes
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Rúcula.
Espinaca.
Lechuga morada.
Reggianito.
Jamón Crudo.
Calabaza.
Aceite de oliva.
Aceto balsámico.
Jalapeño.
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Preparación(2)
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1.- Cortar lascas de reggianito,
usando un pela papas. Reservar.
2.- Quitar los tallos de la rúcula,
cortar las espinacas y la lechuga morada con la mano.
3.- Tostar fetas de jamón crudo
en una sartén. Reservar.
4.- Poner en una placa la
calabaza cortada en cubos, echarle oliva y aceto y cubrir con ají picante
cortado en juliana.
5.- Mandar al horno y cocinar
hasta que la calabaza esté tierna.
6.- Una vez cocida, sacarle el
chile y ponerla en un bol.
7.- Agregar el queso, la rúcula,
la espinaca, la lechuga morada y el jamón crudo tostado. Condimentar a gusto.
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Comentarios
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Prefiero la lechuga morada
y la espinaca cortada en juliana. Hay que tener cuidado porque si estas
verduras son contadas con un cuchillo de acero carbono, se oxidan. Para
evitarlo, hay que usar un cuchillo de acero inoxidable.
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Notas y referencias
(1)
2014, Pablo Lisi a Mario Aiscurri, correo-e del 29 de julio.
(2)
2014, Pablo Lisi a Mario Aiscurri, correo-e del 1° de agosto.
para no oxidar las hojas de una ensalada, cortarlas con la mano, simple y sencillo.
ResponderEliminarsalu2
Yo prefiero el gusto porteño del corte en juliana de las hojas grandes. Usando un cuchillo de acero inoxidable no se oxidan.
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