Nadine cocina como los dioses. Eso no es una novedad.
¿Cómo?... ¡Ah!, ¿Quién es Nadine?... Sí… Es mi cuñada, nacida y
criada en Bretaña. Nadine vivió muchos años en París… ama París. Desde hace algún
tiempo volvió al terruño. En el viaje que hicimos en octubre de 2015, ella y
Osvaldo nos esperaban en su casa en la apacible ciudad de Saint Maló (digo apacible
porque fuimos fuera de temporada, claro está).
Las imágenes, salvo indicación específica, pertenecen al autor
Nadine ejerce una cocina hogareña a partir de un recetario
personal heterogéneo que reconoce, entre otras, dos grandes influencias: la
cocina tradicional bretona que la acompaña desde su infancia y la cocina
argentina que aprendió para compartir con su marido la evocación de los aromas
y sabores de la infancia que él vivió en Buenos Aires.
Hace algunos años, he publicado una recopilación que me permitió intentar
una aproximación a la cocina tradicional bretona. En esa oportunidad, Nadine me
ofreció toda la información a partir de la cual compuse el artículo principal y
los correspondientes a las recetas (Galettes y crepes, Caramelo con manteca salada y el famoso postre Kouign amann).
Fue en nuestro viaje anterior (2012). Yo no conocía Bretaña. Ese
viaje fue una oportunidad para apreciar la Costa Esmeralda y las ciudades
portuarias cercanas a Saint Maló en el extremo occidental del Canal de la
Mancha. Las recetas de Nadine completaron mi abordaje a la región y produjeron
el descubrimiento de una cocina tradicional que desconocía y que se me manifestó
intensa y misteriosa como surgida de una tierra exótica.
En esta ocasión, voy a relatar experiencia afectuosa que significó
que Haydée y yo nos sintiéramos agasajados en cada plato que Nadine llevó a la
mesa en los días que pasamos en su casa en 2015. Desde su Pollo al horno con
hierbas y manteca hasta una sencilla cena en la que compartimos una Tarta de
atún… Todo fue obra del despliegue de sabiduría culinaria que se necesita para
hacer inolvidables las preparaciones más sencillas.
Referencia de la imagen en (a)
Pero eso no fue todo. La deliciosa Tarta de atún fue coronada con
un Far bretón, un postre tradicional cuyos aromas y sabores trasmiten una
incomparable sensación de estar en la tierra correcta para disfrutarlo, de un
fruto de esa misma tierra. Ese postre me permitió recuperar aquel impacto,
aquella sensación de descubrimiento que tuve en nuestro viaje anterior cuando
comimos unas Galettes hechas con harina de “trigo” sarraceno.
Ansioso por registra el momento, y aún con la incertidumbre de poder
replicarla en Buenos Aires, le pedí la receta del Far bretón. Pero la receta no
vino sola. Vino de la mano de un despliegue didáctico adecuado para registrarla
en la memoria casi de manera indeleble. Es que Nadine, con palabras y gestos
convincentes, transmite las ideas gastronómicas con claridad meridiana. Mientras
ella explicaba, yo la escuchaba y la miraba y casi no podía apartar la vista
para tomar las notas. No quería perder ningún detalle. Finalmente, y aunque me
faltara apuntar alguna palabra, me quedé con la sensación de haber entendido
todo y de que, a pesar de la complejidad del postre y la lejanía de la
tradición culinaria a la que pertenece, esa receta es extremadamente sencilla
de reproducir.
Para explicarlo de manera contundente, y a fuer de resultar
inútilmente reiterativo, traigo, ahora, el recuerdo de cuando practiqué su
receta de Caramelo en Buenos Aires. Cuando estuvo hecho, sentí que se me había
perdido algo en el camino, no mucho, pero algo sí, que mi Caramelo no era igual
al que había probado en Saint Maló. Sentí, en ese momento, que las manos de
Nadine eran tan irremplazables en esa receta como la manteca bretona.
Haydée lo probó y señaló virtudes y defectos, semejanzas y
diferencias que me hicieron reflexionar. Entonces pude decirme, con más timidez
que convicción: quedate conforme con el resultado que obtuviste, porque es razonable,
es lo que podés lograr sin aquello que no tenés a mano; el resultado que
obtuviste es mucho más cercano al original que si lo hubieras trabajado a partir
de una receta encontrada en la Internet. Es entonces que se me hizo evidente
que, cuando lo preparé, acompañaba la lectura de mis notas con la evocación de
la imagen gestual de Nadine explicándomela…
Creo que, la próxima vez, filmaré su clase de cocina y no tomaré
apuntes…
En el artículo respectivo, les
expongo la receta de Farz bretón de Nadine. Pero, como su cocina, no se limita a
los platos locales, agregó también su versión particular de Croque monsieur. Por
último, propongo, desde esta recopilación, una revisión de mi artículo sobre la
receta de Ranas a la Provenzal. Nada tiene que ver con los aspectos de la cocina
de Nadine que conozco, pero sí con nuestras charlas sobre esa preparación en
nuestro viaje anterior y con el feliz hallazgo del recetario de cocina
provenzal de 1910(1) en este viaje, episodio que cuento en otro artículo.
Notas y
referencias:
(1) 1910,
Reboul, J. B., La cuisinière provençale,
Marsella, Éditions Tacussel, 1989.
(a) 1984,
Morand, Simone, Cuisine populaire de Bretagne, Artigues-pres-Bourdeaux,
Editions Jos, pag. 28.
Sos entrañable escribiendo y contando momentos que fueron importantes para vos, para uds. Da gusto sentir que uno está espiando desde alguna ventana, las explicaciones de Nadine, y vos con tu cara de pibe grande, embobado, querés impregnarte del saber milenario, para volver a revivirlo aquí, imposible, por eso no pido recetas ni maneras de cocinar lo que me maravilla, sé que depende de determinada persona con sus particulares maneras, y otro no será igual, además está el momento y el entorno, mágico, único irrepetible, con sus perfumes, miradas y cadencia de la conversación que se presta para aquello y no para mates con tortas fritas o un asado ensillado. Aprendí eso de pibe, cuando alguien me dijo, "sabés las milanesas que hace mi vieja?! Y un día comí y eran horribles, desde luego no dije nada, pero sólo comí una, ahí me di cuenta que la comida excepto cuando estamos muy entrenados y sabemos, tiene más subjetividades que verdades. Gracias por el paseo por Bretaña. Abrazo.
ResponderEliminarGracias, Anónimo, por tus comentarios.
EliminarComparto esencialmente lo que decís. Por mi parte, sólo procuro captar esa manera particular de cocinar el plato tal o cuál.
He recibido entrenamiento para hacer percepciones objetivas; pero no las practico porque me maravilla el fenómeno subjetivo, el que pretendo retratar en mis recopilaciones. Pero, para hacerlo, no me queda otro camino que escuchar que me cuenten las recetas.
Ojo, me ocurre lo mismo en los restaurantes.