Si bien las notas sobre Puerto
Madero y Mataderos (ver Parte II) no se basaron en andaduras ad hoc recientes,
no quisimos perder la fórmula ritual de ir a estos sitios en transporte público
y comer en algún sitio específicamente seleccionado por ciertas connotaciones
significativas (cercanía, identidad barrial, gusto, etc.).
Fuimos hasta la estación Catalinas
en la línea E de Subte, accedimos caminando unas pocas cuadras a Puerto Madero
y nos sentamos a una mesa en el querido restaurante El Mirasol.
¿Por qué El Mirasol? Simplemente
porque hace cincuenta años que voy a ese restaurante. ¿Aquí, en Puerto Madero?
No. En 1973, el Puerto estaba sumido en una agónica decadencia. Yo iba al local
original, el que la empresa propietaria mantiene aún en la calle Boedo, entre
Don Bosco e Hipólito Irigoyen, en el barrio porteño de Almagro.
Lo cierto es que, andando unas
pocas cuadras nos instalamos en una mesa con vista al dique. Desde allí, se ve
barrio en todo su esplendor y, aunque hay suficiente cantidad de objetos que
evocan el pasado portuario real, me costó traer a la memoria las imágenes que
impactaron mis retinas de niño en oportunidad de los paseos hechos por allí
haces casi sesenta años.
¿Qué comimos? Se ve que pedimos
entradas “exóticas”, criadillas, primero, y mollejas de cordero, luego. Nada de
eso había, por suerte, de modo que nuestro primer plato fueron un bocadillo de
acelga (que sirven de abre bocas) y una empanada de carne. Ambos estaban
soberbios. Los bocadillos estaban casi fríos y es sabido que esta especialidad
sólo se puede comer en esas condiciones de temperatura cuando están muy bien
hechos. Estos estaban deliciosos. La empanada de carne frita se parecía
muchísimo a las que comía hace cincuenta años en el local de la calle Boedo. Ya
verán por qué dije que por suerte no había ni criadillas ni mollejas de
cordero.
Como plato elegimos asado de tira
que, como decía Omar Moreno Palacios “no le hace mal a naides”. La porción consistía
en una exorbitante cantidad de carne que no pudimos terminar entre los dos. ¿El
punto? Pedimos que fuera jugoso, pensando en los puntos criollos del asado,
olvidando que estábamos en Puerto Madero. Nos trajeron la tira, sensiblemente
más ancha que el asado banderita que suele encontrarse en muchas parrillas
porteñas. Su punto estaba muy próximo al azul que comen los europeos. Estuvo
bien de todos modos.
Completamos con una ensalada bien
criolla (palmitos, manzana, nueces, zanahoria rallada y salsa golf como único
aderezo) y un vinito Nicasia cabernet franc.
Finalmente, no
pudimos evitar una caminata. Mediados de junio, frío casi invernal; pero con
sol y casi sin viento… La vuelta alrededor del dique estuvo confortable. Salimos
por la Avenida Córdoba y volvimos a tomar el subte en Catalinas para volver a
casa.
En Mataderos tampoco pudimos evitar
una pequeña caminata debido a que nos apeamos del colectivo de la línea 80 en
la esquina de Avenida de los Corrales y Lisandro de la Torre. Era mediodía de
miércoles y el bar Oviedo estaba cerrado. En tanto que, en los negocios
tradiciones de prendas para el trabajo rural, vimos cosas distintas. Casa Galli
(por Lisandro de la Torre) parecía seguir en actividad, en tanto que, en el
local donde alguna vez estuvo Soldavini Hermanos (sobre Avenida de los
Corrales), no vimos ningún rastro que permitiera inferir que estuvo allí en
algún momento.
En fin, anduvimos unas cuadras por
la Avenida de Los Corrales, en Cosquín doblamos hacia Directorio y, al llegar a
esta avenida, dimos con nuestro destino, el restaurante Los Tulumbanos.
Debo decir que hace años que quiero
ir a este restaurante de Mataderos que sólo está abierto de lunes a sábados
desde muy temprano por la mañana hasta la tardecita. En los últimos años, he
vuelto muchas veces a Mataderos, pero siempre en domingo, para aprovechar la
Feria y, obviamente, no pudimos entrar en el restaurante.
¿Por qué Los Tulumbanos?
Simplemente por la feliz coincidencia de estar y tener buen prestigio en mi
barrio querido con una vieja canción que amo, “Campo afuera” de Carlos Di
Fulvio. No es la primera vez que me ocurre. En una recorrida por la Provincia
de Neuquén, por ejemplo, pasamos unos días en Aluminé y, en una recorrida,
llegamos hasta Moquehue porque queríamos conocer el recorrido que hacía el
pinionero de Marcelo Berbel con su carguera achiguada.
Obviamente, allí estaba el
propietario recibiendo a los parroquianos con una sonrisa. El ambiente de
bodegón porteño tiene un aire campero. Después de comer opíparamente (yo un
matambrito de cerdo a la riojana), pude echarme un párrafo con el Tulu. Le dije
que conocía Tulumba sin haber estado allí, gracias a la famosa chacarera. Me
contó un par de cosas que me impactaron, el hombre conoció a Doña Domiga, la
protagonista de la canción y, obviamente, a Carlos Di Fulvio. (2)
Me contó que el músico cordobés
bajaba a las salamancas en Tulumba con otros músicos y que, para que su
guitarra sonara distinto, ponían serpientes cascabel en la caja de resonancia
de la misma. Entiendo que no ponían las serpientes vivas, sino el “cascabel” de
algún bicho muerto.
Me quedé con ganas de charlar más
sobre esos temas que apenas esbozó, de saber su nombre, de saber si conocía a
Suna Rocha, de probar la tortilla de papas con aspecto maravilloso que comían
en la mesa de al lado… tendremos que volver, pero más avanzada la tarde.
Comimos comida
sencilla, de bodegón porteño, oficiada con solvencia como si la hiciera la doña
de la casa. Tomamos un vinito clásico de López. Me fui insatisfecho, y no
precisamente por la comida
A veces pienso
qué complejo es el gusto a la hora de encontrar un restaurante que nos
satisfaga. Nada más opuesto, en estilo y pretensiones, que El Mirasol y Los
Tulumbanos, y sin embargo, ambos nos dieron satisfacciones similares. Algún día
tendré que ensayar algunas reflexiones sobre el tema… En muy pocos lugares me
pongo a comer con la sola percepción de los sentidos. Hay algunos sitios en que
esto me ocurre, estoy pensando, por ejemplo, en el Baquiano; pero la mayoría de
las veces, la imaginación completa el sabor de las comidas, incluso, aunque en
forma muy moderada, en El Baqueano, también. Es por eso que no hago crítica de
restaurantes, me limito a hablar de lo que me gusta… y lo que me gusta tiene
una composición abigarrada.
Notas y referencias:
(1) Moreno Palacios, Omar, “Provincia de Buenos Aires”, oída el 16 de
junio de 2023 en https://www.youtube.com/watch?v=iNU5zel5vXU.
(2) Di Fulvio, Carlos, “Campo afuera”, oída el 21 de mayo de 2023 en https://www.youtube.com/watch?v=QsniS3S2BJY,
interpretada por Suna Rocha.
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