sábado, 24 de junio de 2017

La Madrid y el regreso a Buenos Aires

23 a 26 de noviembre de 2015
Después de un largo y trajinado viaje, llegamos a Madrid. Sólo unos días para preparar el regreso, comparar algunos regalos y ver a Tito Durana, primo de Haydée.
I Madrid
Madrid no es una ciudad que me atraiga especialmente. Tal vez sea porque es la ciudad de Europa que más se parece a Buenos Aires (no sólo en el paisaje urbano, también el tránsito crispado, las calles sucias y las peatonales atestadas de vehículos). Tal vez sea por ese parecido que llego a ella y no me despierta una intensa expectativa de novedades constantes que es lo que espera todo viajero de cada destino. No lo sé. Si lo pienso desde otro lado, tal vez sea el único sitio que elegiría, si me viera obligado a abandonar Buenos Aires.
 
 Las imágenes pertenecen al autor
Ese sentimiento ambivalente se ve tensado porque, en esta oportunidad, se percibe más intensamente la crisis. Las charlas con los taxistas dejan pocas dudas al respecto. Además, se ve un aumento significativo de la mendicidad y de personas que duermen en la calle. Se come más caro que en Andalucía; pero si uno no sabe elegir dónde hacerlo, puede llegar a comer mal.
Según nos dicen muchos, el gobierno sigue tomando medidas de ajuste, después de ocho años de practicarlas, sin que los habitantes de esta metrópoli alcancen a ver una luz de esperanza. Contrariamente, Tito que es muy crítico de la situación, sostiene que la caída de los ingresos de los trabajadores parece haberse amesetado y que la clase media ya posee una perspectiva de alivio… pero la ciudad sufre y se nota.
Nosotros, entre tantos, decidimos recorrer un poco la ciudad que ya parece cercada por los fríos que anticipan el invierno, y buscar algunos sitos donde disfrutar de una buena mesa.
II Casa Labra
Llegamos a nuestro hotel, cerca de Gran Vía y Montera, sobre el mediodía. Decidimos ir hacia la Puerta del Sol, buscando un sitio dónde almorzar. De pronto dimos con Casa Labra, a pocos metros de la peatonal Preciados… era el momento de no perder la oportunidad de comer en ese sitio histórico.
Esa mañana se presentaba bastante fresca, de modo que, en Casa Labra, pedimos unos Callos a la madrileña. Desde luego que no tienen la reputación histórica de ser los mejores de Madrid; pero estaban buenísimos. Los acompañamos con copas de vino Rioja y Ribera del Duero y con la amable ambientación del local. Y, si de eso se trata, la charla con el afable encargado del salón que nos atendió, fue un broche a nuestra visita al establecimiento.
Es que hay historias que se cuentan y que de tanto ser dichas y repetidas van cambiando en sus detalles de un modo que no se alcanza a percibir. En estos casos, aunque la distancia con la realidad llegue a ser considerable, el relato queda congelado en una forma legendaria que suele ser reconocida como verdadera. Es lo que ocurre con la atribución a Casa Labra de haber sido el lugar permitido para las reuniones de socialistas en el Madrid franquista. La historia es inverosímil, pero me ha llegado de ese modo como si de verdad sagrada se tratara.
Efectivamente, nos cuenta el mozo, en el primer piso de la casa estuvo la sede del Partido Socialista durante la dictadura de Primo de Rivera; pero ya en la época de Franco, el local, con nuevos dueños, tomó un color político más oficialista…
…De modo que hay una distancia sutil, pero importante, entre este relato y afirmar que Casa Labra, en pleno centro de Madrid, fuera el lugar elegido por el franquismo para ejercer una tolerancia política que se le desconoce en toda España y en toda su historia.
III Restaurante Argentino
Por la noche siguiente, volvimos a las andadas y, aunque no se encuentra entre mis preferencias ir a comer a restaurantes argentinos cuando estoy fuera del país; la oportunidad lo ameritaba. De modo que ocupamos una mesa con Tito Durana en la parrilla De María a pocos metros de Puerta del Sol.
Hemos comido de manera razonable empanadas y chorizo, morcilla y entrañas asadas. Todo estaba muy bien, aunque la entraña no tuviera el gustito argentino que tiene en Buenos Aires. Algo debe haber en las carnes, en las técnicas de cocción o en mi mente que las hace diferentes.
La charla con Tito fue afable y placentera, como siempre. Nos dio algunas visiones sobre la situación que vive España con su habitual soporte de erudición y sabiduría. Fue allí que nos dijo que la situación de la clase media profesional se había estabilizado.
III Frustraciones en la Cava Baja y otros hallazgos en Madrid
Martes al mediodía, nuestro último día en la ciudad. Decidimos buscar algún restaurante en la famosa Cava Baja. Incomprensiblemente para mí estaban todos cerrados. Terminamos comiendo a pocos metros de esa calle, en el restaurante Capitán Alatriste.
El edificio es un claro exponente de lo que puede el diseño y la arquitectura. Nos sentamos a la mesa embriagados por encontrarnos en un mesón del siglo de oro. Ante nuestras preguntas. El mozo nos informó que el restaurante tenía sólo 10 años de existencias y que el edificio, también. El ambiente había sido recreado con materiales originarios del siglo XVII adquiridos en la demolición de un viejo monasterio. Sin embargo, hay en el solar, algún resto que subsiste del siglo XVI. El mozo nos refirió que una de las paredes del sótano se recuesta soportada sobre los cimientos de una vieja muralla.
Medité en que el capitán Alatriste, héroe ficcional nacido en la febril imaginación de Pérez Reverte se merecía una taberna igualmente ficcional… sentí que era en ella donde estábamos comiendo.
Decididos disfrutar del montaje escenográfico, comimos con placer. Me sorprendió una merluza a la bilbaína que pedí. No sólo estaba deliciosa (la salsa se parecía mucho a la que llamamos vizcaína en Buenos Aires, con mucho ajo, ligeramente ácida y sin tomates), sino que además la posta que constituía la porción era grande. Es que se trataba de un merluzón de 5 kg, me explica el mozo afable y diligente.
Así concluyó nuestra morosa visita a esta ciudad que suele ser nuestra puerta de entrada y salida. Esperando que nos convocaran para el embarque en la T1 ya sentíamos que estábamos en Buenos Aires verdaderamente enriquecidos por ese viaje intenso.


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