sábado, 6 de diciembre de 2025

“Gancia” casero (Patricia Giménez y Néstor Arizcurre)

No tenían en ese momento, por eso no llevaron… y como me quedé con las ganas, les pedí la receta.

La imágenes pertenecen a Patricia y Néstor 

Siempre es un placer compartir la mesa con los primos Arizcurre, en la casa de Julio en la entrañable ciudad de Nueve de Julio. En oportunidad de nuestro viaje, como ya conté en otro lado, compartimos la mesa Julio y Norma, Susana Arizcurre y Néstor “el Pollo” Arizcurre y su mujer Patricia y, por supuesto tía Chocha.

Mi primo Néstor es un hombre de trabajo, pero cuando hay fiesta, disfruta de algún que otro licorcito… Un encuentro familiar es, por supuesto una fiesta. En esa oportunidad me contó que Patricia y él hacían un “gancia casero”…


Les pedí la receta que transcribo abajo. Patricia la aprendió de la abuela de su hija hace ya mucho tiempo. Ahora ella y Néstor lo hacen juntos. Con ello rescatan la tradición familiar de los licores caseros, disfrutándola tanto como todas las cosas que hacen juntos… Como por ejemplo, bailar folklore en la ciudad de Cosquín.

Gancia casero

Fuente (fecha)

Patricia Giménez y Néstor Arizcurre (2025)

Ingredientes

Agua mineral c/n.

Azúcar 800 gr.

Alcohol fino ½ l.

Cáscara de 5 naranjas.

Cáscara de 3 limones.

Pulpa de naranjas y limones.

Romero 2 ramas de 25 cm.

Clavo de olor 25.

Preparación

1.- Pelar las frutas.

2.- Quitarle el blanco a las cáscaras, cortarlas en tiritas y reservar.

3.- Pelar los gajos resultantes de la peladura, quitar las semillas y reservar.

4.- En una damajuana de vidrio, colocar las cáscaras, la pulpa de las frutas, el clavo de olor y el romero.

5.- Luego agregar el azúcar y al alcohol.

6.- Finalmente completar el envase con agua mineral (aproximadamente 4 litros).

7.- Tapar bien la damajuana con un corcho y sacudirla para que se mezcle todo.

8.- Dejar macerar en lugar fresco y sin luz por 25 días. Sacudir la damajuana cada tanto para que todo quede siempre bien mezclado.

9.- Colar y llenar botellas con el contenido.

10.- conservar en la heladera

Comentarios

1.- Patricia recomienda el uso de la damajuana o de otro recipiente de vidrio. Concuerdo con la idea, aunque he visto recetas que proponen la maceración en bidones de plástico. Debe ser muy práctico, pero todos sabemos que el plástico se degrada, contaminando el licor.

2.- Para que la damajuana quede protegida de la luz, Patricia la envuelve en una bolsa limpia de residuos de color negro.

3.- Una vez embotellado el resultado, Patricia conserva en la heladera. No sabe qué pasaría si las conserva en otro lugar.

4.- Patricia quita el blanco de las cáscaras porque le dan mal sabor al licor. Tampoco agrega pomelo, porque no le gusta. Me pregunto si conservando la parte blanca, el resultado tendría algún equilibrio atractivo para quienes gustan de los amargores.


Notas y recetas de un viaje por el País del Chorizo Seco Chacarero (Parte III)

Ir a Parte II

2025-3 de abril / 5 de abril

V Picadas y asados en Nueve de Julio

El reencuentro con las chicas de Santiago Toledo

Mientras recorríamos la Avenida San Martín para salir de El Nueve en dirección a Quiroga, mi prima Inés nos invitó a comer un asadito en su casa, ¿Cuándo? Ese mismo jueves, a nuestro regreso. Hizo todos los arreglos por teléfono y esa misma noche estarían sus hermanas Mari y Nelly… Acepté casi sin consultarlo con Haydée. (5)

La imagen pertenece al autor 

Cono Inés tuve mucho contacto últimamente, con Mari estuve en uno de nuestros últimos viajes a 9 de Julio; pero a Nelly hacía muchísimo tiempo que no la veía… Me pareció la mejor ocasión para encontrarme con mis primas hijas del tío Santiago Toledo con quienes compartí un par de hechos trascendentes de la infancia y adolescencia y a quienes veía cada vez que encarábamos la Ruta Nacional 5, desde Mataderos, con rumbo oeste. (6)

De modo que, después del encuentro entrañable con mis primas, hijas de Julián Toledo en la Estación Facundo Quiroga, volvimos. Al entrar a la ciudad, esta vez por la Avenida Mitre, la dejamos a Inés en su casa y a tía Chocha en la suya, no sin antes recordarle que pasaríamos a buscarla al día siguiente para cumplir con el convite que nos hizo Julio Arizcurre. Como ya era de noche, fuimos inmediatamente a casa de Inés.

La imagen pertenece a Inés Toledo

Allí nos encontramos con Tiva, su marido, que iba y venía con diligencia, comeríamos en la plata baja de la casa, pero él estaba haciendo un asado en la planta alta.

La primera en llegar fue Neli. Nos dimos un abrazo de reencuentro. De reencuentro físico, porque estamos en contacto por las redes sociales, ese gran invento que nos permite, a los criollos, combatir nostalgias y añoranzas… No sé si a otros les pasa eso, pero a mí sí.

Poco después llegó Mari con Nico, su marido. Animadamente nos pusimos a conversar, ¿sobre qué? Sobre recuerdos familiares, sobre el presente de cada uno y sobre el futuro soñado y vivido por nuestros hijos.

Inés y Tiva tienen dos hijas que son profesionales y viven en La Plata, a 325 km de dónde estábamos. Suelen conectarse por video llamada simultánea, de modo que, en algún momento, estuvieron comunicadas con nosotros. Lo dicho de los medios de comunicación y las redes sociales, su carácter amable o perverso, su capacidad para conectarnos o enajenarnos, no depende de ellos, sino de nosotros mismos.

¿Qué comimos? Obviamente picada y asado.


No importa la calidad y complejidad de lo que se come, un asado bonaerense es siempre una oportunidad de encuentro en el que el afecto se ubica en la cabecera de la mesa. Esa picada de chorizo seco y queso de campo, y alguna cosita más, y ese asado con carne, y alguna cosita más, sabían a gloria… a pesar de que no es necesario, lo voy a destacar, la calidad del chorizo, el queso, las carnes y lo demás fue de lo mejor.

Nos despedimos de esa casa acogedora, construida sobre lo que en algún momento fue el almacén del tío Santiago, con la promesa de volver a vernos… Seguramente ocurrirá.

La siempre afable invitación de Julio

Los hermanos Arizcurre son nietos de don Juan Arizcurre, el tío Juanito, hermano de mi abuelo paterno, Eugenio Aiscurri. Nacieron, se criaron y siempre vivieron, a excepción de Graciela, en el Partido de Nueve de Julio. Primero en el pueblo de José María Naón y luego en la misma ciudad cabecera del Partido. Graciela vive en la ciudad de Bragado, a 50 km de El Nueve.

Esta imagen y la siguientes pertenecen a Norma Rodríguez 

Siempre es placentero encontrarme con mis primos en El Nueve. Ni bien llegamos el 2 de abril y estuvimos listos para ir a casa de Tía Chocha, le avisé a Julio, el mayor de los Arizcurre, que allí estaríamos. Ya he contado lo que vivimos esa tarde y esa noche. (7)

Así fue como, en la mañana del viernes 4 de abril nos preparamos para completar nuestro trajín bonaerense. Pasamos a buscar a Tía Chocha y fuimos hasta la casa de Julio donde nos esperaba con dos de sus hermanos y una comida. Era un asado y obviamente una picada chacarera (chorizo, queso y algunas cositas más de las que ya hablaré).


Allí estaban mi prima Susana y mi primo Néstor a quien todos conocen por su apodo, “El Pollo”, y su mujer Patricia… y, por supuesto, Norma, la mujer de Julio, gran anfitriona.

No estuvieron Jorge Arizcurre (campeón local de ciclismo) ni Graciela. Los hijos de Julio, Fernando y Gustavo, preparan kartings y corren con ellos y Jorge los acompaña a todos lados. Graciela, a su vez, andaba por Junín en casa de su hija.

Volvió a sorprenderme cómo mis primos bonaerenses se conectan a través de las redes sociales con lo que ellos mismos son. La tele les acercan, por ejemplo, las carreras de karting y los sucesos culturales de los que participan (por ejemplo, la fiesta de la torta frita en El Doce)… Pero esta vez hubo más, mucho más.

La imagen pertenece a un viaje anterior

Patricia que es de Carlos Casares y Néstor, el Pollo, bailan. Se dedicaron un tiempo al tango y ahora recalaron en una agrupación local de danzas folklóricas. Suelen representar a 9 de Julio en el encuentro de agrupaciones similares en el Festival Nacional de Cosquín. De modo que estuvimos viendo, por la plataforma Youtube, las presentaciones que hicieron en ese festival y cómo, mi primo Néstor avanzó mucho en sus condiciones de baile, en tanto que Patricia exhibía su destreza habitual.

Lo dicho arriba, en la Ciudad de la Furia, las redes suelen alienar a los usuarios, pero en la campaña bonaerense pareciera que los conectan como es debido.

Con todo, el centro del encuentro estuvo en la mesa. El asado fue rey, pero la corte fue casi más importante, Norma dispuso una picada sublime y coronó la fiesta, porque en eso se transformó el asado familiar, con una mesa dulce increíble.

En la picada había, obviamente, chorizo seco, queso y bondiolas encurtidas; pero también berenjenas en escabeche y un paté de berenjenas que estaban exquisitos… y que Norma tuvo la amabilidad de pasarme sus recetas para que yo las publicara. Se trata de unas recetas que tienen la rusticidad de la cocina chacarera y el refinamiento con que las mujeres chacareras ponían en juego cuando querían agasajar a alguien. Soy testigo de que mi abuela Agustina también lo hacía así.


Pero nuestra querida anfitriona no se quedó contenta con las entradas, después de muy buen asado que sirvió Julio, puso una mesa dulce extraordinaria, en la que se destacaron unos higos en almíbar cuya receta también me dio.

Comimos, conversamos mucho, vimos los videos de Patricia y Néstor bailando y de los aprestos para las fiestas en El Doce. La tarde llena de cariño culminó con una serie de licores y el lamento de Néstor y Patricia por no haber traído un "vermut" que suelen preparar en su casa. Por fortuna, Patricia me pasó la receta que también pongo a disposición de los lectores.

Y, así, fuimos pegando la vuelta

Esa noche comimos algo liviano en el hotel. Por la mañana siguiente, al trotecito sobón de nuestro querido Clío, emprendimos el regreso, no sin antes realizar un par de paradas breves.


Fuimos a despedirnos de tía Chocha con la promesa de volver pronto a El Nueve. Fuimos a Faustino, una charcutería que hace chorizos secos memorables, y adquirimos algunas cosas para compartir con mis hermanos, trayéndoles un pedazo de recuerdos de la infancia.

Notas y referencias:

(5) Una pequeña aclaración sobre la toponimia. Primero, ya lo expuse en otros artículos, pero insisto aquí para quien le únicamente éste, la Ciudad de 9 de Julio se la conoce, en la jerga local, como El Nueve y, del mismo modo, la Estación 12 de Octubre es simplemente El Doce. Ahora bien, hay sitios, dentro del Partido de 9 de Julio, que llevan nombres que nadie usa, como si no se conocieran, recibiendo la denominación a partir de las estaciones de ferrocarril correspondientes. Es el caso de Manuel B. Gonnet que todo el mundo conoce como French, e incluso “Fren” o “Frenche”, y, por supuesto, el que todos llamamos simplemente Quiroga. La Estación Facundo Quiroga está rodeada por el pueblo llamado oficialmente Alfredo Demarchi. Sin haber hecho un recorrido exhaustivo, concluyo que este fenómeno se extiende, por lo menos, a toda la Provincia de Buenos Aires.  

(6) Otra aclaración circunstancial: Julián y Santiago Toledo eran hermanos de mi abuela paterna, Agustina Toledo. De modo que la chicas con que nos encontramos en este viaje son primas mías en segundo grado.

(7) 2025, Aiscurri, Mario, “Notas de viaje al país del chorizo seco chacarero (Parte II), en El Recopilador de sabores entrañables, leído en https://elrecopiladordesabores.blogspot.com/2025/11/notas-y-recetas-de-un-viaje-por-el-pais.html el 6 de diciembre de 2025.


sábado, 22 de noviembre de 2025

Pastafrola (Liliana Toledo)

2025-abril-3

Primero una aclaración de términos. La “frolla” es una masa quebrada tradicional italiana, generalmente dulce que se usa en muchas preparaciones, como, por ejemplo, las crostatas. En La Argentina, existen receta con pasta frola, muy pocas por cierto, hechas con esa masa desde el siglo XIX. (1)

La imagen pertenece a Liliana Toledo

A su vez, existe la “pastafrola”, nombre de una torta singular que se hace con esa masa, rellenándola preferentemente con dulce de membrillo… y, a veces también, con dulce de batata. (2) Se trata de una preparación muy popular a partir del segundo tercio del siglo XX. Esta torta dominguera solía hacerse en casi todas las familias, sean éstas de origen italiano, español, de casi todas las colectividades o de larga tradición criolla. En nuestros días, se las ofrece frecuentemente en panaderías, confiterías, bares y cafeterías, pizzerías e, incluso, como postre en algunos restaurantes de cocina porteña… y, por supuesto, se siguen horneando pastafrolas en muchos hogares.

La imagen pertenece a Gregorio Branca 

Dije “singular” porque no conozco ninguna otra receta popular en la que se siga usando conscientemente esta masa, poco habitual, en una cocina que hace las tartas con una masa similar a la de las de empanadas, es decir, con una masa de hojaldre simplificada, a veces al extremo. (3) Pero también es singular por tratarse de una creación culinaria rioplatense, difícil de encontrar en otras partes del Planeta. Tan única es que se adueñó del nombres de la masa para definirse a sí misma… No hay otra preparación con pasta frolla que se reconozca a sí misma como tal, más allá de la pastafrola de membrillo o batata.

Comemos pastafrola en la merienda, en especial, con el mate de las tardes de domingo y también en los postres, en especial después de haber comido pizza porteña, como alternativo de otro gran postre argentino, su prima hermana, la torta de ricota.

Imagen familiar de 2025

Dicho esto, vamos a la receta de mi prima Liliana Toledo. Ya he contado, en otras notas, sobre nuestra excursión a Quiroga, en el Partido de 9 de Julio. Ya he contado como nos recibió Liliana en su casa y como, junto a sus hermanas Mónica y Pocha, compartimos una tarde familiar, largamente esperada e intensamente vivida.

Imagen familiar de 1972

Liliana hizo la pastafrola con naturalidad y maestría y la puso sobre la mesa. Ella no recuerda dónde y cuándo aprendió la receta. La ha hecho durante toda su vida. “Tal vez le pregunté a alguien, pero no lo recuerdo”, me dijo. Así de simple y de concreta es la asociación entre la receta de pastafrola a las costumbres argentinas. (4)

Liliana no tiene preferencia de circunstancias para prepararla. Generalmente la hacía, y la hace, para un sábado o un domingo o para los cumpleaños de sus hijos; pero, muchas veces, simplemente la elabora cualquier día que tenga el deseo de comerla… “Me sale tan fácil, que no tengo ninguna preferencia específica para preparar una pastafrola”.

Ahora la receta… y que les salga tan bien como a Liliana.

Pasta frola

Fuente (fecha)

Liliana Toledo (2025)

Ingredientes

Para la masa:

Azúcar 150 gr.

Manteca pomada 150 gr.

Harina leudante 400 gr.

Huevos 2 yemas y 1 entero.

Ralladura de limón a gusto (opcional).

Esencia de vainilla a gusto (opcional).

Para el relleno:

Dulce de membrillo

Dulce de batata (opción alternativa)

Preparación

Masa:

1.- En un recipiente adecuado, poner el azúcar, la manteca pomada y la ralladura de limón o la vainilla.

2.- Mezclar bien el azúcar con la manteca pomada con un batidor.

3- Agregar las 2 yemas y el huevo de a una y seguir mezclando, pero ya sin batir.

4.- Agregar la harina y seguir mezclando, uniéndola despacito sin amasar.

5.- Dejar descansar la masa por media hora, en lo posible en la heladera.

Relleno:

6.- Derretir el dulce de membrillo en el microondas con u n poco de agua.

Armando:

7.- Retirar una parte de la masa que se usará para hacer el enrejado decorativo final.

8.- Estirar la masa, dejando el grosor a gusto del cocinero

9.- Colocarla sobre una pizzera grande, cubriendo el fondo y los bordes.)

9.- Colocar el dulce de membrillo derretido sobre ella.

10.- Hacer tiritas con la masa reservada y colocarlas sobre el relleno, haciendo una especie de enrejado.

11.- Llevar a un horno mediano.

12.- Dejar enfriar y comer a temperatura ambiente.

Comentarios

1.- La elección del dulce es a gusto del cocinero o de los comensales. Liliana prefiere el membrillo y así la hizo la tarde que la probamos.

2.- Liliana derrite el dulce en el microondas, pero también puede hacerse en una ollita. Siempre con el agregado de un chorrito de agua

Notas y bibliografía:

(1) Ver “Pasta frola para alfajores” en 1895, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina, Buenos Aires, duodécima edición reproducida en 2020, 1895, Benavento, Teófila, La perfecta cocinera argentina. Reedición histórica: el primer libro de cocina argentina publicado en 1888, Buenos Aires, Tusquets Editores pp. 97.

(2) En La Argentina, llamamos “tortas” a las preparaciones dulces que en otros ámbitos del orbe hispano llaman “pasteles” o “tartas”. Verbigracia, “torta de cumpleaños” o “torta de bodas”.

(3) En La Argentina llamamos “tartas”, a lo que en otros sitios llaman “pasteles” o “empanadas”. Las tartas con masa quebrada representan un capítulo marginal de nuestra cocina, a veces asociado a cierto refinamiento afrancesado. Así, en nuestra jerga, por ejemplo, podríamos llamar tartas a los hornazos salmantinos. Sin embargo, no hacemos lo propio con las empanadas gallegas que conservan su nombre como si fuera una denominación de origen. En rigor, fuera de los especialistas, los argentinos ni pensamos por qué se llamamos “empanada” a una “tarta”, cuando nos referimos a este plato de la cocina gallega. Salvando este caso único, para nosotros, la pascualina es una “tarta pascualina”.

(4) No hay que descuidad la función amplificadora del libro de doña Petrona que llegó a los lugares más profundos y apartados de nuestro país. La receta de “Pasta frola” ya se encuentra en la 2° edición de 1935 en 1935, Gandulfo, Petrona C. de, El libro de doña Petrona, Buenos Aires, 1935, Segunda edición corregida y aumentada (1° edición de 1934), pp. 359-360


sábado, 8 de noviembre de 2025

Notas y recetas de un viaje por el País del Chorizo Seco Chacarero (Parte II)

Ir a Parte I

2025-2 de abril / 3 de abril

Camino y camino de sensaciones amables. Rutas en buen estado, rutas regulares y caminos poco transitables jalonaron las siguientes etapas de nuestro viaje.

II Llegamos a El Nueve

Mate, picada criolla y empanadas

La mañana del 2 de abril estaba fresca, pero el sol ya abrigaba con cariño, desayunamos en Olavarría, en el amable comedor del Casa Josefina, sin demasiado apuro, queríamos transitar con calma los 200 kilómetros que nos separan de Nueve de Julio, nuestro próximo destino.


La imágenes pertenecen al autor, salvo indicación en contrario. 

Efectivamente, el viaje fue apacible.

Llegamos al Grand Hotel Libertad donde nos alojaríamos en 9 de Julio. Decidimos tomarnos un descanso y almorzar algo liviano en el mismo hotel.

Alrededor de las cinco llegamos a casa de tía Chocha. Allí estaba ella con mi prima María Teresa, su hija. Nos sentamos a tomar mate y a charlar. Poco después de las seis llegó mi primo Julio Arizcurre, y su esposa Norma Rodríguez, y seguimos charlado y charlando hasta las once y media de la noche. La Chocha es muy conversadora, pero Julio no le va en saga. Ambos garantizan una velada amable, llena de historias locales conmovedoras.

La imagen pertenece a Norma Rodríguez.

¿Qué comimos? Mi primaTeresa hizo unas empanadas increíbles que fuimos a buscar a su casa. Con el paquete muy prolijo, venía un chorizo seco que estaba buenísimo. Julio había traído otro chorizo, queso criollo y pan para hacer una picada… y adicionalmente un postre. De modo que retomamos la ruta de las comilonas familiares y de empanadas y picadas criollas. Esa noche conocí los chorizos de la carnicería y fábrica de chacinados Faustino cuya fama había precedido a nuestro viaje. (4)


Alimentados con la comida y la charla nos fuimos a descansar, no sin antes decirle a mi tía que se preparara porque, al día siguiente, saldríamos rumbo a Quiroga a ver a sus primas Toledo que allí viven. El viaje lo había arreglado con Inés Toledo, otra de prima hermana de tía Chocha y, por ende, prima segunda mía. Inés vive en El Nueve a pocas cuadras de dónde estábamos.

Parque San Martín

Pasaríamos por casa de la Chocha a mediodía. De modo que decidimos aprovechar la fría y luminosa mañana para hacer una caminata por El Nueve (que así le decimos a la ciudad de 9 de Julio) y llegarnos hasta el Parque San Martín.

Bello, como siempre, el parque nos dio la oportunidad de dar un paseo para tomar unos mates al aire libre, aprovechando el sol de otoño.


Siempre me impresionó el portón de entrada (sobre la avenida Cosentino frente mismo a la esquina de la avenida San Martín) y, detrás, la bella vegetación cuidada y añosa. Recorrerlo demanda su tiempo ya que se extiende por algo más de quince manzanas.

La mayor parte de la superficie la ocupa un lago artificial que suele estar bien cuidado, salvo por la mala costumbre que tienen algunos visitantes que arrojan objetos plásticos por cualquier lado, incluso en el espejo de agua. En ese sentido, me hizo acordar a la Reserva Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires.

¿El lago es artificial o representa los restos de las lagunas históricas? Buena pregunta ¿no?


La ciudad de 9 de Julio fue fundada por el coronel Julio de Vedia en el paraje denominado Cla Lauquen (Tres Lagunas en mapudungun) en 1864. No sé si está documentado o es una leyenda que persiste, pero se supone que ese lago era una de famosas las tres lagunas originales. Lo que sí es artificial es la isla que contiene.

Lo cierto es que anduvimos por ese paisaje de leyenda en el que se confunden viejos relatos orales de capitanejos aborígenes con un jardín cuyo diseño afrancesado, evoca las ideas paisajísticas de Carlos Thays… todo un ambiente de cientificismo positivista.


Siempre me pareció el lugar más apacible de una ciudad que insiste en ser apacible a pesar del tránsito intenso. Recorrimos con cuidado los senderos porque aún quedaban charcos de las intensas lluvias ocurridas en el fin de semana anterior.

Encontramos un sitio adecuado y nos sentamos a tomar mate hasta que se hizo la hora de marchar.

III Llegar, ¿a dónde?

Pronto estuvimos listos para salir hacia Quiroga.

¿Cuáles son las razones que nos lleva a dirigirnos a ciertos sitios? Voy a descartar los paquetes comprados con recorridos preestablecidos por alguien que piensa que si vamos a ciertos lugares seremos felices. Aunque muchas veces, la oferta acierta con los deseos del consumidor, éste no parte de ninguna razón específica para elegir tal o cual destino.

Me confieso un sentimental, de modo que mi manera de elegir los lugares a dónde quiero ir está estrechamente limitada a lo que esos demonios jocundos interiores me incitan a dirigirme. Esos sentimientos pueden posar la mirada en objetos nimios como en una canción que nos conmovido especialmente (así llegué a la bella Aluminé y a la entrañable Payogasta) o en historias familiares igualmente modestas que a veces, sólo a veces, incluyen experiencias personales de la infancia y la juventud.


Cuando legué por primera vez a Igea, en la Rioja Española, en 2007, conocí a una prima hermana de mi madre, Carmen. Nunca la había visto, apenas si tenía referencias de ella, pero sentí un profundo afecto por esa mujer que tuvo una vida paralela con mi madre, con vínculos a personas que ambas querían. Yo sentí eso y ella debió sentir algo parecido por mí. Es por eso que me colmó de tantas atenciones y recorrimos casa por casa hasta que pude conocer a todos los primos de mi madre que aún vivían allí.

En 9 de Julio, Provincia de Buenos Aires, me pasa algo parecido. Allí me encuentro con tía Chocha, hermana menor de mi padre. Veraneábamos invariablemente en la chacra de mis abuelos a 30 km de la ciudad, no veíamos con mis primos Luis, Carlos y Nancy que aún vivían en Dudignac, a dónde solíamos ir y, en las charlas familiares, aparecían otros pueblos del Partido en que vivieron, y vivía aún, familiares y amigos de la familia.


Es por eso que El Doce (que así le decimos a la estación 12 de Octubre), Dudignac, Naón, La Niña, Quiroga, French, Santos Unzué, Smith (ya en el Partido de Carlos Casares) y la propia ciudad de 9 de Julio sonaron siempre como lugares familiares, como lugares donde se desarrollaban historia familiares que algo importante tenían que ver conmigo.

Tía Chocha vive en la ciudad de 9 de Julio, pero cada vez que vamos, volvemos a algunos de esos sitios. Fue así que, hace ya algunos años, volvimos a Dudignac y recorrimos sus calles cargadas de conmovedora historias personales, también, en otra  oportunidad, llegamos a la chacra de mis abuelos en El Doce y, en otra, dimos una vuelta por la plaza central de French.

No fuimos a Smith, pero Miguel Sáez de Guinoa, nuestro primo que allí vive, tuvo que hacer unas compras en 9 de Julio, en un momento en que estábamos allí, y se acercó a la casa de tía Chocha a tomar unos mates y a charlar. Un asunto de familia es que  no hay charla en donde no aparezca la Villa de Igea, en La Rioja Española.

Parados de izquierda a derecha: Carlos Aiscurri, Alejandro Aiscurri y Neli Toledo
Sentados de izquierda a derecha: Liliana Toledo, Mónica Toledo, un servidor, Luis Aiscurri, José Luis Aiscurri, Juan José Toledo y José Toledo 
En primar plano, siempre de izquierda a derecha: Gabriel Rodríguez, Inés Toledo y Mari Toledo.

De modo que cada vez que voy a 9 de Julio, me hago un tiempo para ver a los primos querido, como los Arizcurre y a las hijas de Santiago Toledo (el mayor de los hermanos argentinos varones de mi abuela Agustina).

Tenía pendiente cumplir con el deseo de ir a Estación Facundo Quiroga. ¿Qué había allí? ¿Quiénes vivían allí?

Quiroga fue el lugar de correrías juveniles de mi padre. Allí conoció a algunos de sus amigos que lo acompañaron toda la vida. De allí vienen las historias legendarias que mi viejo siempre contaba del vasco Elola, un rústico de los Pirineos que hablaba media lengua y se había afincado como chacarero en la zona. Me consta que su fama llegó a Roberts, Partido de Lincoln.

Allí, en Quiroga, vivía Julián Toledo, el mayor de los hermanos españoles varones de mi abuela Agustina, quien tuvo once hijos, muchos de los cuales conocí a lo largo de mi vida. Todos ellos eran primos míos y yo los reconocía como tales, todos ellos vivieron historias paralelas a las mías. Historias que no compartía directamente, pero que conocía en sus grandes hitos. Allí viven Liliana y Mónica Toledo, las hijas menores de don Julián (ambas algo más chicas que yo) y una hermana de ellas, a la que siempre conocí como Pocha. Una foto que tiene más de cincuenta años, muestra a Liliana y a Mónica sentadas junto a mí en una fiesta familiar en 12 de Octubre.

Con tía Chocha, Inés, Liliana, Pocha y Mónica Toledo y un servidor

El deseo de llegar a Quiroga era fuerte y venía demorado por lo menos por diez años. Fue por eso es que arreglé para ir con mi prima Inés. El tema crucial fue que una de las personas más apreciadas para mí, partió hace algunos meses, dejando un enorme dolor en mis primas, especialmente en Liliana. Fue por esta circunstancia que el deseo de llegar a Quiroga, se transformó en un imperativo impostergable…

IV Estación Facundo Quiroga

En torno de la mesa familiar

…llegué a Estación Facundo Quiroga con la ansiosa y conmovedora serenidad con que llega el peregrino a Santiago de Compostela después de haber caminado 800 km... Eran como las cinco de la tarde de ese jueves 3 de abril.

Fuimos por las rutas pavimentadas. Son casi 40 km más, pero supuse que el camino por La Niña tendría, con tanta lluvia, tramos intransitables.

En Quiroga, nos reunimos en la casa de Liliana Toledo en torno de una mesa que compartimos con sus hermanas Mónica y Pocha. Hubo alegría por el encuentro, hubo congoja por los que partieron, hubo afecto y celebración de mesa compartida.

Mi prima Liliana puso sobre la mesa unos alfajores de maicena que tenían gusto a infancia y una pasta frola que ella misma había hecho y armó dos rondas de mate, uno dulce y otro amargo.

Como en todos los rincones de La Argentina los encuentros, sean familiares o amicales, nos juntan en torno de una mesa.

Ya casi de noche emprendimos el regreso a Nueve de Julio. Volvíamos contentos de la tarde vivida llena de recuerdos que inflaron nuestros corazones y que, en algunos casos, lograron mitigar parcialmente la congoja.

Ir a Parte III

Notas y referencias:

(4) Lisandro Ciarlotti, chef propietario del restaurante Lo de Tata de la ciudad de Mar del Plata, había ponderado estos chacinados en las redes sociales.