I Las dulzuras de Navidad bien al
sur, y no tanto
La Navidad en Italia, España y en la Europa
toda es una fiesta llena de magia y de celebración familiar. ¿Magia? Sí, magia
con la mesa siempre poblada de leyendas entrañables que se transmiten de
generación en generación. En el siglo XX, los argentinos que descendemos de
inmigrantes cristianos, hemos adoptado esas fiestas con todos los rituales de
intimidad familiar y comidas de profusa composición calórica. Pero esto no
siempre fue así, como nos cuenta Emilio Daireaux en Vida y Costumbres del
Plata, en 1887, los criollos no celebraban las fiestas de Navidad. (1)
Las imágenes pertenecen a María Inés Pacenza y familia
Cada familia conserva algunas recetas cuyos
primeros antepasados inmigrantes han decidido incluir en sus prácticas
culinarias, junto a otras que son producto del intercambio y la fusión e,
incluso, de la creación local.
Mi amiga María Inés Pacenza recuerda que, para
la Navidad, la familia se reunía en su casa. Tías, maridos y primos se sentaban
en dos grandes mesas, una para adultos y otra para niños. También recuerda que las
mujeres (su abuela materna, su madre y las hermanas de su madre) preparaban los
dulces del epígrafe, y otros más (v. g., pizelli, scrippelle, etc.). En esas grandes
mesas, comían lo habitual en familias argentinas para esas fechas, vitel toné,
carré de cerdo, pavo, etc. Luego se pasaba a los dulces, entonces aparecían
estas delicias ligadas a la identidad italiana. (2)
María Inés (Maynes), recuerda la centralidad
de la celebración de la Navidad en su familia. Papa Noel recién comenzaba con
sus andanzas, y los niños recibían sus regalos, mayoritariamente, el día de
Reyes. Pero la celebración más significativa era la Navidad.
Maynes y sus hermanas Ana y Mona, me pasaron
estas recetas de la repostería de Calabria, y de un poco más allá. Todas ellas
son dulces que se preparan con harina, azúcar y, en algunos casos, vino. La
leyenda familiar registra el sentido de los ingredientes comunes entre ellas.
Cuando muchos calabreses decidieron venir a hacer la América a principios y
mediados del siglo XX, en la suela de la bota reinaba la pobreza; pero había
una costumbre, según cuenta María Inés, que las familias patricias respetaban, fiestas
populares en las que se repartía harina, aceite y, en algunos casos, vino para
que todas las familias tuvieran estos dulces sobre la mesa della Notte di
Natale.
Como ya dije, algunas recetas llevan vino en
su preparación. Esto era así porque, en épocas previas a las migraciones, se
valoraba mucho la calidad del vino calabrés. María Inés dice “las recetas
llevan vino, porque se decía que, en Calabria, el vino era super, tan bueno que
lo tomaban hasta los griegos”. Maynes es socióloga y su formación positivista
le impide considerar de primera mano que tales historias sean verdaderas, simplemente
porque carece de evidencias para sostenerla. Comparto la visión de mi amiga,
pero cómo disfruto de esas leyendas que adornan el sagrado pino de la Navidad. (3)
A pesar de las semejanzas manifestadas, Maynes
hace una distinción. Los cannariculi y la chichiriquiata eran para ella de
claro origen calabrés, aunque la abuela materna, que era abruzesa, también los
hacía con otros nombres. En cambio, desconoce el origen de los cellepiene, pero
los recuerda como parte del legado de la rama materna de la familia.
En realidad, aunque Maynes reconoce como
central la identidad calabresa de su familia; las Navidades las pasaban con las
familias de tres hermanas de la madre, con lo cual la impronta abruzesa estaría
siempre presente.
Lo cierto es que las hermanas Pacenza han
conservado ese espíritu de Navidad y han sabido transmitirlo a sus hijos y
nietos. Han conservado las recetas (para más abundar, las han escrito para que
no se pierdan), las practican y, en todas las Navidades que pueden pasar juntas
ven como sus nietos prefieren comer los cannariculi antes que los turrones y
confituras industriales.
II Las
recetas
Vamos a cocinar con las hermanas Pacenza… bueno, con Ana y Mona,
porque Maynes no se reconoce como buena cocinera. (4)
Empecemos por los cannariculi. Lo primero que hay que decir es que
éste era el nombre que le daba la abuela materna de las Pacenza que había
nacido en la región de los Abruzos, como ya anticipé. Por su parte, en la
familia paterna que era calabresa, se los llamaba turdilli.
Maynes dice que la denominación abruzesa está
relacionada con la forma de caracol que esta macitas toman cuando se les da
forma de ñoquis. Mi amiga cuenta que, en alguna oportunidad, intentó hacer esta
receta, pero que el resultado fue desastroso. En la tradición familiar actual,
los cannariculi son especialidad de Mona Pacenza.
Cannariculi o turdilli
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Fuente (fecha)
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Mona, Maynes y Ana Pacenza (2019). La
letra de la receta es de Mona Pacenza (fue tomada al dictado de Dora, madre
de las hermanas). (5)
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Ingredientes
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Vino tinto 2 vasos.
Azúcar 2 vasos.
Aceite de aromas neutros 2 vasos.
Canela 1 cucharada.
Calvo de olor molido ½ cucharadita.
Harina 0000 1 kg.
Miel c/n.
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Preparación
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1.-
Colocar el vino, el azúcar y el aceite en una cacerola.
2.-
Condimentar con canela y clavo de olor molido.
3.-
Llevar al fuego, hacer hervir brevemente y dejar enfriar.
4.-
Mezclar con la harina hasta lograr una masa uniforme.
5.-
Hacer ñoquis.
6.-
Freír los ñoquis y pasarlos por miel caliente
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Comentarios
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1.- La receta dice “canaricuri”.
Ignoro las razones por las que no hay una ortografía uniforme. Pero, como me
parece un tema intrascendente y no voy a hacer comentarios al respecto. Sólo
dejaré registrada la variación.
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Chichiriquiata (en italiano, se escribe
“cicirichiata”), también llamados struffoli o pignolatta. Esta última, es una
denominación calabresa que se usa cuando, en la presentación familiar, las
bolitas son dispuestas en forma de pino (interesante representación simbólica
del festejo).
En la tradición familiar actual, esta receta
la prepara Ana Pacenza.
Chichiriquiata o struffoli
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Fuente (fecha)
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Mona, Maynes y Ana Pacenza (2019). La
letra de Paula, hija de Ana Pacenza que la tomó al dictado de su abuela Dora.
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Ingredientes
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Masa:
Huevos 4.
Azúcar 165 g.
Aceite de aromas neutros160 g.
Harina 0000 500 g.
Polvo de hornear 1 cucharadita.
Baño:
Miel 1 taza y 1/3.
Azúcar 1/3 de taza.
Armado:
Miel c/n.
Nueces c/n.
Almendras c/n.
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Preparación
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Masa:
1.- Batir los huevos con el azúcar.
2.- Agregar el aceite y seguir batiendo hasta lograr una
mezcla suave y pareja.
3.- Mezclar la harina con el polvo de hornear. Colocarla en
forma de volcán sobre la mesada.
4.- Agregar los líquidos y unir, formando una masa algo
blanda.
5.- Estirar la masa con un palote hasta dejarla de 1,5 cm de
espesor.
6.- Cortar en trocitos, darles forma de bolita y
espolvorearlos con harina.
7.- Freír las bolitas en abundante aceite. Después de
retirarlas, dejar enfriar.
Baño:
8.-
Hervir el azúcar y la miel por un minuto.
9.-
En una cacerola a fuego lento, colocar la fritura y agregarle el baño.
Remover para que las bolitas se impregnen bien.
Armado:
10.-
Armar la rosca sobre una tartera, ayudándose con las manos mojadas,
apretándolas y dándoles buena forma.
11.-
Dejar enfriar y decorar echando miel, nueces y almendras picadas por encima.
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Comentarios
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1.-
En la familia paterna, se armaba como un pino (pignolatta), dice Maynes, en
la materna como una rosca.
2.-
Dice Ana que no se deben dejar enfriar las bolitas para armar la rosca porque
se endurece el baño.
3.-
Si bien se come a temperatura ambiente, no se lleva la confitura a la
heladera ni para enfriarla, ni para conservarla.
4.- Ana decora con grana de colores en
lugar de nueces y almendras picadas como dice la receta.
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Cellepiene,
como ya les avisé, Maynes desconoce el origen, pero sostiene que venían del
lado abruzese de la familia. Mona confirma que la receta proviene de Los
Abruzos.
En su momento
los hacía Mona, dejó de hacerlos (tal vez, por la gran dificultad que supone su
preparación o porque no tienen la misma aceptación de las otras confituras que
aquí expongo).
Cellepiene
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Fuente (fecha)
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Mona, Maynes y Ana Pacenza (2019).
La letra de la receta es de Mona Pacenza (fue tomada al dictado de Dora,
madre de las hermanas).
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Ingredientes
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Relleno:
Dulce de uva, un frasco.
Dulce de membrillo ¼ kg, en pedazos.
Nueces peladas 100 g.
Pan rallado 2 cucharadas.
Vino tinto 1 vaso.
Canela 1 cucharadita.
Masa:
Aceite de aromas neutros1 vaso.
Harina 0000 ¾ kg.
Sal una pisca.
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Preparación
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Relleno:
1.- Cocinar los dulces con el vino, agregar de a poco el pan
rallado y las nueces picadas, hasta obtener una mezcla homogénea.
Masa:
2.-
Poner la harina en un bol y agregar la sal.
3.-
Agregar el aceite y unir hasta lograr una masa que no quede pegajosa.
4.-
Estirar la masa bien fina y cortar en discos de 8 cm de diámetro.
5.-
Rellenar cada disco en el centro y armar como si fueran empanadas, pero sin
repulgue.
6.-
Cocinar en horno moderado.
7.-
Retirar del horno y sumergir las cellepiene rápidamente en Gancia a
temperatura natural.
8.-
Retirarlas del líquido y espolvorear con azúcar impalpable antes de servir.
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Comentarios
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1.- Mona explica que el nombre
correcto de la confitura es celli ripieni (cielos rellenos) y que en la
familia se usa un nombre equivocado que, probablemente, provenga de formas
dialectales.
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Pido
a los lectores que se animen,
preparen estas joyas de la dulcería del sur de Italia y las disfruten en la
próxima Navidad.
Notas y bibliografía:
(1) 2018, Aiscurri,
Mario con textos de Emilio Daireaux, “Navidad y Año Nuevo, fiestas de
inmigrantes (1887).”, en El Recopilador
de sabores entrañables, leído el 10 de setiembre de 2019 en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2018/02/navidad-y-ano-nuevo-fiestas-de.html.
(2) 2019, Pacenza,
comunicaciones del 9 de setiembre de 2019. Todas las referencias relacionadas
con el relato de María Inés Pacenza provienen de las comunicaciones de esa
fecha, salvo que se indique lo contrario.
(3) Después de
compuesto el borrador del texto, Maynes Pacenza anduvo indagando por la
Internet y descubrió que las leyendas familiares se remontan a hechos que
llevan más de dos milenios de antigüedad. El reparto de harina, aceite y vino,
por ejemplo, está asociado a las fiestas saturnales en el antiguo Imperio
Romano. Estas fiestas se celebraban a fin de año, coincidiendo su finalización
con el 23 de diciembre. 2019, María Inés Pacenza a Mario Aiscurri, correo-e del
17 de setiembre.
(4) Los detalles
técnicos de la elaboración de estos dulces los aportaron Ana y Mora a través de
Maynes en 2019, María Inés Pacenza a Mario Aiscurri, correo-e del 23 de
setiembre.
(5) La identificación de
la autoría caligráfica con que están escritas las recetas y algunos detalles
sobre el contenido de las mismas en 2019, María Inés Pacenza a Mario Aiscurri,
correo-e del 17 de setiembre.
Que lindo tener el recuerdo de nuestros ancestros, aunque sea simplemente, por medio de los sabores.
ResponderEliminarGracias, Unknown, por su comentario.
EliminarLa cicerchiata (se pronuncia chicherquiata) en dialecto abruzzese es cicirchiote (chichirquiote). No he podido encotrar el origen de la palabra chichiriquiata o chichiriquiada como se la nombra en Argentina, en Italia jamás se la llama ciciriquiata como sugiere la nota. Tal vez sea una deformación de la palabra dialectal, ya que la cicerchiata se la llama así en Abruzzo, Le Marche y Molise. Saludos desde los Apeninos centrales.
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por sus comentarios "de Los Apeninos a Los Andes".
EliminarGracias, también, por sus aportes de por sí extremadamente interesantes.
Publiqué la receta tal como me la pasaron. las deformaciones lingüísticas no son culpa de nadie, sino del trasiego de ideas y el intercambio. Ni los migrantes italianos, salvo contadas excepciones, eran puristas de los dialectos peninsulares en los que hablaban. Ni los argentinos hemos deformado con negligencia lo que escuchábamos... y mucho menos los hijos que ya eran argentinos.