El
viaje que hicimos con Haydée hacia la tierra del Pehuén se inició en San Carlos de Bariloche. Allí mismo, a pocos kilómetros del casco urbano, se encuentra la
Colina Suiza. Se trata de un pequeño pueblo levantado por un grupo de familias
que emigraron de Suiza y que llegaron a ese sitio luego de una breve residencia
en el Sur de Chile. Entre estos inmigrantes, la familia Goye constituye uno de
los pilares que dan entidad al lugar.
Las imágenes son propiedad del autor
La
Colonia ofrece diversos atractivos. Se encuentra enclavada entre cerros en las
cercanías del Lago Moreno, ofrece predios para realizar actividades de
campamento y posee un pequeño centro en el cual se despliega un mercado de
cuidadas artesanías de productores locales. Allí también está el restaurante donde
Víctor Goye prepara su curanto.
Llevábamos
la idea de conocer un poco más la gastronomía local. Recorrer nuevamente lo que
ya sabíamos sobre la tradición de la cocina criolla de origen centro europeo y
agregar aquéllo que pudiera vincularse con la tradición de la cocina criolla de
origen tehuelche y mapuche. Personamente, conocía la existencia del curanto,
esa técnica de cocción en un pozo sobre piedras incandecentes. Tenía alguna
noticia a través de lecturas magras sobre arqueología y antropología; pero sólo
accedí al conocimiento de la denominación y de su práctica actual a través de
Francis Mallmann. Lo vi preparar curanto en su serie de televisión sobre los
fuegos en la cocina. Luego estampó la receta en un libro.(1)
Cuando
estábamos preparando nuestro viaje, supe del restaurante de Víctor Goye. Allí
fuimos; allí tuvimos la experiencia de disfrutar del curanto, de su
preparación, de su servicio, de su sabor; allí desfrutamos de esta costumbre
milenaria. Luego de esta experiencia, en todo el viaje que hicimos desde
Bariloche hasta Moquehue, no dimos con ninguna otra expresión de la tradición
culinaria india criolla. Parece una paradoja, tal vez no lo sea; el haber
probado esta delicia mapuche de manos de un descendiente de suizos. Vi en ese
gesto la misteriosa dimensión de lo criollo argentino que no terminamos de
asumir.
Arribamos a San Carlos de Bariloche el jueves 10 de octubre. Luego
de recorrer la ciudad, fuimos al centro de información turística donde nos
informaron que Víctor Goye preparaba el curanto sólo los días miércoles y
domingos... y el sábado ya nos íbamos a Villa La Angostura. De modo que, luego
de meditarlo bastante decidimos usar el domingo para ir desde allí hasta la
Colonia Suiza y volver luego de almorzar.
El
domingo, desandando camino, fuimos hasta la Colonia Suiza. Era un día ventoso y
desapacible. Cuando llegamos, sobre las once de la mañana, recién habían
encendido el fuego sobre las piedras, de modo que tuvimos oportunidad de
presenciar buena parte de la ceremonia, asistir a la feria artesanal y regresar
para ver el resto.
El
viento diseminaba el humo que traía el aroma intenso de los leños quemándose,
mientras se calentaban la piedras conversamos con el curantero quien nos dio
algún detalle y no contó la historia de la Colonia Suiza y el curanto. Emilio
Goye había aprendido a cocinar curantos en el sur de Chile y, cuando los suizos
decidieron instalarse en ese lugar, lo trajo a La Argentina. Víctor Goye,
descendiente de aquel inmigrante pionero, prepara el curanto en su restaurante
desde cuartenta años.
La
preparación supone dos momentos de actividad intensa a cargo de una cuadrilla
de curanteros. Cuando las piedras están calientes hay que retirar el fuego. No
debe quedar ni una brasa porque los alimentos se cocinan con el calor de las
piedras y las brasas pueden quemar las hojas que se colocan entre las piedras y
los alimentos, dándoles un sabor desagradable. Con suma rapidez, para que las
piedras no se enfríen, se arama el curanto como indica la receta que expongo abajo.
El otro momento de labor exitante reside en la apertura del curanto y la
preparación de los alimentos para el servicio... entre ambos, se produce un
milagro... un milagro que se intuye cuando se empieza a ver una columnitas de
humo que brotan desde la tierra... un aroma vegetal, húmedo, dulzón nos anuncia
el sabor que tendrán los alimentos.
¿Cuál
es el origen de esta técnica? Entiendo que, junto con la cocción al fuego
directo, es decir, con las formas primitivas del asado, esta debe ser una de
las más técnicas culinarias más antiguas. Según Salvador Canals Frau, la
cocción sobre piedras incadescentes se remonta a las prácticas de los pueblos
mesolíticos que terminaron asentándose en los canales fueguinos.(2) Estos
pueblos entraron en contacto posterior con los mapuches a la altura de la Isla
de Chiloé. Allí la deben haber tomado los mapuches que le dieron el nombre
curanto. En la actualidad, el curanto es práctica viva en Chiloé.
¿Cómo
llegó a La Argentina? No dudo de la veracidad del relato de la familia Goye,
pero me parece que ese no fue el único camino que el curanto ya existía al
oriente de la cordillera desde mucho antes de que La Argentina y Chile se
constituyeran como países independientes.
Sosa
Morales, por ejemplo, da cuenta de la existencia de una técnica de cocción
similar en el sur de Mendoza en el siglo XVIII.(3) Juan Carlos Martelli y
Beatriz Spinosa dan testimonio de su práctica en Tierra del Fuego, Argentina a
Fines del siglo XX, aunque no nos proporcionan mayores detalles.(4) Francis
Mallmann dice haberla conocido en su infancia, cuando los residentes chilenos
la practicaban en oportunidad de las fiestas patrias, es decir en
septiembre.(5)
La
pregunta por qué, se ha perdido esa práctica registrada en el siglo XVIII en
este lado de la cordillera. ¿Se ha perdido? Hojeando un recetario patagónico
publicado por el Ministerio de Desarrollo social de la Nación, me encontré con
la receta de picana a la piedra. La descripción de la técnica para cocinar la
pata de choique es la misma que la del curanto. La receta fue enviada a los
responsables de la recopilación por el señor Ezequiel Bertino de la localidad
de Calafate que dice haber aprendido de paisanos del campo. Si bien no se
aclara quiénes son estos paisanos, bien podrían ser criollos de origen indígena, chilenos o
argentinos; esta receta es testimonio de que esta técnica está viva en algunos
rincones de la Patagonia, tal vez de un modo menos ritual y más cotidiano que
en Chiloé.(6)
Ya
he escrito mucho sobre la invisibilidad de la cocina indio criolla en la
Patagonia. Nuestra ignorancia nos hace creer que esa invisibilidad es sinónimo
de inexistencia. Hay una diferencia notable entre Chile y La Argentina.
Nuestros hermanos asumen como propio todo los que se produce a los largo de su
país y lo defienden y lo ponen a la luz, mientras que nosotros miramos para
otro lado.
Esto
no le quita valor a la historia de la familia Goye y mucho menos a la de Víctor
que sostiene esta práctica de tradición culinaria indio criolla y le da
visibilidad desde hace 40 años (chapeau para el maestro).
¿Qué significa la palabra curanto? Hay varias versiones. Víctor
Goye sostiene que cura se puede traducir como piedra y antu como sol.(7) Pamela
(transcribo su receta de curanto chilote abajo) comparte la idea y la refuerza
diciendo que antú puede traducirse también como fuego.(8) De modo que, según
esta versión podríamos traducir curanto como piedra incandescente.
Sin embargo,
hay otra versión. En el Nuevo diccionario mapuche-español dicen sus
autores:
“Cura:cura.
”cura: piedra, roca, frecuente
símbolo (tótem) de linajes, por ej. Namuncura: piedra con pie, /.../.
”Curanto: -entu: terminación
colectiva.
”Por consiguiente el sentido literal
es conjunto de piedras, el folklórico guisado (preparado sobre piedras).
”Don Francisco J. Cavada, en su Diccionario Manual Isleño, describe
el curanto chilote como sigue: Especie de olla podrida o sea batiborrillo de
mariscos, carne, papas, habas, arvejas, pescado, chorizo, queso, milcao, etc.
que se cuecen, con auxilio de piedras vivas caldeadas por el fuego, dentro de
un hoyo abierto en la tierra.”(9)
Veamos la receta de Víctor Goye y, luego, las
diferencias en la versión del curanto chilote de Pamela y la receta de Francis
Mallmann.
Curanto de
Víctor Goye
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Fuente
(fecha)
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(2013)(10)
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Ingredientes
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Hojas
de nalca o maqui.
Carne
de vaca.
Carne
de cordero.
Carne
de cerdo.
Pollos.
Chorizos.
Salchichas
parrilleras.
Papas.
Batatas.
Manzanas.
Cebollas.
Zanahorias.
Zapallos
ahuecados rellenos con queso, crema y arvejas.
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Preparación
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1.- Se cava un hoyo en la tierra
de 15 cm. de profundidad (cuya superficie depende de la cantidad de
personas),
2.- Se colocan piedras bochas
(típicas de los lagos sureños) previamente calentadas al rojo vivo en un
fogón.
3.- Sobre estas piedras se pone un
colchón de hojas de nalca o maqui.
4.- Sobre éstas todos los
ingredientes: carne de vaca, de cordero, de cerdo, pollos, chorizos,
salchichas parrilleras, papas, batatas, manzanas, cebollas, zanahorias y
zapallos ahuecados rellenos con queso, crema y arvejas.
5.- Se vuelve a tapar todo con
hojas, sobre las que se colocan lienzos húmedos para que no se pierda el
calor y luego se cubre con abundante tierra, convirtiéndose de esta manera en
un verdadero horno a presión.
6.- Cuando la cocción está lista
comienzan a surgir de la tierra hilitos de humo
7.- Poco tiempo después se realiza
el destape del curanto: los alimentos quedan tiernamente cocidos por el calor
de las piedras.
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Comentarios
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La
receta está tomada casi literalmente del sitio de la Internet que ya he
citado, es por ello que debo agregar algunos comentarios:
1)
Ingredientes: “Según el “curantero” Rubén Nielsen, “lo básico son cinco tipos
de carne y cinco tipos de verduras”.”
2)
El curanto que yo probé no llevaba salchicha parrillera, con lo cual se
cumplía la idea de Rubén Nielsen.
3)
La calabaza contenía, además, granos de choclos.
4)
Para tener una idea más clara: se colocan las piedras sobre el pozo y se
levanta el fogón sobre ellas.
5)
El curanto que comí tenía hojas de maqui
porque, según dijeron, en octubre no hay hojas de nalca para hacerlo.
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¿Cómo
es el curanto de Chiloé?
Recurro
al blog Rescatando Recetas cuya autora, Pamela, vive en San Pedro,
Quillota, Chile. Cocinera y viajera incansable es una gran conocedora de la
tradición culinaria de su país. Su blog es una maravillosa introducción a la
cocina chilena. Con pasión y paciencia, Pamela rescata la tradición, pero no
deja de vincularla con el contexto regional y mundial. Me agrada mucho recorrer
sus páginas y me da mucho placer haber encontrado una receta de curanto chilote
en ellas.
En
Chiloé hay dos técnicas distintas para el curanto. El curanto en hoyo y el
curanto en olla o pulmay (no hablaré de esta receta aquí). El primero lleva los
siguientes ingredientes y se prepara del siguiente modo:
“Se irán poniendo capas de variados
ingredientes de mar y tierra, cada capa separada de la otra por más hojas de
pangue: cholgas, choros maltones, choros zapatos, choritos (todas versiones del
viejo mejillón), trozos de carnes de cerdo y pollo, longanizas, almejas y
pescados, chapaleles y milcaos, panes de papa estos últimos.”
”/…/.
”El curanto se acompaña de milcaos y chapaleles, dos panes de papa
muy comunes en la Isla de Chiloé, /…/. Pero si quieren acompañarlo de algo,
tiene que ser con papas, cocidas de preferencia.”(11)
La
receta de Francis Mallmann, a su vez, lleva los siguientes productos:
zanahorias, remolachas, papas, calabazas dulces, cebollas, ajos, repollo y
salmón (u otro pescado entero de entre 5 y 10 kg de peso). Es importante
rescatar algunas consideraciones sobre la técnica que diferencian su receta de
la de Víctor Goye. El pozo que se cava en la tierra, debe tener una profundidad
de 70 cm. Hay que tener cuidado con las piedras porque en el proceso de
calentado puede quebrarse y lanzar esquirlas que lastiman. No vi que alguien
tuviera algún cuidado con las piedras en Colonia Suiza. Imagino que las que usa
Víctor Goye parecen estar curadas o han sido seleccionadas después de varios
usos, pero no he indagado sobre el tema. En el curanto de Mallmann, pueden
quedar brasas, pero evitando que tengan contacto directo con las hojas.
Sostiene que, en la selva valdiviana sólo se usan hojas de pangue (como también
nos cuenta Pamela) y nalca (las que usa Víctor Goye en verano). Si no se accede
a estas hojas, el señor mallmann dice que se pueden usar las de “eucaliptus,
acacias, parra u otras que estén disponibles.” Finalmente afirma que le gusta
acompañar el curanto con salsa criolla y aceite de oliva con hierbas. En el
servicio de Víctor Goye había salsa criolla y chimichurri.(12)
¿Qué
me pareció el curanto de Víctor Goye? Es difícil realizar una apreciación
sensorial de aromas y sabores, separándolo del sabor subjetivo que nos dio la
experiencia en sí misma. Sin embargo, dirque que el servicio se llevó a cabo en
cinco pasos: chorizo y papas; pollo y manzanas; puré de calabazas con queso,
choclo y arvejas y carne de cerdo;tapa de asado y batatas y cordero con
zanahorias y cebollas. En el restaurante habría unos 150 comensales. Puede que
los productos hayan perdido algo de humedad porque para mantenernos en calor y
llegar a todos por igual, se usaron los hornos del local. El gusto de las
carnes y las verduras se siente levemente ahumado y perfumado por las hojas de
maqui de un modo que me recuerda a ciertas especias de oriente. Acompañé el
curanto con cerveza de El Bolsón hecha a la manera de las ales belgas.
Para
terminar, una apreciación de Francis Mallmann porque da cuenta de lo que sentí
en el resturante de Víctor Goye en Colonia Suiza:
“Una carne o un vegetal que se cocina encerrado, sin permitir que
su humedad natural se escape, logra una consistencia diferente, ya que al
retener la humedad se acentúa su sabor y nos da esa consistencia angelical que
sorprende al paladar”(13)
Notas y
bibliografía:
(1)
2010, Mallmann, Francis, Siete fuegos, mi cocina argentina, Buenos
Aires, V&R, pp. 172-175.
(2)
1953, Canals Frau, Salvador, Las
poblaciones indígenas de La Argentina, Buenos Aires, Sudamericana,
reeditado para la Biblioteca Argentina de Historia y Política, Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986, pp. 152-161.
(3)
1940, Sosa Morales, Narciso E., Historia de un pueblo. La Villa Vieja,
San Rafael, Mendoza, Museo de Historia Natural, 2° edición, 1979, pp. 28-29. El
texto rescata una costumbre de los puelches del sur de Mendoza. El autor
describe la técnica de cocinar sobre piedras incandescentes, pero la denomina
challa. En esa época, los pehuenches del sur de Mendoza estaban araucanizados.
No parece correcto entonces que llamen challa (olla en mapuche) a la cocción
sobre curanto (pedregal en el mismo idioma). Sin embargo, la descripción da
testimonio de la existencia de esa técnica en el sur de Mendoza a fines del
siglo XVIII.
(4)
1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, El libro de la cocina
criolla, Buenos Aires, Edicol, edición de 2010, pag. 46.
(5)
2010, Mallmann, Francis, Op. Cit.
(6)
2010(c), Presidencia de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social, Sabores
del sur: de la cordillera al mar, Gamarra, María Liliana, Proyecto
Recetarios Regionales, leído el 20 de noviembre de 2013 en http://www.senaf.gob.ar/Uploads/i1/6-%20Recetas%20Patagonia.pdf,
pag. 58.
(8) Pamela, leído el 29 de noviembre de 21013 en http://pamela-rescatandorecetas.blogspot.com.ar/2011/09/curanto.html
(9) 2012, Wilhelm de Moesbach, P. E. y otros, Nuevo
Diccionario Mapuche-Español, s/l, Ediciones Alfonsina, impreso en Villa Linch,
Provincia de Buenos Aires, pag. 48.
(10) Goye, Víctor, cit.
(11) Pamela, cit.
(12)
2010, Mallmann, Francis, Op. Cit.
(13)
Idem.
Excelente reseña. Hoy miércoles iré por lo de Victor. Gracias por este trabajo. Abrazo
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por su comentario y que disfrute del curanto con fondue de Víctor Goye.
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