En
mi experiencia familiar, churrasco era un trozo de carne, un bife sin
hueso, que comíamos después de una cocción rápida en la plancha.
Veo a mi Vieja ir a la carnicería del barrio y pedir tanto de
churrascos o bifes de cuadril. Sobre la sartén de hierro fundido de
hierro bien caliente, los preparaba ella en Mataderos. También los
cocinaba de esta forma mi abuela Agustina en su cocina económica en
la chacra de 12 de Octubre. Cabía pensar también, en ese horizonte
mental que es mi primer sistema de referencias culinarias, su cocción
a la parrilla. Si era verano, su compañía ideal era una ensalada
mixta. En invierno, podía llevar por guarnición un puré de papas.
En la cocción, la plancha chillaba cuando se le incorporaba la
carne. Era una preparación rápida, pero no tanto como para que la
carne saliera excesivamente jugosa y cumplir así con las
prescripciones médicas. Pero nada de eso parece ser un churrasco, ¿o
sí?.
Dice
Pasqualino Marchese: “El énfasis con que el Argentino habla del
churrasco, infunde mucho respecto y supuestas dificultades a los que
muy poco conocen de nuestras tradiciones. Y en realidad el churrasco
más que una receta es una tradición.”(1)
Un
buen lector, un lector asiduo quiero decir, ¿puede enfrentarse con
historias inquietantes cuando lee libros apacibles de gastronomía?
¿Por qué no? Personalmente, todo aquello que me mueva de una
certeza jamás cuestionada, me produce una inquietud interna, como
una picazón que me incita a buscar, a indagar. Tal es el caso de la
polémica que desata Dereck Foster con Diego Abad de Santillán y
Néstor Luján en torno del churrasco en un libro cuya reseña
crítica he publicado.(2)
Dice
Foster: “Diego Santillán en La
Gran Enciclopedia Argentina
define el churrasco como “carne sin hueso”, lo que es correcto,
pero luego arruina todo agregando “asada sobre brasas o cenizas
calientes”. Como se procede a asar sobre cenizas no es aclarado por
el sesudo lexicógrafo. ¿Será acaso una forma de preparar la carne
netamente nuestra que hemos dejado pasar al olvido? ¿Otro eslabón
de una potencial cocina autóctona desperdiciada?” Concluye que
Santillán no conoce la verdadera esencia del churrasco. En la
mencionada reseña crítica del libro de Foster, he señalado mi
posición con relación a la técnica de cocción al rescoldo (sobre
cenizas tibias o calientes) y sobre los aportes de Francis Mallmann
al respecto.(3)
No voy a insistir en ello, lo que aquí me interesa rescatar es lo
otro, aquello en lo que Foster está de acuerdo con Santillán: ¿no
es inquietante acaso, para quien siempre pensó los churrascos
cocidos sobre la plancha, pensar en una cocción directa de la carne
sobre brasas vivas?
¿Sobre
qué fundamentos se sostiene Foster para realizar estas afirmaciones?
En primer lugar, debo decir que los textos con los que debate los
toma de Juan Carlos Martelli con quien Foster parece compartir la
misma posición en relación con la definición de Santillán, esto
es, el churrasco se asa directamente sobre brasas.(4)
Don Dereck no se queda allí y agrega una receta de Mercedes Torino
de Pardo que Juana Manuela Gorriti publicó en su Cocina
ecléctica.(5)
De
todas formas, intuyo que la certeza de Dereck Foster no sólo se basa
en esta receta y en esas lecturas. El hombre se crió entre paisanos
en una estancia en Córdoba, la experiencia con los churrascos debe
ser abultada en su vida.
Si
entiendo bien, para Dereck Foster un churrasco es una técnica de
cocción de un trozo de carne sin huesos que consiste en colocar la
pieza vuelta y vuelta, directamente sobre las brasas. Sin embargo,
¿Por qué persistió en mí, y en los amigos que consulté, la idea
de que puede hacerse a la parrilla o a la plancha?
Ya
hay, en esta pregunta, incitación suficiente para rastrear
antecedentes. Sin embargo, esto no es todo con el churrasco, hay otra
cuestión a dilucidar. Dereck Foster transcribe el siguiente
fragmento del libro de Néstor Luján Viaje
por las cocinas del mundo:
“El churrasco ha pasado de ser la simple tajada de carne a
convertirse en una institución. Para cualquier extranjero el
churrasco es carne asada a la parrilla en unos espetones verticales
de unos noventa centímetros de alto en los que se ensartan enormes,
sanguinolentos y jugosos medios corderos y grandes piezas de buey.”
Agrega don Dereck que “Comparar un churrasco con un asado es como
comparar un pavo con una codorniz. Además, el churrasco se prepara,
casi siempre y sin excepción, vuelta y vuelta.” ¿Sólo Néstor
Luján confunde churrasco con carne asada?
Para
ver si confirmaba las afirmaciones de Dereck Foster, realicé algunas
pocas indagaciones con resultados interesantes.
En
primer lugar, debo decir que la palabra churrasco, no sólo me evocó
la comida de la infancia, sino que trajo a mi memoria la poesía de
Atahualpa Yupanqui quien comienza su poema “El payador perseguido”
con esta estrofa:
“Con
permiso via dentrear
aunque
no soy convidao,
pero
en mi pago, un asao
no
es de naides y es de todos.
Yo
via cantar a mi modo
después
que haiga churrasquiao.”(6)
¿Qué
es esto de churrasquiar? En realidad, parece que el texto que me vino
a la memoria en lugar de aclarar oscurece. Nada dice el poema acerca
de cómo se prepara un churrasco, pero introduce este nuevo término.
Dadas las circunstancias, no está mal comenzar por el diccionario
que, de tanto en tanto, ejercita en mí la única maldad que me
permite su sabia existencia: matar la ignorancia.
¿Qué
dice el diccionario de la que fija, limpia y da esplendor?
“Churrasco:
(Voz onomat.). 1.
m.
Carne asada a la plancha o a la parrilla.”(7)
“Churrasquear:
1.
intr.
Arg.,
Bol.,
Par.
y Ur.
Hacer y comer churrascos.”(8)
El
diccionario insiste con lo que ya se me hace demasiado habitual: el
churrasco se asa en la parrilla y en la plancha. Me parece que hace
una interpretación restrictiva del término “churrasquear” y
demasiado amplia de “churrasco”. Porque si aceptamos estas
definiciones en sentido estricto, cualquier carne asada es un
churrasco y churrasquear sólo significa hacer y comer churrascos. Mi
opinión es que churrasquear puede referirse a hacer y comer
cualquier carne asada; pero que un churrasco no es cualquier tipo de
carne asada. Pareciera que la Real Academia también incurre en la
falta de conocimiento que don Dereck le atribuye a Néstor Luján.
De
todas maneras, creo que Foster no leyó bien el texto de Luján que
transcribe en su libro. El gastrónomo español empieza diciendo que
el churrasco ha sufrido una transformación de una simple tajada de
carne (perfectamente compatible con un trozo de carne sin huesos) a
una institución (concepto bastante paralelo al de Pasqualino
Marchese que acabo de transcribir unos párrafos más arriba). Luego
hace su descripción hiperbólica de los grandes trozos de carne
cocidos en grandes asadores. Foster señala que este comentario
muestra el desconocimiento que los extranjeros tienen de nuestra
cocina. Sin embargo, Luján no hace alarde de erudición y
conocimiento. Se limita a informarnos que esa es precisamente la
visión de los extranjeros, pero nada dice de cuál es la visión de
los criollos, como sí lo hace Mercedes Torino en la introducción a
su receta. No creo incorrecto aplicar la definición de churrasquear
a la descripción del autor español. A partir de esta primera
conclusión, orienté mi búsqueda hacia la técnica de cocción de
una tajada de carne sin hueso a la que puede denominarse churrasco.
Víctor
Ego Ducrot sostiene que la parrilla es un invento que fue introducido
en la campaña argentina en las últimas décadas del siglo XIX y que
adquirió estatus citadino recién a mediados del siglo XX.(9)
Si recurrimos a los testimonios del capitán Alexander Gillespie que
se vio forzado a recorrer la campaña de Buenos Aires, Santa Fe y
Córdoba como prisionero de guerra, podemos advertir que en 1806, los
paisanos cocinaban la carnes en unos espetones improvisados con ramas
de árboles o arbustos.(10)
En
1982, Elías Carpena publica sus Cuentos
de reseros.(11)
La descripción de las faenas que realizaban los reseros en los
Nuevos Mataderos, sus tiempos de espera en los campos lindantes de la
Casa Vieja (Escalada y Batlle y Ordóñez) y sus momentos de
esparcimiento en el bar de Avenida de los Corrales y Lisandro de la
Torre son el cañamazo sobre el que el autor enhebra los relatos que
dan testimonio de la vida de esos esforzados trabajadores rurales. El
cuidador de la Casa Vieja, Benancio Palomeque, les daba de comer y
disponía para ello el acceso a unos cuartos en donde se podían
descansar sobre unos catres.
Leí
este libro hace bastante tiempo. Como recordaba que don Elías
realizó una pintura memorable de esas costumbres, me pregunté en
qué consistían esas comidas que preparaba Palomeque, ¿qué
referencias habría acerca de cómo se cocina un churrasco? Volví al
texto con la esperanza de encontrar referencias a la ortodoxia
planteada por Foster. Pero como los relatos nos acercan hechos
acaecidos entre 1910 y 1920, me encontré con el pleno dominio de la
parrilla sobre los fogones tradicionales. Así vemos, por ejemplo,
que los churrascos se asaban de a poco sobre la parrilla.(12)
Con
lo cual, además de la falla en la cocción vuelta y vuelta, la
parrilla de Palomeque nos confirma en la visión general que tenemos
hoy de un churrasco. Pero veamos en qué consiste la receta de
Mercedes Torino que transcribo en los párrafos pertinentes.
“/.../
helo aquí, cual hasta hoy lo saborean con fruición sus inventores,
los que poseen el secreto de la preparación de la carne: los
gauchos.
“Se
le corta cuadrilongo y con tres centímetros de grosor, en el solomo,
o en el anca de buey o cordero. Se le limpia de pellejos, nervios y
grasas; se le lava en agua fría, se le enjuga con esmero, se le da
un ligerísimo sazonamiento de sal, se le golpea en la superficie con
una mano de almirez, y se le extiende sobre una cama de brasas vivas,
bien sopladas.
“Al
mismo tiempo de echar el churrasco al fuego, se hace al lado, otra
cama de brasas vivas, en las que, cuando comiencen a palidecer los
bordes del churrasco se le vuelve con presteza, y se le extiende del
lado crudo, apresurándose a quitar del otro, las brasas a él
adheridas: pues basta el corto tiempo de esta operación para que el
churrasco esté a punto.
“Este
asado se sirve sin salsas, la que le quitaría el apetitoso sabor que
le da el contacto inmediato del fuego.”(13)
Si
es que los churrascos se hacían de este modo hasta 1890, parece que
esa práctica había sido abandonada en las primeras décadas del
siglo XX.
No
me quedé satisfecho y realice diversas búsquedas en la internet por
recetarios y foros. No fui detrás de estudios sostenidos en una
erudición razonable, sino de las opiniones más generales, sólo
intentaba comprobar cuál es la idea general que hoy se tiene sobre
el churrasco en La Argentina, para dejar asentada esa transformación.
El resultado fue que la idea que se tiene hoy es más imprecisa que
confusa. Un churrasco puede hacerse vuelta y vuelta en la plancha o
lentamente en la parrilla; puede hacerse con carne con huesos o sin
ellos; etc. Todo parecía confirmar que el churrasco de los gauchos
se había perdido en el tiempo y que sólo podía ser encontrado en
viejos testimonios escritos, como es el caso de la Cocina
ecléctica y
en la osada reivindicación de don Dereck.
Sin
embargo, di con una receta en particular que me permitió entrever
que la obsesión de Foster, las apreciaciones de Diego Abad de
Santillán y la receta de Mercedes Torino no configuran hechos
aislados, o por lo menos confirma la pervivencia subterránea del
churrasco original. El plato se denomina “Churrasco a la brasas”
y se encuentra en un recetario denominado Recetas
online
que trata de una colección, también ecléctica, de recetas
aportadas por los lectores. Ésta fue enviada por “laurita”,
autora de 88 recetas de la colección que el sitio ofrece.(14)
La
receta de “laurita” consiste en:
“1.-
Templar los bifes,
limpiar de nervios y grasa y reservar, bien tapados, en una bandeja
situada cerca de una fuente de calor.
“2.-
Sazonar ligeramente la carne,
trabajarla, sin demasiado empeño, con la mano del mortero y
reservar.
“3.-
Preparar dos lechos de brasas
parejas, con 5 minutos de diferencia entre ambas. Extender los
bifes
sobre las brasas
y dejar 2 ó 3 minutos, para que se vayan haciendo de un lado.
“4.-
Dar vuelta el bife
y colocar sobre el segundo lecho de brasas (el calor será más
intenso), esperar otros 2 ó 3 minutos. Mientras, ir quitando los
restos de cenizas del lado ya hecho.”
Más
animado por el hallazgo, recorrí los viejos y nuevos recetarios. Ya
expuse que Juan Carlos Martelli es quien publicó los textos de Luján
y Abad de Santillán con los que Foster disputa. Si bien no comenta
directamente la definición del segundo, creo que es lícito inferir
que está de acuerdo.(15)
En el recetario de doña Petrona no aparece la palabra churrasco en
el título de ninguna receta, aunque contiene una de bifes de cuadril
a la plancha que se preparan con una cocción rápida a fuego muy
fuerte.(16)
Por su parte, Francis Mallmann ofrece una receta de churrasco que
consiste en asar bifes de cuadril sobre una chapa caliente o sobre
una plancha.(17)
El
recetario de Marta, contiene una receta de churrascos que transcribo:
“Se
trata de un trozo de carne de lomo o de costillas. Se lava bien en
agua fría, se sazona con sal y se extiende sobre una parrilla que se
coloca sobre las brasas vivas. Cuando esté a punto se le da vuelta.
Se sirve jugoso y sin salsa, para no quitarle el sabor apetitoso que
adquiere con el contacto inmediato con el fuego.”(18)
Como
puede verse, aunque testimonia el pleno dominio de la parrilla,
guarda un sorprendente paralelismo con la receta de Mercedes Torino.
El lector ya habrá advertido que subrayé, en ambos textos, las
frases que lo ponen en evidencia. ¿Es posible que Marta haya tenido
en sus manos el libro de Juana Manuela Gorriti? Aunque no podemos
afirmarlo, todo parece indicar que así fue porque las expresiones
son muy similares.
En
síntesis, un churrasco es un trozo de carne sin hueso que se cocina,
vuelta y vuelta, sobre una parrilla o una plancha muy caliente y se
acompaña con puré, papas fritas o ensalada mixta. Hubo otra época
en que se hacía directamente sobre las brasas y se comía sin salsas
ni guarniciones. Es interesante rescatar esta última práctica
porque, un churrasco jugoso cocinado de este modo conserva un sabor
apetitoso que llega a la boca sin que nada compita con él.(19)
He probado hacerlo, el resultado fue promisorio.
Notas
y bibliografía:
(1)
Marchese, Pasqualino, leído el 14 de diciembre de 2011 en
http://www.pasqualinonet.com.ar/sobre_carne.htm.
(2)
2001, Foster, Dereck, El
gaucho gourmet,
Buenos Aires, EMECÉ, pp. 42-44. En
http://elrecopiladordesabores.blogspot.com.ar/2012/04/dereck-foster-y-su-gaucho-gourmet-ii.html,
leído el 20 de octubre de 2012.
(3)
2010, Mallmann, Francis, Siete
fuegos, mi cocina argentina,
Buenos Aires, V&R, 2010, pp. 22-23.
(4)
1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, El
libro de la cocina criolla,
Buenos Aires, Edicol, 2009.
(5)
1890, Gorriti, Juana Manuela, Cocina
ecléctica,
Buenos Aires, Félix Lajouane Editor (Librairie Générale), leído
el 4 de noviembre de 2011 en
http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/miscelanea/cocina_eclectica/cocina_00indice.htm.
(6)
1972, Yupanqui, Atahualpa, El
payador perseguido,
Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora; pp. 9.
(9)
2010, Ducrot, Víctor Ego, Los
sabores de la patria,
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, segunda edición, corregida y
aumentada. 1° edición: 1998.
(10)
1818, Gillespie, Alexander, Buenos
aires y el interior,
Hyspamérica, 1986, pp. 106, 122.
(11)
1982, Carpena Elías, Cuentos
de reseros,
Buenos Aires, Plus Ultra, pp. 11-13.
(12)
Idem, pp. 39-40, 50.
(13)
Subrayado del autor.
(15)
1991, Martelli, Juan Carlos y Spinosa, Beatriz, Op. Cit., pp.
(16)
1958, Gandulfo, Petrona C. de, El
libro de doña Petrona,
Buenos Aires, edición 52°, a mi ejemplar le faltan la hoja por lo
que no puedo identificar la editorial, pp 273.
(17)
2010, Mallman, Francis, Siete
fuegos, mi cocina argentina,
Buenos Aires, V&R, pp. 80.
(18)
1914, Marta, Cocina
tradicional argentina y otras cocinas,
Buenos Aires, Distal, 2010, primera edición es de 1914, pp. 18.
Subrayado del autor.
(19)
En 2011,
Aiscurri, Mario, “Dereck Foster y su gaucho gourmet” (en
http://elrecopiladordesabores.blogspot.com.ar/2012/06/dereck-foster-y-su-gaucho-gourmet-iii.html,
leído el 20/10/12), he sostenido que el rescate de platos que se han
dejado de hacer y de técnicas de cocción olvidadas es una
herramienta fundamental para consolidar la conciencia de una
identidad culinaria, sobre todo cuando el resultado es interesante.
Por eso rescato la tarea de los cocineros que trabajan en ese
sentido.
WUAUUUU !!!
ResponderEliminarTODO ESTO POR UN CHURRASCO ARGENTINO ???....
Y PENSAR QUE YA SE ESTA EXTINGUIENDO :(
SALUDOS ARGENTINOS !!!!
Gracias, Mis Daisy, por tus comentarios.
EliminarEn realidad, no sé si se está extinguiendo.
Creo que, en cuestiones humanas, los hechos reprimidos vuelven a aparecer en algún momento. Siempre hay una "laurita", ¿criolla vieja, si las hay?, no, simplemente una "laurita" que lo vuelve a poner a la luz.
HOLA MARIO, SE ME HIZO AGUA LA BOCA, QUÉ DARÍA YO POR UN BUEN CHURRASCO ARGENTINO!! INTERESANTE ESTUDIO HAS HECHO. UN GRAN ABRAZO
ResponderEliminarGracias, Pamela, por tus comentarios.
Eliminar¿Habrá algo similar en Chile fuera de la majestuosa magia del curanto?
Creo que al decir sobre las cenizas se refiere a cocerlo en la parrilla un vez que se apagó la llama y quedan las cenizas que emanan mucho calor. Mi padre así cocinaba las carnes.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Norma, por tus comentarios.
EliminarSi ojeás, o simplemente hojeás, el libro "Siete fuegos, mi cocina argentina" de Francis Mallmann, te vas a encontrar con un método de cocción al rescoldo "que consiste en cubrir los ingredientes con brasas calientes y cenizas tibias" (Mallmann, pag. 22).
Francis lo utiliza, por lo que yo he visto, para la cocción de vegetales. Tal vez no sirve para cocinar un churrasco como dice Diego de Santillán, en esto estoy de acuerdo con Dereck Foster; pero esto no significa que la técnica no exista, y aquí el gaucho gourmet se equivoca fiero.
¿Cómo quedaban las carnes cuando tu padre las cocinaba con el modo que describís?
Creo que se esta perdiendo la costumbre, porque con la llegada de los Feedlot a la Argentina, el sabor y sobre todo la ternura de la carne, ademas el precio, cambiaron.
ResponderEliminarGracias, Luis, por tus comentarios.
EliminarComparto tu preocupación por la baja de la calidad que genera el sistema de feetlot.