sábado, 9 de mayo de 2020

OPIO. Honduras 4415


Por Mario Sorsaburu
(Publicado inicialmente en “Buena Morfa Social Club”,
Grupo Privado de la red social Facebook,
el 18 de mayo de 2017) (1)
Dicho así, fuera del contexto histórico, es solo una palabra que puede remitirnos a estar en un lugar, con alguien, o en un momento aburrido y también a un exótico complejo de drogas, que nos suena lejano y tardío.

 Las imágenes pertenecen Mario Sorsaburu

Puesto en el contexto de un restaurante en Capital Federal, y del menú con sus variantes que ofrece Tatu Rizzi en su lugar, de manera muy eficiente y lograda, que involucra a una docena de países; diré que el nombre del lugar es sorprendentemente acertado en cuanto vemos un par de cosas histórico-geográficas muy por arriba.

A principios del siglo III de nuestra era, ya China tenía grandes y extensos cultivos de té, especialmente en la provincia de Yunnan, que siguen hasta hoy.

Las poblaciones de la zona tibetana y hasta las fronteras con Nepal y Pakistán, vivían en plena montaña con fríos descomunales la mitad del año. Esas poblaciones carecían de verduras y frutas, comían poco de ganado bovino y cordero, pero su animal estrella era el Yak, del que tomaban su leche, hacían la manteca salada, carne y cuero, también aunque con variantes, como hoy.

La digestión y el metabolismo eran muy difíciles, complicado para la salud, de manera que descubrieron que todo eso cambiaba maravillosamente tomando té, mucho, y también que cortado con leche de Yak era muy digerible; Como hasta hoy.

El té se hizo imprescindible y era caro.

Toda esa zona circundante al Tibet era conocida por sus excelentes caballos, entre los mejores del mundo.

Los chinos, el Estado chino, compraban caballos por centenares a poblaciones de fronteras difusas entre El Tibet, Nepal y La India, que pagaban con monedas de bronce, cobre y hierro. Con el tiempo descubrieron que esas ciudades fundían las monedas para hacer armas, lo que podría ser complicado para las autoridades centrales en sus esfuerzos de dominación, un peligro real a su poder, como hoy. De manera que prohibieron comprar caballos con metálico, de ahí surgió el intercambio de Té por caballos y se instaló lo que dio en llamarse ¨La ruta del té y los caballos¨ que como la ruta de la seda, del Marfil, de las especias, tuvieron sus particularidades, tal como la ruta del Opio.

Cuando a la Compañía Británica de Las Indias con fines geopolíticos, como hoy, comenzaron a cambiar Té Chino por Opio, las complicaciones multiplicaron los conflictos que luego llevaría a las dos guerras del Opio a mediados del siglo XIX.

El opio involucró todas esas mismas zonas que las del té de los primeros siglos hasta hoy, también la de la seda, la de las especias, y se extendió más allá, recorriendo las zonas que se caracterizaron por determinados productos: comidas, especias, técnicas de cocción, como en China, Vietnam, Tailandia, India, Nepal, Pakistán, etc.; que muy adecuadamente nos ofrece el restaurante en sus recetas que disfrutamos anoche con Ariel Kalikies y Pancho Ramos.

Como vemos la elección del nombre es extraordinario, tal como lo veo yo.

Con Ariel pedimos un par de Negronis, que estaban muy bien preparados, Pancho una cerveza tirada que también tenía buena “Pinta”.

Pedimos unos Bun, típicos panes chinos al vapor, rellenos con hongos y con langostinos que estaba muy bien, aunque hubo una pequeña discrepancia entre qué es Bun y qué Banh, los típicos tentempié vietnamitas, que tienen en su ADN la baguette de Francia. Un ¨sandwichito, bah. Que no nos interesaban anoche.
Pedimos además un par de raciones de mis preferidos Wantón de cerdo, que estaban perfectos con su correspondiente salsa espesa para mojarlos antes de engullir de una vez y sentir el deleite de esa masa y rellenos que me remontan al cielo despejado de China, cuando anduve por allí, y comí hasta saciar el deseo del maravilloso manjar.

Dos vueltas del preferido de Ariel, Shrimp cakes de langostinos, que fueron perfectos, sin detalle que nuble nada para que encantaran nuestras papilas gustativas.

Y un Curry rojo con leche de coco y langostinos, en que la leche de coco se notaba apenas, y hubiera sido, para mi gusto, necesaria un poco más, en conjunto rico y con punch, ya que lo pedimos picante, como debe ser. Llamó la atención que el arroz estuviera integrado en la misma cazuela debajo del preparado. Todo lo fuimos acompañando con un vino rosado en botella de medio litro, que a Ariel le había encantado en anteriores visitas y que para mí resultó demasiado liviano frente a platos que a mi criterio deben ir con un Sauvignon Blanc de cuerpo, que pedí y acompañó perfecto. Para terminar con una buena copa de tinto, un Pinot delicado, que fue broche correcto para mi paladar. Pancho otra cerveza y Ariel un Gin tonic con un toque de pepino que le iba. Si bien no somos muy de los postres, se imponía la Mousse de maní que tenía buenos comentarios, la pedimos para compartir y realmente es del otro mundo, maravilla es poco, la textura perfecta con un crocante del mismo maní que corta la cremosidad en boca y puede estar en cualquier podio ganador. Una cena distinta, muy bien lograda.

Llegamos a las ocho en punto, fuimos los primeros, en un salón amplio a media luz, con mesas para mi gusto algo chicas, una barra con asientos bien resuelta y, como se estila en tantos lugares desde hace tiempo, una gran mesa comunitaria de asientos altos en el centro del salón para doce o quince comensales. Al rato, ya estaba casi completo, a las 21:30 hs. había gente esperando. Pensábamos en irnos para no entorpecer, cuando el mozo, sin pedirlo, trajo la cuenta, como diciendo que necesitaban la mesa, eran las 22 hs. Si bien no es lo que uno espera, de acuerdo a la vieja escuela, lo entendemos perfectamente y lo habíamos previsto para dejar el lugar a otros, no nos molesta, sabemos de esas cosas, a nosotros nos alegra que les vaya bien y haya personas esperando, la comida bien resuelta y la gentil atención lo ameritan y hace merecedores del favor de la clientela.

Es un nuevo estilo entre nosotros, que va bien especialmente para los sub cincuenta que gusten y disfruten descubriendo riquísimos y diferentes caminos que encanten al paladar. La comida, la charla y el disfrute entre amigos resultaron maravillosos. Salute.
Notas y referencias:

2 comentarios:

  1. Como algunas cosas más de la vida, lo que hicimos una vez, al volver, casi no lo reconocemos fácilmente propio. Releer esto me congratula, me hace creer que está muy bien y conjugan mi pasión por la historia, el devenir humano, la geografía y su influencia en las comidas y las culturas. Me alegra muchísimo que lo hayas recuperado y es un honor que lo hayas hecho creyendo que tiene algunos valores. Muchas gracias.

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    1. Gracias, Mario, por los comentarios y por autorizar la publicación del artículo.

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